Translate

martes, 11 de noviembre de 2025

Los cantores de Caló

 La historia registra el hecho de que la orquesta que mayor número de cantores enroló, fue la de Miguel Caló. Desde el pibe amigo del barrio, Carlos Dante en el inicio -que dejó 18 versiones grabadas-, su hermano Roberto Caló -luego director y pinta de galán-, Rufino, Dalton, Arrieta, Ortiz, Roldán, Tito Reyes o cancionistas como Chola Luna, entre otras.

Pero sus tres grandes descubrimientos fueron: Alberto Podestá, Raúl Berón y Raúl Iriarte. Al turco Washington Alé, lo trajo de San Juan el cómico Salvador Striano con 15 años. Se lo presentó a Roberto Caló a fines del '39, que intercedió ante su hermano para llevarlo a la orquesta. 

Éste lo incorporó el mismo día que al bandoneonista Domingo Federico y debutó en el disco con el nombre artístico de Juan Carlos Morel, que le impuso el director, y los temas: Yo soy el tango y Bajo un cielo de estrellas. Dos golazos de Federico, Francini y Stamponi mordidos por los versos de Homero Expósito y José María Contursi.

En 1942 Podestá se va a la orquesta de Di Sarli (que lo rebautiza con el apellido de la madre del cantor), dejando un hueco tremendo en la filas de Caló. Pontier,  bandoneón de la orquesta,  le recomienda al director que escuche a su comprovinciano zarateño Raúl Berón y Caló lo rechaza en principio con la frase "No quiero folkloristas en la orquesta"...

                          


Lo cierto es que todos los hermanos Berón (José, Adolfo, Elba, Rosa y Raúl) venían del foklore, pero la insistencia de Pontier  lo llevó a Caló a probarlo en el cabaret Shangai. Y aunque Raúl no se sabía entera la letra de ningún tango, apenas pasajes, pasa el examen con nota y debuta con la orquesta en el dancing Singapur, de Montevideo y Corrientes.

Curiosamente, al actuar en radio El Mundo, el director artístico de la emisora le pidió a Caló  que reemplazase a "ese cantor que no tiene acento de tango...". Con todo el dolor del alma, Caló le comunicó al cantor que a fin de mes terminaban la relación. El cantor sintió como una puñalada en el corazón porque ya se veía titular de la orquesta y su imaginación volaba.

En el ínterin sale a la venta el disco "Al compás del corazón". grabado por Caló-Berón, y el éxito impresionante del tema en la voz aterciopelada  y gardeliana del cantor lo lleva al mismo directivo a reconocer su error y la gran valía del zarateño. Y lo cierto es que Raúl Berón creó un estilo de interpretación vocal, con algo más de lo que enseñan las escuelas de canto, por su sentido rítmico y su prístina manera de tratar melódicamente la frase, convirtiéndose en una de las grandes voces del '40.

Al marcharse con Lucio Demare a su orquesta, en diciembre de 1942, otra vez la oreja de Caló volvería a acertar. Su hermano Juan le recomendó a Rafael Fiorentino que cantaba los estribillos en la orquesta de Enrique Forte y fue a escucharlo. De inmediato lo contrató, lo  rebautizó como Raúl Iriarte ( el nombre de una tienda de ropa que estaba junto a Radio Belgrano) y fue el sucesor ideal de Berón.

(De mi libro "ABC DEL TANGO - Biografías de grandes figuras". 

"Al compás del corazón" por Miguel Caló- Raúl Berón. Grabado el 29 de abril de 1942.) 

                              







sábado, 8 de noviembre de 2025

El abrazo en el tango

 Hace aproximadamente un año que aprendí a bailar tango y fue así que tomé mi primera clase en la Academia de Susana Miller y Ana María Schapira. Grande fue mi sorpresa cuando lo primero que me enseñaron, además de la postura, fue abrazarme a un señor.

El tiempo trnscurrió y muchos de los compañeros con los que empezamos, nos encontramos hoy en el grupo de avanzados. Sin embargo no todo fue tan fácil, y en general todos tuvimos que vencer ciertas dificultades o inhibiciones. 

Pero las idas y vueltas nos permitieron finalmente incorporar la técnica y actualmente este bailar "abrazados" se encuentra dentro del orden de lo placentero y, por qué no, mágico.

Mi actividad laboral se desarrolla dentro del campo de la psicología clínica y últimamente, a través del trabajo institucional, he tenido la posiblidad de coordinar talleres con pacientes incluyendo técnicas corporales. 

                                 


La inclusión del cuerpo dentro de la psicoterapia fue abriendo puertas y muchos de los pacientes  tuvieron logros con sólo aprender a escuchar "lo que el cuerpo dice". Sabemos que la historia de un individuo no sólo está escrita en su psiquis, y fue en función de esta idea que me puse a pensar que este "abrazo milonguero" conlleva en sí mismo algo que nos permie también rescatarnos de una serie de cosas.

Y sin ponerlo en términos técnicos, ya que no hace el objetivo de estas líneas, cuando nos abrazamos a "alguien" para "bailar", se produce un intercambio corporal. Aprendemos a escuchar el cuerpo del otro y también a conectarnos con nuestras propias corazas.

Debemos decodificar el lenguaje del otro cuerpo y lograr así una armonía de comunicación a través de su acercamiento que, desexualizado en su fin, transmita una corriente de ternura.

En este momento en que la institución de pareja se encuentra algo alterada, muchos de los que bailamos tango, pasamos por períodos de soledad. Quién sabe, nuestros hijos son grandes, o no hay hijos y el contacto corporal con otro no existe.

                                                       


Es así que, a través de las clases, las milongas, en esos minutos de abrazo y movimiento, se despliega lo que tiene que ver con el "sostén", sostener y ser sostenido, otro nos devuelve la conciencia de nuestro cuerpo, el calor, la armonía.

Lo demás lo hace la música. Pugliese, D'Arienzo, Di Sarli ponen su magia y nuestro cuerpo se mueve más allá de un mecanisismo como si también en ese instante nos estuviéramos, una vez más, abrazando a la vida.

Y entonces nuestra cotidiana individualidad cobra vuelo, trascendiendo los propios límites y cada uno elige su lugar favorito de destino como en un sueño del que se despierta, pero al que siempre se puede volver.

Gloria Schlieper  (Revista "El Tangauta"- Abril del 2000)



jueves, 6 de noviembre de 2025

Puloil

 Un producto comercial que tuvo gran auge en Argentina fue el polvo limpiador "Puloil", para lavar platos y cacerolas, como también cubiertos y otros objetos de cocina. Fue el pionero en desarrollar ese polvo que luego imitaría la marca "Relusol".

