lunes, 3 de julio de 2017

Tango negro

En mis libros, conferencias y escritos diversos, siempre he defendido la negritud fundacional del tango. Frente a la avalancha de refritos varios donde se le da otro nacimiento a la música popular porteña, he estudiado en profundidad todo lo referido a los inicios del tango y cada día es más firme la tesis de los musicólogos, que defienden la influencia de los esclavos negros y sus descendientes, no sólo en la música de Buenos Aires sino incluso en la de otros países de América.

El jazz en estados Unidos, la guajira en Cuba, la cumbia en Colombia, el frevo, la batucada y otras danzas de Brasil, tienen origen negroide. De hecho, las palabras Tango, Milonga, canyengue, zamba, mandinga, son de origen africano. Buenos Aires fue el puerto adonde llegaban barcos con esclavos negros, que se subastaban y se despachaban  para diferentes ciudades y países limítrofes. Los esclavos que eran llevados a Argentina, procedían de etnias del Golfo de Guinea y el sur de Sudán. El lugar donde los encerraban antes de embarcarlos se llamaba "Tangó", que significa: espacio cerrado.

                                 

Tango. Pintura de Pedro Figari


El diccionario de la Academia Españdola de la Lengua en su edición de 1899, definía al Tango como "una fiesta de negros y danza  o de gente del pueblo en América", y daba como segunda acepción: "La música de esa danza". Repasando libros, encuentro en el Diccionario Gardeliano de mi amigo y compañero José Barcia, firmado junto a Enriqueta Fulle y José Luis Macaggi, estos apuntes al respecto:

-Un recorte del diario Crítica, sin fecha  pero con presumible ubicación a comienzos de 1930, recoge una síntesis de la exposición realizada por Enrique González Tuñón, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas. Uno de los párrafos de esa charla propone una definición  que más de medio siglo después continúa siendo inquietante:

-"Los escritores de la nueva generación -dijo González Tuñón- hemos adjudicado al tango su exacta jerarquía en nuestra sensibilidad. Hemos proclamado orgullosamente cuando se nos negaba toda importancia y trascendencia, que el tango es nuestra única tradición racial, y vengo a repetirlo ahora, cuando los jóvenes gravitan sensiblemente en la vida artística, cultural y universitaria del país.

                                             


Nada negro ni blanco

- Ya no es habanera ni nada negro ni blanco, ya es el tango argentino. Rechaza todo lo que no sea él: como el cante hondo, no admite muchas cosas que parecen estar en su camino y no lo están, desde la malagueña a la coplilla modosa, sin el personal desgarro de lo hondo. Ese tango cantado que nace en alpargatas, es recusado en los salones que después han de recogerlo como el más sabroso engendro autónomo. El tango comienza a cantarse en los boliches, esos almacenes de bebidas y de todo lo que son paradores o ventas de los caminos intrazados...

-"No se le encuentra lo que tiene de italiano, porque no lo tiene, porque es la superación del italiano, que al llegar a la Argentina abandona la melodía y entra en lo barroco de tipo español -de pelo negro- y por ende en lo criollo, y pega en él porque el italiano quizá desde hace siglos tenía el deseo de lo desparejo, de lo prosaico versificado, del romper la lindura" (Ramón Gómez de la Serna. Ob.cit.)

-Negritud del tango

-"La injerencia del negro en el nacimiento del tango es más que evidente (..) En el carácter de la música creada por los negros luego del trasplante, se advierte también un impulso de sobrecompensación. Parececería que el individuo, para asegurar su supervivencia anímica, llegara a expresar alegría, que es precisamente el estado anímico complementario del que realmente experimenta. La música del ragtime es invariablemente alegre, y sólo por momentos, sin perder la precisión rítmica, adquiere una sensualidad, una insinuante coquetería que no es más que la instancia previa al salto del felino, al rodeo que antecede a la explosión eufórica, bulliciosa...

-No existe un solo rag, ni ninguna de las clásicas tres partes que integran los ragtimes, escritos en tono menor, que es de típica sugerencia melancólica. Todo el género fue compuesto en modo mayor. Lo mismo sucedió con los primitivos tantos de autor anónimo, como Andáte a la Recoleta, recopilado por tradición oral por el musicólogo Carlos Vega, quien lo ubicó alrededor de 1880 como el tango más antiguo, y Señora casera. Mientras el tango fue "cosas de negros" no perdió la alegría ni la picardía.

-Cuando lo adoptó el blanco, el criollo y el hijo del inmigrante que vio frustradas sus ilusiones de "hacer la América", el tango empezó a introducir, primero el modo menor con un eventual  trío en modo mayor, como sucede con El choclo, de Villoldo, para luego sumergirse en letras que hablan de decepciones, traiciones, ultrajes, miserias, alcohol, cárcel, soledad y del dolor existencial de la ciudad.

-En el sainete rioplatense y en los espectáculos revisteriles de la década del veinte, algunos tangos pretendieron acercarse, por conducto de la comicidad de sus letras, a esa primitiva línea jocosa.  Únicamente lograron  una mueca, una sonrisa amarga. El futuro del tango estaba en el dramatismo, en la tragedia de la urbe" (Tango y Ragtime, por Pompeyo Camps. Ed. Servicio Cultural de los EE.UU. Buenos Aires 1978)

El tango citado por Carlos Vega como el primero del género: Andate a la Recoleta, tenía una letrilla anónima que decía:



Andate a la Recoleta
decile al recoletero,
que preparen una bóveda
para este pobre cochero.

 Si... Si... Si...
que Gaudencio se va a fundir,
No... No... No...
si Gaudencio ya se fundió.   

Parados en los estribos,
con un letrero que dice
“Calle de Estados Unidos”

 Si... Si... Si...
que esta noche me toca a mí.
No... No... No...
que mañana le toca a usted 


Y la música del mismo, barnizada en la modernidad del Cuarteto Polenta, dirigido por M. Meyer, suena así:

Andate a la Recoleta - Cuarteto Polenta






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3 comentarios:

  1. Cordial saludo, supongo que Carlos Figari es un homonimo del pianista.

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  2. Perdón Octavio. Este famoso pintor uruguayo es Pedro Figari. El tango nos traiciona muchas veces con los nombres, por costumbre.

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