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domingo, 2 de noviembre de 2025

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (VII)

 Fresedo en París

Merced a la activa gestión de su gran amigo de la alta sociedad porteña, “Macoco” Alzaga Unzué, por largos períodos residente en Francia, la orquesta de Fresedo fue contratada ventajosamente para inaugurar el lujoso cabaret “Nouvelle Garrón” de Montmartre, con una elevadísima cifra en carácter de retribución, como lo eran 35.000 francos.

El 16 de octubre del mencionado año 28, zarpó rumbo a Francia en el vapor “Florida”, con este plantel de músicos:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Alberto Rodríguez y Luis Minervini
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
Cantor: Ernesto Famá (que sólo grababa con Fresedo).
El maestro Fresedo hubiera preferido llegar dos bandoneones y tres violines, pero el empresario insistió para que fuera a la inversa, dada la atracción de los bandoneones sobre el público.
Tras el exitoso debut en el “Nouvelle Garrón”, emplazado en los altos del cabaret “Palermo”, donde se presentaba por entonces uno de los pioneros del tango en París, Manuel Pizarro, prosiguió actuando con el mismo suceso por espacio de tres meses, trabajando simultáneamente por la tarde en los “The danzantes” del afamado “Lido” de Champs Elysèes.
Terminando el contrato con el “Nouvelle Garrón”, aunque había otras posibilidades de trabajo, varios de los integrantes de su orquesta decidieron regresar a nuestro país: el pianista Rizzuti, el bandoneonista Alberto Rodríguez y el violinista Adolfo Muzzi.
Ante esta deserción, Fresedo debió recurrir a los músicos de su orquesta paralela del Casino Pigall de Buenos Aires, a cargo como se dijo del pianista Nicolás Vaccaro, quien narra al respeto para este trabajo:
-“En 1928 recibí un telegrama de Fresedo para que viajara a París, donde él estaba con su orquesta, de la que se habían vuelto Rizzuti y varios otros integrantes.
De aquí viajamos tres músicos: el violinista José Lorito, el bandoneonista José Salvatore y yo, para reemplazar a Adolfo Muzzi, Alberto Rodríguez y José María Rizzuti respectivamente”.
Acotemos que también el cantor Famá había desertado, pero no fue sustituido, y en cuanto a Minervini, quedó radicado en París donde contrajo enlace y allí pasó a España para trabajar en diversos conjuntos españoles que cultivaban el género típico, como ellos creían que era.

                                


Al retomar nuestra charla con el maestro Fresedo, buscó entre muchas otras fotografías, una en particular, señalando:
-“Esta es de 1928, cuando los muchachos me abandonaron en París; yo me quedé y fui al “Paramount”. Aquí está Nicolás Vaccaro, el pianista que hice viajar de la orquesta que tenía en el Casino Pigall. Este es Juan Salvatore, bandoneón, éste Carlos Espósito, también bandoneón, que era hermano del “Tano” Genaro Espósito, luego José Lorito, violín y Jean Koller, también violín, que había quedado en París conmigo. Los demás son músicos franceses.”
Este elenco tocó en el fabuloso “Ambassadeurs” donde estuvieron cuatro meses, del que pasaron a Bélgica a fin de hacer la temporada veraniega en las sofisticadas playas de “Ostende”, presentándose en los exclusivos bailes del Casino “Kursall” de la alumbrada ciudad Belga.
En 1929 prosiguieron su periplo por la Costa Azul, Montecarlo, para retomar a París el 5 de febrero de ese año y participar en el acontecimiento internacional conocido como “Bal des petit Lits Blanes sur le Pont d’Argent (Baile de las pequeñas cunas blancas sobre el puente de plata), que se realizaba anualmente en el “Theatre de L’Opera”, con presencia del Presidente de Francia, Gastón Doumergue.
Allí concursaban usualmente las veinte aspirantes al título de Miss Europa.

Un cielito que no es mío, pero es lindo
-“Cuando llegué a París en el 28 para inaugurar el “Nuevo Garrón”, tuve una sorpresa grata y a la vez graciosa.
Yo no soy –ni he dicho que lo sea- autor de “Cielito lindo”, sino que un Sr. Lalo Buiet, que era un galán joven de los años veinte, cuando viajó a México con la Compañía de la gran actriz Camila Quiroga, me trajo la novedad de este tema, que había escuchado por primera vez allá y se cantaba por todos lados.
-“Mirá pibe, oí esto” y me lo entonó.
-“¡Qué lindo!” –Le dije- nunca lo había escuchado
-“Anduve por todos lados buscando el autor –prosiguió Buiet- y no hay nada: es de dominio público. ¿Por qué no hacés un tango?
-¡Pero no es mío, cómo voy a hacer un tango!, argumenté. Pero finalmente me animé.
Entonces tomé la primera parte, e hice la segunda y tercera.
Fue un éxito; yo lo titulé “Cielito mío”, y se basa en motivos populares mexicanos. Cuando llegué a París, estaba el Sr. Volterra, que chapurreaba algo el italiano. Estaba yo tocando en el “Nuevo Garrón” y en un intervalo Volterra me preguntó: “Fresedo, usted conoce un tango que dice: Salute alla papá, Salute alla mamá, Salute a tutta la famiglia?, entonándolo con la música de “Cielito mío”.
-“Si, lo conozco, ¡es mío!” ¡Se había hecho popular en París, con esa letra!”.

El barón de Rothschild
Durante una de sus actuaciones en Francia, el Barón de Rothschild, uno de los hombres más acaudalados del mundo en aquellos tiempos, escuchó a la orquesta de Fresedo y como buen gustador del tango, quedó entusiasmado con ella.
Decidió entonces contratarla, para que animase uno de los aristocráticos bailes organizados en su fastuosa residencia.
Pera era habitual en estas bacanales danzantes, que la orquesta tocase detrás de un biombo.
Fresedo, pese a la generosa retribución, no aceptó esa condición y estaba dispuesto a devolver el importe.
Ante esta firme actitud del músico argentino, por primera vez una orquesta, reafirmando la jerarquía y dignidad que como artistas y personas de bien les correspondía, tocó sin el humillante y clasista biombo.

Nueva York

Tras actuaciones señaladas precedentemente, que fueran galardonadas con un éxito total, Fresedo decidió intentar repetir ese suceso en Norteamérica, en su segunda visita a este país.
Allí, su plantel sufrió la nueva deserción del pianista, en este caso Nicolás Vaccaro, siendo su plaza cubierta transitoriamente por un instrumentista alemán Otto Montbruk.
Posteriormente ingresaría Sebastián Lombardo, destacado pianista y orquestador, llamado a cumplir un importante ciclo en la evolución instrumental de la orquesta de Osvaldo Fresedo:
-“Lombardo me fue presentado en Nueva York, donde era el pianista de la National Broadcasting Company y cuando vine de Norteamérica, estuvo en mi orquesta aquí.
Después, cuando hicimos la primera orquesta sinfónica para tocar que hubo en el país, la mayoría de los temas los instrumentó él, compartiendo la tarea con Ramón Gutiérrez del Barrio, otro gran orquestador”.
Tampoco fue de la partida en Nueva York el cantor Ernesto Famá, siendo cubierta esta función por Genaro Veiga, Pilar Arcos y Fortunio Bonanova, quienes intervinieron en sus grabaciones de Brunswick en Estados Unidos.
La orquesta de Fresedo se presentó en muy prestigiosas salas de espectáculos neoyorquinas, de manera especial en los más lujosos hoteles de la época, como el “Savoy Plaza Hotel”, “Ritz Carlton Hotel”, “Abbadies Club” y otros.
El maestro Fresedo nos da una idea lo que fue la lucha por imponer nuestra música en EE.UU.:
-“Yo hablaba muy mal el inglés, pero el empresario me enseñó a decir las palabras indispensables para anunciar más o menos: “Señoras y señores, ahora tocaremos jazz argentino”. Y arrancábamos con “El entrerriano”, que los norteamericanos no conocían ni de lejos. Y tocábamos haciendo muchos firuletes con los instrumentos, haciendo bailar al contrabajo. Había que imponer nuestra música a cualquier precio. Y lo conseguimos.” (Rep. Geno Díaz)
Realizó además un concierto radial sumamente exitoso desde la National Broadcasting Company de la esplendente Radio City y ya en las postrimerías de ésta su segunda incursión por Norteamérica, tuvo el privilegio de inaugurar el famoso “Trocadero”.
Desde Nueva York retornó a París donde cumplió nuevas actuaciones, para finalmente emprender la vuelta a nuestro país.