La imagen de una mujer con la escoba,vestida como en el 1900, resistió el paso de los años y el aviso en revistas de 1940 decía: "Usted, que cambió la plancha de carbón por la eléctrica, y la radio por la victrola, cambie a Puloil".

                              


El poeta tanguero Raúl Hormaza, autor de la milonga "El divorcio", que lleva música del contrabajista Luis Pucherito Addesso, dice en sus humorísticos versos: "...pa' que se bañe seguido, / también le dejo la tina, / el puloil, la lavandina, / y la piedra de esmeril..."

Entre muchos programas radiales que auspiciaba Puloil, también lo hizo en un Concurso de cantores por LR4 radio Splendid, en 1933, con gran apogeo. Nada menos que 3000 participantes tuvo el citado concurso. Los acompañaba el Trío Puloil que integraban músicos de prestigio como Miguel Caló en bandoneón, Raúl Kaplún en violín y Luis Brighenti al piano.

El concurso lo ganó Hugo Gutiérrez, que esa época era violinista en la orquesta de Caló, y también grabó durante siete años como cantor en la RCA Victor. Segundo se clasificó  Andrés Falgás, luego Elías Fort y en cuarta posición Enrique Casadei. El premio que se llevó Gutiérrez por ganar este Concurso, fue un contrato de seis meses en dicha emisora y 200 pesos mensuales de salario.

                                   

Hugo Gutiérrez

Curiosamente, Gutiérrez era violinista, aunque grabó durante siete años como cantor en la RCA Victor. Incluso en 1949 dirigió su propia orquesta, actuando en Radio El Mundo.Antes había actuado con su instrumento en las orquestas de Francisco Lomuto, Juan Bautista Guido, Pedro Maffia, Julio De Caro y Ricardo Luis Brignolo. 

Como composior aportó temas de valía. Con Homero Manzi, por ejemplo, construyeron una parva de tangos prestigiosos: Fruta amarga, Torrente, Despúes, Tapera y el valsecito Llorarás llorarás. Con Carlos Bahr: Monotonía. Con Homero Expósito: Todo. Con Venancio Clauso el vals: A Mercedes. Otros temas suyos destacados son: Duerme, Amigos que yo quiero, Quince años, Nada ha pasado entre los dos.

Quiero agregar que tuve el gusto de conocerlo y tratarlo, como lo he contado en otra oportunidad. Me lo presentó en el "Café del Águila" un amigo mío del barrio, que era un muchachito como yo y Hugo era su padrino. Muy simpático, me trató muy bien y a pedido mío me soltó algunas hazañas y como despedida sacó de su portafolio una foto que me autografió y dedicó.


    

Y podemos escuchar la milonga El divorcio, por la orquesta de Miguel Caló, cantando Raúl Berón. Fue grabada el 6 de junio de 1950.

                                          






martes, 4 de noviembre de 2025

Fresedo y la ronda nueva (XI)

 El “estilo Fresedo” según Fresedo

-En aquella época, ¿se hablaba ya de las variaciones de bandoneón?
-“No, absolutamente”.
Yo nunca las introduje en mi orquesta si no eran tangos en que las variaciones eran obligadas, como “Canaro en París”, por ejemplo.
 
-Pero nunca fui partidario de ellas.
-Yo me ocupé más de embellecer al tango, de refinarlo, pero me gustó siempre que el oyente entendiera la melodía.
Me interesó transmitirle lo que yo siento, de la misma manera en que mis músicos tratan de contagiarle mi sentimiento.
En mi orquesta ensayo cuerda por cuerda y les hago tocar como yo lo siento.
Ensayo con los violines, después los bandoneones con el piano y el contrabajo y luego junto todo y quiero extraer la esencia de lo que yo interpreto”.
            
                                 

 
         -¿En su orquesta usted asigna mayor predominancia a las cuerdas que los bandoneones?
-“No, no; yo le doy los divises a las cuerdas y a los bandoneones y eso lo alterno con algunos unísonos.
Porque no se olvide que la orquesta típica por lo general, exige cuerdas y bandoneones y no existe mucha diversidad de sonidos.
En mi orquesta salvo cuando yo tocaba, que eran cuatro, casi siempre tuve tres bandoneones”.
-¿Cómo colocaban las voces?
-“La mayoría en divises y unísonos, porque no se puede hacer otra cosa; es decir, se pueden hacer muchas cosas pero lo que a mí me interesa es que la gente me entienda.
Técnicamente divises significa que si por ejemplo hay cuatro violines, no toquen todos la misma nota, sino cada uno, una nota distinta, que se vayan armonizando. También con los bandoneones.
Otro detalle que cuido es colocar bien los “staccatos” –cuando los hay- y cuando pasamos de los staccatos a los ligados, que no sea una cosa chocante, que lo vaya “llamando” ligando, para después hacer un arranque “staccato”.
Además matizar los “staccatos” y los “ligados”, que es con lo que yo he conseguido que la orquesta guste a la gente.
Indudablemente no sé explicar lo que estoy imponiendo en cada cosa, pero yo pretendo por lo menos, interpretar bien cada frase, sin “molestar” a nadie.
Aparte resulta primordial saber pedir a los músicos, a la orquesta, qué es lo que uno quiere”.
-¿Cuál de sus orquestas ha sido la que más le satisfizo?
-“La que más satisfacciones me ha dado fue la que tuve con Pansera y Pérez Préchi”.
-¿Y aquella con Barbato en piano y Vardaro en violín?
-También, estaba bien, pero no era una orquesta con la que uno se pudiera defender como con esta última, en la que tenía seis violines, 2 violas y a veces dos cellos”.
 
El director
 
Durante la década del veinte surgen en el seno del período denominado Guardia Nueva, dos modalidades fundamentales en la interpretación instrumental del tango, orientadas a formas musicales más evolucionadas, que son las concebidas por las denominadas Escuela Decareana y Escuela Fresediana, en cierto modo antinómicas.
Las características de la nombrada en primer término, se señalan al referirnos a la figura de Pedro Maffia, de manera que resumiremos aquí los elementos definitorios de la creada por el maestro Fresedo, muchos de los cuales se infieren de sus apreciaciones en el anterior párrafo. La escuela de Fresedo, como recurso expresivo esencial, recurra al empleo de los matices, es decir, las variaciones en la intensidad del volumen sonoro, elemento que maneja con un grado de suprema sutileza.
 
