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viernes, 26 de mayo de 2023

EL TANGO

 



El tango es una droga que acelera latidos,
Es esa pira donde crepitan  los sentimientos milongueros de la pareja de bailarines.
Es la intemperie de la vida.
El tango es ese silbido compadre y familiar.
Es el ladrido del alma,
la bocina de la angustia,
la rendija del dolor.
El tango es recogimiento. El tango es introspección, confidencias de un amigo, cicatrices mal curadas, naufragios, la soledad.
El tango es la palabra que te sostiene.
El tango es la música que permite reencontrarte.
El tango hay que contarlo, no cantarlo. 
El tango no se baila, se camina.
El tango es el espejo de la existencia.
El tango se siente dentro.
Es la voz del cantor que bebe vino barato y vomita raras palabras del suburbio: Paica amurar, junando, punta, percanta, gavión, rechiflao, atorrante, pelandruna;
masticándolas con rabia
como si alguien quisiera robárselas para mal usarlas.
Porque nació procaz y quilombero, bastardo, rufián, sin parentela legal, ni santo y seña
que reconociera la sociedad puritana y pacata. 
El tango es la umbría historia acústica
fermentada en la fragua de agónicas madrugadas,
entre músicos terrajeros y bailarines que armaron unos pasos simétricos
con grelas que alimentaron la concupiscencia de esos burdeles
y se bancaron la faca, el bochinche, las purgaciones y el alcohol. 
Franchutas, polacas, hetairas expuestas en la trastienda 
al impulso sexual de los varones.
El tango es metejón, encajetarse.
El tango es el tibio run run de los mercados
el silbido del tren en arrabales,
la ropa tendida en humildes patios, 
la mesa de obreros en la fonda,
el yirar de la veleta en la terraza,
la bohemia de poetas, esos grillos buscavidas,
las casas destituidas por el tiempo,
la ruda demolición de la utopía,
tomar mate con bizcochitos de grasa.
El tango es la humedad de Buenos Aires
la garúa de la ausencia, la mugre del bajo fondo, los baches de una calle maltratada,
el dolor del inmigrante
que lo habita, le inyecta su nostalgia y sus lágrimas.
El tango es acíbar, no es almíbar,
no nace en tierras tropicales, entre negros sandungueros.
El tango es la voz convulsa del bandoneón
entre la lluvia fina de los violines,
los relámpagos del piano
y el sordo trueno del contrabajo.
Es la súmula de poemas con intensidad y sincopación.
Es la pollera con tajos bien profundos y piernas que alborotan paraísos,
rojo carmín en las bocas convocantes, colibrís pespunteantes las pestañas,
promesas de panal en los escotes 
y zapatos con alas en los altos tacones.
Ella es la hiedra que a un torso se amanceba, se enraíza en el parqué en tres minutos infinitos, torrenciales,
bajo un sensorial rumiar de los fueyes y el flato conductor del contrabajo
que encolumna a las yuntas cadenciosas
girando en sentido inverso a las agujas del reloj.
Él responde al pasado. Al pulso del puñal en celo, a la pelvis ligera del moreno.
Al grávido semblante del compadre.
Al mordaz canfinflero,
a la sonrisa gardeliana del Morocho para cabecear en busca de su sombra
y trenzar un diálogo de cuerpos que buscan la emanación del compás musical
para expresar sus sentimiento y exhibir sus alardes.
Es una confesión íntima, un deschave entonado entre humos y olores agrios
con dos guitarras cinchando al costado
y el cigarrillo colgando del labio inferior de un curda veterano.
Es esa gola cargada de güisqui y tabaco que desvela el secreto de los tangos.
O un salón que encierra viejas leyendas
de bailarines que dibujaron figuras irrepetibles y milongueras que flotan como 
fantasmas en la penumbra que las exorciza cada noche sobre el memorial del suelo.
Es la sensual exploración de las superficies.
La guarida de la melancolía.
El poema que colonizó un espacio.
La energía que brota del piso.
El berretín de poder pensar: ¡Qué noche!
El tango, ese milagro
que se bailó en conventillos.
lo desovilló el organito, lo divulgó el compadrito,
y sus figuras son: la fantasía del porteño, su mufa, su soberbia, su esplín y su perfil
fanfarrón y ganador.
El tango duele.
Sólo cuando esto sucede, el músico inunda de duendes del recinto, el cantor se desangra en su homilía y la pareja se funde en un orgasmo místico.
Y se eterniza

J.M.O

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