El “Cuarteto de maestros”
Posteriormente, decidió proseguir su actuación junto a Tito Roccatagliata y Enrique Delfino, a los que se agregó otro notable violinista de su tiempo: Agesilao Ferrazzano, quedando así integrado el “Cuarteto de maestros” que actuó exitosamente en importantes salas cinematográficas –Capitol, Empire-, bailes aristocráticos en casas privadas, presentaciones en Montevideo y audiciones por Radio Cultura.
Cuando reabrió el Casino Pigall, al dejar en libertad a sus músicos, quedaron solamente en el elenco los bandoneonistas Pedro Polito, ahora al frente de la orquesta y Miguel Orlando.
Ya avanzado el año 21, en pleno éxito del “Cuarteto de maestros” surgieron desavenencias entre Delfino y Fresedo, produciéndose el alejamiento del pianista.
Fresedo continuó con Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano, en tanto el puesto de Delfino fue ocupado por Juan Carlos Cobián, asumiendo la dirección nuestro biografiado.
Por su parte, Delfino, quien era el titular de los contratos en Montevideo, formó a su vez en 1922 otro “Cuarteto de maestros”, con el bandoneonista Roque Biaforte y los violinistas Julio De Caro y Manlio Francia, con el que se presentó en el teatro Artigas de Montevideo.
A fines del 21 se desvinculó el violinista Ferrazzano del “Cuarteto de maestros” comandado por Fresedo, prosiguiendo su actuación en bailes del bacanaje porteño, con el trío completado por Cobián en piano y Tito en violín.
 
Posteriormente, decidió proseguir su actuación junto a Tito Roccatagliata y Enrique Delfino, a los que se agregó otro notable violinista de su tiempo: Agesilao Ferrazzano, quedando así integrado el “Cuarteto de maestros” que actuó exitosamente en importantes salas cinematográficas –Capitol, Empire-, bailes aristocráticos en casas privadas, presentaciones en Montevideo y audiciones por Radio Cultura.
Cuando reabrió el Casino Pigall, al dejar en libertad a sus músicos, quedaron solamente en el elenco los bandoneonistas Pedro Polito, ahora al frente de la orquesta y Miguel Orlando.
Ya avanzado el año 21, en pleno éxito del “Cuarteto de maestros” surgieron desavenencias entre Delfino y Fresedo, produciéndose el alejamiento del pianista.
Fresedo continuó con Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano, en tanto el puesto de Delfino fue ocupado por Juan Carlos Cobián, asumiendo la dirección nuestro biografiado.
Por su parte, Delfino, quien era el titular de los contratos en Montevideo, formó a su vez en 1922 otro “Cuarteto de maestros”, con el bandoneonista Roque Biaforte y los violinistas Julio De Caro y Manlio Francia, con el que se presentó en el teatro Artigas de Montevideo.
A fines del 21 se desvinculó el violinista Ferrazzano del “Cuarteto de maestros” comandado por Fresedo, prosiguiendo su actuación en bailes del bacanaje porteño, con el trío completado por Cobián en piano y Tito en violín.
Nueva orquesta propia
Por entonces proponen a Fresedo ir a Mar del Plata, con conjunto propio (Verano 1921-1922):
-“Debuté en el “Ocean Club” en 1922, cuando el “Ocean” tenía un localcito en la Rambla. Allí tocaba en la tarde y al anochecer y después a las 22:30hs actuaba en el “Club Mar del Plata”, que presidía el coronel Irrigaray. De allí, salíamos con Cobián, Tito Roccatagliata y Roberto Zerrillo y nos íbamos al bar de Juancito de la calle Rivadavia, o a una Munich que había en San Martín, donde se jugaba al “sapo”.