Para ello dibuja líneas ascendentes, cuya intensidad sonora va aumenta de manera gradual del “piano” al “forte” – (“crescendo”), para descender a continuación de la misma forma, en un sentido inverso, del “forte”, al “piano” – (“Diminuendo”) medio que regula con llamativa precisión. Otro elemento que juega constantemente en sus interpretaciones, consiste en ejecutar un pasaje de la misma forma “ligada” –grupo de notas sucesivas en una sola emisión- y por lo contrario, el siguiente en “staccato” –es decir atacando cada nota por separada, a veces “pianissimos”. Con estos dos recursos, hábilmente conducidos, logra quebrar cierta rigidez en el fraseo, ya que no acostumbre a adelantarse o quedarse en la marcación, que es consecuencia de otro de sus preceptos estilísticos, el absoluto y total respeto por los tiempos musicales.
Finalmente, el escrupuloso acatamiento al dibujo melódico original, es otra de las pautas de su escuela interpretativa, derivando de la misma la virtual ausencia de solos y variaciones de bandoneón y limita el desdoblamiento de las voces de éstos en la fila, dando prevalencia a cantar en unísonos o a la mera marcación rítmica, que por lo común se efectúa de modo similar a lo largo de toda la obra vertida.
Corresponde aclarar que esto no implica que los bandoneones estén marcando en forma “cuadrada” en el curso de toda la pieza ejecutada; por el contrario, acude con mesura a introducir atractivos efectos de síncopa.
                                                         
                                               El espiante. Tango
 
 El estilo Fresedo ubica en un primer plano la utilización generosa de las cuerdas –en su momento más evolucionado empleó la cuerda completa- generalmente reforzada en el sector violinistico, con sus clásicos efectos de contrapunto, procedimiento por el cual combina varias melodías simultáneas sin que ninguna de ellas pierda su independencia.
Con frecuencia emplea el efecto contrabajístico denominado “rulo”, que recuerda al redoblar de un tambor, obtenido por un efecto percusivo, “Col legno”, consiste en una secesión rápida de golpes de la “baqueta” del arco sobre las cuerdas, acentuada en el final por un golpe con la mano izquierda sobre las mismas.
Incorporó además, en su afán perfeccionista, nuevos timbre musicales, sumando al a planta instrumental básica de una orquesta típica, instrumentos hasta entonces desusados en agrupaciones dedicadas a este género musical, o reincorporó a otros que se habían dejado de lado desaprovechando sus posibilidades.
En el primer caso se encuentra el arpa, instrumento que es utilizado como un elemento amalgamante del sector cordístico, dando un colorido empaste a la lujosa masa sonora.
Lo mismo podemos decir del vibrafón, que con notable sentido de la oportunidad y equilibrio, ubica esos clásicos toques o “pantallazos” que otorgan a sus ejecuciones tan particular clima.
 
Dice el maestro con referencia a la inclusión del arpa y el vibrafón en su planta orquestal:
-“La introducción del arpa reforzando las cuerdas, o la del vibrafón, perseguían el dotar al conjunto de mayor riqueza de sonido melódico. Apoyaban la base armónica y valoraban enormemente el trabajo de las cuerdas”. (Reportaje a Fresedo, de Geno Díaz).
Por último, recobró para la orquesta típica, la batería y elementos de percusión y agregó otros creados por él para lograr efectos especiales, como la “lija” que consiste en dos fratachos comunes de albañil, cubiertos por papel de lija que se frotan entre sí.
A propósito de esta reintroducción de la batería en la orquesta típica decía el maestro:
-“La batería la agregué para que se ocupe de llenar suavemente los vacíos rítmicos y darle así una libertad al piano. El piano fue siempre en mi orquesta un instrumento fundamental. Desde el gran Juan Carlos Cobián, con quien toqué mucho tiempo, o Enrique Delfino, hasta el pianista que haya tocado conmigo por última vez, a todos le reservaba un papel muy importante en los arreglos” (Reportaje de Geno Díaz al maestro Fresedo.)
Aunque en forma esporádica incluyó en ocasiones el saxofón, la primera hacia 1922 y nuevamente alrededor de 1933. ¿Para qué pondría el saxofón? Pensaba su violín Manlio Francia en 1922…
En la primera ocasión incorporó un saxo barítono, que tenía como finalidad doblar las notas básicas del contrabajo, pues los sistemas de grabación de la época, precarios en extremo no captaron el fondo grave de la orquesta y por ende, la marcación rítmica del bajo desparecía.
No obstante el espíritu renovador que impulsó toda su extensa y brillante trayectoria, jamás se apartó de los cánones adoptados en la concepción de su estilo, sino que los refinó y ahondó en ellos, tratando de extraer el máximo de posibilidades hasta la última vez que irguió su cuerpo para empuñar la batuta.
 
El bandoneonista

Nunca estuvo en la mira del maestro Fresedo, ser un virtuoso solista del bandoneón, sino que le interesó más como elemento de ensamble con los distintos sectores instrumentales de la orquesta y como nos confesara en nuestra entrevista, para componer en él: “El bandoneón me gusta sobre todo, para ir viendo cómo se van formando los acordes”.

Claramente influido por la modalidad bandoneonista de Eduardo Arolas en sus comienzos, aunque con tendencia a la ejecución ligada, natural musicalidad y aversión hacia las variaciones. Fresedo evolucionó sobre todo, respecto a sus antecesores, en “su sonido”, más cercano al de Pedro Maffia o Enrique Pollet, aportando además sus sobrios y personales fraseos de mano izquierda, aunque igualmente hábil con ambas manos. “Lo que más tenía yo era una gran intuición”, confesaría en nuestra charla.

Por otra parte, hacia 1939 abandonó su puesto en la fila de para dedicarse con exclusividad a la dirección orquestal, salvo alguna esporádica intervención, de modo que su evolución como director no fue acompaña en igual medida en su condición de instrumentista.

Los escasos testimonios discográficos sobre sus virtudes como bandoneón solista, han sido señalados al tratar su trayectoria, pero recordemos aquí que en el año 1920 dejó impreso un disco grabado en Camden, Nueva Jersey, para el sello Victor, con los temas “Bélgica” y su tango “Nueva York” y en nuestro país imprimió para la casa “Odeón” el vals “Un sueño” y en dúo de bandoneones con su habitual ladero de tantos años, el uruguayo Alberto Rodríguez, el tango de Francisco Canaro “Milonga con variaciones”, ambos de 1927.

