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miércoles, 17 de enero de 2024

Café Domínguez

   Enrique Cadícamo fue y es toda una gran leyenda del tango. La cantidad de temas exitosos creados por este poeta que también musicalizaba gran parte de su obra, posiblemente no tenga parangón, en cuanto a la enumeración de títulos que poblaron los pentagramas de orquestas típicas y cantantes de ambos sexos. Quizás con el ejemplo de Carlos Gardel, que le grabó 23 temas, nada menos, ya tendríamos una idea de su dimensión autoral. 

   Su paleta poética retrató los conventillos, las épocas grises y las luminosas. La calle Corrientes cuando  estaba colmada de escenarios tangueros y milongueros. Y lo más notable es que, prácticamente, siempre acertó con sus creaciones. Desde la antaña guardia vieja a las renovadas formaciones, recurrieron a sus versos musicales y porteñazos para nutrir su repertorio.

                                    

Ángel DÁgostino y Enrique Cadícamo tomando un café

    Ángel D'Agostino, por ejemplo, que era muy amigo suyo y vivían cerca el uno del otro, le grabó nada menos que veinte temas, que por lo general tuvieron mucho eco, y siguen sonando en las milongas de tantas partes. Entre ambos compusieron cuatro de esas veinte piezas y una de ellas se mantiene firme en la elección de los disc jockeys de todo el mundo, y es la que traigo en este recuerdo.

   El Café Domínguez era uno de los tantos rincones que reunían a los porteños por la tarde o en las alargadas noches que los acoplaba para escuchar a las orquestas en vivo. Este recinto estaba ubicado en la Calle Corrientes y Paraná y tuvo la particularidad de ser el primero en estar abierto las 24 horas. Allí se instaló la primera máquina express de café. Celedonio Flores lo nombra en su poema Tristezas.

                                 3-Avda Corrientes Centro, placa homenaje a O.Pugliese,P.Bernardo donde  estaba el Café Dominguez - Picture of Buenos Aires, Capital Federal  District - Tripadvisor

   Cadícamo, en su "Viento que lleva y trae", le dedica el verso que años más tarde se convertirá en tango: Café Domínguez. Un tango de gran pegada.  

Estabas en la antigua calle Corrientes
cuando era angosta y la gente
se saludaba de vereda a vereda.
 
Café con el cuarteto de Firpo
o de Graciano de Leone,
donde caía el tano Pascual
a escuchar tus tangos
porque en el fondo
era un gringo malevo y sentimental. 

Rebotaban en tus paredes
los tangos de Firpo
y los de Graciano:
Tierra negra,
El pillete
o Un lamento
Era el imán que atraía
como el alcohol a los borrachos.
A tus mesas caían
Pirincho, Noli y Pacho...

Café Domínguez
de la antigua Corrientes
de cuando era angosta y la gente
se saludaba de vereda a vereda.

   En 1955, D'Agostino y Cadícamo están tomando un café en un boliche del centro y en la conversación aparece este poema. D'Agostino le propone ponerle música pero usando una parte del tema. Le dan vueltas al mismo y finalmente la parte musical es la que predomina. Julián Centeya es el elegido por ambos para recitar un trozo del verso y el resultado final es todo un éxito que se prolonga hasta el presente. D'Agostino me contó que fue Cadícamo quien lo propuso a Centeya para el recitado.

   Ya no estaba Ángel Vargas en la orquesta y vaya si se notaba su ausencia. El suceso que despertó este tema palió el agujero que dejó el cantor de Parque Patricios en su rumbo de solista. D'Agostino con su orquesta grabó  Café Domínguez, el 16 de agosto de 1955. 

Lo escuchamos.

                    





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