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viernes, 14 de junio de 2019

Entrevista a Juan Carlos Copes

"El misterio del tango está en el abrazo"


Juan Carlos Copes, no es necesario aclararlo, es un ícono del tango bailado, un referente en el mundo de nuestra danza porteña. El hombre que llevó el tango a los escenarios y desde entonces da cátedra en todas partes. Siempre a tono con los tiempos, nunca fue un tanguero anclado en la melancolía, sino un innovador audaz  Y hoy, cerca de los ochenta, sigue teniendo unos cuantos proyectos. Historias de una vida intensa. Memoria de un grande de la danza porteña-

Revisar su currículum impresiona. La cantidad y calidad de obras, proyectos e ideas que Juan Carlos Copes puso en marcha a través de su vida, nos hablan de un personaje inquieto, creativo, de gran iniciativa. Un talento del tango que trabajó con los más grandes (Canaro, Troilo, Goyeneche, Piazzolla, Libertad Lamarque, entre muchos)  y con  figuras internacionales de primer nivel (Carlos Saura, Plácido Domingo, Liza Minelli, Irak Mukahamedov), se codeó con los mejores del espectáculo del mundo, y recibió premios a lo largo de todo el planeta. “Introductor de la Milonga en Nueva York” (1965), “Premio Discepolín a la Trayectoria Artística” (1983); Premio ACE por la Coreografía de “Gotán” (1995-1996);  Premio “Estrella de Mar” en 1995, 1997 y 2001 por “Gotán”, “Entre Borges y Piazzolla” y “Copes Tango Copes”; son algunas de las muchísimas distinciones nacionales e internacionales que recibió. En 2000 la Legislatura porteña lo nombró “El bailarín de tango del siglo XX”.

Llega puntual al encuentro. Es un hombre serio y amable,de porte elegante. Parece más joven de lo que es, y al primer contacto da la impresión de que nos conociéramos de siempre, porque empieza a rescatar de la memoria una catarata de recuerdos que vuelca en la charla con precisión asombrosa.

Agil y atento en la conversación, Copes empieza a contar su historia, plagada de pasiones y aventuras.
Nací en el año 31 en el barrio de Mataderos, barrio de tango. Como usted sabe, los mataderos y el puerto fueron los lugares en que el tango nació como baile. Los trabajadores que para distraerse de sus faenas diarias o de su trabajo pesado en la ribera, buscaban distracciones, iban a pasar un rato a esos lugares donde había mujeres y se bailaban mazurcas, habaneras…música alegre…El hibridismo del tango se produce entre la habanera, la milonga y el candombe…Entre las búsquedas del inmigrante y del criollo surgió este baile, como una identidad que los reunió para siempre.
¿Y cómo era su casa?
Muy pobre, pero feliz. Mis padres fueron muy nómades. Después nos mudamos a Floresta, donde hice la primaria, y luego a Villa Pueyrredón, donde descubrí el tango. Salíamos de farra, ya siendo adolescente, y nos íbamos con los muchachos a Parque Norte, que estaba en la esquina del Jardín Zoológico. Y ahí descubrí a personajes increíbles. Quedé loco viéndolos bailar. Había capital en esos lugares para poder tener una orquesta de tango y otra de jazz, y nosotros teníamos capital también para gastar unos manguitos. Y eso que yo trabajaba en el Ministerio de Educación y estudiaba en el industrial, pero a la noche me escapaba a la milonga.
Hubo en su familia un flautista que tocaba tango
Si, Juan Berti, que era el papá de mi madre. Fue el primer flautista del tango.
Y qué más recuerda de aquellos años
La imagen más fuerte es la de mi abuelo. Un hombre imponente, con faja, sombrero, al que yo veía gigante. Para mí era “Jacinto Chiclana” (personaje de Borges, un guapo de Balvanera), porque yo lo veía así, por supuesto con la perspectiva de esa edad. Me acuerdo de tantas cosas lindas….los hornos de ladrillos...y del silbido…El silbido es otra de las cosas que perdió el porteño. Antes todo el mundo silbaba. En mi casa yo me crié en un ambiente pobre pero digno y alegre, donde todo el mundo silbaba. Mi vieja, mi viejo, mi hermano, yo de pantalones cortos, todos silbábamos el tango.
Se recibió finalmente en el Industrial?
Sí, mi padre me anotó en una Escuela de Artes y Oficios en Retiro, que hoy es el Industrial número 7. Hice los cuatro años allí y me recibí después de mucho estudiar. Eran los tiempos de Perón.
¿Usted fue peronista?
No, no fui peronista. Pero reconozco muchas cosas buenas de Perón y creo que si hubiera seguido concentrado en lo suyo…o Eva Duarte hubiese vivido más…no sé, uno se va dando cuenta de ¡qué estadista hubiera sido!, porque lo que vino después de él hasta ahora, mejor ni hablar.
                                                                                                                 