En el “Ocean Club” estrenó su tango “Siete pelos” durante los bailes de carnaval en la temporada veraniega marplatense, obra dedicada a Federico de Alvear, y “Sollozos”. A las pocas semanas se enemistaron Fresedo y Zerrillo, alejándose el violinista de sus filas, hecho que permitió reincorporarse a Manlio Francia, quien se hallaba actuando allí con la orquesta tzigana de su padre. Se ha señalado a Luis Minervini como segundo bandoneón de Fresedo en esa actuación. El Club Mar del Plata estaba ubicado en las calles Luro y Buenos Aires.
“Abdullah Club” y discos “Víctor”
De nuevo en Buenos Aires, Fresedo formó un sexteto que fue contratado para actuar en el Abdullah Club, ubicado en el subsuelo de la Galería Güemes de la calle Florida, donde luego estuvieron los estudios de Radio Libertad. Uno de los violines del elenco del autor de “Tango azul”, el más grande segundo violín de la historia del tango, el maestro Manlio Francia, así nos recordaba en una entrevista concedida al autor en 1969:
-“El Abdullah, cuando yo debuté con Fresedo, era lo mejor que había en Buenos Aires como cabaret; se hallaba en un sótano de la Galería Güemes, que de un lado era el teatro Florida y del otro un lujoso cabaret.
Su gerente era el Sr. Mario Borgioli, un hombre muy agradable, de mucha visión comercial. Allí concurría lo más selecto de la sociedad porteña: los Luro, los Dugan, los Lanusse, el “loco” Martínez, de quien no sé la razón de esa denominación porque era un hombre muy serio, del que recuerdo que acostumbraba a concurrir casi siempre de guantes.
El nivel de la concurrencia no impedía por eso que casi todas las noches se armara alguna “trifulca”; en una de ellas recuerda que a este Sr. Martínez se levantó para apaciguar la situación y un tal Albarracín creyó que Martínez lo iba a atacar y desenfundando un revólver lo hirió de un balazo.
¿Sabe cuánto ganaba yo con Fresedo? 750 pesos ¡Una barbaridad en ese tiempo!
¿Me quiere decir qué hice con todo eso?”
 
Por entonces proponen a Fresedo ir a Mar del Plata, con conjunto propio (Verano 1921-1922):
-“Debuté en el “Ocean Club” en 1922, cuando el “Ocean” tenía un localcito en la Rambla. Allí tocaba en la tarde y al anochecer y después a las 22:30hs actuaba en el “Club Mar del Plata”, que presidía el coronel Irrigaray. De allí, salíamos con Cobián, Tito Roccatagliata y Roberto Zerrillo y nos íbamos al bar de Juancito de la calle Rivadavia, o a una Munich que había en San Martín, donde se jugaba al “sapo”.
En el “Ocean Club” estrenó su tango “Siete pelos” durante los bailes de carnaval en la temporada veraniega marplatense, obra dedicada a Federico de Alvear, y “Sollozos”. A las pocas semanas se enemistaron Fresedo y Zerrillo, alejándose el violinista de sus filas, hecho que permitió reincorporarse a Manlio Francia, quien se hallaba actuando allí con la orquesta tzigana de su padre. Se ha señalado a Luis Minervini como segundo bandoneón de Fresedo en esa actuación. El Club Mar del Plata estaba ubicado en las calles Luro y Buenos Aires.
“Abdullah Club” y discos “Víctor”
De nuevo en Buenos Aires, Fresedo formó un sexteto que fue contratado para actuar en el Abdullah Club, ubicado en el subsuelo de la Galería Güemes de la calle Florida, donde luego estuvieron los estudios de Radio Libertad. Uno de los violines del elenco del autor de “Tango azul”, el más grande segundo violín de la historia del tango, el maestro Manlio Francia, así nos recordaba en una entrevista concedida al autor en 1969:
-“El Abdullah, cuando yo debuté con Fresedo, era lo mejor que había en Buenos Aires como cabaret; se hallaba en un sótano de la Galería Güemes, que de un lado era el teatro Florida y del otro un lujoso cabaret.
