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miércoles, 29 de octubre de 2025

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (II)

 Café Paulín y Maldonado

La primera actuación estable del conjunto de Osvaldo Fresedo tuvo lugar en el café Paulín de la Avenida San Martín, entre la actual Donato Álvarez y San Blas, registrada en 1914. La formación seguía siendo la misma: Emilio Fresedo en violín, Osvaldo en bandoneón, salvo la deserción del guitarrista Pedro Barreto, prosiguiendo sólo su hermano Martín.

Allí solamente tocaban los días sábados y domingos y el “número fuerte” del conjunto seguía siendo “El espiante”, pero su repertorio incluía también los tangos “Unión Cívica” y “El flete” no faltando algún vals de WaldteufeldLa paga no era demasiado generosa: dos pesos por cabeza.

Posteriormente, formó un nuevo trío con el pianista Antonio Basso y el violinista Enrique Modesto, junto a quienes actuó alrededor de un mes en el café Maldonado ubicado frente al arroyo del mismo nombre en Palermo, y con igual elenco realizó los bailes de carnaval de 1915 en el Teatro Municipal de Pergamino.Al terminar esta actuación el conjunto se dispersó.

“El pibe de La Paternal”

En 1915 hallamos a Fresedo integrando otro trío típico con “Manunguito” Aróztegui. El renombrado pianista y compositor uruguayo, autor de “El apache argentino”, junto al violinista Paulino Fasciola, tocando en el café “A.B.C.” de Rivera –Hoy Córdoba- y Canning –actual Scalabrini Ortíz-.

                                     


Cabe acotar que Fasciola y Aróztegui habían actuando en el café “Capuchino” de Rivero y Godoy Cruz con el bandoneonista Manuel Firpo, maestro de bandoneón de Fresedo, quien solía concurrir asiduamente al citado local.

Manuel Firpo recomendó a su joven discípulo para que Aróztegui lo incorporase a su terceto del “A.B.C.” Posteriormente ubicamos a Fresedo tocando en el café “Tontolín” de Villa Crespo, sito en Triunvirato entre Frías y Lavalleja. La calle Triunvirato en ese tramo se denominaba por entonces Corrientes. El maestro Fresedo se refería así respecto a este lapso de ascendente carrera:

-“Maffia tiene la culpa –dijo sonriendo- que a mí me digan “El pibe de La Paternal”. Con Pedro puede decirse que empezamos casi juntos, él en la calle Corrientes y yo en Triunvirato que en aquella época era una misma calle.

Maffia tocaba en Corrientes y Del Carril y a una cuadra y media, tocaba yo en el Tontolín, con un trío al que conocían como “el trío del pibe”.

Como a Maffia también le llamaban “El pibe”, lógicamente la gente al decir “Me voy a escuchar al Pibe” obligaba a la pregunta: “¿Qué pibe?”. Así para diferenciarnos, comenzaron a identificarnos por el barrio al cual pertenecíamos. Maffia era “El pibe de Flores” y yo “El pibe de La Paternal”.

En el curso del mismo año 15, “El pibe de La Paternal” pasó a trabajar al café “Venturita” de Corrientes y Serrano –entonces Triunvirato y Serrano- con un nuevo trío:

-“Allí tuve de pianista a José Sassone, el mismo que actuaba con Berto cuando me estrenaron el tango “La ronda”. Completaba el elenco el violinista Emiliano Costa, un discreto ejecutante; pero con muchas vinculaciones en el ambiente”.

“De academia”

Tras adquirir la necesaria experiencia en su paso por los distintos cafés que se han ido señalando, Fresedo inició nutrida serie de actuaciones en las llamadas academias de baile, es decir salones de baile públicos , donde los concurrentes practicaban la danza con bailarinas profesional, pagando por pieza bailada. Este tipo de locales recibía también la denominación de “Ollas populares” en particular las de menor categoría, donde se bailaba mediante el módico desembolso de diez centavos por pieza.