Me decía antes que empezó a aprender observando en la milonga…
Sí. Mirando y asimilando. Practicando y ensayando, una y otra vez. Y al principio, por supuesto, no nos animábamos a sacar a bailar. Hasta que empecé a foguearme. Iba a un lugar y sacaba a una chica que estaba en la punta y bailaba, después sacaba a otra del otro extremo del salón, le rompía los pies, pobre, y después buscaba a otra de otra punta, y así. Bailaba con cuatro y me iba a otra milonga. Era la única forma de practicar y de aprender.
Y vio grandes bailarines amateurs
Si, eran increíbles. De ellos aprendí a pisar, a deslizarme. Y a descubrir que cada uno debe encontrar “su” manera de bailar el tango.  Por eso se dice que el tango es una danza de improvisación, porque lo que uno siente le va saliendo al bailar. Es la pura verdad. Nadie puede decir “así” se baila el tango, nadie tiene derecho a decirlo. A mí me gusta, casi le diría, deslizarme, mientras bailo.
En cuanto al aprendizaje, si te gusta, es un primer punto a favor. El segundo, tener una compañera que te pueda seguir. Y después, aprender a caminar el tango, aprender algunos códigos, tres o cuatro. Una salida, hacerle hacer un ocho a la mujer. Porque el tango nace en el hombre, que es el que tiene más responsabilidad, el que tiene que llevar a la mujer. Y el baile son cuatro piernas y un solo cuerpo. A partir de ahí, podés hacer poco pasos, muchos pasos, ningún paso, pero caminás, sabés caminar el tango….y podés bailar con tu compañera.
¿Cómo eran las milongas de esa época?
Las milongas eran fabulosas. La gente bailaba por todos lados. Yo viví los tiempos de la llamada “Moda Divito”, aquella de los sacos con grandes solapas, hombreras e infinidad de botones, corbatas grandes, en fin… Y nos tuvimos que comprar a crédito dos trajes a la moda porque si no, las minas no te daban bola. Había que ir con “el uniforme”. Había un uniforme para el milonguero. Estaba la casa de los zapatos,  la de las corbatas –que eran como las que usaba Alberto Castillo-. Era una locura…había tipos que tenían botones hasta en las bocamangas de los pantalones.
En 1951 usted ganó un Campeonato de Tango muy importante
Si, en el Luna Park Un gran campeonato para aficionados al tango.
¿Había profesores de tango ya?
Yo, cuando empecé, conocía a solo dos profesores. Eran Julia y Lalo Bello, que era una pareja que bailaba con Troilo, D´Arienzo, Pugliese y otros. Y Lalo era español…y ellos como artistas, al igual que todos los artistas, fueran actores, cantantes o músicos, así como todo el pueblo, sabían bailar el tango….Ellos fueron los primeros que viajaron a Japón, con Canaro. Todos bailaban tango. Y usted sabrá que hubo grandes actores como Enrique Muiño y Elías Alippi, que fueron muy buenos bailarines. Hasta concursaban con El Cachafaz, entre ellos.
¿Cómo bailaba El Cachafaz?
Y… bailaba un tango muy 2 x 4. Medio a los saltitos.  Porque fíjese que cuando baila en “¡Tango!”, con su compañera, ella baila con una pollera hasta el suelo, y con esa pollera ¿cómo hace un gancho?...Es como decía (Alberto) Castillo “ahora una corrida, una vuelta, una sentada…”, era el tango bien dos por cuatro.
Pero bueno, “El Cachafaz” fue un grande. En una época sin medios de comunicación tan masivos, por algo llegó a ser tan famoso. Y murió en Mar del Plata, en el ´42.
¿Cuál es el secreto de esa seducción tan intensa que genera el tango?
En el caso de la música, su belleza, cuando se trata de buen tango. En cuanto al baile, el abrazo, no hay otra Ahí está el misterio. Vos estás en algún lugar, en la milonga, y sacás a una mujer a bailar, y el ínfimo tiempo que transcurre entre que te levantás de la silla y vas a buscarla: ¿cuánto es?, ¿quince segundos?...y vos a los quince segundos ya estás abrazándote a una mujer que no conocés. Esa posibilidad de íntima comunión que da el abrazo es el secreto del tango.
¿Y cuándo empezó a trabajar como profesional de la danza?
Fue de la mano de un gran empresario como fue don Carlos A. Petit, que me contrató para hacer temporada en el Teatro El Nacional y en el Tabarís. ¿Sabe lo que era eso?...Al Tabarís iba mucha gente de alto nivel. Todos los artistas internacionales que venían a la Argentina iban al Tabarís a ver sus espectáculos.
Yo llevé el argumento al escenario, con tango y con milonga, por primera vez en el 57 y 58. Lo hice con Francisco Canaro en la calle Corrientes en un espectáculo que se llamó “Tangolandia”. Después todos empezaron a copiar la idea de las coreografías en los escenarios.
¿En esa época, ¿quién era su ídolo?
Bueno, el más grande ídolo mío en el baile fue Gene Kelly, a quien tuve la suerte de conocer y abrazar cuando vino a vernos en Los Angeles, cuando hacíamos “Tango Argentino”, en el ´86. Por un intermediario me citó a su casa y yo fui, y no lo podía creer, estar ahí, con ese monstruo, en su residencia de Beverly Hills. Casi me muero. Me regaló fotos firmadas y dedicadas, me trató como a un par, y elogió mi baile. Y me sugirió que hiciéramos algo con alguna comedia musical con música de Cole Porter o algún compositor popular norteamericano.