Triunfal reaparición en el “Metropol”
Ya en nuestro medio, su reencuentro con el público porteño tuvo lugar en la sala del cine “Metropol” de la calle Lavalle, el miércoles 1º de octubre de 1930, con la siguiente formación, según fotografía del archivo del músico Manlio Francia:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Juan Salvatore
Violines: Manlio Francia, Juan Cruz Mateo y José Lorito
Piano: Sebastián Lombardo
Contrabajo: Alfredo Corletto
“Chansonnier”: Roberto Díaz

A fines del año 30 finalizó en el “Metropol”, el 30 de noviembre, y comenzó en el “Florida Dancing” el 1º de diciembre, prosiguiendo en este local con notable suceso durante toda la temporada veraniega.
En 1931 Fresedo vuelve a las salas de grabación tras estar ausente en ellas, al menos en nuestro medio, desde 1928, haciéndolo en el nuevo sello discográfico “Brunswick” donde dejó impresos 24 discos, inaugurando su serial la placa Nº1436 con el éxito de entonces:”Tango mío”, que contó con la atracción de Agustín Magaldi interpretando el estribillo y del reverso “El mal de ausencia”.
En esta etapa de su albor para el disco, participaron como estribillistas Teófilo Ibáñez, Luis Díaz, Roberto Ray –que ingresó en 1932- Antonio Buglione y Juan Carlos Thorry.
Además en colaboraciones especiales intervinieron el dúo Agustín Irusta-Roberto Fugazot, aparte de la ya mencionada de Agustín Magaldi.
La vinculación de Fresedo con Brunswick se prolongó hasta 1932.
En lo atinente a sus presentaciones públicas durante el curso de 1931, prosiguió trabajando en el “Florida Dancing”, con idéntica formación a la apuntada.

                                           
                          Fresedo, Ramón y Rosita se mudaron al Club Casanova (151 West de la Calle 54) el 9 de Noviembre
      
El maestro Fresedo hacía estas consideraciones referentes a la aparición del estribillista en las orquestas típicas.
-“En Estados Unidos habían comenzado a hacer furor los cantantes de fox-trots que interpretaban solamente el refrán de la composición. Bing Crosby, por ejemplo, hacía este trabajo con la orquesta de Paul Witheman. Un directivo de una grabadora porteña tuvo la idea de hacer cantar los estribillos de los tangos. Y para eso contrató a Teófilo Ibáñez que decía los estribillos en varias orquestas. Entre otras la mía. Pero por cuenta de la grabadora”.
Fresedo alude al sello Brunswick, donde además de Ibáñez, había otros estribillistas como Luis Díaz, Carlos Viván y Carlos Obregón, todos ellos intervinientes en los registros de este director en el sello aludido. Esta empresa grabadora comenzó a operar en el año 1929 y se extendió hasta 1932 en nuestro país.
Y debe recordarse que el antecedente más antiguo de una grabación con estribillista se remonta al mes de febrero de 1926, cuando Roberto Díaz registró con la orquesta de Francisco Canaro en el sello Odeón, el tango “Así es el mundo”, de modo que la iniciativa le pertenece a “Pirincho”. Pero prosigamos con las declaraciones de Fresedo:
-“Cuando regresé de los Estados Unidos contraté como “chansonnier” de mi orquesta a Roberto Ray. (…) Allá por 1931 llevé a Roberto Ray a cantar con mi orquesta en el Ta-Ba-Rís”.
(Reportaje sin fecha a Geno Díaz). Como la Brunswick le imponía a Fresedo sus estribillistas, el director se quejó a la compañía y le solicitó que grabara “el pibe que canta conmigo en el cabaret”, cosa que ocurrió hacia fines de 1932, iniciándose con los tangos “El rebelde” y “Metido” y el vals “Clyde”.
Ray fue recomendado a Fresedo por Luis Rubistein y Emilio Fresedo le puso el nombre artístico Ray, apócope de su apellido Raimondi.
Roberto Ray, según su colega Osvaldo Arana, fue quien “inventó” la forma en que se debía cantar en la orquesta de Fresedo.

OSCAR ZUCCHI - (Continuará)



sábado, 1 de noviembre de 2025

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (VI)

 Acompañando a Gardel en Odeón
 
También en 1925 tuvo el halago de haber acompañado con su orquesta al Máximo Cantor en un disco 78 rpm de 25cms realizado por el sistema acústico que llevó el Nº18201, con los tangos “Fea” de H. Petorossi y Alfredo Navarrine, en la faz A (matriz 3288) y en el reverso “Perdón viejita” de O. Fresedo y José Antonio Saldías (matriz 3289/1), trabajo concretado en Buenos Aires.
La probable integración de la típica de Fresedo para tan trascendente capítulo de su carrera artística, es la consignada seguidamente:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
La opinión del maestro Fresedo con referencia a su labor con Gardel, fue la siguiente:
“A mí me hubiera gustado hacerle otra cosa en el acompañamiento, pero Carlitos estaba acostumbrado a cantar con las guitarras y con los tangos cantados salía disparando. Entonces yo quería refrenarlo un poquito y sólo podía hacer ritmo. En ese tiempo no se podía acompañar de otra forma”.
Cuando en 1925 por desacuerdos en la renovación del contrato en Victor, Fresedo pasó a revistar en el elenco Odeón, la grabadora citada en su primer término creó la “Orquesta Típica Victor· para cubrir el vacío y competir con el suceso de Firpo en el sello rival.
Esta vez la Victor cuidó muy bien que el nombre del director no transcendiera a fin de que sus pretensiones remunerativos no crecieran a la par de su popularidad.
Consecuencia de su creación fue también al alejamiento del violinista Manlio Francia, quien pasó a desempeñarse en ella y en los diversos conjuntos Victor con nombres distintos, pero similar integración.
El puesto de Manlio Francia en las filas de Fresedo lo cubrió el “tano” Adolfo Muzzi.
La orquesta de Fresedo en un escenario teatral
En el curso de este año 1925 de tanta actividad para el maestro Fresedo, su orquesta apareció en escena en el teatro Nacional, del empresario Pascual Carcavallo, durante la representación teatral del sainete de José Antonio Saldías titulado “La muchacha de Montmartre”, en la que dio a conocer su tango “Muchachita de Montmartre” con letra del mismo Saldías.
En 1926 retornó en la temporada veraniega a sus clásicas presentaciones en los refinados clubes marplatenses, realizando luego los bailes de Carnaval de dicho año en el teatro San Martín de la calle Esmeralda, donde el público conoció su tango “Pinturita”.
Fresedo y su “cadena” de orquestas típicas
-“Yo por el año 26 estaba tocando en lo que antes había sido el “Abdullah Club” y al tomarlo Lombart pasó a denominarse “Florida Dancing”.
Lombart enseguida me llamó para que tocase allí con mi orquesta. El administrador de este local era el Sr. Eduardo Calvo, quien se hizo muy amigo mío. Tanto, que se le había puesto hacer una obra conmigo.
Un día me dio la letra y yo, como para sacármelo de encima, le hice la música; fue el tango “Arrabalero”, que al final resultó siendo famoso.
Como tenía tanta amistad con este hombre, me permitía que en la sección “soirée”, de 20:30 a 24hs le mandase un cambio.
Además, Calvo que quería hacer negocios en común; me propuso la compra de un cine y terminó finalmente “enchufándome” un bar, al que lo llamamos “Bar Fresedo”, que estaba enfrente al teatro “Politeama”.
En consecuencia, hice una orquesta paralela para que tocara allí, con Miguel Caló y yo en bandoneones, José María Rizzuti en piano y Adolfo Muzzi en violín.
La orquesta efectiva quedaba en el Florida Dancing”
“Ta-Ba-Rís”, “Casino Pigall”, “Bar Fresedo”, “Cine Fénix”, de Flores

Y Su Orquesta Tipica 1927-1928: Osvaldo Fresedo: Amazon.in: Music}
                                                                                                                                                                                                          
 Durante el año 27, Fresedo volvió a desplegar una intensa labor artística acorde al prestigio alcanzado como director y compositor.
La orquesta que podría llamarse titular actuó por entonces en el cabaret “Ta-Ba-Rís”, el antiguo “Royal Pigall”, que también supo del éxito del maestro Fresedo.
Desde el conocido local nocturno, ubicado en Sarmiento al 800, las actuaciones del autor de “Sollozos” eran transmitidas directamente por LR9 Radio Fénix.
La formación de la orquesta en estas audiciones, era la señalada a continuación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
Al mismo tiempo, otra orquesta con su nombre, cuyo encargado era el pianista Nicolás Vaccaro, se desempeñaba en el “Casino Pigall” de Maipú entre Corrientes y Sarmiento, con estos elementos:
Bandoneones: Francisco y José Della Rocca y Pascual Storti
Violines: Ateo D’Apiaggi y José Lorito –en ocasiones Samy Friedenthal-.
Piano: Nicolás Vaccaro
Contrabajo: Ángel Corletto –alternando a veces Hugo Baralis (padre)-.
 
