miércoles, 14 de junio de 2023

Eras como la flor

    Apareció en los años cincuenta, allá por 1954 y rápidamente se desparramó por las emisoras radiales y por la televisión en el ritmo de orquestas y golas de cantores como Varela-Ledesma, Rotundo-Sosa, D'Arienzo-Laborde, Marino-Osvaldo Manzi, Basso-Galé,. Fue una  gran pegada y realmente el tema, tanto en la letra como en la música tenían mucho gancho.

   La llamativo, quizás, es que el autor de los versos, no lucía credenciales como los  grosos que lo antecedían. Los Manzi, Expósito, Cadícamo, Dizeo, Cátulo, Bahr, Celedonio, García Jiménez y tantos otros, pero lo cierto es que su tema tiene polenta emocional, es original, poéticamente tratada la separación de los amantes. Y el recuerdo, la pinturas que hace de la amada, son apelaciones conativas, tal  vez porque sabe que la memoria es simplemente lo que se decide recordar.

                                     


   Hay algo más que meras figuras literarias en estos versos que llevan el tango en la entraña, como lo va signando su autor, Mario César Arrieta. Y así constata también la querencia de ambos por el género, con un voltaje emotivo. El tiempo dilatado de las caricias, del éxtasis, está construido alrededor de un tono y no pierde la sintonía con la música que los unió alrededor del tango.

Así,
así quedaste en mí,
clavada en la raíz
remota del recuerdo.
Todo pasó
y un velo de silencio,
cubrió tu voz
tu antigua voz sin eco.
Así,
así te llevo en mí,
porque tenías corazón de tango
y sangrabas de amor sobre mi piano.

   No hay rencor ni agresión en el recuerdo, todo lo contrario. El autor sublima un deseo no satisfecho totalmente y en su determinación plácida, la evoca comparándola con una flor volátil, en un juego de alquimias y deseos. Su serena languidez  le permite encontrar, dentro de la densidad emocional, un poético recurso en donde las palabras  cierran y sanan lo que quedó marchito después del amor. La flor es el símbolo. Y el corazón de ella una alondra volandera...

Eras como la flor
y los caminos:
Fragancias y color
que no eran míos.
Te quise para mí
y eras del aire y del viento,
la lluvia y el rocío...
Eras como la flor
y los caminos.
 
Así,
así te conocí,
con tu pasado gris
desnudo en el teclado.
Y el corazón
alondra volandera,
abierto en flor
al filo de las penas.
Y así,
desde que te perdí
desentrañando tu destino en notas,
te recuerdo y te lloro en cada tango.

    Curiosamente Roberto Rufino fue quien le puso música a estos versos rutilantes, llegadores. Y lo cierto es que encajan perfectamente con la poesía y le dan vuelo. Por algo tuvo tanto éxito este tango.

   Podemos escuchar la versión de Héctor Varela con su orquesta y Argentino Ledesma luciéndose al cantar los versos. Lo grabaron el 26 de octubre de 1954.

                             



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