Fue en los años sesenta que usted empieza a viajar, ya con su compañera, María Nieves, y actúan en Broadway.
Claro. Ya en el 59 habíamos estado en Nueva York con Astor (Piazzolla). Debutamos en el "Waldorf Astoria" y "Chateau Madrid" en New York".
El dueño del Teatro City nos probó para hacer una producción con folklore y tango. Me acuerdo que ahí, para las bailarinas había régimen militar. Eran setenta u ochenta chicas, ocho horas de ensayo, tres funciones por día. La cosa es que trabajamos mucho tiempo en los Estados Unidos. El productor –un griego- que nos contrató para Nueva York y Broadway, me conocía de un tiempo antes cuando yo fui a estudiar al Carnegie Hall danza contemporánea, donde estudié un poco de acrobacia, con sogas, con elementos que eran necesarios para incorporarlos como bailarín.
Y tengo entendido que estudió cine
En Estados Unidos hice también un curso de dos años en el Instituto de Cinematografía de Hollywood. No lo hice con la intención de filmar películas sino con la idea de ponerme a tono porque ya veía que la televisión era el futuro, y yo filmaba todo, por todas partes, para registrar lo que veía, como un documentalista. Tengo ese título colgado en la pared.
Estuvo trabajando también en la Cuba de Fulgencio Batista, y estuvo ahí unos días antes de la entrada de Fidel Castro en La Habana
Exactamente. Antes de Estados Unidos, lo que hablábamos antes, habíamos pasado por Brasil, por Venezuela, y estuvimos en La Habana justo antes del triunfo de la revolución. Tres días antes llegamos a El Salvador y fuimos testigos de lo que pasaba en Centroamérica, la Revolución Cubana se expandía con la irrupción en el mercado de la “Cuba Libre”, aquella bebida hecha con Ron y Coca Cola que fue muy popular. Mi objetivo era Nueva York. Primero pasamos a Mejico y a Puerto Rico. Cuando llegamos a Nueva York Astor me llevó de la oreja a ver “Amor sin barreras”. Y estando allí nos enteramos que había muerto el padre de Astor. Al poco tiempo, un día fui a la casa y Dedé, su mujer, me dijo “dejálo que está en el piano”…y resulta que estaba creando “Adiós Nonino”, que es una maravilla y en la actualidad del tango es como “La Cumparsita” en el mundo. Es uno de las obras por las que más nos reconocen afuera.
Usted fue el primero que bailó una obra de Piazzolla.
Claro. “Verano Porteño”.
¿Y cuándo vuelve a La Argentina?
Bueno, hicimos en el 66 un espectáculo de Tango y Folklore,  y después debuto en Caño 14 en el 68, con Julián Plaza. Trabajamos al año siguiente con Pichuco.  Inventé en esos años el concepto "Tango Show", que fue rápidamente copiado en todos los boliches para dar pie a la nueva incursión del tango-danza en el menú porteño
¿Por qué los porteños que bailan tango son una minoría actualmente?
Es vergonzoso que eso pase. Porque vaya usted a Brasil y verá cómo todos los brasileros bailan samba. Hubo de alguna manera una intención, muchas veces, a través de la historia, de marginar al tango. Hubo tres décadas, tal vez tres generaciones que no vivieron el tango. Las orquestas se redujeron, perdieron mucho trabajo. Se transformaron en formaciones de pocos integrantes. Y la invasión de otras músicas lo hizo mucho menos popular. Y durante tres décadas se hizo muy difícil, lo perdimos un poco, como si no fuera un patrimonio de todos nosotros. Y ahora lo declararon Patrimonio de la Humanidad, y me causa algo de gracia…porque luchábamos tanto en aquel entonces para hacerlo resurgir…los bailarines y los músicos. Recordemos que alguna vez, mucho antes, hasta se prohibieron los tangos que tuvieran letras con expresiones del lunfardo…Así que hay que reconocer que siempre al tango le pusieron palos en la rueda quienes estuvieron a cargo de la cultura del país. Eso generó también que los grandes poetas pudieran demostrar que eran capaces de escribir poesía de alto vuelo. Cadícamo, Discépolo, Homero Expósito…los grandes poetas que dio el tango, que llenaron al tango de hermosas metáforas.
¿Y por qué piensa que se da esa situación de desidia oficial?
No sé. Miré, yo conocí mucho a Cadícamo. Y él tenía el proyecto de hacer una gran comedia musical con muchas cosas que tenía escritas…un hombre que además había viajado por el mundo, uno de los más grandes poetas que dio el tango. Y tuvo una audiencia oficial con Menem, que lo derivó a otra persona. Y todo quedó en la nada. No le dieron bola, en una palabra.
No sé, en nuestro país cuesta mucho, es un país en el que es todo muy difícil. Hay bailarines y gente que enseña en todas partes y lamentablemente, tengo que decirlo, el tango no tiene sponsors. No hay Coca Cola, marcas de hamburguesas, ni nadie que apoye al tango a gran escala. Y las autoridades oficiales no hacen nada…Ahora, hace un par de años que le dan manija al tango, aprovechando el flujo turístico, con los campeonatos, pero hacia adentro se hace muy poco.


