lunes, 9 de mayo de 2016

Ernesto Baffa

Eximio bandoneonista, reconocido en el ambiente de los músicos, abandonó este mundo el día 11 del mes pasado. Era un tipo muy querido, al margen de sus grandes condiciones y tuve la suerte de ser amigo suyo y tratarlo con cierta asiduidad en los años sesenta y primeros setenta. Por eso me apenó mucho su partida y el no poder saludarlo cuando supe que estaba mal de salud. Las distancias tienen esas cosas, y la nostalgia nos devuelve recuerdos lindos de su buena época.

Sobre todo aquellos asados con los muchachos del Club Independiente de Avellaneda -club del que era fana-, a los que llegaba con el fueye y esa sonrisa rubia que nunca lo abandonaba. Recuerdo el día que le hicieron tocar al zurdo López ese bandoneón y Baffita no podía creer que aquel destacado defensa central, también había sido de jovencito un ejecutante de orquesta típica en Córdoba.

                                                   


Él aprendió de pibe a tocar el instrumento de la mano del profesor Francisco Sesta y luego perfeccionaría su manejo del fueye con Marcos Madrigal. Iría tan rápido en sus estudios, que con 16 años ya fungía el instrumento en la orquesta de Héctor Chupita Stamponi. Y seguiría creciendo a la par que reluciendo su manejo del fueye, en los conjuntos de  Alberto Mancione, Alfredo Gobbi y Pedro Laurenz, además de formar en la orquesta que acompañaba al cantor Alberto Marino.

En plena evolución, con los laureles ganados, a sus 21 años jóvenes aterrizaba en la gran orquesta de Horacio Salgán, reemplazando a Leopoldo Federico como primer bandoneón. Y cuando el maestro Salgán disuelve su  formación seis años más tarde, Baffa recibe el llamado tan esperado. El de su admirado Aníbal Troilo, para reemplazar a Alberto Pajarito García. Con Pichuco sería al fin su segundo fueye y quien ejecutaría más tarde los solos, en lugar del director, cuando ya Troilo comenzaba a sentir las molestias de una artritis que lo afectaba mucho.

                                           
Troilo dirige la orquesta, parado, y Baffa toca a su lado. Canta Rufino, en 1963

Lo vi cuando había formado sociedad con el pianista Osvaldo Berlingieri y ahí fue cuando los recomendé para un lugar importante, de donde me habían sugerido la contratación de una orquesta. Personalmente era una persona encantadora y nos cruzamos muchas veces en la platea del estadio del Club Independiente cuando me tocaba cubrir sus partidos, y subía por allí hacia el palco de periodistas. Siempre me abrazaba sonriente y me llamaba Oterito...

Su vida artística la cuenta él mismo en este documental que sobre su figura realizaran Daniel Tonelli y Marcelo Turrisi. Prefiero que escuchen su versión.

Lo pueden ver aquí.

                           
                                       



1 comentario:

  1. Hermoso documental, cuanta humildad,cuanto talento,cuanta sabiduria, cuanto amor por la musica y respeto por companieros y maestros.

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