“Me hiciste tango como soy: romántico y dulzón” Héctor Marcó
Sí, porteño de pura cepa, porque nací en Villa Urquiza, Me llevaron mis padres por una casa de la calle Maza y México, después Villa Domínico y anclamos en un departamento de la calle Uspallata, en Parque Patricios, cuando yo tenía 4 años. Y me crié en esos adoquines detrás de la pelota de goma. o hecha con una media y rellenada de papel. Y corriendo mariposa , sudando en los juegos y grandes picados de fútbol en la Plaza Ameghino, que estaba en la esquina, frente al Hospital Muñlz. y donde enterraron a tantos negros cuando ocurrió lo de la fiebre amarilla.
El fútbol y el tango eran las pasiones populares. Recuerdo los muchachos grandes que se llevaban una vitrola a la plaza, de aquellas de darle manija, y pasaban los discos de 78 rpm, sobre todo de D’Arienzo que los volvía locos. Incluso a mi hermano, que era fanático de la orquesta. Se pasaba el día en casa -cuando no trabajaba- escuchando los programas de radio que hablaban de tango y pasaban música. Así se me fueron quedando en la cabeza los nombres de los autores de aquellos temas maravillosos que me serían de utilidad años más tarde.
Teníamos equipos de fútbol con los muchachos del barrio y entrábamos en Torneos de verano, cuando terminaba el fútbol profesional, entre Noviembre y Febrero/Marzo. Me ficharon del club Temperley en las inferiores, y se me hacía pesado madrugar los domingos para ir a Temperley. Pero aguanté porque enganché dos amigos del barrio. Después jugué en Barracas Central y algunos partidos en las inferiores de Huracán.
En el secundario tuve de profesor de castellano al gran filólogo de la lengua castellana: Avelino Herrero Mayor, a quien recordamos con José Gobello. Destaqué en esa asignatura, pese a que no me gustaba estudiar. A los 17 años, en el vecino Club Charleston, con los muchachos grandes aprendí a bailar el tango, haciendo la parte de mujer inicialmente, como se aprendía entonces y con muy buen sentido práctico. No existían prácticamente los profesores de tango y las dos Academias donde se enseñaba por correspondencia: Dopazo y Gaeta, eran motivo de burla por parte de los milongueros.
A los 17 me largué a las pistas y con la barra sentamos nuestros reales en las hermosas instalaciones del Club Atlético Huracán, de la avenida Caseros, frente al Parque Patricios. Allí bailé en vivo con las grandes orquestas. Troilo, Di Sarli, D’Arienzo, Gobbi y Pugliese, que fue la orquesta que más veces estuvo, incluso en las 7 noches de carnaval. Aparte de verlos en vivo en radio el Mundo o Belgrano donde íbamos con amigos.
Acá estamos con Sancho Gracia, Di Stéfano, el embajador argentino y su esposa |
A mis 25 años participé en “Odol pregunta”, por Canal 7 cuando había un solo canal de TV, contestando sobre la Historia del tango. Venían Al Palais de Glace, desde donde se transmitía el programa, los grandes coleccionistas, se asombraban que un muchachito contestara sobre el tema y me invitaron a varias casas de ellos y me regalaron libros y revistas para fortalecerme.
Con el tiempo pasé a bailar en las confiterías del centro, luego de recorrer infinidad de clubes de Buenos Aires donde se bailaba tango. Y el fútbol me abriría sus puertas más tarde, como periodista deportivo, cuando entré en el Diario “La Razón” y escalé posiciones rápidamente. Viajé por toda América y países de Europa cubriendo partidos y acontecimientos deportivos. Fui jefe de deportes en canal 7 y canal 9 y tuve programas de radio. Incluso estuve con el amigazo y maestro Antonio Carrizo, y con Julián Centeya, en radio El Mundo.
Cubrí 6 Mundiales, y los últimos 4 años estuve en El Gráfico, incluso dos de ellos como corresponsal en España. Escribí muchas notas en el diario Esto, de México, en una revista colombiana. Los domingos teníamos un programa en canal 9 con Bernardo Neustad e Irma Roy. Aparte he publicado libros de tango y de poemas lunfardos, en Argentina Y España. He dirigido revistas que fundé en Madrid, y colaboré en el diario El País en España. He dado Conferencias en muchos lugares de España y en Buenos Aires, incluso con equipos de fútbol profesional.
Entre otras cosas, me diplomé como Director Técnico en la AFA y seguí militando en las filas del tango, como escucha y espectador en Caño 14 junto a Pichuco, el Polaco Goyeneche, Rubén Juárez, Francini, Grela, Copes-María Nieves. En madrugadas maravillosas charlé con Troilo, con Pugliese, con el Polaco, fui amigo de Alfredo Gobbi, de Carlitos Almada, de Rodolfo Lesica, tantos tangueros… He tenido mis propias milongas, he dado conferencias sobre la Historia del Tango en diferentes festivales.
Sí, aquellos berretines de la infancia, el fútbol y el Tango siguen presentes en mi vida y mi agenda. Tengo tantos recuerdos, tantas anécdotas almacenadas que me encanta recrearlas para la gente tanguera de Argentina, España y otros países europeos que ahora están disfrutando del tango bailable. Di Stéfano, Centeya, Pedernera, Francini, Pelé, Pichuco, Perfumo, Pugliese, Bochini, D’Arienzo, Maradona, Rivero están encerrados en maravillosas peripecias de mi vida. Y en mis añoranzas vuelven a revivir con toda la polenta de sus respectivas personalidades.
José María Otero