Este bandoneonista de La Plata merece el recordatorio por su trayectoria, la herencia musical que dejó, su obra autoral y la orquesta que se pudo escuchar en las décadas del cuarenta y cincuenta por varias emisoras, e incluso bailar con la misma. Cosa que me sucedió, por acompañar a un amigo, al Palacio de las Flores en la calle Basavilbaso, cerca de Retiro. Esa noche tocaba la típica de D'Amario y una de jazz. A las cuatro de la mañana cuando salíamos, abajo, había una cantidad impresionante de canastos muy grandes de flores de todo tipo para vender a los distribuidores, como era habitual.
La orquesta sonaba bien, pasaron muchos cantores por la misma, tenía un ritmo lento, quizás en el estilo de Pedro Maffia, con quien supo estudiar, cuando se trasladó a la Capital, intentando galvanizar sus conocimientos y estudios y plasmar su devoción por el bandoneón. Que también transmitiría a su hermano Edelmiro, menor que él. Incluso se codearía con Anselmo Aieta que lo recibió con mucho cariño al comprobar la seriedad y entusiasmo del muchacho.
Allí aprendió que el bandoneón tiene algo de mágico, y a la vez, de mendigo. Y lo emocionante que representa la humildad de su respiración. Allá en La Plata había estudiado música y bandoneón con los maestros Juan Sanguinetti y Ponciano García. Tenía 25 años cuando por fin llegó el momento de tener su propia orquesta que debutaría en la platense y coqueta Confitería París. Y a partir de allí continuaría su periplo en los bailes de carnaval del Club Gimnasia y Esgrima La Plata, en el Jockey Club, en radio Provincia y bailes diversos.
Estaba ya entrenado y convencido de dar el salto y se presentaría con su conjunto nada menos que en radio El Mundo, que le abrió sus micrófonos, enterado su director artístico de la valía de la orquesta.Atrás quedaban su intervención en una orquesta de señoritas que no conseguía bandoneonista, el acompañamiento a la cancionista Mercedes Carné, el paso por emisoras como Mitre, radio Del Pueblo y el espaldarazo que significó tocar con su orquesta en el mítico café Germinal de la calle Corrientes.
El periplo artístico lo conduciría por cabarets como Tibidabo, Piccadilly, Chantecler, Cote D'Azur (25 de Mayo y Corrientes), Empire y clubs donde animaba los bailes del fin de semana. Algunos de ellos serían Boca Juniors, Vélez Sarsfield, Italiano, Gimnasia y Esgrima, Almagro y otros. Radio Splendid también lo contrataría en horarios centrales, permitiéndole subir su caché y su popularidad.
Pese a carecer del prestigio de las grandes orquestas típicas del cuarenta y cincuenta, Victor D'Amario realizó más de cien registros discográficos en los sellos Pathe, Almali, Dispron, y DPS. Incluso como compositor tiene una obra muy poblada de creaciones propias, muchos más temas de lo que su nombre pareciera indicar. Unos 140 títulos que incluyen instrumentales y otros en colaboración con poetas como Julián Centeya, Homero Expósito ("Las cosas son así"), Leopoldo Díaz Vélez, Abel Aznar, Enrique Dizeo, Oscar del Priore y otros.
En su estadística discográfica intervinieron muchos cantores, entre ellos: Elsa Rivas, Diego Solís, Horacio Casares, Luis Correa, Carlos Almagro, Carlos Cristal, Alfredo Dalton y una extensa lista. Podemos recordarlo a través de un tango instrumental: La torcacita, de José Martínez, aquel pianista de Canaro. Lo grabó con su orquesta el 15 de octubre de 1951.
La torcacita - Víctor D'Amario
Muchas gracias por todo lo que haces por el tango (TANGOS AL BARDO), Hermosa Orquesta de tango que es lamentablemente olvidada al igual que Victor, muy buen Bandoneon, saludos EduardoH. Ligocki
ResponderEliminarGracias por tus palabras Eduardo. Esta gente merece ser recordada.
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