El compositor


Indudablemente las dos facetas más importantes de su personalidad artística, han sido las de director y la de compositor, que se conjugan admirablemente, pues al haber creado un estilo interpretativo dirigido a exaltar los valores melódicos de las obras, así pues las creaciones debidas a su talento, han sido especialmente concebidas para ser ejecutadas por su agrupación, dotándolas de una particular riqueza inventiva que lo ubican en una tesitura similar a la sustentada por Enrique Delfino.

Algunas de estas composiciones melódicamente más valiosas, aptas para ser cantadas, han sido tratadas instrumentalmente constituyendo señaladas aciertos, como las versiones de “Sollozos” y “Aromas” a cargo del sexteto de Julio De Caro.

Lo dicho anteriormente no significa que no haya en su producción, tangos singularmente aptos para el tratamiento predominantemente rítmico, como “El espiante”, “Pimienta”, o “El once”, que fueron notables sucesos de su repertorio.
Al referirse a la forma de componer antiguamente y la manera en que se hacía en 1959, manifestaba el maestro Fresedo en un reportaje en la añorada revista “Cantando”:

-“Antes se componía a base de inspiración… ahora las letras limitan las posibilidades y la melodía debe ajustarse a la medida. Los tangos son “técnicos”. 
 
(Entrevista de OSCAR ZUCCHI) 
 
 
 
 
 

Fresedo y la ronda nueva (X)

 Segunda etapa en Columbia “De academia”

El 12 de enero de 1959 el maestro Fresedo volvió a grabar en el sello Columbia, y encabezó la nómica con los tangos “Lejos de Buenos Aires”, de Pansera y Cárpena y “Después de carnaval”, un antiguo éxito de su repertorio, que volvió a poner en boga el juvenil cantor Hugo Marcel, con su caudalosa voz.

Poco más tarde hace su aparición en el ámbito de la canción ciudadana una excelente voz femenina, de tonalidad grave, de sugestivos y profundos matices y de una gran sobriedad interpretativa: Blanca Mooney, en cuyo acento recobran lozanía “Julián” y “Arrabalero”.

Además de estos vocalistas, colaboraron con Fresedo en este tramo de su trayectoria, los cantores Carlos Barrios –en fugaz retorno en 1961- registrando “Tango mío”, “Naipe marcado” y “Perro ‘e sulky”; Ricardo Ruíz, otro brevísimo reencuentro con “Rosarina linda” en 1961; Oscar Luna, Roberto Bayot, nuevamente Carlos Barrios en 1963 cuando grabó “Migaja” y en 1966 la intervención del cantor melódico Roberto Yanés, grabando “Tengo”, “Barrio pobre” y “Bandoneón amigo” (de Fresedo y Manzi).

En cuanto a ideas musicales puede decirse que no se producen mayores innovaciones, sino más bien reafirmamientos de todo lo hecho anteriormente, dentro de lo correcto, siempre con el señorío y la musicalidad que definió su orientación estilística.
 
  
                            Osvaldo Fresedo Y Su Orquesta Típica, Primary, 1 of 6                                 

Durante este lapso la integración de la orquesta ya no fue tan estable: En bandoneones estuvieron Roberto Pérez Préchi, José Appendino, Pedro Viduarre, quien al dejar el bandoneón por el cello en 1960 en que ingresó a la orquesta de Pugliese, fue suplantado sucesivamente por Armando Brunini, Fernando Tell y Armando Rodríguez.
Violines: “Manolo” Baya, primer violín, Elvino Vardaro, Juan Scaffino, José Niesow, Enrique Mario Francini (estos dos últimos se agregaban en las grabaciones para reforzar la cuerda), Pedro Lopérfido.
Piano: José Márquez y a partir de 1960 alternó con Roberto Cícare.
Violoncello: Enrique Bourguet.
Contrabajo: Domingo Donnaruma.
Batería y percusión: José Pugliano.
En 1960 hizo los carnavales en el Luna Park y Racing Club.


En el mes de junio de 1961 viajó con su orquesta y los cantores Roberto Ray, Carlos Barrios y Hugo Marcel, rumbo al Uruguay, para presentarse en diversos escenarios de la ciudad de Montevideo, bailes en el Banco República, Club Holanda del Cerro, Bohemios y Palacio Peñarol, audiciones radiales por Radio Carve y Canal “Saeta” de televisión.

Los músicos que viajaron fueron: Roberto Pérez Préchi, Appendino y Pedro Viduarre (band.), Manuel Baya, Pedro Lopérfido, Carlos Catoia, Jorge Eduardo González (violín), Victor Casagrande (viola), Julio Fuster (cello), Roberto Cícare (Piano), Raúl Muñoz (contrabajo), ampliándose el elenco a 18 integrantes, con músicos locales. En 1962 compuso el que a su juicio fue su más lindo tango: “Viajando”.

En nuestro medio retornó a los clubes a partir del cierre de Rendez Vous: Clubes: Vélez Sársfield, San Lorenzo, Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, River Plate, Circulo Militar, Circulo Aeronáutico, Plaza Hotel.
Su orquesta fue la última que actuó en “Les Ambassadeurs” –antiguo Armenonville de Figueroa Alcorta 3428-, poco antes de su definitivo cierre.
En 1966 ingresó como cantor Osvaldo Arana, debutando en el Club Sportivo Sarmiento de Sarandí, alternando con Carlos Barrios y Roberto Bayot.
Posteriormente volvieron a presentarse en el Círculo Militar, Colegio Militar de El Palomar, Club Americano de Buenos Aires de Viamonte 1133, Plaza Hotel y Club Náutico San Fernando.
Los bailes de carnaval de ese año los realizaron en el Club San Lorenzo de Almagro y en el Club Harrod’s Gath & Chaves.
En el año 1968 Arana registró en Columbia sobre playback de la orquesta “Viejo Buenos Aires”, “Tengo”, “Amar hasta morir” y “Sobre el pucho”, editados por Show Récord.
La serial Columbia fue cerrada por la orquesta de Fresedo con dos temas instrumentales: “El flete”, tango de Vicente Greco y “La sanata”, una milonga de Roberto Nievas Blanco con fecha de registro 24 de octubre de 1966.
En 1968 también colaboró en la parte musical con Roberto Pansera, en una serie de diez obras reunidas bajo el título “Los diez mandamientos”, versificadas por Roberto Lambertucci, cuya interpretación vocal le fue confiada al cantante melódico Daniel Riolobos, con una introducción recitada por Jorge Raunova, trabajo discográfico editado por el sello “Arte”.
El álbum reúne los siguientes títulos: La creación, Frente a Dios, Juro por Dios, Fiesta Santa, Amo a mis padres, No mataré, Huyendo del pecado, No robarás, Odio a la mentira, Es amor prohibido, No codicio lo ajeno, Una canción de fe.

