Copes fue un milonguero que recorrió pistas de clubes hasta que encontró su estilo y maceró esa pasión junto a otros grandes veteranos que un día comprobaron que estaban ante un adelantado.
Fue quemando etapas a toda velocidad, y llegó un momento, después de mostrarse en varios torneos, en que entendió había otras salidas para sus ambiciones: las exhibiciones y el ballet o conjunto de parejas que se mostrarían con él y María Nieves.
A ella la descubrió una noche en el club Estrella de Maldonado y quedó encandilado por su figura juvenil. Era una adolescente de 15 años, pero impactante. Él bailaba con la hermana de María Nieves -gran milonguera- "y tenía éxito con las mujeres por la pinta, pero era un carro bailando, movía el brazo, era muy malo" -recuerda María, que se enamoró de él al toque.
Comenzarían a bailar en Atlanta, y Juan Carlos ya era un milonguero consumado. Ella no tuvo maestros, le gustaba el tango y aprendió viendo a las parejas mientras acompañaba a su hermana Cristina y a la Ñata, otra amiga, que ya tenían fama en el ambiente.
La pareja en su gran momento de éxito |
Después de los torneos se animó a formar una compañía con diez parejas de aficionados y así se metieron en el Teatro Nacional, con una revista. Cuatro años en cartel y después la gira con Juan Canaro por Brasil, Venezuela, San salvador, Cuba, México. La compañía se disolvería y Copes decidió pegar con ella el salto a Estados Unidos, cuando el tango no figuraba entre los gustos del público estadounidense.
En el regreso los esperan los aplausos en Caño 14, Karina y ya son famosos. Después llegarían las mieles del éxito con Tango argentino, y allí tuvieron la gran revancha en Estados Unidos.
Lo demás es muy conocido, la separación y el camino que se bifurca para ambos. Pero la semilla ya estaba sembrada, ellos la hicieron germinar y el tango-danza se instalaría definitivamente en escenarios y pistas de todo el mundo.
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