-“En este desprendimiento de la orquesta Fresedo, estaba este chico Pascual Storti, que traje de Córdoba”, rememora el maestro Vaccaro en la entrevista que en 1967 concediera al autor.
Y prosigue el maestro Fresedo relatándonos pormenores interesantes de este tramo tan fecundo de su trayectoria musical:
-“Posteriormente, una noche se me apareció el Sr. Muscio, uno de los empresarios del teatro Nacional, manifestándome que iba a inaugurar un cine, el “Fénix” de Flores y que deseaba que llevara mi orquesta para esa oportunidad.
Yo me disculpé, aclarando que otros compromisos me impedían aceptar.
Pero él volvió a la carga:
-“Bueno, hágame una orquesta; mire, Fresedo, lo que yo necesito es que usted vaya al cine y en el intervalo toque un tango –por lo común no hay más tiempo- y después, cuando comienza la película usted se va y sigue la orquesta.
-“En esas condiciones “agarré”; y me habían hablado que estaba Carlos Di Sarli y lo mandé a llamar para que viniera a mi orquesta”.
El violinista José Pécora, gran amigo del pianista, ya había actuado haciendo “cambios” en la orquesta de Fresedo (c.1926), y él recomendó a Di Sarli para entrar a la agrupación.
 
El nacimiento de la orquesta Di Sarli
-“De bandoneones puse a unos muchachos Bianchi, Américo y Emilio, que eran hermanos; de violín estuvo José Pécora, de cantor Juan Carlos Thorry y de contrabajo Ángel Corletto.
Posteriormente hubo sucesivas modificaciones:
Bandoneones: César Ginzo y Tito Landó
Violines: alternaron José Lorito, José Pécora y David Abramsky.
Piano: Carlos Di Sarli
Contrabajo: Luis Bernstein, luego Abraham Krauss.
-Yo operaba de esta forma: tenía el auto estacionado en el “Bar Fresedo” –Rivadavia y Alberti-, tocaba allí algunas piezas y luego, llevando un bandoneón, subía al coche y partía rápidamente hacia el cine “Fénix” de Flores.
Llegaba al cine cuando se prendían las luces del intervalo y tocaba con la orquesta, por lo general un tango.
Cuando se apagaban las luces para dar comienzo a la película, dejaba mi bandoneón allí y desaparecía, siguiendo la orquesta sin mí.
Ascendía entonces al coche que me esperaba frente al cine y partía a toda velocidad de regreso al “Bar Fresedo”.
                
                Orquesta Típica Carlos Di Sarli - Todotango.com
 
Por el “Bar Fresedo” habrían pasado Alfonso Lacueva en piano, Luis Minervini y José Della Rocca en bandoneones, José Lorito y Juan Cruz Mateo en violines y el bajista Carmelo Mutarelli.
Se ha dicho a veces que Di Sarli habría grabado integrando la orquesta de Fresedo; esta fue la respuesta del director: “No, nunca grabó conmigo”.
-“Cuando Di Sarli empezó en mi orquesta en el cine “Fénix” de Flores, le hice todo el repertorio, las instrumentaciones y le di copia de todo, y se debutó allí como “Orquesta Fresedo”.
Al poco tiempo, volvieron a solicitar mi orquesta para inaugurar el cine Paramount, que estaba siendo refaccionado.
Me hizo el mismo “cuento” del caso anterior, “que yo tendría que tocar en el intervalo un tango y después seguía la orquesta”.
“El que mucho abarca, poco aprieta”, pensé, y le contesté que dado el compromiso que tenia con el Sr. Muscio, me resultaba imposible aceptar otra obligación, pero ante su insistencia le pedí que me dejara pensar una semana y le daría mi contestación.
Cuando pasada la semana volvió por mi respuesta, le pasé el ofrecimiento a Di Sarli, quien después de un mes, al concluir la remodelación de la sala, debutó allí.
Y de ahí salió la orquesta de Di Sarli”.
En un reportaje que Geno Díaz, escritor y humorista hiciera al maestro Fresedo, la versión de don Osvaldo es algo distinta:
-“Yo seguía con mis giras nocturnas en auto de sala en sala –dice el músico- Y apareció un cuarto ofrecimiento. Fue un empresario del Paramount que quería mi orquesta para su sala. Yo no podía sostener cuatro orquestas, así que me negué. Pero el empresario, Hábilmente convenció a los músicos del Fénix. Todas mis orquestas tocaban los mismos arreglos y a ese señor le gustaba mi estilo. Y los muchachos se fueron al Paramount. La cosa no me dejó ningún rencor y con Di Sarli tuvimos siempre una amistad muy firme y de mutuo respeto. Él escribió su tango “Milonguero viejo” y lo subtituló “Fresedo”. Yo le retribuía el gesto grabándole la pieza, lo mismo que el hermoso “Bahía Blanca”, que es un poema musical. Di Sarli fue un hombre de una gran conducta. No era capaz de ninguna claudicación en sus convicciones musicales ni políticas. Fue un señor”.
 
 Grabación de discos

En 1927 Osvaldo Fresedo dio una nueva prueba de sus aptitudes como intérprete de bandoneón solista y de su notoria evolución, respecto a sus anteriores versiones registradas en 1920 en Camden, EE.UU., sin que ello implique menoscabo para éstas últimas que resultan irreprochables dentro de su época.

En esta instancia grabó dos versiones para el sello Odeón en Buenos Aires, incluidas en una placa 78 rpm 25cms que llevó el número 6890, presentando en una de sus caras “Un sueño”, vals de Enrique Delfino –sólo por Fresedo-, y en la opuesta, “Milonga con variación”, tango de Francisco Canaro, realizada a dúo con el bandoneonista Alberto Rodríguez, cuyas matrices y fechas respectivas son (m: 706), del 3 de mayo y (m: 1537), ambas del 17 de octubre de 1927. Existe también un registro no editado del tango de Pedro Maffia “Noche de reyes”, solo por Fresedo, grabado el 15 de noviembre del mismo año que los anteriores.

En 1928, Fresedo dejó de pertenecer al elenco “Odeón”, cerrando esta primera etapa en dicho sello con los tangos “Piedad” de Carlos Percuoco y Luis De Biasse (m: 3324) y “Vamos, ché” (subtítulo: “No te detengas”) de Guillermo Otheguy (m: 3247), registrados el 9 de octubre y 25 de septiembre de 1928, respectivamente y contenido en una placa Nº5295.
 
OSCAR ZUCCHI  (Continuará) 


Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (V)

El 11º baile del Internado
El 21 de Septiembre de ese año 24, la orquesta de Fresedo fue convocada para animar el décimo primer baile del Internado –que fue el último que se realizó- y tuvo lugar en el teatro Victoria, donde el cotizado director dio a conocer su tango “El once”, cuyo subtitulo era “A divertirse”. Fresedo nos evocó así aquel acontecimiento:
-“Yo estaba actuando en el Florida Dancing –que hasta hacía poco se había denominado “Abdullah”- Me habían contratado para el 11ª baile del Internado y se había convenido que yo debía componer un tango alusivo a esa celebración.
Con todas las cosas que tenía, se me pasó completamente lo pactado y faltando siete días, ni siquiera había comenzado el tango.
Entonces, estábamos tocando en el cabaret y le dije a los muchachos de la orquesta: “Me van a acompañar en La Mayor, y yo arranco y ustedes me siguen y les voy diciendo el tono. Y así salió el tango “El once”, como una improvisación, con el acompañamiento de la orquesta.
Después lo escribí, lo publiqué y pudo salir a tiempo en cuatro o cinco días.
La imprenta, que estaba en Bartolomé Mitre y Riobamba, lo tuvo listo en dos días.
 