Asimismo recibían el nombre de academias, según la más antigua acepción, las academias de baile al frente de las cuales figuraban conocidos bailarines profesionales que atraían a la clientela y enseñaban a bailar. Fresedo actuó en toda la gama de este género de locales: “No cobraban entrada –manifestaba Fresedo-, sólo había que entrar y pagar 10 centavos por pieza para bailar con las bailarinas contratadas. Las ganancias del dueño estaban en que se tocaran muchas piezas. Yo me entusiasmaba y tocaba largo.

Entonces venía el dueño y me gritaba: “Che pibe, acortá ese tango que no estás en el teatro”. Entre las distintas academias en que trabajó Fresedo hemos registrado las siguientes:

En 1915, con su hermano Emilio en violín y la guitarra del legendario “Negro” Ricardo, antes de su vinculación con Carlos Gardel, tocó en el local de la calle Thames.

Por la misma época actuó en la academia Gascón entre Córdoba y Paraguay, a la que solía concurrir el famosos bailarían “Tarila” a quien Fresedo dedicara el tango homónimo. Allí flanqueaban a Fresedo el infaltable Emilio en violín y José Pracánico en piano.

El mismo trío tocó en la academia Cuyo (entonces Sarmiento al 1100, 1º piso) y en la academia Andes, de José Evaristo Uriburu al 700. “José Pracánico era hermano de Francisco y hacía muy bien el tango”, rememora Fresedo.

-“El ambiente era bravo. Una noche vino Bianquet “El Cachafaz”, que tenía otra academia y empezó a tirar tiros al techo en medio del salón para que el público se asustara y no viniera más. Así era la competencia. Cuando me levanté, vi en la pared, a dos metros de donde yo había estado, un tremendo agujero de bala”.

En 1916 un trío formado por los hermanos Fresedo y el pianista y notable compositor intuitivo José Martínez tocó en la academia Toscano de Viamonte y Larrea; luego se sumó el violinista Rafael Rinaldi, estructurándose así un cuarteto. El mismo año, por mediación de José Martínez, Fresedo integró la orquesta que Francisco Canaro presentó para amenizar los bailes de Carnaval en el teatro Politeama de Rosario, supliendo nada menos que a Vicente Greco “Garrote”.

“Yo tenía la orquesta en un “dancing” donde se bailaba a 10 centavos la pieza; era la academia de Viamonte y Larrea (año 1916). Allí llevé de pianista a José Martínez, a Rafael Rinaldi y a mi hermano Emilio en violines y yo en bandoneón.

Ahora, en el teatro Olimpo, había una orquesta que era de Pedro Polito, el bandoneonista. Porque antes eran los bandoneones (sic) los que tenían las orquestas. La gente iba a escuchar a los bandoneones; parecía que los demás no le interesaban. Polito tenía en el Olimpo a Francisco Canaro de violín y al autor de “Mi noche triste”, Samuel Castriota, en piano”.

Digamos que el Olimpo se hallaba ubicado en Puyrredón y primitivamente funcionó como teatro, siendo más tarde transformado en academia de baile donde el famoso bailarín “El Cachafaz” era el profesor de la rante coreografía tanguera.

-“Los músicos del “Olimpo” se cruzaban a escuchar al “Pibe de La Paternal” como me decían entonces, y de esa forma nos hicimos amigos con Castriota, Polito y “Pirincho”. A “Pirincho” lo conocía de antes, cuando iba a un salón de baile en Boulogne Sur Mer, donde hacían bailes de matineé los domingos y de noche los sábados.

Cuando a la 1 de la mañana terminábamos de trabajar en esta academia de Viamonte, nos reuníamos con los del Olimpo en un café con billares que había en Corrientes entre Larrea y Ombú –No recuerdo el nombre actual- y jugábamos todas las noches al billar. Los que perdían, sean los del “Olimpo” o los de “Viamonte”, pagaban todo”.