 Hace muchos años, se insistía en mostrar al tango lejos de la realidad, exagerando la estética de farolito, el lengue y el sombrero…¿no le parece?
En aquellos años los programas televisivos de tango, como uno muy conocido que no quiero nombrar, muy visto por la audiencia, no servían para conquistar al público. Mostraban un tango antiguo y conservador, un poco retrógrado, y eso no servía para seducir al público.
A usted no le gusta que le digan “Maestro”, porque entre otras cosas dice que no hay una “Magistratura” del Tango. ¿Sería necesaria una magistratura o algo parecido?
No sé. Enseñarles a los bailarines también quién fue Villoldo, quién fue Arolas, quién fue Piazzolla. La otra vez unos bailarines muy jóvenes estaban bailando “Escualo” y les pregunté ¿saben qué es esto?, y no sabían que estaban bailando a Piazzolla.. Yo en su momento propuse armar una escuela de bailarines ante las autoridades de la ciudad, y tampoco me dieron ni bola.
¿Y tiene algún nuevo proyecto?
Si, en un espectáculo en Tango Porteño, donde antes estaba el cine Metro, en ese local enorme tan bien ambientado. Vamos a hacer un espectáculo dentro de pocos días que, por lo que ya probamos, es maravilloso, con una puesta en escena impresionante. Lo único que exijo es hacer solo una función por noche. Va a ser un homenaje a Juan Carlos Copes, conmigo en vivo, algo muy lindo…(*) Ya lo han hecho con Troilo y con otros personajes.
Y hay otras cosas dando vueltas que no quiero todavía confirmar, pero que, como siempre, van a ser novedosas. Pronto me voy a dar un seminario en Porto Alegre, también voy a estar en Salta, por algunos compromisos que contraje. Y además, estoy preparando un nuevo libro sobre mi vida y mi trayectoria.
Hoy en día, su pareja de baile es su hija Johana, que ya tiene vuelo propio.
Sí, ella es como la compañera perfecta. Estoy muy orgulloso.
¿Cómo cree que lo va a recordar la historia del tango, dentro de cien años?
Creo haber sido un precursor. En cuanto al tango de escenario, en cuanto a la enseñanza en algunos ámbitos, en mis recorridas por el mundo. Porque agradezco a Dios haber viajado tanto y conocido a tanta gente. Y espero que me recuerden como a un pionero, un hombre que dio todo por el tango, con pasión. Y con eso me alcanza.

Entrevista: Javier Salaberry - Julio de 2012

(*) El espectáculo al que se refiere Juan Carlos Copes fue estrenado la semana del 10 de mayo de 2010.


martes, 11 de junio de 2019

BIEN MILONGA

         Quien no quedó suspirando
         siguiendo tus vueltas
         soñando... soñando...
         Si habrás oído palabras de amor
         milonguerita de barrio.
         Pero tu amor era el tango
         y el tango vivía
         en tu corazón.  
                Reinaldo Yiso                                 

 Martes 11 de junio, noche milonguera en la hermosa pista de la Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6 -Madrid). Como siempre, desde las 21 a las 0 horas, le damos con tutti a los remos, con la música bien milonga que preparo con celo, y así cada velada es una piccola fiesta que nos impregna el cuore.
                                      

Como de costumbre, previamente me doy una vuelta por pistas lontanas y así vamos calentando motores con vistas a questa bella notte. Y mientras, nos entretenemos viendo a esas parejas que muestran sus firuletes en distintos festivales.

En primer término podemos plantarnos en el Holydays Tango Moscú-Rusia, para ver en acción a la dupla que integran José Luis Salvo y Carla Rossi. Son quienes bailan un tango: Oigo tu voz, ejecutado por la orquesta de Ricardo Tanturi, cantando Enrique Campos.


Ahora nos trasladamos a Atenas, la capital griega. Allí están Pablo Verón y Cecilia Capello, que realizan esta exhibición, bailando el Valsecito de antes, por la orquesta de Juan D'Arienzo.

                                           
Y nos pegamos un salto a Nueva York. Estamos en el Mil pasos Milonga, de la ciudad norteamericana. En este caso Melissa Sachi y Cristian Palomo los que saltan al ruedo con la milonga: Parque Patricios, por la orquesta de Francisco Lomuto, cantando Fernando Díaz.

                                         

Y ya velando armas para esta nochecita bien milonga ¿viste?                                     

domingo, 9 de junio de 2019

D'Arienzo y sus orígenes

Por su impronta, sus modales, la manera de dirigir a la orquesta, los tangos reos que cantaba Echagüe y que hicieron huella en su época, por todos estos rasgos típicos, D'Arienzo siempre dio esa imagen de tipo de barrio, pícaro, atorrante, jodón, pasional y vivaracho. Siempre dispuesto a la exageración, a la broma, incluso con los cantores (Mario Bustos no le soportaba esas cosas) aunque la orquesta siempre marchara al ritmo vibrante que lo catapultó al éxito.

Pero los hechos dicen que fue criado en una familia de clase media alta y no anduvo correteando por las calles como se puede pensar. Sus padres eran italianos: Alberto D'Arienzo y Amalia Améndola y fue el primer vástago que trajeron al mundo, cuando vivían en Hipólito Yrigoyen (entonces Victoria) y Virrey Cevallos, cerca del Congreso Nacional -que todavía no estaba inaugurado., en el porteño barrio de Monserrat. Juan nacería el 14 de diciembre de 1900.

Juan D'Arienzo y su madre Amalia Améndola

El padre era representante comercial de firmas importantes, y su madre tenía un hermano: Alfredo Améndola, que era el principal accionista de las firmas discográficas Atlanta  y Electra, unas de las primeras empresas grabadoras de Argentina: Éste ayudaría mucho a su sobrino cuando empezara a llevar al disco los temas con su primera orquesta.

El padre quería para Juan y los dos hijos que llegarían tras él: Ernani y Josefina, unos estudios que les garantizasen el futuro económico que él había logrado. Y se empeñó en ello. La madre había estudiado música, tocaba el piano y tenía uno en su casa, con el cual influiría decisivamente en la formación de sus hijos. Con el tiempo Juan, violinista, a quien apodarían El grillo, por sus pizzicattos, sería estrella del tango, Ernani pianista y baterista de Jazz, y Josefina, pianista y soprano.