                                            El once (A divertirse). Tango
 
 
La letra de Emilio le fue agregada después”.
En 1924 llegó al país el Príncipe Humberto de Saboya, ante quien actuó Osvaldo Fresedo con su orquesta, en el mes de agosto; ante sus felicitaciones, el maestro Fresedo agradeció con humildad: “Su Alteza, gracias. Hacemos lo que podemos”.
Digamos que desde 1923 a 1927 Fresedo fue el niño mimado en bailes, festivales y recepciones en casa de la aristocracia porteña, entre ellas las de Ortíz Basualdo, Santamarina Uribelarrea, Alvear, Olazábal, Unzué, Pearson y otras.
En 1925 actuó con su orquesta en el Palacio Errazuris ante Eduardo de Windsor, Príncipe de Gales.
Ese mismo año 25 registró el último disco de su primera etapa en Victor, con los tangos “Aladino” de Hermes Rómulo Peressini y “Viejo rincón”, de Cayol y de los Hoyos, placa Nº 79593.
Durante esa estadía en este sello el maestro Fresedo tuvo la posibilidad de secundar a la cancionista Ada Falcón en dos placas acústicas también del año 25, con los tangos “Oro y seda” de O. Fresedo y A. Canale, “Pobre chica” de O. y E. Fresedo en la primera y “Casquivana” de Ferreri y F. Martinelli Massa junto a “Risas de cabaret” de J. M. Rizzuti en la segunda, discos Nº 79592 y Nº 79622 respectivamente, grabados el 15 de julio y 14 de diciembre de 1925.
Siempre en 1925, el maestro Fresedo ingresó al elenco de los artistas de Odeón, inaugurando la serie como director con los tangos “Entrá nomás”, de Juan Rezzano y Francisco Bastardi y de su cosecha “Perdón viejita”, con letra de J. A. Saldías, placa Nº5001, con sus correspondientes matrices 3299 y 3302.

Acompañando a Gardel en Odeón
También en 1925 tuvo el halago de haber acompañado con su orquesta al Máximo Cantor en un disco 78 rpm de 25cms realizado por el sistema acústico que llevó el Nº18201, con los tangos “Fea” de H. Petorossi y Alfredo Navarrine, en la faz A (matriz 3288) y en el reverso “Perdón viejita” de O. Fresedo y José Antonio Saldías (matriz 3289/1), trabajo concretado en Buenos Aires.
La probable integración de la típica de Fresedo para tan trascendente capítulo de su carrera artística, es la consignada seguidamente:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
La opinión del maestro Fresedo con referencia a su labor con Gardel, fue la siguiente:
A mí me hubiera gustado hacerle otra cosa en el acompañamiento, pero Carlitos estaba acostumbrado a cantar con las guitarras y con los tangos cantados salía disparando. Entonces yo quería refrenarlo un poquito y sólo podía hacer ritmo. En ese tiempo no se podía acompañar de otra forma”.
 
Cuando en 1925 por desacuerdos en la renovación del contrato en Victor, Fresedo pasó a revistar en el elenco Odeón, la grabadora citada en su primer término creó la “Orquesta Típica Victor" para cubrir el vacío y competir con el suceso de Firpo en el sello rival.
Esta vez la Victor cuidó muy bien que el nombre del director no transcendiera a fin de que sus pretensiones remunerativos no crecieran a la par de su popularidad.
Consecuencia de su creación fue también al alejamiento del violinista Manlio Francia, quien pasó a desempeñarse en ella y en los diversos conjuntos Víctor con nombres distintos, pero similar integración.
El puesto de Manlio Francia en las filas de Fresedo lo cubrió el “tano” Adolfo Muzzi.


La orquesta de Fresedo en un escenario teatral
En el curso de este año 1925 de tanta actividad para el maestro Fresedo, su orquesta apareció en escena en el teatro Nacional, del empresario Pascual Carcavallo, durante la representación teatral del sainete de José Antonio Saldías titulado “La muchacha de Montmartre”, en la que dio a conocer su tango “Muchachita de Montmartre” con letra del mismo Saldías.
En 1926 retornó en la temporada veraniega a sus clásicas presentaciones en los refinados clubes marplatenses, realizando luego los bailes de Carnaval de dicho año en el teatro San Martín de la calle Esmeralda, donde el público conoció su tango “Pinturita”.

Fresedo y su “cadena” de orquestas típicas
-“Yo por el año 26 estaba tocando en lo que antes había sido el “Abdullah Club” y al tomarlo Lombart pasó a denominarse “Florida Dancing”.
Lombart enseguida me llamó para que tocase allí con mi orquesta. El administrador de este local era el Sr. Eduardo Calvo, quien se hizo muy amigo mío. Tanto, que se le había puesto hacer una obra conmigo.
Un día me dio la letra y yo, como para sacármelo de encima, le hice la música; fue el tango “Arrabalero”, que al final resultó siendo famoso.
 
                                           ARRABALERO - TANGO CANCION - PIANO ET CHANT AVEC PAROLES ESPAGNOLES. de FRESEDO  OSVALDO N.: Partitura | Le-Livre

Como tenía tanta amistad con este hombre, me permitía que en la sección “soirée”, de 20:30 a 24hs le mandase un cambio.
Además, Calvo que quería hacer negocios en común; me propuso la compra de un cine y terminó finalmente “enchufándome” un bar, al que lo llamamos “Bar Fresedo”, que estaba enfrente al teatro “Politeama”.
En consecuencia, hice una orquesta paralela para que tocara allí, con Miguel Caló y yo en bandoneones, José María Rizzuti en piano y Adolfo Muzzi en violín.
La orquesta efectiva quedaba en el Florida Dancing”

“Ta-Ba-Rís”, “Casino Pigall”, “Bar Fresedo”, “Cine Fénix”, de Flores
Durante el año 27, Fresedo volvió a desplegar una intensa labor artística acorde al prestigio alcanzado como director y compositor.
La orquesta que podría llamarse titular actuó por entonces en el cabaret “Ta-Ba-Rís”, el antiguo “Royal Pigall”, que también supo del éxito del maestro Fresedo.
Desde el conocido local nocturno, ubicado en Sarmiento al 800, las actuaciones del autor de “Sollozos” eran transmitidas directamente por LR9 Radio Fénix.
La formación de la orquesta en estas audiciones, era la señalada a continuación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
Al mismo tiempo, otra orquesta con su nombre, cuyo encargado era el pianista Nicolás Vaccaro, se desempeñaba en el “Casino Pigall” de Maipú entre Corrientes y Sarmiento, con estos elementos:
Bandoneones: Francisco y José Della Rocca y Pascual Storti
Violines: Ateo D’Apiaggi y José Lorito –en ocasiones Samy Friedenthal-.
Piano: Nicolás Vaccaro
Contrabajo: Ángel Corletto –alternando a veces Hugo Baralis (padre)-.
-“En este desprendimiento de la orquesta Fresedo, estaba este chico Pascual Storti, que traje de Córdoba”, rememora el maestro Vaccaro en la entrevista que en 1967 concediera al autor.
Y prosigue el maestro Fresedo relatándonos pormenores interesantes de este tramo tan fecundo de su trayectoria musical:
-“Posteriormente, una noche se me apareció el Sr. Muscio, uno de los empresarios del teatro Nacional, manifestándome que iba a inaugurar un cine, el “Fénix” de Flores y que deseaba que llevara mi orquesta para esa oportunidad.
Yo me disculpé, aclarando que otros compromisos me impedían aceptar.
Pero él volvió a la carga:
-“Bueno, hágame una orquesta; mire, Fresedo, lo que yo necesito es que usted vaya al cine y en el intervalo toque un tango –por lo común no hay más tiempo- y después, cuando comienza la película usted se va y sigue la orquesta.
-“En esas condiciones “agarré”; y me habían hablado que estaba Carlos Di Sarli y lo mandé a llamar para que viniera a mi orquesta”.
El violinista José Pécora, gran amigo del pianista, ya había actuado haciendo “cambios” en la orquesta de Fresedo (c.1926), y él recomendó a Di Sarli para entrar a la agrupación.