“Ahora, una noche vinieron “Tito” Roccatagliata y Arolas al café y me esperaron afuera. –Mire “pibe”, -dijo Tito- lo venimos a ver porque nosotros estamos tocando en el Montmartre, pero vamos a dejar porque tenemos que inaugurar el cabaret nuevo “Fritz” y queremos saber si puede ir en lugar nuestro al Montmartre”. Para nosotros eso era la gloria, porque habíamos tocado en academias, pero en cabarets nunca. “Bueno, ¿Qué hay que hacer?”.

El que más habló fue “Tito”, Arolas más bien escuchaba.

Me dijeron que al frente del Montmartre había un Sr. Salas, que era con quién tendría que tratar. No era el mismo Salas del “Marabú”, éste era un cabezón enorme, de lentes.

“Bueno –Les dije- voy a pasar por allí”.

“¡Ah, pero una cosa! Aclaró “Tito”, mire que va a tener que ir con un solo violín, porque ahí hay un violinista que desfile la orquesta que sea, él se queda siempre, porque tiene que acompañar a las tonadilleras y como es español es el único que las entiende”.

Cuando íbamos caminando con los del “Olimpo” –“Pirincho” y Castriota, José Martínez, mi hermano y yo, “El gallego” Martínez –le llamábamos así porque estaba casado con una gallega- me preguntó: “¿Por qué no lo llevamos a “Pirincho” con nosotros? Canaro creo que ya había hecho “El matasano”, “El pollito” y como era un autor conocido me gustaba, pero éramos todos amigos, ¿Cómo iba a quedar con Polito si le sacaba su violinista? Por otra parte quedaban afuera Rinaldi y mi hermano ¡Caramba! ¿Cómo hago?

Entonces, se nos ocurrió mandar a Rinaldi con Polito a cambio de Canaro, quedando así en el Olimpo, Pedro Polito, Rafael Rinaldi y Samuel Castriota.

La verdad es que salió ganando Polito, porque Rinaldi era mucho más afinado que Canaro y tocaba bastante bien. El que tuvo que sacrificarse fue Emilio que era 2do violín, quedando afuera.

Cabaret Montmartre

-“Fui a ver al Sr. Salas y arreglamos las condiciones: seis pesos cada uno por noche. Después pude meter también al “Negro” Thompson en contrabajo y Julio Doutry en violín”. El debut en esta sala de la calle Corrientes 31 o 35, entre Uruguay y Paraná, tuvo lugar el 1º de Julio de 1916, Enfrente estaba el café Félsina, donde paraban muchos músicos.

“Thomspon era muy festejado por los malabarismos que hacía con el contrabajo, haciéndolo bailar; estábamos muy bien allí; al terminar a las 4 de la mañana se servía un gran puchero del que participaban el Sr. Lombart, los músicos, mozos “artistas”, todo el mundo”.

Yo era el que tenía que cobrar, pero el patrón siempre me atrasaba un poquito: “Mire “Pibe”, espere a mañana para cobrar”, después lo mismo y me atrasaba…

Martínez nunca se quedaba a comer, porque tenía que encontrarse con su señora (?) y me repetía continuamente: “Mirá, ¿Por qué no cobrás primero y después comés?”.

“¿Pero cómo voy a molestar a este Sr. Salas, que está comiendo?, me disculpaba yo, hasta que un día me “molestó” tanto, que le dije: “Mirá, vamos a hacer una cosa: vení que te presento al Sr. Salas y te encargás vos de cobrar, así te pagan antes de comer. Pasó un día, dos, cinco, siete días, hasta que un día Martínez fue a cobrar y siento que se agarran a trompadas con Salas. Para colmo de males vino un amigo que seguía a nuestra orquesta, un tal Galloso que era un tipo bravo y sacó a relucir una cuchilla. Esta clase de gente siempre se arrimaba a las orquestas.

Resultado: que nos echaron a todos, quedando en la calle…; solo llegamos a estar un mes”.