                                   

 Ya vivían en la calle Pichincha, cuando Juancito, a sus 12 años estudiaba violín en el Conservatorio Mascagni, con el maestro Pane. Los continuaría, coincidiendo con el Colegio Primario, en el Instituto Thibaud-Piazzino, con el profesor Fassano. Y sería en esa época cuando formaron un trío Infantil con Ángel D'Agostino y Bianchi, que actuaban los domingos en el Teatrito Grand Guignol, que funcionaba en el jardín Zoológico. Y su madre aplaudiendo entusiasmada.

Lo que vale la pena destacar es que Juan siempre cumplió con los requerimientos paternos. No sólo estudiaba sino que también se puso a trabajar tempranamente. Lo hizo en una Casa de música, como vendedor, tocando piezas con el violín o el piano, para entusiasmar a posibles compradores. Avelino Cabezas, dueño del establecimiento, se quedaría prendado de las dotes vendedoras del pequeño Juan, que incluso continuaría estrechando su amistad con Ángel D'Agostino, dado que ambos se reencontrarían en otra casa de música de Sarmiento y Cerrito, en la cual lograron activar las ventas, gracias a sus demostraciones, que tanto sorprendían a los posibles compradores.

                                   

Todo esto viene a demostrar que el éxito posterior de Juan D'Arienzo, que sigue incólume tantos años después, e incluso trasladándose con sus grabaciones a muchísimas pistas milongueras del mundo, se desarrolla desde temprana edad y lo consigue en base a su sacrificio personal. dedicándole horas al estudio, al trabajo y a la música. Cumpliendo con el pedido y apoyo de sus padres. Y aunque terminado el bachillerato, desistió de ingresar en la Universidad, pese a la insistencia de su progenitor, su berretín mayor pasó a ser la música por sobre todo.

Con 18 años se integra en la orquesta de Carlos Posadas, el músico negro que creó tangos tan exitosos como El tamango, Cordón de oro, Retirao, El jagüel, y que actuaba en el Teatro Avenida. La muerte repentina de éste, hizo que volviera a juntarse con su compinche Ángel D'Agostino, y al año siguiente, vuelven a tocar en otro teatro, con una importante compañía -Arata-Simari-Franco-, a la vez que acompañan a los bailarines El Mocho y La Portuguesa en distintos salones.

                             

El siguiente paso es la música internacional. Formará en  la Jazz Select Lavalle -del cine homónimo- y en la del banjoísta Nicolás Verona.  Se reencuentra con el tango en la formación de Anselmo Aieta (Aieta y sus ases), que integraban el director y Navarro en fueyes, D'Arienzo y Cuervo en violines, Luis Visca al piano y Corletto en contrabajo. En el cine Hindú recibieron el aplauso sostenido de los fieles que acudían cada noche a escucharlos.

La senda estaba marcada y D'Arienzo ya no se separaría del tango. Formaría orquesta con Luis Visca, como binomio director y, más tarde, con el viaje de Visca a  Europa, la orquesta queda a su mando. Cuando retorna el pianista, vuelven a ser socios-directores y finalmente queda D'Arienzo al frente y se consagrará definitvamente en el escenario del Chantecler, el famoso cabaret de la calle Paraná, desde 1930, hasta el cierre del local en 1960.

                     

 Lo cierto es que dejó un legado formidable en forma de registros discográficos  que, desde 1928 a 1975, suman 1001 grabaciones, nada menos. D'Arienzo rompió con todo: con la forma de dirigir, implantando una marcación rítmica  frenética, acentuando por igual los cuatro tiempos del compás y mezclándolo  con los nerviosos  rellenos del piano (Biagi, Polito, Salamanca), los bandoneones en stacatto encarando las variaciones y los solos de violín de Cayetano Puglisi, resaltando sobr el resto.

Batió records de venta de discos, de programas radiales, de taquilla en cada presentación que realizara en clubes porteños o del resto del país y Uruguay. Los analistas musicales no consiguieron amansar su polenta instrumental, y no sólo se impuso a todas las críticas en su tiempo, sino que sigue convocando bailarines a la pista con su ritmo musical imperioso.. Bastan dos compases de un disco suyo para que la milonga se altere, y es como un llamado imposible de desatender, por su elevado voltaje emocional.

Podemos recordarlo en estas imágenes filmadas en el Chantecler, para la película "El cantor del pueblo", dirigida  por Antonio Ber Ciani, y estrenada en enero de 1947, con Roberto Quiroga, Tito Lusiardo, Mario Fortuna, María Esther Buschiazzo y otros. D'Arienzo interpreta acá el tango de Eladio Blanco y Héctor Varela:  Don Alfonso. Tito Lusiardo  termina bailándolo con su compañera.


                                         

viernes, 7 de junio de 2019

Ciriaco Ortiz en tono de solfa

Puso sostenidos y bemoles a tangos memorables —algunos de ellos, como 'Atenti, pebeta', se completó con los versos de Celedonio Flores—; hizo oír su bandoneón al frente de orquestas típicas en las que militaban también Orlando Goñi, Cayetano Puglisi, Aníbal Pichuco Troilo. Sin embargo —insólitamente—, Ciriaco Ortiz no parece haber afincado en el prestigio popular del mismo modo que otros intérpretes menos valiosos y personales. Y eso que tiene "tantos años de bandoneonista como de edad", según mentan sus amigos; una edad, por lo demás, imprecisa: C. O. elude con una sonrisa pícara todo lo que se refiera a su fecha de nacimiento, producido —eso sí es verídico— en la ciudad de Córdoba, cerca del Mercado Norte, en donde desplegó sus travesuras siesteras.

