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miércoles, 5 de julio de 2023

El Tango en el País de las sonrisas

    Con 31 grados de calor al mediodía, las calles de Tokio -más que largarse a revolver los magazines de GINZA o a enchufarse en el tan mencionado tren bala que no baja de los 200 km/h, para echar un vistazo a la antigua y tradicional ciudad de Kioto (Kioto al revés es Tokio; como vemos el lunfardo también corre en Japón)-, nos invita a refugiarnos en el hotel donde el aire acondicionado realizar el milagro de hacer descender los infernales 31º, a 22º.

   El monzón cargado de penetrante perfumes de las especies arrastradas a su paso desde las selvas asiáticas o de los oasis de África, trae además un soplo de fragua que de alguna manera nos ordena buscar la temperatura artificial del hotel. 

                                             

Enrique Cadícamo

   Agregado a esto, demás está decir que con una sombrilla, deambular por la city para balconear vidrieras consteladas de hermosas y tentadoras chucherías, se corre el mismo peligro que salir a la calle sin sombrilla y ligarse una fastidiosa insolación, por los precios tan altos que hacer tambalear los travel-check's de cualquier generoso que se aventure a comprar algún presente para los amigos que esperan en Buenos Aires.

   Aquí, no existe latan temida inflación porque el standard de vida es alto y los japoneses hacen caso omiso si un café cuesta 200 yens (tres dólares). Japón es el país más caro del mundo. El turismo brilla por su ausencia. Pero esto, para un autor y compositor de tangos que ya lleva 50 días en Tokio no tiene ninguna importancia, por cuanto lo único que le interesa es cómo marcha el tango en el país de las sonrisas entre sus admiradores amables, honrados y generosos.

   El tango desde hace rato es amigo de los japoneses. Noches pasadas, día sábado (los sábados y domingos el show de tangos del hotel no actúa) al entrar al LOBBY de la boite, el jefe de sala que se hallaba hablando con un matrimonio de jóvenes japoneses de semblantes desolados, ambos con un programa del espectáculo en sus manos, me informó que el mismo, el día anterior había arribado de Osaka expresamente para ver el show de tangos y no pudieron presenciarlo por cuanto era sábado y los sábados, como dijimos anteriormente, no actúa el conjunto de tangos del "Concert".

   Esto explica el afecto que la gente de Japón siente por el tango. recorrer 500 Km., pernoctar en un hotel de gran lujo como lo es el del Keio Plaza, regresar al día siguiente con el agregado además del gasto que insumió el viaje, todo para escuchar tangos, y no poder lograrlo por el hecho de ser una noche de sábado, era lo suficiente para justificar el gesto desolado de sus semblantes.

   Al observarles a cada uno de ellos el programa que jugaba en sus manos, el jefe de sala, después de cambiar unas palabras en japonés con los mismos me presentó explicándoles quién era yo, al par que me pedía que le firmara los dos programas a manera de autógrafos, lo que hice cortésmente retribuyendo su simpatía por el tango.

                                   

                                 Nelly, sacerdote Motaba, Cadícamo e Hiroko Motaba ante el Templo budista
 

  Al margen, Yoyi es un amigo japonés no solamente mío, sino  de muchos tangueros argentinos, con el cual nos vemos diariamente en el hotel. Me contó una anécdota que vale la pena repetirla:                        

-Yo tenía 17 años cuando aquí en Tokio llovían las bombas de los aviones norteamericanos. La gente buscaba refugio en las afueras de la ciudad. Yo vivía con mi familia distante unos 50 km de este hotel, vale decir, de Shimjuku.

   -Una noche, en el patio de nuestra casa, ajeno al peligro de las bombas, me entretenía escuchando los discos de Rosita Quiroga, Alberto Gómez, Canaro, Gardel, etc. Los vecinos asustados comenzaron a gritarme: 

"Yoyi...basta de tangos... los aviones detectan los sonidos y nos arrojan bombas..."                   Yoyi, entonces, conjuraba el peligro metiéndose debajo de una manta con victrola y discos para apagar las voces y seguir escuchando tango... Increíble...

   Y hablando precisamente de tangos, el cuarteto del maestro Omar Valente, todas las noches en el "Concert" del Keio Plaza Hotel da su recital de tangos recogiendo los más cálidos aplausos de un auditorio afectuoso y conocedor del género, y Mónica Cadícamo, noche a noche da todo lo que su joven corazón siente por el tango y los aplausos rubrican su labor sobre todo cuando entona las estrofas de "Caminito" cantadas en japonés.

                                                                                                 Tokio, 26 de agosto de 1987                                                                                                                   ENRIQUE CADÍCAMO

                                                                                                          

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