Translate

martes, 18 de noviembre de 2025

TANTO

 Pocas veces un título tan corto puede ser suficiente para congregar adeptos y permanecer en el candelero del tango durante años. Porque Carlos Bahr y Elías Randal (Rubistein), compusieron este tema allá por 1942, pero da gusto seguir escuchándolo en las versiones grabadas del mismo. Es cierto que Bahr tiene una prolífica cosecha de tangos muy valiosa y perdurable, pero hoy me quedo en esta  página.                                                                                                                                                                                                       

Carlos Bahr

Tuve una relación amistosa muy grata con Manolo Sucher, que era la contrafigura de Bahr, y sin embargo compondrían muchos tangos de cartel entre los dos. Él me presentaría al poeta en el café que estaba frente a radio El Mundo. Yo era un pibe veinteañero, y pude compartir mesa con ambos. Aprecié la cordialidad y bonhomía de Bahr, que que me contó su contrariedad por no haber pasado de sexto grado.

Entre las cosas que me contaría en aquellos encuentros nocturnos, lo que más me llamó la atención  era en que sus temas provenían de historias reales. Las mismas habían sido vividas, algunas por él y la mayoría le habían sido trasladadas por distintas personas, en cartas o en encuentros solicitados por el personaje de turno. Incluso en ese mismo Café en que nos encontrábamos.  

Aunque nunca pudo vivir de su trabajo poético, Bahr fue un creador incansable y sus celebradas obras entraron en el repertorio de orquestas y cantantes con un éxito imparable. La lista es muy larga y sigue en el candelero milonguero y en la expansiva onda radial y victrolera con éxitazos como: Mañana iré temprano, Me quedé mirandolá,  Soledad la de Barracas, Humillación, Equipaje, Pecado, No te apures Carablanca...                                                                                                                                                                                                          


Y entre tanta composición poética, este tango que compuso con Elías Randal: "Tanto", que me empuja desde siempre y que que hoy desparramo en sus versos. La vieja historia del amor diluido, y que el personaje retorna una y otra vez leyendo aquellas cartas de la etapa amorosa. Con el estilo romántico y abolerado del tango de los cincuenta, que lo instaló en el área de los notables creadores.

Vuelvo a leer tus viejas cartas,
que ya he leído tanto y tanto
y vuelvo a hallarte apasionada
en las cálidas palabras
del momento del amor.
Es lo que queda de un pasado,
hecho de lágrimas y risas,
con un final desesperado
que escribieron el dolor
y el desamor.

Y entonces su corazón se agiganta y su cerebro recuerda cuánto amor los unió y una parte de ambos juntos, se ha quedado para siempre en su vida. El dolor lo oprime cuando comprueba que la relación se ha roto para siempre. Y entonces, una y otra vez mastica ese "tanto", que encierra la profundidad de lo vivido entre ellos y que ya nunca se volverá a recuperar. Aunque sea repetitivo, es profundo, vital.

Tanto,
tanto como nos quisimos,
tanto, tanto que soñamos,
tanto como hemos vivido.
Y de repente,
peor que el martirio,
peor que la muerte
este terrible comprender
que te he perdido,
que ya nunca he de tenerte.
Tanto,
tanto como fuiste mía
como nunca ya en tu vida
de ninguno más serás.

Guardo tus cosas más queridas,
porque conservan algo tuyo
es como un poco de tu vida
de tu vida y de mi vida
de mi muerta soledad.
Pero yo se que ya no hay nada
que te devuelva hasta mis brazos
y estoy así, sin esperanzas,
esperando nada más, por esperar.

Entre las grabaciones registradas de este tango, hoy escojo la de Roberto Florio, acompañado por la orquesta de José Libertella, realizada en 1967. 

                       




 


No hay comentarios:

Publicar un comentario