A poco de cumplir los 15 años Ciriaquito invadió Buenos Aires; las dos décadas siguientes lo verían transitar ante los micrófonos de Radio El Mundo y por cabarets que nutren cualquier historia de tango: Royal, Casanovas, Tabarís. ¿Por qué, entonces, tantos recién llegados al mundo de la noche lo conocen más por su agudo sentido del humor, ese que lo llevó a definir así a una mujer bajita y obesa que ingería un whisky en la barra de una confitería nocturna: "Parece un cero, pero antes de escribirlo" ... ? La clave fue susurrada la semana pasada por el poeta y letrista uruguayo Horacio Ferrer, durante una pausa de la actuación de Ortiz en El viejo almacén, sucursal marplatense del reducto fundado en Buenos Aires por Edmundo Rivero. Mientras Horacio Salgán, Rivero y el cantor Félix Aldao se sucedían en el escenario, Ferrer metaforizó: "Lo que ocurre es que no son dos cosas separadas, sino que Ciriaco toca el bandoneón con la misma pujanza expresiva, la misma inspiración que bulle en sus chistes". Para insistir: "Siempre hubo buenos bandoneonistas; pero creadores de una manera absoluta de tocar sólo unos pocos, y entre ellos descuella Ciriaco. Únicamente en un hombre del talento de Troilo —dice el coautor de Balada para un loco— campea una similar inventiva musical". Aunque enfatizan que "si hubiera sido su equivalente en jazz, Ortiz sería hoy un fenómeno famoso en el mundo entero", los colegas de C. O. le profesan una casi devoción por su culto —a la antigua— de la amistad, le retrucan con otras bromas: "Por lo petiso y morocho, Ciriaco es como sombra de horno ...", jugueteó Rivero.

Lo que sigue es una suerte de antología de las ocurrencias —cáusticas, tiernas, moderadamente surrealistas; referidas a alguna víctima propiciatoria o a hechos del momento— que desgrana cada noche este artista "equivalente a una rueda: como ella, fue un aporte decisivo, pero ya nos hemos habituado a verla", según describió para SIETE DIAS el imaginativo Horacio Salgán.
• Tania es dos años mayor que ella misma.
• Cuando se levanta a la mañana, Tania tiene en su casa un mapa para armarse.
• Tania fue azafata en el arca de Noé. Resulta que Noé le debía cuatro siglos de sueldos, y como no le pagaba se quedó a vivir en la Argentina.
• Cuando Tania se operó de cirugía estética, con la piel que sobró Los Chalchaleros se hicieron un bombo.
• Me contaron que en la farmacia Franco inglesa venden arrugas de colores de Tania.
• Aunque no es tan vieja como la gente dice, en realidad se murió dos veces y volvió a aparecer.
• La verdad es que Tania está muerta pero los amigos no se animan a decírselo.
• El mes que viene es el cumpleaños de Tania. Las velitas se las vamos a poner en la plaza Irlanda.
• Supe que a Tania la mordió un perro. El perro murió y ayer le hicieron la autopsia. El veterinario dijo: "A este animal le dieron vinagre".
• Por fin pude enterarme de cuántos años tiene Tania: tiene 65 años, Ley 18.188.
• Si será vieja Tania, que vivió al lado de la casa de Dios.
• Pero el hecho de que yo haga chistes sobre Tania no quiere decir que le falte el respeto. Es una gran amiga y tengo gran admiración por ella porque me he enterado de que conoció a Sarmiento. Algunos dicen que fue novio de ella, pero yo no lo creo: en esa época Sarmiento era menor de edad.
• Un día le preguntaron a Tania ¿cuántos años tiene usted? Ella dijo: "Todos".
• Edmundo Rivero fue al dentista. Este lo revisa y le dice: "¿Qué quiere que haga con esta muela, la saco o la asfalto?".
• El mismo dentista le sacó una muela a Rivero, y después los dos se pusieron a jugar a la taba en el consultorio.
• Con otra muela que le sacó a Rivero el dentista se hizo un macetero.
• Una vez iba Rivero en un taxi, un día de lluvia. Lo vio un muchacho, se acercó a la ventanilla y empezó a pasar la mano por el vidrio: creyó que era de aumento.
• Los jugos de frutas Rivero los hace en un lavarropas.
• En una oportunidad Ciriaco Ortiz caminaba por la calle Corrientes de Buenos Aires, y al pasar frente al Obelisco se encontró con que en torno de éste viboreaba una serie de estructuras de metal, destinadas a albergar una exposición. Entonces se hizo el asombrado: "¡Ah, éste es el meccano con el que juega Rivero . . . !"


