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miércoles, 22 de agosto de 2018

Equipaje

En las lungas travesías de Madrid a las playas del sur o del Norte, no dejan de sonar en el reproductor de mi coche, todas aquellas grabaciones que se quedaron pegadas a mi espíritu tanguero. A la vez me llenan de recuerdos, de anécdotas y los paisajes que transito pasan a un segundo plano. Este tango del título lo repetí varias veces porque me encanta desde la primera vez que lo escuché hace taitantos años... Carlos Bahr engancha tres o cuatro frases que muestran su talento y también sorprenden:

Mucho llevo y más no quiero 
ya completan mi equipaje,
un amor color de cielo 
y un rencor color de sangre.

Fue un bardo muy prolífico, tuve la suerte de conocerlo, me lo presentó Manolo Sucher en el bar de Esmeralda y Lavalle y cuando Manolo se paraba para ir a atender a otro amigo, me quedaba con él hablando de sus tangos. Sonreía, porque yo era jovencito pero me quedaban en la memoria los temas y sus autores, que los presentadores radiales siempre... siempre, mencionaban. Y así se quedaban en mi cerebro, esos compositores y poetas tan decisivos para el tango.

Carlos Bahr

Equipaje lleva música del bandoneonista y director Héctor María Artola. La ideal para acompañar los versos de Carlos Bahr, que en sus tangos, milongas y valsecitos diera cauce a tanta creatividad poética. Sus empinados versos creados en un ayer del tiempo relucen y devienen en actualidad, porque no han perdido un ápice y mentienen el relumbre de lo esencial. Y esa manera romántica de expresarse.

Un sobrante de ternura 
que no tuvo en quien quedarse,
y un dolor, que por constante
no me quiso abandonar.

En esta cuarteta inicial, el poeta ha plantado su bandera y nos conmueve. Sí, porque esas frases dicen mucho más de lo que pinta la apariencia. La poesía sirve para eso, para pegarse caprichosamente a nuestras vidas, y en muchos tangos llevamos nuestra piel adosada a ellos, debido a tantas experiencias, el hilo que las engarza y el fuego interior que nos consume. Bahr comienza a ver las cosas de nuevo, desde un punto de vista diferente, con su torrente de sensaciones. Y el fracaso del amor.

Ya es muy pesado para quien no tiene
ni un canto amigo que achique penas,
ni una sonrisa que la tarde espere
ni una esperanza de llegar de vuelta.
Sería más fácil caminar si en mi equipaje
llevara un resto de ilusión, un sueño, 
pero tus manos, sin piedad rompieron
todos los sueños de mi corazón.

                                         
Me contaba Carlos Bahr que sus tangos contenían experiencias propias y de gente que le contaba sus peripecias. Las absorbía, en este último caso y las "vivía" en el papel, al que trasladaba la fatalidad de lo cotidiano. La representación de la vida y sus evanescentes retornos. Y así nos dejaría una obra muy importante que almacena la memoria y nos acompaña desde el disco, aunque sólo haya cursado la enseñanza primaria. Verdaderas pinturas que llenaron toda una época del tango y hoy se revalorizan, pese a que, curiosamente, nunca pudo vivir de su obra autoral, que es impresionante.

Antes de incorporar este tango de Bahr y Artola a su repertorio,  Aníbal Troilo ya había llevado al disco nada menos que siete tangos del poeta nacido en  la Boca: Sencillo y compadre, No te apures Carablanca, Corazón no le hagas caso, Tango y copas, Sosiego en la noche, Cada día te extraño más y Me están sobrando las penas. Todos temazos que no pierden vigencia y que estarían en los atriles de orquestas y cantantes varios.

Equipaje fue el octavo y para mí es un referente claro y vital de su obra. Lo cantó Floreal Ruiz con toda su clase y su maravilloso fraseo, grabándolo con la orquesta de Pichuco, el 27 de marzo de 1945.
¿Lo escuchamos otra vez?

 Equipaje - Aníbal Troilo-Floreal Ruiz




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