Su gerente era el Sr. Mario Borgioli, un hombre muy agradable, de mucha visión comercial. Allí concurría lo más selecto de la sociedad porteña: los Luro, los Dugan, los Lanusse, el “loco” Martínez, de quien no sé la razón de esa denominación porque era un hombre muy serio, del que recuerdo que acostumbraba a concurrir casi siempre de guantes.
El nivel de la concurrencia no impedía por eso que casi todas las noches se armara alguna “trifulca”; en una de ellas recuerda que a este Sr. Martínez se levantó para apaciguar la situación y un tal Albarracín creyó que Martínez lo iba a atacar y desenfundando un revólver lo hirió de un balazo.
¿Sabe cuánto ganaba yo con Fresedo? 750 pesos ¡Una barbaridad en ese tiempo!
¿Me quiere decir qué hice con todo eso?”
Integración del conjunto de Fresedo en 1922:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Tito Roccatagliata, Manlio Francia, alternando con Agesilao Ferrazzano, incluso aparecen en fotografías de la época los tres violinistas.
Piano: Juan Carlos Cobián, luego José María Rizzuti.
Contrabajo: Ruperto Leopoldo Thompson
Saxofón: el español Francisco Ortega, quien intervenía en las interpretaciones no pertenecientes al género típico y también doblaba las notas del contrabajo en los tangos.
Fresedo cantor solista
Como hemos relatado, desde los tiempos de las actuaciones en el Royal, Fresedo y sus muchachos tenían por costumbre realizar algunas composiciones cantando a coro los estribillos, pues aún no se estilaba que las orquestas tuvieran cantores “especializados”.
Este ambiente de sana camaradería entre director y músicos, se vio una noche quebrado por algunos problemas gremiales de los integrantes de la orquesta, sin que Fresedo supiera absolutamente nada. Se quejaban de la cantidad de horas de trabajo y los sueldos estipulados. El ambiente estaba bastante cargadito.
Decidieron entonces, al subir al palco, ceñirse a su labor musical y no intervenir en el coro. El repertorio se iniciaba precisamente con “Cielito lindo”, un tango que era el caballito de batalla del conjunto y que la gente pedía siempre que se corease su pegadiza letra. De modo que al llegar la parte cantada hicieron mutis total y Fresedo se encontró de pronto cantando solo.
El público creyó que se trataba de un intento del maestro de mostrar sus condiciones vocales y festejó la supuesta salida con una nutrida ovación.
Avergonzado y rojo de bronca, terminó de dirigir con su señorío de siempre y se la bancó como un marqués; pero los que estaban cerca le oyeron decir bajito algunos epítetos de grueso calibre, varios ininteligibles y se retiro calmosamente del local.
Al día siguiente tuvo lugar el ensayo por la tarde con todo el personal distinto, los trajes nuevos y un coro celestial (“El País) de Montevideo, 24 de junio de 1945).
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Tito Roccatagliata, Manlio Francia, alternando con Agesilao Ferrazzano, incluso aparecen en fotografías de la época los tres violinistas.
Piano: Juan Carlos Cobián, luego José María Rizzuti.
Contrabajo: Ruperto Leopoldo Thompson
Saxofón: el español Francisco Ortega, quien intervenía en las interpretaciones no pertenecientes al género típico y también doblaba las notas del contrabajo en los tangos.
Fresedo cantor solista
Como hemos relatado, desde los tiempos de las actuaciones en el Royal, Fresedo y sus muchachos tenían por costumbre realizar algunas composiciones cantando a coro los estribillos, pues aún no se estilaba que las orquestas tuvieran cantores “especializados”.
Este ambiente de sana camaradería entre director y músicos, se vio una noche quebrado por algunos problemas gremiales de los integrantes de la orquesta, sin que Fresedo supiera absolutamente nada. Se quejaban de la cantidad de horas de trabajo y los sueldos estipulados. El ambiente estaba bastante cargadito.