Sus últimos trabajos

En febrero del año 68 que nos ocupa, Fresedo presentó su orquesta en la “IV Fiesta Nacional del Tango” en La Falda, provincia de Córdoba, que tuvo como escenario el Auditorio Municipal. Una crónica de la época se refería a su actuación en estos términos:

“El creador de “Vida mía” y su melodioso conjunto orquestal, recibió en esa –se alude al debut- y también en su segunda presentación, la ovación más espectacular de la noche, que llegó a su grado máximo cuando Fresedo abandonó la batuta y tomando el bandoneón ejecutó con sus dirigidos varias páginas de la guardia vieja” (“La Razón” 11/02/1968).

Siempre en 1968, se presentó ante las cámaras de Canal 13 de televisión en programas conducidos por Nicolás Mancera. Este medio ya le era familiar, pues a comienzos de los ’60 había actuado con sus cantores Hugo Marcel y Carlos Barrios en los estudios del viejo Canal 7, donde animó el programa “Noches porteñas” y “Aquí Armenonville”, y en 1967 por el mismo canal el ciclo “Vivamos contentos”.

Durante 1969 actuó en los carnavales del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, Club Harrod’s Gath & Chaves, intervino además en las fiestas del centenario de la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires y en los bailes del Club Americano.

En diciembre de 1969 tuvo lugar el último baile y la última actuación de Osvaldo Fresedo con su orquesta, en la Sociedad Rural Argentina, poco después de haberlo hecho en el Circulo Militar de Olivos y el último tango ejecutado y cantado por el mismo Arana, fue “Barrio pobre”.

Integraban la orquesta en este momento:

Dirección: Osvaldo Fresedo
Piano: Roberto Cícare.
Violines: Manuel Baya, Pedro Lopérfido, Bautista Huerta, José Niesow.
Viola: Jorge E. González.
Cello: Enrique Bourguet.
Batería y percusión: Juan Carlos Moyano
Bandoneones: Roberto Pérez Préchi, Pedro Viduarre, José Appendino –en ocasiones Roberto Pansera-.
Contrabajo: Raúl Muñoz.
Cantor: Osvaldo Arana.

Osvaldo Arana
                              

En el año 1970 el maestro Fresedo debió someterse a una intervención quirúrgica y a partir de allí, decidió abandonar la actividad y no hubo más presentaciones públicas, ni trabajos discográficos durante casi 10 años, exceptuando cuatro temas realizados para Columbia en 1975.

La insistencia de gente ligada al tango, para que ése su estilo tan particular quedara registrado con la mayor fidelidad que el avance tecnológico de la última década permitía, quebró finalmente el silencio que se había impuesto y aceptó grabar un larga duración, verdadera antología de los temas instrumentales más representativos de la escuela estilística que lo tuvo como artífice.

El larga duración fue titulado “Fresedo 1980” y editado por Columbia CBS 20041, reunió estos temas: (grabados entre el 30 de octubre y el 6 de noviembre de 1979).

Lado 1 – “La cumparsita”, de Matos Rodríguez, “¿Por qué?” de Osvaldo Fresedo, “Ojos negros” de Vicente Greco, “Mi refugio” de Juan Carlos Cobián y “El once” del maestro director.

Lado 2 – “El pibe de la paternal” –un tango nuevo de Roberto Pansera, homenajeando al ilustre músico-, “El entrerriano” de Rosendo Mendizábal, “La viruta” de Vicente Greco, “El espiante” obra clásica de Osvaldo Fresedo y “La cachila” de Eduardo Arolas.

El disco fue presentado en el programa radial “Tango a tango”, que se emitía por LR3 Radio Belgrano, el día lunes 5 de mayo de 1980, ocasión del cumpleaños Nº 83 del maestro Fresedo, quien actuó dirigiendo su orquesta como antaño, “en vivo”, a partir de las 22:30 hs.
El plantel de músicos que intervino en la realización de este larga duración y consiguiente audición homenaje, reunió alrededor de 27 profesores de primer nivel que señalaremos:
 
En bandoneón: Roberto Pérez Préchi –por expreso pedido del maestro Fresedo- Marcos Madrigal, Ernesto Baffa y Osvaldo Montes.
Violines: Antonio Agri, Hugo Baralis, Aquiles Aguilar, Manuel Baya Gómez, Mauricio Marcelli, Juan Scaffino, Emilio González, Pedro Lopérfido, Simón Broitman, José Votti, Carlos Arnaíz.
Violas: Henry Ballestro, Rodolfo Fernández.
Cellos: Alfredo López Echeverría, Daniel Pucci.
Contrabajo: Raúl Muñoz
Bajo eléctrico: Carlos Nicolini
Vibrafón: Mateo Juan Giarruzzo.
Percusión: Roberto Corriale
Piano: Roberto Cícare.
Arreglos. Roberto Pansera.

Fresedo sin Fresedo
 
El maestro Pérez Préchi nos señalaba lo importante de la presencia de Fresedo para alcanzar ese particular “clima” en la sonoridad de la orquesta

-“Usted sabe que se notaba enseguida, cuando faltaba la mano de Fresedo en la dirección, no se podían lograr los matices tan característicos de su orquesta, él, la “llevaba”.

Con posterioridad, su agrupación ahora dirigida por Roberto Pansera, a causa del gradual deterioro de la salud del maestro, llegó a grabar otra placa de larga duración en el sello Columbia, con la que cerró definitivamente su discografía.

En esta nueva entrega de su orquesta, un álbum Columbia CBS 20189, se incluyeron algunas páginas instrumentales, entre ellas una versión de “Flores negras”, la bellísima obra de Francisco De Caro donde se aprecia un especial y desacostumbrado destaque de los bandoneones, dos clásicos de Arolas: “Maipo” y “El Marne”, otra interpretación del tango “Mi viejo reloj”; en los temas cantados hay dos intervenciones de Argentino Ledesma, el celebrado “A media luz” y una composición del maestro Fresedo, con letra de su sobrino Oscar, titulado “Yo soy” y la participación del cantor Hugo García, diciendo los versos de “Mimí Pinsón” de José Rótulo y el violinista Aquiles Roggero.
 