Royal Pigall

-“Nosotros parábamos siempre en Paraná y Corrientes. Donde nos reuníamos con Pascual Contursi, Samuel Castriota, “Pirincho” Canaro, Dominguito Salerno, el autor de “Marianito” que estaba siempre con “Pirincho” porque vivía en la misma casa, y el “Gallego” Martínez… Yo también me mudé a la calle Pueyrredón, entre Corrientes y Lavalle.

Un día estábamos conversando en esa esquina y vimos que se acercaban hacia nosotros Roberto Firpo con un chico que era violinista de su orquesta, Cayetano Puglisi. Venían del Royal Pigall –que luego sería el “Tabarís”- que estaba en Corrientes 825.

En la planta baja donde funciona el teatro Royal, en el foyer del mismo, antes de las puertas de cuero de la entrada al salón, se bailaba la sección tango; se ponía un tablón y un piano. Allí era donde tocaba Firpo en la sección tango, que salía un peso con vermut y todo. De noche tocaba en los altos, en el Pigall.

Bueno, cuando estábamos en la reunión de la esquina ésa que le mencioné, Firpo me hizo una seña dándome a entender que quería hablarme; entonces me aparté y me dijo: “Mire “pibe”, usted no está trabajando ahora, ¿no? Bueno, porque yo tengo que dejar un bandoneón allí en Royal Pigall, para tocar con la orquesta tzigana de Mirabell. Yo quisiera que si Ud. Se decide, vaya a ver al Sr. Lombart que es el dueño y arregle con él; total hay que tocar allá arriba, porque de tarde voy a ser yo, pero a la noche empiezo en el Armenonville”.

Así fue; cuando se marchó Firpo, los reuní a “Pirincho” a Martínez, al “Francesito” Doutry, a Leopoldo Thompson y les dije: “Miren, recién vino Firpo y me pidió que fuera de bandoneón al Royal Pigall, pero yo voy a ofrecerle a Lombart la orquesta”.

Porque la orquesta que tenían en el Montmartre tenía mucho éxito, nosotros cantábamos todos ahí y gustaba mucho. Lo que terminó con el éxito y con todo, fue esa pelea.

Vamos a ir a la tarde a la sección vermut –les dije-, tomamos un cafecito en el viejo “Marzzotto” y yo voy a ir a hablar con Lombart, para proponerle la orquesta. Así fue, todos los muchachos se quedaron esperando ansiosos en el café el resultado de la entrevista ubicados en las mesitas de adelante; no había más que cruzar la calle Corrientes, que era angostita.

Confieso que estaba bastante nervioso; imagínense, yo era un pibe de 19 años y me iba a entrevistar con un empresario que era todo un potentado, dueño del teatro Esmeralda, del Parque Japonés, cine Empire, además del Casino Pigall”.

La tercera “quette”

-“Ya decidido, me dirigí a su oficina y pregunté por el Sr. Lombart. Me atendió su secretario, el Sr. Portalanza que hablaba chaparreando el francés: “Mire, yo hablé con el Sr. Firpo”, le dije –porque antes no se decía maestro ni nada; eso fue un invento de las radios-.Entonces me presento a Lombart, un hombre muy serio, que me ponía más nervioso todavía.

“Bueno –me dijo-, Ud. Tendría que tocar ocho piezas en toda la noche…” Mi respuesta fue: “Mire “Monsieur” Lombart, yo venía a proponerle otra cosa: usted debe haber oído de hablar de la orquesta del cabaret Montmartre, nosotros somos cinco y posiblemente a Ud. Le interese tener aquí a una buena orquesta, porque todos cantamos.

Claro, en esas épocas no había cantores, los que cantaban eran los mismos músicos, a coro. Cantábamos las letras como aquella que decía “Mina que te manyo de hace rato” ¿Se acuerda? Y el maestro Fresedo entona una parte del tango “Flor de fango” en voz baja.

“Bien –dijo Lombart- ¿Cuánto cuesta esa orquesta?