El nacimiento de la orquesta Di Sarli
-“De bandoneones puse a unos muchachos Bianchi, Américo y Emilio, que eran hermanos; de violín estuvo José Pécora, de cantor Juan Carlos Thorry y de contrabajo Ángel Corletto.
Posteriormente hubo sucesivas modificaciones:
Bandoneones: César Ginzo y Tito Landó
Violines: alternaron José Lorito, José Pécora y David Abramsky.
Piano: Carlos Di Sarli
Contrabajo: Luis Bernstein, luego Abraham Krauss.
-Yo operaba de esta forma: tenía el auto estacionado en el “Bar Fresedo” –Rivadavia y Alberti-, tocaba allí algunas piezas y luego, llevando un bandoneón, subía al coche y partía rápidamente hacia el cine “Fénix” de Flores.
Llegaba al cine cuando se prendían las luces del intervalo y tocaba con la orquesta, por lo general un tango.
Cuando se apagaban las luces para dar comienzo a la película, dejaba mi bandoneón allí y desaparecía, siguiendo la orquesta sin mí.
Ascendía entonces al coche que me esperaba frente al cine y partía a toda velocidad de regreso al “Bar Fresedo",
Por el “Bar Fresedo” habrían pasado Alfonso Lacueva en piano, Luis Minervini y José Della Rocca en bandoneones, José Lorito y Juan Cruz Mateo en violines y el bajista Carmelo Mutarelli.
Se ha dicho a veces que Di Sarli habría grabado integrando la orquesta de Fresedo; esta fue la respuesta del director: “No, nunca grabó conmigo”.
-“Cuando Di Sarli empezó en mi orquesta en el cine “Fénix” de Flores, le hice todo el repertorio, las instrumentaciones y le di copia de todo, y se debutó allí como “Orquesta Fresedo”.
Al poco tiempo, volvieron a solicitar mi orquesta para inaugurar el cine Paramount, que estaba siendo refaccionado.
Me hizo el mismo “cuento” del caso anterior, “que yo tendría que tocar en el intervalo un tango y después seguía la orquesta”.
“El que mucho abarca, poco aprieta”, pensé, y le contesté que dado el compromiso que tenia con el Sr. Muscio, me resultaba imposible aceptar otra obligación, pero ante su insistencia le pedí que me dejara pensar una semana y le daría mi contestación.
Cuando pasada la semana volvió por mi respuesta, le pasé el ofrecimiento a Di Sarli, quien después de un mes, al concluir la remodelación de la sala, debutó allí.
Y de ahí salió la orquesta de Di Sarli”.
En un reportaje que Geno Díaz, escritor y humorista hiciera al maestro Fresedo, la versión de Don Osvaldo es algo distinta:
-“Yo seguía con mis giras nocturnas en auto de sala en sala –dice el músico- Y apareció un cuarto ofrecimiento. Fue un empresario del Paramount que quería mi orquesta para su sala. Yo no podía sostener cuatro orquestas, así que me negué. Pero el empresario, Hábilmente convenció a los músicos del Fénix. Todas mis orquestas tocaban los mismos arreglos y a ese señor le gustaba mi estilo. Y los muchachos se fueron al Paramount. La cosa no me dejó ningún rencor y con Di Sarli tuvimos siempre una amistad muy firme y de mutuo respeto. Él escribió su tango “Milonguero viejo” y lo subtituló “Fresedo”. Yo le retribuía el gesto grabándole la pieza, lo mismo que el hermoso “Bahía Blanca”, que es un poema musical. Di Sarli fue un hombre de una gran conducta. No era capaz de ninguna claudicación en sus convicciones musicales ni políticas. Fue un señor”.

OSCAR ZUCCHI 

viernes, 31 de octubre de 2025

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (IV)

El “Cuarteto de maestros”
Posteriormente, decidió proseguir su actuación junto a Tito Roccatagliata y Enrique Delfino, a los que se agregó otro notable violinista de su tiempo: Agesilao Ferrazzano, quedando así integrado el “Cuarteto de maestros” que actuó exitosamente en importantes salas cinematográficas –Capitol, Empire-, bailes aristocráticos en casas privadas, presentaciones en Montevideo y audiciones por Radio Cultura.
Cuando reabrió el Casino Pigall, al dejar en libertad a sus músicos, quedaron solamente en el elenco los bandoneonistas Pedro Polito, ahora al frente de la orquesta y Miguel Orlando.
Ya avanzado el año 21, en pleno éxito del “Cuarteto de maestros” surgieron desavenencias entre Delfino y Fresedo, produciéndose el alejamiento del pianista.
Fresedo continuó con Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano, en tanto el puesto de Delfino fue ocupado por Juan Carlos Cobián, asumiendo la dirección nuestro biografiado.
Por su parte, Delfino, quien era el titular de los contratos en Montevideo, formó a su vez en 1922 otro “Cuarteto de maestros”, con el bandoneonista Roque Biaforte y los violinistas Julio De Caro y Manlio Francia, con el que se presentó en el teatro Artigas de Montevideo.
A fines del 21 se desvinculó el violinista Ferrazzano del “Cuarteto de maestros” comandado por Fresedo, prosiguiendo su actuación en bailes del bacanaje porteño, con el trío completado por Cobián en piano y Tito en violín.
 
Nueva orquesta propia
Por entonces proponen a Fresedo ir a Mar del Plata, con conjunto propio (Verano 1921-1922):
-“Debuté en el “Ocean Club” en 1922, cuando el “Ocean” tenía un localcito en la Rambla. Allí tocaba en la tarde y al anochecer y después a las 22:30hs actuaba en el “Club Mar del Plata”, que presidía el coronel Irrigaray. De allí, salíamos con Cobián, Tito Roccatagliata y Roberto Zerrillo y nos íbamos al bar de Juancito de la calle Rivadavia, o a una Munich que había en San Martín, donde se jugaba al “sapo”.
En el “Ocean Club” estrenó su tango “Siete pelos” durante los bailes de carnaval en la temporada veraniega marplatense, obra dedicada a Federico de Alvear, y “Sollozos”. A las pocas semanas se enemistaron Fresedo y Zerrillo, alejándose el violinista de sus filas, hecho que permitió reincorporarse a Manlio Francia, quien se hallaba actuando allí con la orquesta tzigana de su padre. Se ha señalado a Luis Minervini como segundo bandoneón de Fresedo en esa actuación. El Club Mar del Plata estaba ubicado en las calles Luro y Buenos Aires.
“Abdullah Club” y discos “Víctor”
De nuevo en Buenos Aires, Fresedo formó un sexteto que fue contratado para actuar en el Abdullah Club, ubicado en el subsuelo de la Galería Güemes de la calle Florida, donde luego estuvieron los estudios de Radio Libertad. Uno de los violines del elenco del autor de “Tango azul”, el más grande segundo violín de la historia del tango, el maestro Manlio Francia, así nos recordaba en una entrevista concedida al autor en 1969:
-“El Abdullah, cuando yo debuté con Fresedo, era lo mejor que había en Buenos Aires como cabaret; se hallaba en un sótano de la Galería Güemes, que de un lado era el teatro Florida y del otro un lujoso cabaret.
Su gerente era el Sr. Mario Borgioli, un hombre muy agradable, de mucha visión comercial. Allí concurría lo más selecto de la sociedad porteña: los Luro, los Dugan, los Lanusse, el “loco” Martínez, de quien no sé la razón de esa denominación porque era un hombre muy serio, del que recuerdo que acostumbraba a concurrir casi siempre de guantes.
El nivel de la concurrencia no impedía por eso que casi todas las noches se armara alguna “trifulca”; en una de ellas recuerda que a este Sr. Martínez se levantó para apaciguar la situación y un tal Albarracín creyó que Martínez lo iba a atacar y desenfundando un revólver lo hirió de un balazo.
¿Sabe cuánto ganaba yo con Fresedo? 750 pesos ¡Una barbaridad en ese tiempo!
¿Me quiere decir qué hice con todo eso?”
 
