miércoles, 11 de mayo de 2016

Angustia

José María Contursi
José María Contursi vivía aquellos momentos de desolación, alejado de su añorada Grisel, y por un lado intentaba olvidarla con el alcohol que nublaba su mente y por otro se deschavaba soltando su penuria amorosa en páginas, donde lo describía con crudeza. No quería abandonar a su esposa e hijas y se desmayaba en una angustia interminable. El tango, enormemente agradecido por esa inclemencia emocional, que describiría en temas inolvidables y de una belleza incomún.

No existe en la historia del tango una cantidad tan grande de temas firmados por un poeta, dedicados a un amor frustrado. Además hay que tener en cuenta la calidad literaria de la pluma del Catunga Contursi para volcar su drama en tangos, que hoy día, a tantos años de aquella odisea dramática, existencial y amorosa, siguen vivos con toda su belleza y los seguimos paladeando en la vitrola o en la milonga. Interpretados además por vocalistas de todo tipo, además de los tangueros.

Los versos de este tango son más cortos que los habituales en su autor. Algunos como Grisel, Cada vez que me recuerdes, Como aquella princesa, Sin lágrimas, En esta tarde gris, Sombras nada más, Cosas olvidadas, Por calles muertas, Esclavo, Garras, Verdemar, Cristal, Tu piel de jazmín, Si te mí te has olvidado,  Esta noche de copas, Tú, La noche que te fuiste, Vieja amiga, Y la perdí, Junto a tu corazón, Tabaco, Quiero verte una vez más, son algunos ejemplos de esas maravillas que las podemos cantar de memoria y seguir emocionándonos por su belleza y profundidad.

El tema que hoy traigo al blog, no es de los más trascendentes de José María Contursi, pero tiene una polenta milonguera de primer orden en la versión de Osvaldo Fresedo con la voz de Roberto Ray. La música, ideal, es del violinista, director y compositor Antonio Rodio, el mismo que firma con el Catunga esa página redondita como una pizza: Cosas olvidadas. A las que hay que agregar: Y la perdí.

ANGUSTIA

No atormentes más, esta soledad,
pena que mi vida has destrozado,                              
no ves que llevo dibujada
mi tristeza en la mirada
y no puedo reaccionar.

Desangrándome, al pensar que ya
todo para siempre ha terminado.
Guardo escondida la esperanza
de que un día, lleve Dios al alma mía
junto a tí, nombrándola, mi corazón.

La angustia que se refleja en esta breves líneas, ya ha pintado el cuadro de la desesperación. El íntimo tormento del hombre que vive dos historias paralelas y no quiere perder ninguna de ellas, es tremendo. Además la lejanía, los acontecimientos que se suceden en la vida de la persona añorada, se reflejan cabalmente en la forma de desangrar sus sentimientos en cada página de tango que ha dejado.

Era una gota de rocío                                            
Grisel y José María Contursi en su reencuentro definitivo
temblando al aclarar;
la brisa alegre del estío
la trajo a mi soledad.

Era tan tibio en su brillar, el sol
y enamorado la llevó.
Soy un pichón muerto en el nido
por falta de calor.

 En el final, expresa el reencuentro fugaz, la alegría y el dolor de la despedida culminando abruptamente. Aunque el verdadero final fuese mucho más feliz.

Osvaldo Fresedo, cantando su vocalista predilecto, Roberto Ray (Raimondo), lo grabó el 8 de septiembre de 1938. Y es una página que me encanta, sobre todo cuando la bailo y en mi cabeza, paralelamente, cobra vida el drama del autor.

Preciosa versión.

Angustia - Fresedo-Ray

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