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viernes, 16 de septiembre de 2016

Carlos Waiss

Hay cosas que cuestan entender, como cierto menosprecio por algunos poetas o letristas de tango, que quizás en un escalón menor, dejaron un tendal de temas impecables, que fondearon con enorme éxito en las milongas, radios y orejas de bailarines o tangueros de meta y ponga. Es el caso de este hombre, descendiente de inmigrantes rusos, que atesora un pedigrí digno del mayor de los respetos, su obra me lleva hacia aquellos años juveniles en que muchos de sus temas me atravesaron el cuore.

La orquesta de Juan D'Arienzo fue  la que más partido sacó a sus versos, que serían musicalizados por Héctor Varela -especialmente-, el propio D'Arienzo y Fulvio Salamanca. Con ellos y otros compositores, incluso, dejó títulos que siguen latiendo en las pistas milongueras como: Qué tarde que has venido, Lenguas de fuego, Cartón junao, No nos veremos nunca, Te espero en Rodríguez Peña, Con alma de tango, Y entonces llorarás, Santa madrecita, Cruz Maidana, Si supiera que la extraño, Un tango y nada más, A suerte y verdad, Bien pulenta o ese exitosísimo Yuyo brujo que firmaron Bejamín García y Sos taita.

                                         
Carlos Waiss

Ése fue un tango de Héctor Varela y el propio Waiss y le pusieron como autores al bandoneonista Benjamín García que andaba mal y el boxeador Oscar Sostaita, amigo de los muchachos de la orquesta para que pudieran ganarse un dinero. La historia me la contó Domingo Sciaraffia, y Sostaita que, me salvó de una situación dramática, me lo ratificó. Ocurrió cuando regresó Juan Domingo Perón a la Argentina y yo estaba como periodista en el palco levantado en el camino a Ezeiza. Cuando se armó la tremenda balacera, que obligó a desviar el aterrizaje del avión en que venía el ex presidente, salimos como pudimos del entrevero, con mucho riesgo y finalmente logramos llegar al aeropuerto con un compañero. Y allí Sostaita, que era conductor de un coche de Bienestar Social, nos sacó atravesando el césped hacia Monte Grande para, de allí, salir hacia la Capital. Y en la charla salió este tema y el ex boxeador nos corroboró lo que me había contado Blanco.

                                 
Waiss entre Troilo y Agustín Magaldi (h) en el debut de éste.


Carlos Waiss, era alto, buena figura, parla lunfeta, muy tanguero y amante de la bohemia y fue presentador de algunas orquestas en los refugios céntricos. Incluso hizo glosas en programas radiales y el éxito de D'Arienzo le proporcionaría abundantes dividendos que le permitieron sostener la vida noctámbula con buena percha, bolsillo bien provisto apuntando al siguiente suceso. Tiene milongas geniales para los bailarines como: Oro de ley con Juri Román, Por dos caminos con música de Antonia Lista, Bandera baja y El raje, con Varela y D'Arienzo.

Carlos Di Sarli, con la voz recia de Jorge Durán hizo toda una creación de Un tango y nada más, que musicalizaron Armando Lacava y Juan Pomati. Con Tito Ribero harían esa pinturita de época. Soy del 90 y A mí me llaman Juan Tango. Este último, golazo de Roberto Rufino con la orquesta de Di Sarli. La  lista es muy larga, pero justo es decir que pocos letristas tuvieron tanto suceso en la década del cuarenta-cincuenta, como Carlos Waiss. Precisamente por ello, me parece una injusticia cebarse en algunos temas muy comerciales que realizó para la orquesta de D'Arienzo, cuando tiene tantos otros que revelan imaginación, fuerza lírica, una tmósfera bien conseguida y sentido de la poesía porteña. Hasta con Ástor Piazzolla escribieron un tema: Crucecita, que no tuvo mayor trascendencia.

                                 
      


Yo quiero recordar hoy a Carlos Waiss en dos bellezas suyas. Un tango y nada más por Di Sarli-Durán, grabado el 5 de julio de 1945. Y el delicioso valsecito: Esa noche, de Waiss y Alberto Tito Ribero,  por Alfredo De Angelis, su orquesta y Julio Martel, que grabaron el 24 de junio de 1946.


Un tango y nada más - Carlos Di Sarli-Jorge Durán

Esa noche - De Angelis-Julio Martel

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