 Aquellos fueyes

-Nos gustaría, maestro Fresedo, que nos contara cuáles fueron los bandoneonistas que a su juicio más se destacaron en la época de su iniciación como músico.
-“Mire, yo me iba a escucharlos a todos.
A Domingo Santa Cruz lo fui a escuchar al Royal Pigall; de los primitivos era muy bueno. En este tiempo las orquestas eran de los bandoneonistas, pero había una excepción: la orquesta de Roberto Firpo, que estaba tocando en la Boca, en frente a donde tocaba Arolas.
Arolas me entusiasmaba; usted oía a Arolas y ese bandoneón “lo llenaba”.
Tenía una gran personalidad, todo lo hacía armoniosamente, adornaba muy bien.
En fin, tocaba muy bien y era el más solicitado.
Yo era un gran admirador de Arolas; después tuve la suerte con el tiempo de hacernos amigos, pero no amigos de salir juntos porque él andaba en otra “onda”.
Pero solíamos encontrarnos en el restaurante Fopiano, frente a la plaza Lavalle a las 2 o 4 de la mañana.
Yo estaba con Tito (Roccatagliata) y Cobián y él llegaba más tarde con… otra persona…
Era un muchacho muy simpático, muy lindo muchacho, lo que se dice hoy un “churro”.
Ahora, a mi me gustaba mucho también “Pacho”.

Era muy sencillo, pero lo que hacía lo hacía muy bien; lo que pasó fue que mientras los demás iban progresando, él se iba quedando, iban saliendo muchos nuevos, que armonizaban mejor, Augusto Berto era bueno en su tiempo, en una época en que no había gente que se dedicara mucho, no alcanzaban a darle a sus interpretaciones ese sabor a tango, que tenía por ejemplo Arolas o “Pacho”.

“El alemán” Arturo Bernstein tenía una técnica superior, pero era un hombre frío –para mí al menos-, porque no me gusta criticar a nadie. Él había estudiado mucho, en cambio por lo general en aquel tiempo, todos los que tocaban el bandoneón, empezaron tocando un tango, como empecé yo.

Loduca?, bueno, no tocaba muy bien.

Había una orquesta de aquella época que tenía un bandoneón muy bueno y que se lo ha olvidado: Graciano De Leone, que tocaba en el café Domínguez antes del veinte, con el pianista Nicolás Vaccaro. Este conjunto gustó mucho. El “Tano” Genaro tocaba bien, pero era un poco brusco; “Pacho” era más armonioso. Genaro utilizaba más la mano izquierda porque era zurdo.El bandoneón, le repito, no se estudiaba a fondo y es un instrumento muy difícil.

Usted va a buscar un arpegio y parece que se le enredan los dedos; el mismo arpegio en Do abriendo, uno tiene que andar salando.El bandoneón es un instrumento que se toca con mucha imaginación del dibujo que van formando las escalas. No es como en el piano que todas las escalas son iguales.Esto no; aquí es un loquero, todo de memoria… es muy difícil. Posiblemente, el más difícil de todos los instrumentos.”

-Usted empieza una escala y resulta que no tiene la nota para terminarla. 
-“Es muy bravo, muy bravo y se ha hecho tan popular”.
 
Oscar Zucchi.
(Continuará)


 
 
 

lunes, 3 de noviembre de 2025

Orquesta Fresedo y la ronda nueva (IX)

Luego de haber grabado el 29 de septiembre del año 1949 el último disco de su segunda etapa en el sello Victor, fecha en que registró el tango de Antonio Rodio y José María Contursi “Y la perdí”, debió transcurrir poco menos de un año para que la orquesta del maestro Fresedo retomase a las salas de grabación. Hecho que se concretó en el sello Columbia el 25 de octubre de 1950, al llevar al disco “Para lucirse”, tango instrumental de Piazzolla, y en su cara B un hermoso tango del maestro director, también orquestal, al que tituló “Mi viejo reloj” (subtítulo: “Cajita de música”).

Durante ese lapso, Fresedo reestructuró en gran parte su plantel, la concepción de los arreglos, confiados en su mayoría a un joven músico de revolucionarias ideas, el bandoneonista Roberto Pansera, que ingresó como arreglador y primer bandoneón de Fresedo cuando tenía 18 años de edad. Hay también arreglos propios de excelente factura.

El repertorio de Fresedo dio cabida a varios tangos instrumentales y también cantables debidos a compositores de nuevo cuño, tales como Astor Piazzolla, Roberto Pansera y Roberto Pérez Precci, estos dos últimos, bandoneonistas de su orquesta.

A ellos agregó varias versiones remozadas de conocidos temas suyos (“Pampero”, “Sollozos”, “Vida mía”) y de autores ya clásicos (Figari, Troilo, Mores, Demare, etc.). 
                  
                               

La integración de su orquesta en 1950 era la detallada seguidamente:
Bandoneones: Roberto Pansera, Américo Caggiano, a quien sucedió Roberto Pérez Préchi y Mariano Rodas. También alternó Oscar Baglione, pero siempre en la fila de 3 bandoneones.
Violines: Domingo Varela Conte, Pedro Lopérfido, José Amatriain y Antonio Casanova.
Piano: Eduardo Scalise Regard.
Violoncello: Enrique Bourguet.
Contrabajo: Raúl Muñoz
A esta planta instrumental básica debe agregarse arpa, vibrafón, batería y percusión.

Cantores: Roberto Ray en su última incursión en la agrupación de Fresedo, Armando Garrido, luego Héctor Pacheco y Carlos Barrios, quienes ingresaron en el 51 y 52 respectivamente.

Este conjunto actuó en Radio Splendid, night club “Rendez Vous” de Maipú 854, entre Córdoba y Paraguay, donde compartió las espléndidas veladas con la cotizada jazz de Eduardo Armani.Durante la temporada veraniega se presentó en la boite “Tajamar” de Mar del Plata, sita en Avenida Constitución, cuyo propietario era también el maestro Fresedo.

Aunque Pansera siguió como bandoneonista, sólo hasta 1954, ello no interrumpió su tarea de arreglador, si bien paulatinamente van siendo cada vez más frecuentes las intervenciones en esa función de su colega Roberto Pérez Precci.