Integración del conjunto de Fresedo en 1922:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Tito Roccatagliata, Manlio Francia, alternando con Agesilao Ferrazzano, incluso aparecen en fotografías de la época los tres violinistas.
Piano: Juan Carlos Cobián, luego José María Rizzuti.
Contrabajo: Ruperto Leopoldo Thompson
Saxofón: el español Francisco Ortega, quien intervenía en las interpretaciones no pertenecientes al género típico y también doblaba las notas del contrabajo en los tangos.
Fresedo cantor solista
Como hemos relatado, desde los tiempos de las actuaciones en el Royal, Fresedo y sus muchachos tenían por costumbre realizar algunas composiciones cantando a coro los estribillos, pues aún no se estilaba que las orquestas tuvieran cantores “especializados”.
Este ambiente de sana camaradería entre director y músicos, se vio una noche quebrado por algunos problemas gremiales de los integrantes de la orquesta, sin que Fresedo supiera absolutamente nada. Se quejaban de la cantidad de horas de trabajo y los sueldos estipulados. El ambiente estaba bastante cargadito.
Decidieron entonces, al subir al palco, ceñirse a su labor musical y no intervenir en el coro. El repertorio se iniciaba precisamente con “Cielito lindo”, un tango que era el caballito de batalla del conjunto y que la gente pedía siempre que se corease su pegadiza letra. De modo que al llegar la parte cantada hicieron mutis total y Fresedo se encontró de pronto cantando solo.
El público creyó que se trataba de un intento del maestro de mostrar sus condiciones vocales y festejó la supuesta salida con una nutrida ovación.
Avergonzado y rojo de bronca, terminó de dirigir con su señorío de siempre y se la bancó como un marqués; pero los que estaban cerca le oyeron decir bajito algunos epítetos de grueso calibre, varios ininteligibles y se retiro calmosamente del local.
Al día siguiente tuvo lugar el ensayo por la tarde con todo el personal distinto, los trajes nuevos y un coro celestial (“El País) de Montevideo, 24 de junio de 1945).
           
                                           fuente: https://escuelatangoba.com/buenosaires/arrabalero-por-osvaldo- fresedo-y-su-sexteto-tipico-1927-tango-musica/ Osvaldo Fresedo  Bandoneonista, director y compositor. (5 mayo 1897 – 18 noviembre 1984) >  En 1927, el éxito de Fresedo es tal que ...

Fresedo en Victor
 
En el año 1922 inició sus grabaciones en el sello Victor, en discos de 78 rpm 25cms impresos por el sistema acústico.
La primer placa registrada presenta los tangos “Siete pelos” del director y en la faz opuesta el tango de Cobián “Snobismo”, obra por la que Fresedo sentía una especial predilección (disco Nº73367). La etapa inaugural en Victor abarca de 1922 a 1925.
Este primer tramo en el sello le sirvió a Fresedo para mostrar las extraordinarias dotes de compositor de los integrantes de su sexteto que jerarquizaban su repertorio. Del propio director grabaron: “Siete pelos”, “Aromas”, “En las nubes”, “Penando”, “Sollozos”, “Ídolos”, “La ratona”, “Lina”, “Reminiscencias”, “Muchachita de Montmartre”, etc.
Su violinista Manlio Francia contribuyó con una obra no muy prolífica pero de calidad, con los títulos “Fuego lento” y “Ramas de sauce” y Tito con “Elegante papirusa”.
De su primer pianista, Juan Carlos Cobián, plasmó en el surco “Snobismo”, “Mi refugio”, “Biscuit”, “Mario”, “Los dopados” (luego “Los mareados”) y “L’adivina”.
En las postrimerías del mes de noviembre del 22 se alejan del planten de Fresedo el pianista Cobián, el violinista Roccatagliata y el bajista Thompson, quedando esta formación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Agesilao Ferrazzano y Manlio Francia
Piano: “El bacancito” José María Rizzuti
Contrabajo: Hugo Baralis (padre)
 
El pianista Rizzuti aportó varias composiciones de lograda factura, que enriquecieron la discografía del conjunto: “Reflejos”, “La pesadilla”, “Ta te ti”, “Cenizas”, “Gemidos”, “El cisne”, “Hollín”.
En las grabaciones se agrega como refuerzo de la cuerda el violinista Jean Koller.
En 1923 volvió a hacer temporada veraniega en Mar del Plata, con esta alineación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Manlio Francia y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Bajo: Carmelo Mutarelli, el autor de “Mano cruel” 
 
Volando alto

Fresedo compartió su pasión por la música con la aviación deportiva. No resultaría extraño, entonces, que en 1923 obtuviera su carnet de piloto que llevó el Nº231, haciéndole entrega del mismo Eduardo Olivero, uno de los pioneros de esta actividad en el país., quien a la vez fue su instructor. En reciprocidad, Olivero, un entusiasta del bandoneón recibió lecciones de Fresedo. Meses después el músico resultó ganador en una competencia aeronáutica realizada en el circuito de La Plata, en la que intervinieron pilotos nacionales y extranjeros. Condujo una máquina Curtiss JN-4 de 90 c.f. registrando un tiempo de 62’ 45”, haciéndose acreedor a un cheque por dos mil pesos.
                                          

                                    Osvaldo Fresedo - Semblanza, historia, biografía - Todotango.com
 
Volábamos haciendo publicidad para un refresco que se llamaba “Pomona”, llevando su nombre escrito debajo de las alas”.

En el libro “La victoria de las alas” del Brigadier Ángel María Zuloaga, al referirse a aquellos hombres que contribuyeron a la evolución a de la aviación civil nacional, incluye a Osvaldo Fresedo, considerándolo uno de los pilotos más destacados de aquellos difíciles comienzos. Dentro de su obra de compositor, Fresedo ha perpetrado ese amor y su admiración por la aviación, en dos tangos.

Uno de ellos es el titulado “La ratona” y respecto a él el maestro manifiesta:
-“Al campo de aviación en que volaban Olivero, Duggan, Uriburu, Newbery, vino Ernesto Uder con una pequeña máquina, una avioneta de 3 o 4 metros bautizada “La ratona”. Con esa maquinita Olivero batió un récord de altura y lo podría haber superado aún, de no ser por el gran frío que se siente a los dos o tres mil metros de altura, que lo obligaron a descender, ya que estos aparatos carecían de calefacción. En esa ocasión y como un homenaje a la temeridad de Olivero, compuse el tango que titulé “La ratona”.

En el segundo título, Fresedo, subyugado y conmovido ante la grandiosidad del espacio celeste, quiso eternizar esos sentimientos en un tango que denominó “Desde las nubes”, obra que fue estrenada en 1923 en el “Tercer Baile de los Aviadores”, celebrado en el teatro de la “Opera”.

Posteriormente, Fresedo encauzó su destreza de piloto hacia un fin práctico, desempañándose como reportero del vespertino local “La Razón” trayendo noticias y material fotográfico desde el Uruguay a bordo de una frágil avioneta. También hizo esta tarea para “La Nación”. Los hermanos Fresedo, Emilio y Osvaldo, habrían ideado el siguiente procedimiento: las noticias periodísticas y gráficas eran introducidas en un cilindro neumático que al llegar a la plaza Colón, detrás de la Casa de Gobierno, era arrojado con tanta exactitud que caía sobre uno de los canteros del césped, donde Emilio que pertenecía al cuerpo de periodista del aludido diario, lo recogía y conducía a su redacción que estaba en Avenida de Mayo al 700. 
 
“Abdullah Club” y radiofonía

En 1923 inició su actuación en L.O.X. Radio Cultura –luego LR10- acompañando a las cancionistas Ada Falcón y Azucena Maizani, y luego a L.O.V. Radio Brusa por $50 por audición…

En 1924 volvió al “Abdullah Club” de la Galería Güemes; allí, ante el éxito que obtenía con su orquesta, los directivos de L.O.R. Sociedad Radio Argentina, tuvieron la iniciativa de realizar transmisiones radiales desde el mencionado local nocturno.

En este tramo de su carrera, formaban su orquesta:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Alberto Rodríguez y Pastor Trivelli
Violines: Manlio Francia, Adolfo Muzzi y Jean Koller.
Piano: José María Rizzuti.
Contrabajo: Carmelo Mutarelli, alternando con Humberto Costanzo.
Batería: Raúl Fresedo. 