La cabeza del cantor Alberto Gómez también mereció los venenosos dardos de Ciriaco:
• Alberto Gómez no es gobernador porque no quiere: ¡con la cabeza que tiene!
• Una vez Alberto Gómez se peleó a cabezazos con un árabe y se lastimó. Le tuvimos que poner 2.100 curitas.
• Alberto Gómez le dijo a su esposa Dorita: "Besame la cabeza, que me duele". Dos horas y medía después Dorita le rogó: "Voy a descansar un ratito y después sigo.
• Acabo de enterarme que las gorras de Alberto Gómez no las hace un sombrerero. Se las hace un sastre.
• Para dormirse por completo Alberto Gómez tarda una hora y 20 minutos: se duerme de a trozos.
• La Bayer fabrica unas aspirinas especiales para Alberto Gómez, se las cobra 72 pesos cada una y dicen arriba: "Calmante Gómez".
• Una vez se hizo un partido entre cantores y músicos y Alberto Gómez jugó como delantero. Marcó 18 goles, de cabeza.
                                         
Ciriaco Ortiz con su trío. Los guitarristas son Ramón Menéndez y Vicente Spina

El cantante Félix Aldao, que actúa junto a Ciriaco en El viejo Almacén, se compró hace algún tiempo un automóvil modelo 1936. Todos los días Ciriaco descerraja algún chiste sobre el coche, lo desarma a fuerza de ingenio. Como en la primera quincena de febrero, cuando se apuró hasta alcanzar a Aldao, que se dirigía a su auto, lo detuvo con gran aspaviento y le comunicó: "Cuidado, tu cafetera tiene plantas en el cárter". Otro día le aseguró, muy serio, que una familia humilde quería alquilarle el asiento de atrás.

Este intérprete que ya tocaba el bandoneón a los ocho años y que no ha perdido la tonada ni el amor por su terruño, pese a ser parte inseparable del folklore porteño, parece necesitado de inventar siempre: fraseos musicales, amistades, observaciones al paso; como la de que "ese tipo tiene tanta plata, que puede comerse un pollo cada media hora". Noches atrás, Horacio Ferrer lo notó muy cansado; eran las cuatro de la mañana y recién concluían su actuación. "Me imagino que ahora vas a tu casa a dormir", le dijo. Ciriaco contestó, en tono lúgubre: "Si llego a casa, me saco dos fotos y me acuesto. Nunca se sabe".
Claro que —cordobés al fin— los motes tienen en Ortiz un entusiasta cultor. Alguien no muy agraciado será bautizado "cara de otro"; de otro más feo aún, dirá: "Aquello no era cara, era un bochinche".

Pero quizás sea menos grave el caso de un vecino del flaco Lumbrís, quien —cuenta— murió días pasados: "El flaco fue a la casa de la pobre mujer y le preguntó: ¿Así que falleció su marido? Ayer murió el pobrecito, se lamenta la viuda. ¿Y de qué murió? De pulmonía, responde la mujer. ¿Doble?, se inquieta el flaco. No, simple, le responde ella. -"¡Menos mal!"

Revista Siete Días Ilustrados
02.03.1970

martes, 4 de junio de 2019

BIEN MILONGA

         Marcando una candombeada
         fue luciendo medias lunas
         y entre cortes y quebradas
         iba el tango provocador...
        Me acuerdo de aquellas farras
        que entre fueyes dormilones
        rimaban los corazones
        un paisaje sentimental.

              Enrique Cadícamo


Martes 4 de junio, con calorcito veraniego en el cuerpo y en el cuore, para milonguear a troche y moche, en esta invitante noche. Sí, desde las 21 a las cero horas, en esa pista que pide marcha y se la damos con gusto. Estamos en la madrileña Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6).



De paso cañaso, me mando una passeggiata por otras pistas colegas. con el fin de ir templando gaitas con vistas a la milonga de esta noche y ver cómo bailan distintas parejas.

El primer paso lo planto en el Festival de Dubai, donde también se ha hecho fuerte el tango. Durante el Festival de dicho emirato, en el Golfo Pérsico, Magdalena Gutiérrez y Germán Ballejo se lucen con el tango Don Agustín Bardi, por la orquesta de Osvaldo Pugliese.

                                                     
Me traslado a Basilea, en Suiza. En este caso son Los Totis (Christian Márquez y Virginia Gómez), los que bailan este hermoso valsecito: Alma dolorida, interpretado por la orquesta de Juan D'Arienzo.

Y me marcho hacia atrás en el tiempo para ver cómo las gastaban, firuleteando, Sebastián Arce y Mariana Montes  hace diez años. Estaban abriendo puertas en Moscú, y así se ganaron a la parroquia de la capital rusa: Bailando en este caso La milonga de mis tiempos, por la orquesta de Francisco Canaro


Y ahora nos toca a nosotros gastar suela esta noche en Bien Milonga. ¡Allá vamos!                                                                             

