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lunes, 8 de mayo de 2023

El Tango bailado (1)

   Ya sabemos que el Tango es una tríada de música, canto y danza. Pero, en su etapa fundacional, cuando aún no existían las partituras ni se habían compuesto piezas musicales, los empíricos ejecutantes intentaban seguir las evoluciones de los bailarines en la pista, improvisando sobre una melodía. que alguno de ellos iba inventando.

   En esa gestación inicial del fenómeno TANGO, queda cuadrada definitivamente la tesis de que esa expresión musical nació como reclamo danzante, por delante de las demás expresiones que se le fueron agregando, como el nivel académico de los músicos, la poesía, los cantantes y las orquestas para ser escuchadas. Es un hecho cierto que el tango no tuvo buena carta de presentación porque al abocetar su etología hay que tener en cuenta que, para la época en que salió a escena era revolucionario, atentatorio contra las buenas costumbres y la moral imperante al producirse el abrazo de los cuerpos que la sociedad no bendecía precisamente. Y todas la danzas de la época se bailaban con los cuerpos visiblemente separados.

   La influencia de los negros es visible en esta etapa inicial.  Sus movimientos de pelvis y caderas, con el hombre y la mujer fusionados se veían lascivos, más que sensuales. El tango primerizo, por la intervención de la flauta en aquellos tríos que completaban la guitarra y el arpa o violín, hizo que la música fuese pícara, retozona, alegre. Cuando ingresa el bandoneón en la música ciudadana porteña, adquiere una dimensión más recoleta, íntima, sentimental. Así el tango pasa a otro estadio y cambia incluso el comportamiento de los bailarines.

                                 

Compadrito afroargentino circa 1910. Colección Silvio Killian

   La evolución de los compositores y ejecutantes marcha pareja con la del tango y de los danzarines. "Hecho de polvo y tiempo el hombre dura menos que la liviana melodía", verseó Borges, y ahí está el ejemplo de las hermosas páginas tangueras que recorren el mundo mucho después de su nacimiento, acompasando los pasos de los bailarines en la pista. Las danzas de moda eran la mazurca, lanceros, valses, polkas y habaneras, cuando los compadritos y los negros se lanzaron a bailar el tango condenado. Ellos inventaron los cortes y quebradas que lo diferenciaron de otras danzas, aunque provenían del candombe negro. 

   El corte consistía en quebrar la marcha y las quebradas en quiebros del cuerpo, bastante lujuriosos que se hacían  en la detención de la marcha. Los compadritos, que provenían de suburbios pobres y que representaban  una caricatura de los compadres -generalmente gente de acción, especie de guardaespaldas de caudillos políticos-, incorporaron el entrecruzamiento de piernas con su compañera  mientras iban haciendo los cortes. Y lo que hoy resultaría sensual, o simplemente vistoso como se les ve realizar a bailarines actuales en escenarios, para la época eran totalmente obscenos. De ahí la proliferación de "salones decentes" donde había carteles que rezaban "Prohibido bailar con cortes". 

   Pero el hibridaje entre el negro y el compadrito sigue creando coreográficamente, ignorando las rigideces de la moral imperante. Y así van naciendo el ocho, la corrida, la medialuna, la sentada, el doble ocho, el molinete, la refalosa, la tijera, la estrella, la vuelta del perro, el cuatro, el balanceo, la cepillada, los ganchos, las tocadas, la asentada, las boleadas, las cachetadas, el cerrojo, la patadita (que se da en el trasero de la mujer), la corrida garabito, el paso cruzado, la rueda, la refilada, el volteo...

   Fueron los bailarines  iniciales quienes marcaron a los músicos el tempo o la intensidad del ritmo, o la gracia de sus actuaciones. Imponen la novedad de marchar él hacia adelante y ella hacia atrás y cada tantos compases de música, con frecuencia arrítmica que es uno de los atributos del talento milonguero, introducen ese desconocido procedimiento: detener la caminata. Y en esa suspensión -sin soltarse arriba, pero independizando transitoriamente las piernas- intercalan las figuras. Esa genialidad de denomina en principio Quite. Posteriormente se la conocerá con el clásico nombre de Corte.

(Continuará)

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