Decidieron entonces, al subir al palco, ceñirse a su labor musical y no intervenir en el coro. El repertorio se iniciaba precisamente con “Cielito lindo”, un tango que era el caballito de batalla del conjunto y que la gente pedía siempre que se corease su pegadiza letra. De modo que al llegar la parte cantada hicieron mutis total y Fresedo se encontró de pronto cantando solo.
El público creyó que se trataba de un intento del maestro de mostrar sus condiciones vocales y festejó la supuesta salida con una nutrida ovación.
Avergonzado y rojo de bronca, terminó de dirigir con su señorío de siempre y se la bancó como un marqués; pero los que estaban cerca le oyeron decir bajito algunos epítetos de grueso calibre, varios ininteligibles y se retiro calmosamente del local.
Al día siguiente tuvo lugar el ensayo por la tarde con todo el personal distinto, los trajes nuevos y un coro celestial (“El País) de Montevideo, 24 de junio de 1945).
Fresedo en Victor
 
En el año 1922 inició sus grabaciones en el sello Victor, en discos de 78 rpm 25cms impresos por el sistema acústico.
La primer placa registrada presenta los tangos “Siete pelos” del director y en la faz opuesta el tango de Cobián “Snobismo”, obra por la que Fresedo sentía una especial predilección (disco Nº73367). La etapa inaugural en Victor abarca de 1922 a 1925.
Este primer tramo en el sello le sirvió a Fresedo para mostrar las extraordinarias dotes de compositor de los integrantes de su sexteto que jerarquizaban su repertorio. Del propio director grabaron: “Siete pelos”, “Aromas”, “En las nubes”, “Penando”, “Sollozos”, “Ídolos”, “La ratona”, “Lina”, “Reminiscencias”, “Muchachita de Montmartre”, etc.
Su violinista Manlio Francia contribuyó con una obra no muy prolífica pero de calidad, con los títulos “Fuego lento” y “Ramas de sauce” y Tito con “Elegante papirusa”.
De su primer pianista, Juan Carlos Cobián, plasmó en el surco “Snobismo”, “Mi refugio”, “Biscuit”, “Mario”, “Los dopados” (luego “Los mareados”) y “L’adivina”.
En las postrimerías del mes de noviembre del 22 se alejan del planten de Fresedo el pianista Cobián, el violinista Roccatagliata y el bajista Thompson, quedando esta formación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Agesilao Ferrazzano y Manlio Francia
Piano: “El bacancito” José María Rizzuti
Contrabajo: Hugo Baralis (padre)
 
La primer placa registrada presenta los tangos “Siete pelos” del director y en la faz opuesta el tango de Cobián “Snobismo”, obra por la que Fresedo sentía una especial predilección (disco Nº73367). La etapa inaugural en Victor abarca de 1922 a 1925.
Este primer tramo en el sello le sirvió a Fresedo para mostrar las extraordinarias dotes de compositor de los integrantes de su sexteto que jerarquizaban su repertorio. Del propio director grabaron: “Siete pelos”, “Aromas”, “En las nubes”, “Penando”, “Sollozos”, “Ídolos”, “La ratona”, “Lina”, “Reminiscencias”, “Muchachita de Montmartre”, etc.
Su violinista Manlio Francia contribuyó con una obra no muy prolífica pero de calidad, con los títulos “Fuego lento” y “Ramas de sauce” y Tito con “Elegante papirusa”.
De su primer pianista, Juan Carlos Cobián, plasmó en el surco “Snobismo”, “Mi refugio”, “Biscuit”, “Mario”, “Los dopados” (luego “Los mareados”) y “L’adivina”.
En las postrimerías del mes de noviembre del 22 se alejan del planten de Fresedo el pianista Cobián, el violinista Roccatagliata y el bajista Thompson, quedando esta formación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Agesilao Ferrazzano y Manlio Francia
Piano: “El bacancito” José María Rizzuti
Contrabajo: Hugo Baralis (padre)
El pianista Rizzuti aportó varias composiciones de lograda factura, que enriquecieron la discografía del conjunto: “Reflejos”, “La pesadilla”, “Ta te ti”, “Cenizas”, “Gemidos”, “El cisne”, “Hollín”.