lunes, 3 de junio de 2019

EXORDIO

Compadrito porteño
que veo por las calles de Montmartre
el quartier sin sueño,
siempre de traje negro sin chaleco,
con camisa de seda,
zapatos de charol con tacos altos
y prepotente volteador de muñecos.
Figurita escapada de Barracas
o de alguna carátula de tangos,
que habla un patois francés a toma y daca
y por decir 1 franco --dice un mango.
Esto da clima reo a rue Fontaine...
En el Moulin de la Galette
llora el acordeón
en el vals Musette
y hace estremecer
de celo y pasión
al apache corso
y a la apachinette.
Esto le da al quartier
un Rififi sabor local...
Del cabaret Garrón
lo encara y desafía un bandoneón:
"Manuel Pizarro"
que en guapo arremango
se juega entero
en un tute cabrero,
el prestigio del tango.
Y esto le da al faubourg
clima y fandango.
Bianco, Bachicha, Melfi, Pizarro.
Cuatro hombres que jamás se empañan
porque hacer bailar a París,
ya, es una hazaña.
Ecos dislacerantes de tangos
rebotan contra el bistró de Le coq-hardi
donde se emborracha a puro mandarain
"Eduardo Arolas".
Ante las cuatro aspas del Moulin Rouge
se persigna la revista teatral: París qui tourne
(une vraie folie con descaro)
con las piernas famosas de La Mistinguette
y la cara roja de Spadaro.                    
Raúl Santolín y Salvador Pizarro ( hermano de Manuel)
son los "santo-lines" que en el Florida
hicieron el milagro del debut de Gardel.
Rue Clichy 20, Florida Dancing, mil nueve veintiocho...
Noches de gigolós peinados a la gomina argentina.
soirée de lujo
donde el misterioso embrujo
es un cantor morocho...
Noche de gala...
La élite artística de tout París va a aquel debut:
Mauricio Chevalier
Gaby Morlay
Lucienne Boyer
Moro Giaffery ( el célebre abogado argelino que defendió a Landrú)
Josefina Baker
Fujita ( el pintor japonés,
con su flequillo,
su imperial kimono
y sus gruesos anteojos de carey)
George Carpentier ( la gloria del box francés)
Tito Saubidet ( el pintor argentino,
el artista estanciero
que decoró los muros del Florida
con motivos camperos...
Una Pampa muy verde,
un ombú solitario,
un rancho, y a lo lejos,
la carreta castillo,
la laguna de espejo.
En un panneau,
el casco de una estancia,
una hacienda, una yerra,
un asado bien criollo,
costillares enteros
en fuertes asadores
clavados en la tierra...
Y en otro,
dos gauchos a caballo
corriendo a toda rienda
haciendo filigranas
gambetas y boleando
avestruces pampeanas.
Y en un ángulo aparte,
sobre un poste esquinero,
como un símbolo nuestro,
el nido de un hornero).
…………………………………………

En la semi-penumbra del proscenio
aparece Gardel a la conquista
con su traje de gaucho legendario
seguido de Barbieri, Aguilar y Riverol,
sus nobles guitarristas.
Y es tanta su radiante simpatía
que resplandece más el escenario.
Es Rodolfo Valentino redivivo,
es la vedette, el macho,
la aparición de un divo.
Llega el instante de emoción.
La sala aplaude. Él, conmovido.
Y es otro aplauso el estampido
del detonante Moët- Chandon.
Va a enfrentar a París...
Tiembla su corazón...
Siente algo que se parece al miedo
de hallarse lejos de su país.
Cierra los ojos
y se deja flotar como en un sueño
pensando unos segundos
que París es un mundo
sordo y vasto...
Y en su confianza loca,
su voz,
del corazón salta a la boca
y comienza a cantar
como lo hacía ayer en el Abasto...
Y canta un tango cuya letra argentina
los franceses no entienden,
pero es su voz que nunca desafina,
es su honda ternura
y la arrogante y varonil figura
de aedo extranjero,
la que enciende en las damas, la galante aventura
y en los hombres, el aplauso sincero.
En una mesa de preferencia
acompañada de su bailarín
fuma su Chesterfield en larga boquilla,
platino y brillante en su gargantilla,
costosos pendientes de varios quilates
y en el dedo meñique luce un "chevalier".
Más que una habitué, por su deslumbrante fortuna de joyas
parece un anuncio
de Jacques Lacloche o Cartier...
Muerde displicente la almendra salada,
bebe a lentos sorbos rosado Cliquot
y de tanto en tanto
echa una mirada a Carlos Gardel.
Esta flor de otoño ya quincuagenaria
es la conocida multimillonaria
Madama Liggett.
Dos tangos son muy pocos.
Otros dos y otros tantos más también.
Los aplausos consagraban esa noche
a le chanteur sud-américain...

………………………………………...
Ese fue su debut y desde entonces
siempre ¡arriba Carlitos!
Ya en el Empire, o en Cannes,
en el Casino Mediterranée,
alternando y hablando de potencia a potencia
en correcto francés,
de turf, con el Aga Kan,
con el Príncipe de Gales, de steeple-chase,
con Madama Rasimi y Monsieur Volterra,
de llevar el tango a las revistas teatrales de París.
Y con su amigo predilecto, Samitier,
habla de goles hasta el amanecer...
Anterior a “Luces de Buenos Aires”
Gardel soñaba ser actor de cine.
Admiraba a Carlitos – a Carlitos Chaplin
su glorioso tocayo que gustaba del tango.
Y se hicieron amigos
durante un souper en Chez Maxim.
Mientras que en Monte Carlo
se daba su baraja...
Constelada de alhajas
suspiraba por él Madama Ligget...

                                                     
……………………………………….
Gardel había nacido
con un instrumento musical en la garganta
y aparte de su voz extraordinaria
Carlos tenía el ángel en el rostro,
eso que hace triunfar a los artistas
transformándolos luego en luminarias.
Con eso, nada más, aún sin saber cantar
podía haber triunfado.
Sonriendo solamente,
mostrando el estupendo encanto de sus dientes.
Era un predestinado...
Y cuando alguien por quemarle incienso
le decía al Morocho, ingenuamente:
"El Tango a vos te debe mucho, Carlos..."
Gardel le respondía humildemente:
"Yo soy el que le debe mucho al Tango"…
Hubo tan sólo uno que se llamó Gardel
y seguirá viviendo mientras haya una esquina
Corrientes y Esmeralda, porteña como él.
o mientras en Palermo haya un final reñido,
o del surco de un disco llegue un tango sentido
y su voz tan lejana nos erice la piel.

                                                           ENRIQUE CADICAMO
                                                           Buenos Aires. MCMLXV

(En la imagen, Gardel en París con sus guitarristas Aguilar, Barbieri y Ricardo)