Yo hice el cálculo; si en el Montmartre ganábamos 6 pesos cada uno, por noche, aquí podríamos pedir 10 pesos, ya que era el mejor de los cabarets de entonces. Allí uno no iba a tomarse un whisky, había que tomarse una botella de champagne, que era francés, “Pomminer”, que costaba 25 pesos. Entonces tomé coraje y le pedí 50 pesos por noche para toda la orquesta. “¡No, 50 pesos es una barbaridad, usted está loco!”, contestó y viendo que no había nada que hacer, le dije: “Bueno, Monsieur Lombart, hágame Ud. Una oferta, yo tengo a los muchachos esperando en el Marzzotto”.

Bien –enfatizó Lombart- le voy a dar 5 pesos a cada uno y la tercera “quette”.                                      -“¿Y qué es la tercera “quette”? pregunté con curiosidad.

Mire –explicó el empresario- a la 1 de la mañana, mientras canta la “Gorda” Margarita, una de sus compañeras pasa la primera “quette”. A las dos actúa “la Chulapona” y se pasa la segunda “quette” y a las 3, cuando sale “La Gigollete”, se realiza la tercera “quette” que es para la orquesta. La “quette” consiste en pasar por las mesas un plato con una servilleta doblada donde los concurrentes depositan los billetes, lo que nosotros llamamos “la manga”.

-“¿Pero Ud. Cree que podríamos llegar a los 50 pesos por noche?”                                                           -“Y mucho más, a 70 pesos van a llegar”, me aseguró Lombart.                                                             Le contesté que me dejara consultar con los muchachos y que enseguida tendría mi respuesta y me crucé al “Marzzotto”, donde los muchachos estaban esperando los resultados de mi gestión            “¿Y?”, fue la pregunta general.                                                                                     

 -Bueno, miren, no se pudieron conseguir ni siquiera los 6 pesos del Montmartre. Se plantó en 5 pesos y la tercera “quette”.   - ¿Y qué es la tercera “quette”?, me interrogaron a coro.                                              -¡La manga! –expliqué, en forma lisa y llana.                                                                                        Pero no la pasamos nosotros, sino que se ocupa una de las “artistas”, por lo general elegida entre las más bonitas o la de mayor simpatía.                                                           Y llegaremos a los 50 pesos?                                                                                                          Lombart me aseguró que íbamos a sobrepasar esa cantidad.                                                            -“Bueno, ¿Agarramos?, ¡¡¡Y agarramos!!!”

La orquesta no tenía nombre; en aquel tiempo no se acostumbraba a poner los nombres de las orquestas en los cabarets, menos aún en el Royal Pigall. En los cafés sí, era habitual. Yo hacía la orquesta como si fuera de todos. En ese tiempo las orquestas eran de los bandoneones, salvo una excepción: Roberto Firpo, que estaba tocando en la Boca enfrente a donde tocaba Arolas.”                               Este conjunto del Royal Pigall estuvo así formado: Bandoneón: Osvaldo Fresedo, Violines: Francisco Canaro y Julio Doutry, Piano: José Martínez, Contrabajo: Ruperto Leopoldo Thompson-

Debutaron el 1º de diciembre de 1916.                                                                                      “Debutamos con mucho éxito: tocábamos a la tarde, en la sección tango de 18 a 20hs y de noche empezábamos a las 12 o 12:30, según la hora en que terminaba el teatro, donde estaba “Panchito” Aranaz, autor teatral y compositor.                                                                     La orquesta tocaba sobre una tarima no muy alta y sobre ella el piano.                                      Cuando la gente bailaba y nosotros estábamos sentados, quedábamos a la altura de las cabezas de los bailarines. La noche del debut aquello de la “quette”, les deparó una grata sorpresa: recaudaron en tal concepto 200 pesos, superando con creces las expectativas.

Los mozos del Royal eran todos corpulentos, parecían luchadores. Ocurría que eran los tiempos de la Primera Guerra Mundial y a veces se encontraban franceses, alemanes, ingleses y se armaba cada trifulca, que de no haber sido así, los mozos no habrían podida controlar la situación.