En las grabaciones se agrega como refuerzo de la cuerda el violinista Jean Koller.
En 1923 volvió a hacer temporada veraniega en Mar del Plata, con esta alineación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Manlio Francia y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Bajo: Carmelo Mutarelli, el autor de “Mano cruel”
En las grabaciones se agrega como refuerzo de la cuerda el violinista Jean Koller.
En 1923 volvió a hacer temporada veraniega en Mar del Plata, con esta alineación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Manlio Francia y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Bajo: Carmelo Mutarelli, el autor de “Mano cruel”
Volando alto
Fresedo compartió su pasión por la música con la aviación deportiva. No resultaría extraño, entonces, que en 1923 obtuviera su carnet de piloto que llevó el Nº231, haciéndole entrega del mismo Eduardo Olivero, uno de los pioneros de esta actividad en el país., quien a la vez fue su instructor. En reciprocidad, Olivero, un entusiasta del bandoneón recibió lecciones de Fresedo. Meses después el músico resultó ganador en una competencia aeronáutica realizada en el circuito de La Plata, en la que intervinieron pilotos nacionales y extranjeros. Condujo una máquina Curtiss JN-4 de 90 c.f. registrando un tiempo de 62’ 45”, haciéndose acreedor a un cheque por dos mil pesos.
Fresedo compartió su pasión por la música con la aviación deportiva. No resultaría extraño, entonces, que en 1923 obtuviera su carnet de piloto que llevó el Nº231, haciéndole entrega del mismo Eduardo Olivero, uno de los pioneros de esta actividad en el país., quien a la vez fue su instructor. En reciprocidad, Olivero, un entusiasta del bandoneón recibió lecciones de Fresedo. Meses después el músico resultó ganador en una competencia aeronáutica realizada en el circuito de La Plata, en la que intervinieron pilotos nacionales y extranjeros. Condujo una máquina Curtiss JN-4 de 90 c.f. registrando un tiempo de 62’ 45”, haciéndose acreedor a un cheque por dos mil pesos.
“Volábamos haciendo publicidad para un refresco que se llamaba “Pomona”, llevando su nombre escrito debajo de las alas”.
En el libro “La victoria de las alas” del Brigadier Ángel María Zuloaga, al referirse a aquellos hombres que contribuyeron a la evolución a de la aviación civil nacional, incluye a Osvaldo Fresedo, considerándolo uno de los pilotos más destacados de aquellos difíciles comienzos. Dentro de su obra de compositor, Fresedo ha perpetrado ese amor y su admiración por la aviación, en dos tangos.
Uno de ellos es el titulado “La ratona” y respecto a él el maestro manifiesta:
-“Al campo de aviación en que volaban Olivero, Duggan, Uriburu, Newbery, vino Ernesto Uder con una pequeña máquina, una avioneta de 3 o 4 metros bautizada “La ratona”. Con esa maquinita Olivero batió un récord de altura y lo podría haber superado aún, de no ser por el gran frío que se siente a los dos o tres mil metros de altura, que lo obligaron a descender, ya que estos aparatos carecían de calefacción. En esa ocasión y como un homenaje a la temeridad de Olivero, compuse el tango que titulé “La ratona”.
En el segundo título, Fresedo, subyugado y conmovido ante la grandiosidad del espacio celeste, quiso eternizar esos sentimientos en un tango que denominó “Desde las nubes”, obra que fue estrenada en 1923 en el “Tercer Baile de los Aviadores”, celebrado en el teatro de la “Opera”.
