Alejandra tiene estudios de danza y ello, agregado a su amor por el tango y un nutriente proceso de destilación, la ha llevado al sitial que ocupa en estos momentos, por méritos propios.
Espoleada por la libertad en que la embarca el tango, se hace partícipe de su creación y la lleva a vivirlo con total intensidad. Su baile es profundo, intenso, pasional, con esa geografía emocional asentada en la proximidad y el contacto con la pareja.
Hace unos días estuvo invitada en la Córdoba morisca y además de dictar unas clases, realizó exhibiciones junto al bailarín Aaron Espinar.
En este hermoso sitio que veremos a continuación, bailaron el tango, El andariego, compuesto por Alfredo Gobbi para homenajear a su padre, que salió de la ciudad uruguaya de Paysandú y recorrió el mundo llevando el tango de los inicios.
La misma Alejandra medita en voz alta:
-La magia sucede en el momento menos esperado, no la puedes crear, ni buscar, y por más que la desees, solo la música te puede mostrar el camino..., el perfume embriaga y el tacto acelera las pulsaciones mientras el abrazo armoniza y contiene, hasta que de pronto te envuelve y...Tango.
La vemos en esos momentos en que la pareja se mueve entre los fantasmas que pueblan ese recinto.
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