Todo andaba muy bien al principio, pero después hubo un poquito de celos por parte de “Pirincho”. Él había compuesto “El chamuyo” y otras composiciones y empezó a adquirir fama. Yo por mi parte había compuesto “El espiante”.Como yo era el único bandoneón, la gente que bailaba me pedía: “Che, pibe, toque ese tango suyo”, hasta que un día tuvimos un lío con “Pirincho”, porque decía que le había pedido un tango de él.”

¡Un cielo! -“Una noche vino a buscarme “Tito” Roccatagliata, porque había llegado Juan Carlos Cobián. “Pibe, ¿Por qué no viene a casa a comer? Yo tengo un piano y viene Cobián. Tráigase su bandoneón y hacemos un poquito de música.

Venga que le voy a presentar a mi señora y a mi madre”.También tenía un hermano que después falleció. Fui a su casa; vivía por el Hospital de Clínicas, no me acuerdo con exactitud la calle, pero era una de las que cruza, Azcuénaga u Ombú (Pasteur). Ahí lo conocí a Cobián; había efectivamente un piano y empezamos a tocar. ¡Era un cielo como tocaban, una maravilla!”

En los carnavales de 1917 Osvaldo Fresedo formó parte de la orquesta gigante “Firpo-Canaro”, que animó los bailes de Carnaval en el Teatro Colón de Rosario, cuya integración no por repetida deja de ser digna de consignarse.

Integración de la orquesta “Firpo-Canaro” 1917: Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Pedro Polito, Juan Bautista Deambroggio “Bachicha” y con muchas dudas Eduardo Arolas (aunque su foto aparezca en un afiche publicado por F. Canaro en sus memorias). Violines: Francisco Canaro, Tito Roccatagliata, Agesilao Ferrazzano, Julio Doutry y A. Scotti. Clarinete: Juan Carlos Bazán. Flauta: Alejandro Michetti. Contrabajo: Ruperto Leopoldo Thompson

                                   


-“El espiante” y el trío “Fresedo-Tito-Cobián”

-“Las cosas en el Royal Pigall, en cuanto a las relaciones con “Pirincho”, empeoraron. Tuvimos una nueva discusión, entonces cerré el bandoneón, lo enfundé y me fui. No volví para la sección noche.“Pirincho” mandó a buscar entonces al hermano, “El macaco”.Así le decían a Juan Canaro, quien ocupó mi lugar (Allí el conjunto comenzó a llamarse “Orquesta Francisco Canaro”).Esto habría sido por el otoño de 1917.

Tuve la desgracia (o suerte) que “Tito” Roccatagliata me invitara a su casa, junto a Cobián: “Por qué no te traés el bandoneón, total tenés que entrar recién a las 12”, me dijo.

Hicimos un trío y me olvidé del “Royal Pigall” y de todo. Me fui con ellos y a las dos semanas estaba tocando en el cabaret “L’Abbaye”, que estaba al lado de la panadería “El Cañón” de Esmeralda, entre Lavalle y Tucumán. Ahí empecé a tocar con “Tito”, Cobián y un alemán, Fritz, violoncelista que había tocado con Arolas. Tito era un gran muchacho; cuando dejé de tocar con Canaro, viví un tiempo en su casa. Esto ocurrió porque hasta entonces había vivido en la misma casa de “departamentos” que Canaro y no quería encontrarme con él”.

Posteriormente Fresedo, Cobián y Roccatagliata habrían alquilado un departamento en Suipacha 323 para ensayar más cómodamente.

“Al terminar en el L’Abbaye, al verano siguiente de haberse ido Firpo, fuimos nosotros al viejo Armenonville, frente al Automóvil Club Argentino, en el verano de 1917-1918. Tocábamos en una forma muy dinámica que agradaba mucho al público”.

El rubro “Fresedo-Tito-Cobián” habría ganado algunas versiones fonográficas para el sello “Telephono”, en el período 1917-1918, verdaderas rarezas.

“Desgraciadamente Tito y Cobián tomaban más de la cuenta y al terminar en el Armenonville no encontrábamos ubicación”.

OSCAR ZUCCHI (continuará)

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