sábado, 9 de marzo de 2024

Niebla del riachuelo

    Enrique Cadícamo, el poeta al que nunca se le agotó el talento poético y llenó infinidad de pentagramas, recordaba como después del  gran éxito que tuvo "Nostalgias", el tango que compusiera con su gran socio, Juan Carlos Cobián, nacerá otro tema de esta yunta que también se encarrilaría en la ruta de los sucesos musicales del año. 

                                         



    "El éxito de Nostalgias nos transformó en ,los autores de moda. El poeta del cine y director Luis Saslavsky nos pidió que le escribiéramos un tema para la película "La fuga", que ya había comenzado con Prancisco Petrone y Tita Merello. En pocos días le entregamos el manuscrito de "Niebla del Riachuelo". Este nuevo número comenzó  a competir con nuestro reciente suceso de "Nostalgias", colocándose a la par. Volvía a repetirse en mí el extraño fenómeno de dos éxitos simultáneos".

   En dicho filme, estrenado el 28 de julio de 1937, lo entona Tita Merello y lo lanza a la popularidad. Detrás de ella numerosos intérpretes lo agregan a su repertorio y el tango se instala en la perpetuidad. Lucio Demare lo graba en solo de Piano, Rivero-Tarantino, Goyeneche-Garello, Fresedo-Ray, le dan su toque personal en registros discográficos que vale la pena recordar.

                                 



   Los versos de Cadícamo, en la primera parte del tema, con la artillería de las palabras muestra un paisaje que intenta sobrevivir a la desdicha de su destino. Las largas y tristes migraciones, el torbellino brujuleante del escenario, las sendas que han señalado las distopías de la navegación, el mantra del tiempo dibujándose en las aguas oscuras y nubladas.

Turbio fondeadero donde van a recalar
barcos que en el muelle para siempre han de quedar,
sombras que se alargan en la noche del dolor...
Náufragos del mundo que han perdido el corazón...
puentes y cordajes donde el viento viene a aullar
barcos carboneros que jamás han de zarpar...
Torvo cementerio de las naves que al morir,
sueñan, sin embargo, que hacia el mar han de partir...
 
   El poeta resalta esa niebla en la que se fue difuminando la marcha de una mujer que le dejó el corazón en llanta. Él la recuerda  en ese paisaje grisáceo con la tristeza del ambiente en que ella se perdió para siempre. El desgarramiento íntimo se incrusta en el arte de las imágenes estáticas, de los momentos detenidos, en esa niebla que que él ve simbólicamente como la pantalla que la ocultó para siempre.
 
Niebla del Riachuelo
amarrado al recuerdoy
yo sigo esperando.
Niebla del Riachuelo
de ese amor, para siempre 
me vas alejando.
Nunca más volvió.
Nunca más la vi.
Nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí...
Esa misma voz que dijo: Adiós
 
Sueña marinero, con tu viejo bergantín
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín,
Llueve sobre el puerto, mientras tanto mi canción
llueve lentamente sobre tu desolación...
Anclas que ya nunca, nunca más han de levar 
bordas de lanchones sin amarras que soltar...
Triste caravana sin destino ni ilusión, 
como un barco preso en la botella del figón.

  Edmundo Rivero, acompañado por la orquesta dirigida por Osvaldo Tarantino, lo grabó en 1976. Acá lo podemos escuchar.
                                    


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