Posteriormente, Fresedo encauzó su destreza de piloto hacia un fin práctico, desempañándose como reportero del vespertino local “La Razón” trayendo noticias y material fotográfico desde el Uruguay a bordo de una frágil avioneta. También hizo esta tarea para “La Nación”. Los hermanos Fresedo, Emilio y Osvaldo, habrían ideado el siguiente procedimiento: las noticias periodísticas y gráficas eran introducidas en un cilindro neumático que al llegar a la plaza Colón, detrás de la Casa de Gobierno, era arrojado con tanta exactitud que caía sobre uno de los canteros del césped, donde Emilio que pertenecía al cuerpo de periodista del aludido diario, lo recogía y conducía a su redacción que estaba en Avenida de Mayo al 700.
En el libro “La victoria de las alas” del Brigadier Ángel María Zuloaga, al referirse a aquellos hombres que contribuyeron a la evolución a de la aviación civil nacional, incluye a Osvaldo Fresedo, considerándolo uno de los pilotos más destacados de aquellos difíciles comienzos. Dentro de su obra de compositor, Fresedo ha perpetrado ese amor y su admiración por la aviación, en dos tangos.
Uno de ellos es el titulado “La ratona” y respecto a él el maestro manifiesta:
-“Al campo de aviación en que volaban Olivero, Duggan, Uriburu, Newbery, vino Ernesto Uder con una pequeña máquina, una avioneta de 3 o 4 metros bautizada “La ratona”. Con esa maquinita Olivero batió un récord de altura y lo podría haber superado aún, de no ser por el gran frío que se siente a los dos o tres mil metros de altura, que lo obligaron a descender, ya que estos aparatos carecían de calefacción. En esa ocasión y como un homenaje a la temeridad de Olivero, compuse el tango que titulé “La ratona”.
En el segundo título, Fresedo, subyugado y conmovido ante la grandiosidad del espacio celeste, quiso eternizar esos sentimientos en un tango que denominó “Desde las nubes”, obra que fue estrenada en 1923 en el “Tercer Baile de los Aviadores”, celebrado en el teatro de la “Opera”.
Posteriormente, Fresedo encauzó su destreza de piloto hacia un fin práctico, desempañándose como reportero del vespertino local “La Razón” trayendo noticias y material fotográfico desde el Uruguay a bordo de una frágil avioneta. También hizo esta tarea para “La Nación”. Los hermanos Fresedo, Emilio y Osvaldo, habrían ideado el siguiente procedimiento: las noticias periodísticas y gráficas eran introducidas en un cilindro neumático que al llegar a la plaza Colón, detrás de la Casa de Gobierno, era arrojado con tanta exactitud que caía sobre uno de los canteros del césped, donde Emilio que pertenecía al cuerpo de periodista del aludido diario, lo recogía y conducía a su redacción que estaba en Avenida de Mayo al 700.
“Abdullah Club” y radiofonía
En 1923 inició su actuación en L.O.X. Radio Cultura –luego LR10- acompañando a las cancionistas Ada Falcón y Azucena Maizani, y luego a L.O.V. Radio Brusa por $50 por audición…
En 1924 volvió al “Abdullah Club” de la Galería Güemes; allí, ante el éxito que obtenía con su orquesta, los directivos de L.O.R. Sociedad Radio Argentina, tuvieron la iniciativa de realizar transmisiones radiales desde el mencionado local nocturno.
En 1923 inició su actuación en L.O.X. Radio Cultura –luego LR10- acompañando a las cancionistas Ada Falcón y Azucena Maizani, y luego a L.O.V. Radio Brusa por $50 por audición…
En 1924 volvió al “Abdullah Club” de la Galería Güemes; allí, ante el éxito que obtenía con su orquesta, los directivos de L.O.R. Sociedad Radio Argentina, tuvieron la iniciativa de realizar transmisiones radiales desde el mencionado local nocturno.
En este tramo de su carrera, formaban su orquesta:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Alberto Rodríguez y Pastor Trivelli
Violines: Manlio Francia, Adolfo Muzzi y Jean Koller.
Piano: José María Rizzuti.
Contrabajo: Carmelo Mutarelli, alternando con Humberto Costanzo.
Batería: Raúl Fresedo. 
OSCAR ZUCCHI - (Continuará)
 
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