 OSCAR ZUCCHI - (Continuará) 


jueves, 30 de octubre de 2025

Osvaldo Fresedo y la ronda nueva (III)

 “A dos bandoneones Loduca-Fresedo”
-“Cuando estaba en el Royal Pigall, la compañía Victor envió un técnico con un equipo de grabación, digamos “portátil”, para realizar una gira por todos los países de América latina registrando la música característica de cada uno de ellos. Cuando llegó a Argentina, con quien primero se contactó fue con Vicente Loduca, porque él ya había estado en Norteamérica actuando con el pianista Celestino Ferrer.
Lo conocían porque allá habían grabado unos discos para ser editados en nuestro país. A raíz de esto, cuando vino el técnico comenzó a buscar si estaban Ferrer o Loduca. Ferrer se había quedado en Francia y en consecuencia lo ubicó a Loduca y lo apalabraron para la realización de una serie de discos.
Loduca se llegó entonces al Royal Pigall; a mí no me conocía personalmente, pero lo conocía a “Pirincho”. Lo vio y dijo: “Mirá, yo tengo un asunto: me vienen a ver de la Victor para grabar unos discos. ¿Los podría hacer con ustedes?” Le contestamos afirmativamente.
Como este hombre de Víctor no conocía nada, Loduca le daba lo que quería.
En resumidas cuentas fuimos con toda la orquesta del Royal más la inclusión en ella de Vicente Loduca. Era la primera vez que se tocaba con dos bandoneones.
La etiqueta de los discos especificaba: “A dos bandoneones Loduca-Fresedo”.
En estas grabaciones intervinieron:
Bandoneones: Vicente Loduca y Osvaldo Fresedo.
Violines: Francisco Canaro y Julio Doutry.
Piano: José Martínez.
Contrabajo: Leopoldo Thompson
Preguntamos al maestro Fresedo si en este conjunto los bandoneones hacían dos voces:
-“Mire, hacíamos lo que venga, porque Loduca lo que quería era ganarse unos pesos”.
Fueron grabados en 1917 siete discos en los que se anuncia haber sido realizados con dos bandoneones, pero hay tres discos más del mismo año que también podrían serlo:

                                       
Vicente Loduca


En la presente discografía de Vicente Loduca –Ya publicada al referirnos a la trayectoria de este bandoneonista en el tomo I de esta serie- hemos querido salvar la omisión de la placa 65905 y la consiguiente alteración de los números correlativos en los discos siguientes.
Como vemos en ella, a partir del fonograma 69717 del año 1917 recién aparece la aclaratoria: “Dos bandoneones Loduca-Fresedo”; como señala nuestro querido y sapiente investigador don Horacio Loriente –gracias a quien brindamos esta discografía- es posible que también lo sean los demás de 1917, lo que concuerda con lo expresado por Fresedo, quien aseguraba haber comenzado a grabar con Loduca en 1917.

“Casino Pigall” con orquesta tzigana

-“Vino entonces el asunto de la apertura del Casino Pigall, que era también propiedad de Lombart y éste me mandó a buscar para la inauguración, que se produciría el 24 de mayo de 1918. Me hizo entonces el ofrecimiento.
“Muy bien, ¿pero con orquesta?, le pregunté.
“No, bandoneón solo”, fue la contestación.
“Pero, con bandoneón solo, ¿qué voy a hacer?”.
Lo que pretendía Lombart, era incorporarme como único bandoneón a la orquesta tzigana de Mirabell que era el conjunto exclusivo de la casa.
Yo intervendría solo cuando se ejecutaran tangos.
En la orquesta de Mirabell estaba el Sr. Leo, de violín; el Sr. Jean Koller, también violín, de origen suizo-francés, que curiosamente luego fue violín de mi orquesta; de piano había un Sr. Berezartúa, “El vasco”, y de contrabajo Hugo Baralis padre. Por el lado de Baralis me gustaba, porque tenía ritmo de tango.
No podía entrar otra orquesta, así que tenía que conformarme con los músicos que había, que eran buenos, pero no para el tango.
Le contesté que iba a ir, pero la verdad que yo no quería trabajar así. Yo quería ver si salía algo con Cobián y Tito.
Entonces, a Lombart le pedí una cantidad elevada para que me dijera que no.
Le pedí veinte pesos por noche para mí solo y ante mi sorpresa… ¡¡Dijo que si!!
Empezamos a ensayar con Baralis, con Berezartúa… las cosas andaban bastante bien, pero llegó un momento que no aguantaba más aquello.
En el ’19, encaré con firmeza a Lombart diciéndole: “Lo siento mucho Monsieur Lombart, pero no puedo seguir aquí; la única forma sería con un buen pianista tanguero y un violín, hacer una orquesta. Así no puedo”.

Primera “Orquesta Fresedo” en Casino Pigall

Al acceder Lombart a la solicitud de Fresedo, éste se volcó de lleno a la búsqueda de los elementos para integrar el elenco.
-“En el café “El Parque” de Lavalle y Talcahuano, en cruz con los tribunales había un pianista de tango muy bueno. No me acuerdo con quién fui, y después de oírlo tocar, lo mandé a llamar por el mozo. Con ellos estaba de bandoneón Pedro Maffia.
Le pregunté al pianista si quería tocar conmigo; ellos ya me conocían.
“Bueno, yo iría –me respondió-, pero resulta que estoy con un chico que toca el violín que fue quien me trajo aquí, así que no puedo dejarlo. ¿Usted no lo llevaría?
Le pedí entonces que lo hiciera tocar, para escucharlo. Tocó unos tangos y le dije que sí, que lo trajera.
El pianista era José María Rizzuti y el chico violinista, Julio De Caro.
Así tocamos en el Casino Pigall, quedando con nosotros Jean Koller y Hugo Baralis, padre”.
Integración de la orquesta Osvaldo Fresedo en Casino Pigall, de la calle Maipú 340, entre Sarmiento y Corrientes, en los años del teatro Casino, año 1919:
Bandoneón y director: Osvaldo Fresedo.
Violines: Julio De Caro y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti.
Contrabajo: Hugo Baralis (p)
Ese mismo año el conjunto de Fresedo fue el animador del 6° baile del internado, donde tuvo la oportunidad de dar a conocer su tango “El sexto baile del internado”, compuesto ex profeso para tal celebración, efectuada en el “Pabellón de las Rosas” de Avenida Alvear y Tagle, el 21 de Septiembre del año mencionado. En la ocasión, su conjunto fue reforzado:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo, Ricardo Luis Brignolo, Luis Minervini, Roque Biaforte y Luis D’Abraccio.
Violines: Rafael Rinaldi, Julio Doutry, Jean Koller, Julio De Caro, Bernardo Germino, Emilio Ferrer y Arturo Arbruzese.
Pianos: José María Rizzuti, Enrique Delfino y José Martínez.
Bajos: Hugo Baralis (p) y Olindo Sinibaldi. (Información del Dr. Luis Adolfo Sierra, al autor).


Orquesta Típica Select y su primer viaje a Norteamérica

-“A los pocos meses de estar trabajando con mi orquesta en el Casino Pigall, me llamaron de la RCA Víctor y me entrevisté con los Sres. Laiter y León, que eran sus representantes. Ellos me informaron que estaban eligiendo los mejores músicos que había en el país, para enviarlos a Norteamérica para grabar discos, preguntándome si yo estaría dispuesto a viajar, a lo que respondí afirmativamente.
Luego me consultaron si me gustaría de pianista para tocar conmigo, Enrique Delfino. Les contesté que sí y me solicitaron mi parecer sobre la posibilidad de que el violinista fuera Tito Roccatagliata “¡Cómo no!” –Les respondí-, además es mi amigo.
Así quedo constituida la base del conjunto que viajaría a Estados Unidos a grabar los primeros 25 discos registrados en Camden, Nueva Jersey para ser editados en la Argentina por la Cas Pratt de la calle Sarmiento 643, su representante en el país”.


