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viernes, 26 de febrero de 2016

Un retrato de Ciriaco

Fue una persona del tango, irrepetible. Por su arte y su jocundia perpetua. Por sus dedos mágicos ansiosos de chamuyo, de gracia, silabeando las letras de los tangos o su melodía, como si quisiera darle voz humana, cordobesa,  a su fueye travieso, inigualable. Alguien dijo que tenía algo así como un punteo guitarrístico en la ejecución del bandoneón.

Pero hoy le cedo la palabra a un gran experto en este tema del fueye y sus ejecutantes. Es un gran amigo y sus intervenciones en el blog merecen un espacio mayor que el simple acompañamiento en un comentario debajo de mi nota. Oscar Zucchi, que también supo tañer el instrumento de los 71 botones, escribió sus apuntes bajo mi entrada de hace cuatro años. Como creo que vale la pena darle más relevancia a sus parolas sobre el gran Ciriaco Ortiz, lo saco de ese rincón y lo traigo acá, al presente para que podamos disfrutarlo como se merece.

                                           


Amigazo José María:

Después del afectuoso saludo, me gustaría dejar algunos conceptos con referencia a "Ciriaquito", que a poco de su arribo a esta capital, procedente de Córdoba, su sumó con prontitud al trío de los máximos estilistas de la época, es decir, entre los creadores de un estilo. Como lo fueron y lo son Pedro Maffia y Pedro Laurenz, los tres de mayor gravitación creadora, en cuanto hace a la interpretación del bandoneón en el tango.

En otras palabras, ellos inventaron cómo se toca el bandoneón en el tango. "Ciriaquito" aportó al tango, y en particular al bandoneón, una modalidad distinta y personalísima, definida por su fraseo entrecortado y su marcada devoción por cantar con claridad la melodía. Como si se tratase de una voz humana semejando un estilo conversado, una suerte de parloteo lírico, mucho más locuaz desde su teclado derecho que desde el izquierdo, por la menor riqueza armónica, con  relación a los otros dos miembros de la trilogía señalada.

                                                         
Ciriaco, con 16 años en la orquesta de Bazán

Fué además Ciriaco, junto a Laurenz y a Anselmo Aieta, uno de los que impuso la utilización de fraseo octavado, pulsando la misma nota con una y otra mano, pero en distintas octavas. Recurso, éste, que provee a las interpretaciones de un legítimo acento tanguero envuelto en las gratas remininiscencias ancentrales del fueye de Arolas. A quien oyó tocar de muchachito, allá en El Abrojal cordobés, habitado por negros, indios y mestizos (los europeos aún no habían llegado hasta allí).

De esa pasta esta hecho "Ciriaquito". Él transmitió mucho de su estilo a "Pichuco", y aunque fueran de semejante velamen, Ciriaco reconocía picarescamente los méritos del Gordo. En cierta oportunidad en que iban a tocar juntos, al sentarse, le dice a Pichuco:
- Tocá tranquilo que yo voy a menos...

                                       
¡Qué nenes! Laurenz, Maffia, Ciriaco, Marcucci, Piana y Manzi


Además te señalo que en la integración de la orquesta "Los provincianos", se deslizó un error de imprenta en el apellido del bandoneonista Horacio Gollino, que aparece allí como Horacio Molino. Gollino era un excelente instrumentista que formara parte de la Orquesta Sinfónica de Francisco Canaro... (Canaro no sabía lo que era una Orquesta sinfónica, pero fué creador de los tangos Fantasía).

A Gollino tuve la suerte de tratarlo, ya muy entrado en años, y había perdido toda la movilidad de uno de sus brazos; pero aún así continuaba enseñando música, cambiando el bandoneón por un modesto piano. En el sector violinístico también intervenieron Benjamín Holgado Barrio y Manlio Francia. La alineación de "Los Provincianos" era muy cambiante.

                                     
Típica Los Provincianos. Pichuco a la derecha de Ciriaco

Aquí corto y te hago llegar un fuerte abrazo.
                                                                             Oscar D. Zucchi - 24 de febrero de 2016.

Y así, Tangos al bardo, se enriquece con esta pluma sabia y por su gran experiencia en la materia. Porque el amigo Zucchi, la ha vivido a fondo y conoce el terreno como nadie.

Yo sólo agrego: Gracias.

Y me voy con La cachila, el tangazo de Eduardo Arolas, que grabó la orquesta Los Provincianos, dirigida por Ciriaco Ortiz, el 7 de febrero de 1931.

 La cachila (Arolas) - Orq. Los provincianos           

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