A esta pareja ya la presenté y los adobé con mis aplausos en el blog, pero me gusta volver a traerlos aquí como ejemplo para tantos bailarines diletantes y entusiastas que abundan en toda España. De paso me desintoxico de aquellos que creen que la milonga es un picnic y se presentan con pantalones y zapatillas rotas. O en bermudas. ¡Y hasta en chanclas en una milonga nocturna! Una noche de ésta se vienen en pijama...
Las mujeres, jovénes y menos jóvenes se producen con mucho cuidado, visten linda ropa, calzan hermosos zapatos con tacones de aguja, se perfuman, y no hay derecho a que el elemento masculino desprecie la mínima elegancia y considere que todo lo que no sea romper con los cánones y vestir descuidados, como de entrecasa; se trate de una antigualla lamentable.
En fin, el tango da para todo, lo sabemos de siempre, pero algunos le tenemos más respeto que otros y lo digo desde la crítica honesta y mirando hasta con simpatía a este tipo de "revolucionarios" de salón, muchos de los cuales son amigos con quienes simpatizo. Y algunos bailan bien.
Volvamos al templo de la elegancia con esta pareja de prefesionales que tienen una sala -"Mariposita"-, en San Telmo, donde dan clases.
Para eso, ellos han pasado por escuelas de danza, de coreografía y tienen trazas milongueras, que es muy importante para la conservación de la especie.
Debemos saber distinguir entre tango de escenario y el de exhibición, pero se notan entre los que desarrollan esta última faceta, aquellos que han curtido mucha pista de milongas y la llevan en el cuore.
Podemos verlos bailando un difícil arreglo del tango de Pedro Laurenz: Orgullo criollo, en Seúl, Corea.
En Buenos Aires también los reclaman para poder aplaudirlos en distintas milongas y Festivales. Ahora penetramos en el templo milonguero de Rioja y San Juan: Grisel, donde pasamos tantas veladas de las que nos llenan el alma para aguantar el tirón.
Y en este caso, la pareja se manda con Tango negro, en su propia coreografía.
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