El viaje

Los tres músicos elegidos zarparon de Buenos Aires en el vapor “Marta Washington” hacia mediados del veinte. Enrique Delfino nos informa alguno de los pormenores de la travesía:
“Si hoy todavía es una aventura tocar tangos en los Estados Unidos –Delfy declaraba esto en 1961- imagínese cuánto lo era para esos días de 1920. Para colmo nos tocó una navegación muy dura a bordo del “Marta Washington”, y al pobre Roccatagliata lo atacó “el mal del mar”, que lo mantuvo prácticamente acostado durante toda la travesía. Recuerdo cómo obsesionado por el naufragio, solía decirme: “Claro, para vos no hay problema, tenés apellido de pescado”. Además, para burlar la cuarentena impuesta por la ley de inmigración, ingresaron al país clandestinamente en la zozobra permanente de ser sorprendidos por las autoridades y a cada uno que le pasaba le veían cara de policía. Rememoraba el maestro Fresedo.
-“Cuando llegamos a Nueva York, Tito, Delfino y yo, anduvimos deambulando por sus calles, conociendo Broadway. Delfy, siempre de buen humor, iba adelante y chapurreaba en inglés, para que creyeran que éramos norteamericanos. ¿Cómo van a creer que somos norteamericanos?, mirá los pantalones anchos que tenemos, y ellos usan los pantalones finitos”.
Después fuimos los tres a comer a un restaurante automático en Broadway, en la 7° avenida.

                                         
 
El segundo violín
-“estábamos los tres sentados a una mesa, cuando de pronto aparece un tipo y exclama: “¡Hola Pibe!”, y me tomó de los hombros; yo ni lo conocía y oír hablar en español, sobre todo en Nueva York, era rarísimo, “¿Pero, no te acordás –insistió- que yo iba a bailar todas las matiné al Casino Pigall?”.
Recién lo reconocí; estaba acompañado por otro muchacho. “Te voy a presentar a un amigo: Roberto Medrano. ¿Qué andan haciendo por acá?”.
-“Vinimos a grabar unos discos, para la Víctor, así que tenemos que viajar a Filadelfia, pero hace una semana que estamos en Nueva York esperando que nos den fecha para grabar”.
-“¿Así que vienen a grabar?, ¡Caramba! ¿No me podrían llevar con ustedes?”, me dijo este muchacho que se llamaba Alberto Infantas Arancibia, y tocaba algo el violín.
Él había llegado en el vapor “Bahía Blanca” y había desertado: los dos estaban en la vía. Medrano tenía la idea de poner allá una academia, para enseñar a bailar el tango en Nueva York. Yo le dije: “Pero usted cree que con eso se va a ganar la vida aquí, que nadie sabe nada, ni de tango, ni de nada”; y él replicó confiado: “Si, la vamos a pasar”.
Con ellos había una “barrita” de argentinos que después nos la presentaron: “¿La verdad? No me gustaba nada…”

“El tango” y “la tanga”

-“Y estos muchachos ¿qué hacen aquí?”, les pregunté
-“Viajan a Europa… a buscar… muertos”, me informó Infantas.
-“¿Cómo a buscar muertos?, exclamé azorado.
-“Si, los soldados que murieron en la guerra, sabe, ellos los traen y aquí los entierran; es un “trabajito”, ¿entendés?...”
-Los invitamos a comer a ambos y en el transcurso de la comida, en un aparte, Infantas reiteró en la solicitud de venir con nosotros.
-“Bueno, mire, usted sí venga, pero Medrano, no. Concluida la cena les pregunté: ¿Y ahora adónde van?” A dormir a cualquier estación de tren”, me respondieron.
Allá las estaciones son muy amplias y negros y blancos pueden dormir, sin que nadie los moleste. Pero nos condolimos de ellos y les ofrecimos que vinieran a dormir a la pensión en que estábamos nosotros. Para que no los descubrieran dormían debajo de nuestras camas.
Después de 9 años, estando yo en el fabuloso Les Ambassadeur de Francia, que presentaba las revistas americanas de mayor suceso, en una de ellas, como máxima atracción venía la pareja de baile internacional “Medrano and Donna” ¡El mismo Medrano que había dormido debajo de nuestras camas!

La definitiva integración del conjunto

Cuando empezamos a ensayar, lo hicimos tocar a Infantas Arancibia. Tocaba un poco, pero fue el segundo violín.
Alberto Infantas Arancibia, posteriormente, en 1934, fue director de la orquesta del cabaret “El chico”, uno de los de más categoría en el ambiente neoyorquino hispanohablante. Cumplió, además, dos brevísimos papeles en calidad de actor, en sendos films protagonizados por Gardel: “El tango en Broadway” y “El día que me quieras”.
Ya en Camden, se agregó el violoncelista, presumiblemente Herman Meyer, de ascendencia alemana. Desgraciadamente el maestro Fresedo no recordaba su nombre, para confirmar o rectificarlo.
En síntesis, su formación sería la siguiente:
Bandoneón: Osvaldo Fresedo
Piano: Enrique Delfino
Violines: David “Tito” Roccatagliata y Alberto Infantas Arancibia.
Violoncello: Herman Meyer.
-“Nosotros éramos cinco: piano, bandoneón, dos violines y cello; no se pudo poner contrabajo porque era demasiado bajo y el equipo grabador no lo tomaba.
Todavía no había micrófonos y se grababa con bocinas.
Un día, estábamos grabando “Milonguita” y en un estudio contiguo al nuestro, el maestro Paul Witheman grababa con su orquesta el fox-trot “Murmurando”.
Por su importancia en la evolución instrumental del tango, damos la discografía del conjunto.

                                      



A raíz de haberse presentado a una de las sesiones de grabación con alguna deserción en su plantel, se resolvió que Delfino y Fresedo grabasen dos temas cada uno como solistas.
Osvaldo Fresedo registró en solo de bandoneón dos versiones:


La discografía de la típica Select publicada en la revista Estudios de Tango N°9 de mayo-julio de 1972, ha sido reproducida en este trabajo, pues por lo común no se la incluye en la discografía general de Osvaldo Fresedo, siendo la labor de este pequeño conjunto de notables, de una trascendencia enorme como muestra del mejor tango instrumental de su época, motivo por el cual no se puede pasarse por alto.
Estas placas registradas en Camden salieron a la vente en nuestro mercado, en sucesivas tandas, las que fueron recibidas con gran aceptación, tanto por la modalidad interpretativa de la orquesta, como por los valiosos títulos vertidos en su cuidadoso repertorio.
Finalizadas estas grabaciones retornaron a Nueva York donde dejaron a Infantas y a Medrano, realizando algunas incursiones en locales nocturnos.
-“De ahí nos queríamos ir a Francia, idea que nos tenía entusiasmados; teníamos 90 dólares cada uno y el pasaje a ese país costaba 50 dólares, mientras que volver a Argentina nos salía 150 dólares por cabeza…”
Dicho sea de paso, digamos que por su tarea de grabación cada músico había recibido ¡5000 dólares!
-“Nos encontramos entonces con el agregado de la Embajada Argentina en Nueva York, Conrado del Carril, de quien era amigo; nos invitó a una fiesta en su residencia, y al conocer nuestra situación nos aconsejó que volviéramos a Buenos Aires: “Yo les voy a agregar un adelanto para que regresen”.
Ir a Francia era una aventura, por ahí nos tocaba “correr la coneja”, además “Tito” quería ver a su mujer, así que finalmente optamos por regresar”.
Llegaron a esta capital en diciembre de 1920.


Al que se va del Casino, se lo ocupa su vecino
Cuando Fresedo dejó el Casino en oportunidad de viajar a Nueva York, su orquesta quedó con la denominación de “Orquesta Fresedo” dirigida por el bandoneonista Pedro Polito, sufriendo algunas variantes:
Bandoneones: Pedro Polito y Miguel Orlando
Violines: Julio De Caro y Manlio Francia
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Hugo Baralis (padre)
A su regreso al comunicar a sus músicos que no seguiría como director, el conjunto se disolvió.
Entonces, realizó los bailes de carnaval de 1921 en el teatro “Opera” como integrante de una orquesta numerosa que presentó Francisco Canaro, donde éste dio a conocer su tango “¡Sufra!” y Fresedo el tango “Cielito mío”, cuya primera parte pertenece a un motivo popular mexicano titulado “Cielito lindo”, según nos aclara el mismo compositor.

OSCAR ZUCCHI (Continuará)