Algunas de las realizaciones instrumentales de este período en el sello Columbia ya citado “Para lucirse” de Piazzolla y del mismo compositor “Prepárense” (1951), “Contratiempo” (1952) tangos, y “Tanguango”, nuevo ritmo que registró en el 51 ante la desesperación de la línea ortodoxa del fresedismo. En polos opuestos, “La puñalada” y “La trampera”.

Sus cantores en este tramo de su carrera fueron Armando Garrido, de agradable timbre vocal y refinada modalidad interpretativa, muy acorde al estilo de la orquesta, compartiendo responsabilidades con el exitoso Héctor Pacheco, quien logró junto a Fresedo varios sucesos con su peculiar tono intimista.

Fueron aciertos de Garrido, “Del tiempo de Gardel”, de Pansera y Cárpena, “Una y mil veces” de Pérez Precci y Alberto A. Leiva, “Sombra de humo” de Pansera y Cárpena, su último trabajo con Fresedo, concretado el 21 de noviembre de 1951.

Pacheco, por su parte, obtuvo notable repercusión con “Vida mía”, “Pampero”, “Sollozos”, todos del maestro director y “Fugitiva” de Piazzolla y versos del poeta Juan Carlos Lamadrid, que marcó un hito en la literatura tanguística, que acaso no haya sido percibido en su momento.

El 16 de octubre de 1952, Fresedo cierra esta serie en Columbia con los tangos “Solo de bandoneón” de Cadícamo y “Sosteniendo recuerdos”, uno de los últimos encuentros del magnífico binomio autoral Lucio Demare-Homero Manzi, ambos temas cantados por Héctor Pacheco.

                                    

                                    

Segunda época Odeón “Triunfal”


El 21 de noviembre de 1952 se produjo su retorno a Odeón, abriendo la serie con los tangos “Nostalgias”, el clásico de Cadícamo y Cobián y “Viejo malevo” de Germán Teisseire y Diego E. Perkins, en sendos aportes vocales de Héctor Pacheco.


Este cantor formó luego pareja con Carlos Barrios, quien debutó en 1952 en Radio Splendid.En 1953 se hizo cargo de la conducción pianística, José Márquez. En 1955 la orquesta con sus dos cantores actuó en “Rendez Vous” y luego en Radio El Mundo; durante la temporada veraniega se presentaron en la boite “Tajamar” de Mar del Plata. Ese año se produjeron modificaciones de importancia en la estructura del plantel de músicos, según se indica seguidamente:

Bandoneones: Roberto Pérez Préchi, Pedro Viduarre y José Appendino.
Violines: Domingo Varela Conte, Pedro Lopérfido, Juan Scaffino, “Manolo” Baya Gómez, ingresó más tarde Claudio González y se alejó Varela Conte.
Piano: José Márquez
Viola: Jorge González
Violoncello: Ignacio Fuster y sucesivamente Flavio Russo, José Bragato, Ricardo Francia.
Contrabajo: Rufino Arriola y luego Raúl Muñoz
Batería y vibrafón: José Pugliano
Cantores: Héctor Pacheco y Carlos Barrios


De 1953 a 1957 continuaron actuando en “Rendez Vous”, grabación de discos Odeón y audiciones radiales.

En este tramo de la trayectoria de su orquesta, los arreglos son más elaborados, como puede apreciarse en la versión del tango de Pansera “Preludio Nº3” registrado el 15 de septiembre de 1953, “Tema en fa” del pianista del conjunto José Márquez, que fue llevado al disco el 10 de septiembre de 1957 o “Triunfal” de Astor Piazzolla, registro del 15 de septiembre de 1953. Pérez Préchi compuso un tango instrumental de notable concepción que Fresedo incluyó en su discografía, el 23 de diciembre de 1953; se trata de “Apasionado”.

Entre los temas cantables, Pacheco obtuvo merecido reconocimiento por su interpretaciones del espléndido tango de Pontier, con letra de “Catunga” Contursi, “Lluvia sobre el mar” (23/12/1953), que revalidó con “Perdóname” de Héctor Stamponi y Cátulo Castillo (03/12/1954).

Carlos Barrios logró acertada versión de “Divina”, el delicado tango romanza de Joaquín Mora y versos de Juan de la Calle (23/12/1953), debiendo señalarse además su trabajo en “Trenzas de ocho” de Pansera y Homero Cárpena (29-12-1955).

Cierra Fresedo ésta su segunda estadía en los catálogos de Odeón, el 27 de septiembre de 1957 con uno de sus tangos preferidos, “La viruta”, de Vicente Greco y “Vamos cariñito” de Pérez Préchi y Cayetano Bontempi, con la participación del vocalista Carlos Barrios. Actuó en varias emisoras radiales: Belgrano, El Mundo, Splendid.

Por entonces registró algunos temas acompañando con su orquesta las improvisaciones del trompetista negro Dizzie Gillespie, en el sello “Orión-Rendez Vous”, (“Vida mía”, “Adiós muchachos”, “Preludio Nº3" [Pansera] y “Capricho de amor” [Pérez Préchi]).

Continuó en “Tajamar” y “Rendez Vous” hasta 1958, año en que este último local cerró sus puertas.

Durante 1958 actuó en lugar de Héctor Pacheco, el cantor Héctor De Rosas, aunque no llegó a grabar con la orquesta de Fresedo.
 
OSCAR ZUCCHI - (Continuará.)
 
 
 
 

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (VIII)

 Cantor: esporádicamente en el 35 Ricardo Ruíz –quien luego volvió en la década del cuarenta-. En esta ocasión grabó solo un tema, la rumba de Lecuona “Canto Siboney”, disco Victor Nº 37751 del 5 de abril de 1935. También intervino ese año Roberto Díaz, dejando impreso el tango de José María Rizzuti y Santiago Giordano “Retazo”, disco Victor Nº 37733 del 22 de marzo del mismo año. En las restantes grabaciones, el estribillista fue Roberto Ray.

Escisión y nueva orquesta
En 1937 la orquesta de Fresedo con su estribillista Roberto Ray viajó al Uruguay, para presentarse en la ciudad de Montevideo en el cine Ariel y en programas de Radio Carve.
De nuevo en el país se presentó en Radio Belgrano, al frente de la cual se hallaba Jaime Yankelevich.A principios de 1939, el elenco de Fresedo pasó a revistar nuevamente como artista de Radio El Mundo.

Yankelevich para llenar el vacío dejado por el cotizado maestro, logró convencer a varios de sus músicos para que se independizaran formando una orquesta que presentaría por su emisora; así, de este desprendimiento surgió el rubro “Rizzuti-Ray”, al que se adhirieron el violinista Adolfo Muzzi y el contrabajista Humberto Costanzo.

