Don Segundo Ramirez era oriundo de Coronda (Santa Fe) y era un criollo mulato, de padres libertos según consta en el archivo del Juzgado de Paz. En es una de las pocas fotografías (Origen anónimo) se ve claro, en primer plano la segunda sombra que caracterizó e hizo famoso a este entonces ilustrísimo personaje de la zona de Areco. Los guantes negros solo una muestra de elegancia para la ocasión según aquella época.
Un gran libro de Don Ricardo Güiraldes, conocedor como pocos de las cosas del campo y la naturaleza de nuestros gauchos. Fue publicada por primera vez en en el 1926. A diferencia del clásico poema "Martín Fierro" de José Hernández, Don Segundo Sombra no reivindica socialmente al gaucho, sino que lo evoca como personaje legendario ("sombra"), en un tono elegíaco.
«Segundo Sombra» parece sugerir a un subalterno, si bien el tratamiento de Don contrapesa (quizás sin que Güiraldes fuera consciente de ello) la subalternidad, señala a un gaucho que por mantener su axiología, sus principios, resulta superior a la axiología burguesa.
Ricardo Güiraldes aprende en una especie de viaje iniciático lo que es el valor, el honor, la lealtad (que desde otra perspectiva puede mal interpretarse como subalternidad), el respeto al prójimo (todo esto, amenizado en el libro con descripciones). La novela, está escrita narrativamente en primera persona.
La descripción que hace de Don Segundo, coincide en un todo, con la foto que se conserva del homónimo Ramírez. «El pecho era vasto, las coyunturas huesudas como las de un potro, los pies cortos con un empeine a lo galleta, las manos gruesas y cuerudas como cascarón de peludo. Su tez aindiada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños. Para conversar mejor habíase echado atrás el chambergo de ala escasa, descubriendo un flequillo cortado como crin a la altura de las cejas».
La novela está escrita en un lenguaje llano y con frecuencia, especialmente en los diálogos, con regionalismos gauchescos de la llanura argentina. El vocabulario está cargado de palabras frecuentes en Argentina, y, sobre todo, en la vida campesina de la provincia de Buenos Aires. Una buena edición de esta obra, tal como acontece en gran parte de la literatura gauchesca, hace indispensable un glosario.
Ricardo Güiraldes |
La voz del poeta que fue Ricardo Güiraldes se hace escuchar con hallazgos de recursos literarios que matizan líricamente las páginas. Veamos: «En la pampa las impresiones son rápidas, espasmódicas, para luego borrarse en la amplitud del ambiente, sin dejar huella». Hay hallazgos relevantes en ciertas comparaciones: «El sueño cayó sobre mí como una parva sobre un chingolo».
En alguna sinestesia: «Las aguas hiciéronse frías a mis ojos». Las comparaciones harto expresivas en momentos conmovedores:«Me fui, como quien se desangra». Imágenes y metáforas para el paisaje:«Una luz fresca chorreaba de oro el campo». O...: «En derredor, los pastizales renacían en silencio, chispeantes de rocío.»
Así como en «Martín Fierro» la amistad entre el sargento Cruz y el protagonista es un símbolo emblemático del culto a este compartido sentimiento argentino, al decir de Borges, en «Don Segundo Sombra» el centro temático ha de ser el vínculo viril entre un gaucho inteligente, serio, callado, y un muchacho «Gaucho» hambriento de paternidad... Fabio Cáceres: el hijo no reconocido por su padre y abandonado al cuidado de «unas tías».
Con esta obra se clausura de modo brillante, en el Siglo XX, el ciclo de la literatura gauchesca iniciado en el XIX. Facundo, de Sarmiento, tal vez la mejor prosa de este último centenar de años o, por qué no, de toda la literatura argentina -tal es un parecer de Borges- pintará el conflicto entre civilización y barbarie. En tanto que el Martín Fierro diseñará la figura desdichada del gaucho del período posterior a Juan Manuel de Rosas, perseguido, olvidado y con frecuencia tenido en menos.
Conociendo a Hernández y sus limitaciones, no puede dejar de apreciarse -como lúcidamente descubriera Leopoldo Lugones- una obra genial en nuestro supremo poema gauchesco. Estas grandes obras, las de Güiraldes, Sarmiento, Hernández, están tocadas por una especial musa inspiradora.
Ángel Mazzei, en un estudio preliminar a una edición de «Don Segundo Sombra», ha dicho: «...es, ante todo, una obra donde el acierto de la concepción se une, plenamente, al de la ejecución. Hay creaciones donde la realización de la forma parece superior a su materia; otras demuestran un desajuste irreparable entre el propósito y el logro; Güiraldes logró la máxima aproximación entre su proyecto de novela y la novela misma». (Estudio preliminar a «Don Segundo Sombra», de Ricardo Güiraldes, Editorial Kapelusz, Buenos Aires, 1978)
La ciudad de Buenos Aires cuenta con pocos monumentos y homenajes a Güiraldes. Tan sólo un modesto pasaje de dos cuadras, en Villa Lugano, entre Zuviría y Santander, se llama Ricardo Güiraldes. También existe la plaza «Don Segundo Sombra» en el barrio de Flores, ubicada en la calle Santander, rodeada de las calles Nepper, Carlos Ortiz, Alonso Rodríguez, Juan Del Castillo y Aroma.
El tango lo recuerda con un tema que lleva precisamente su nombre. Lo compusieron Manuel Romero y Enrique Delfino y fue grabado por la Típica Victor cantando el estribillo Roberto Díaz y Juan Carlos Delson, en 1929; Canaro con Charlo lo grabó en 1930, igual que Minotti Di Cicco con Antonio Buglione y también Lidia Borda con el quinteto de Ramiro Gallo.
Escuchamos la versión de Canaro con Charlo. Lo llevaron al disco el 5 de marzo de 1930.
Ricardo Güiraldes falleció en París a los 41 años de edad. Era muy buen bailarín de tango y Ulyses Petit de Murat y Juan D'Arienzo le dedicaron el tango: "Bailate un tango Ricardo". Lo grabó D'Arienzo con su orquesta cantando Osvaldo Ramos, el 22 de noviembre de 1966.
(Los datos que y textos de la nota son tomados de Wikipedia y otros relatos)