Fresedo dejó de lado su tarea de ejecutante para ceñirse a su labor directriz, reorganizando su conjunto con el concurso de músicos de destaque que se asimilaron con rapidez, sin producirse fracturas en la línea estilística; por el contrario, se intensificó con el refuerzo de la cuerda, conforme al predominio de lo melódico en el estilo fresediano.

He aquí su integración:
Bandoneones: Luis Petrucelli, Pascual Storti, Ulderico Panella.
Violines: Victor Felice, José Lorito, Pedro Desrets y Mario Perini
Viola: Demetrio Rizzeti, luego Do Reis.
Batería y vibrafón: De Luca. Además debe agregarse guitarra eléctrica.
Arpa: Nélida Gianneo
Piano: Eduardo “Lalo” Scalise Regard
Contrabajo: Hugo Baralis (padre) por breve período y luego Tito Colom (“Ray Nolan” en el jazz)
Cantores: Ricardo Ruíz y Carlos Mayel y un fugaz paso de Carlos Roldán (que grabó “Negra María”).

El 1º de febrero de 1940 se produjo el debut de Ricardo Ruíz en Radio El Mundo.
Posteriormente se registraron continuos cambios en la fila de bandoneones:

Al fallecer Petrucelli en 1941 entró Héctor María Artola como primer bandoneón y arreglador y Federico Scorticati ingresó por Panella, quenado en consecuencia constituida la fila por Artola, Scorticatti y Storti.
En el verano 1941-1942, Fresedo viajó nuevamente a Montevideo, donde el público siempre mostró su adhesión a la modalidad de esta orquesta. Allí se presentaron en el Casino de esa ciudad.

Alejamiento de sus músicos y otra orquesta

Ulteriormente a esta presentación se produjo un conflicto entre el director y sus músicos, quienes se desvincularon en masa para constituir “La Nueva Orquesta Argentina”, que fuera encabezada por el pianista Scalise y el cantor Ricardo Ruíz, junto a los violinistas Felice, Desrets y Lorito, y el contrabajista Tito Colom.

El maestro Fresedo se vio en la necesidad de constituir una orquesta totalmente nueva, que el tiempo consagraría como una de las mejor que haya dirigió, marcando una de las etapas artísticamente más valiosas de su carrera como director.

La nueva formación fue esta:

Bandoneones: Ángel Ramos, Félix Lipesker y Anselmo Esmella.
Violines: Elvino Vardaro, Simón Blech, Antonio Casanova y Augusto Frediers.
Piano: Emilio Barbato
Violoncello: Nerón Ferrazzano
Contrabajo: Raúl Muñoz
Vibrafón: De Luca
Arpa: Nélida Gianneo
Cantor: Oscar Serpa

                                 


Es de señalar la gravitación de la descollante labor del nuevo pianista Emilio Barbato y de los primeros atriles, Elvino Vardaro en el sector violinistico y Ángel Ramos en la fila de bandoneones, menos evidente en este caso, dada las pocas oportunidades de lucimiento que Fresedo daba a los bandoneones, ante la preferencial devoción del director por las cuerdas y el piano. Barbato, un músico de sólida formación académica, concitó la admiración unánime de sus pares, por su acabada técnica y la amplitud y brillantez de su sonido.

Elvino Vardaro, a juicio de la mayoría el mejor violín del tango de la historia, opinión que comparte el autor, contribuyó a darle “cachet” a la orquesta con su inconfundible vibrato y su peculiarísimo sonido de una incomparable belleza.

No se registran cambios estructurales, sino enriquecimiento de los esquemas preexistentes, a lo que contribuyen generosamente los hermosísimos trabajos de orquestación de Héctor María Artola y el “Negro” Argentino Galván.

El vocalista Oscar Serpa, de refinada modalidad, encuadró perfectamente en los planes interpretativos de Fresedo, junto a quien permaneció hasta 1946, interviniendo en el 52, en el recordado suceso del programa radial “Ronda de ases” emitido por LR1 Radio El Mundo- Precisamente el tango homónimo de Fresedo y Manzi alusivo a esta audición fue una de sus creaciones más logradas, junto a “Noches largas”, “Te llama mi violín”, “Hermana” y muchas más.

                            


En 1945 grabó con Fresedo el cantor melódico mexicano Pedro Vargas, registrando el tango “Vida mía”, lo que hizo nuevamente en el 47 para grabar el bolero de Lecuona “La última noche”. Por entonces se habían producido nuevas modificaciones en la integración del plantel, que en 1946 alineaba estos elementos:

Bandoneones: Ángel Ramos, Julio Ahumada, Hamlet Calise
Violines: Domingo Varela Conte, Antonio Casanova, José Amatriain y Oberti.
Piano: Emilio Barbato
Violoncello: Nerón Ferrazzano
Contrabajo: Raúl Muñoz.
Vibrafón: De Luca
Arpa: Nélida Gianneo
Cantor: Oscar Serpa

No abundan en el período que van de 1942 a 1948 las versiones instrumentales, y cuando las realiza, Fresedo recurre a temas consagrados como “El Entrerriano” (26/04/1944), “La cumparsita” (20/06/1943), “Griseta” (31/07/1944), “La mariposa” (21/06/1945) o “El choclo” (11/09/1947) y otras.

En 1948 ingresó como vocalista un valor de notables aptitudes, cuya carrera se vio truncada por problemas de salud, que de no ser por ellos, habría sido dado esperar su encumbramiento entre los grandes cantores de todas las épocas: Osvaldo Cordó, el inolvidable “Mocito”, quien a pesar de lo fugaz de su paso dejó creaciones perdurables como “Por las calles muertas”, “Cafetín de Buenos Aires”, “Volverás” y “Motivo de vals”.

Ese mismo año tuvo lugar el retorno del vocalista dilecto de Fresedo, Roberto Ray.

En 1947 Ángel Ramos se alejó de la hilera de bandoneones de Fresedo, pasando Ahumada a primer atril e ingresó Mario Rodas para ocupar su plaza, en tanto Calise siguió en su puesto. Actúan por entonces en boites, Radio El Mundo, discos Victor y Casino de Mar del Plata. Se presentaron de manera permanente en el local nocturno “Rendez Vous”, de propiedad del maestro Fresedo.

En 1948 se alejó el pianista Emilio Barbato, retornando Eduardo Scalise a su antiguo puesto.

OSCAR ZUCCHI - (Continuará.)