lunes, 29 de mayo de 2023

A mí no me hablen de tango

    Resulta verdaderamente curioso comprobar que, en la extensa producción de José María Contursi, en sus románticas letras de tango evocando a Grisel, su cuitado corazón, y logrando verdaderos capo-lavoro poéticos, magistrales  retratos, con su contenido emocional,  también incursiona con otros fogonazos líricos en temas tan distintos. Algo que no deja de llamar la atención, a quienes lo seguimos con tanta admiración.

    Y nos demuestra una vez más su capacidad para describir con su pluma poética, aquellas milongas de los domingos en los Corrrales (Parque Patricios), las partidas de taba, carnavales y el enfundado traje milonguero de fantasía. Todo el argumentario que le sirve para defender en esta instancia al tango de antes, el de su padre, el que vivió de cerca o de lejos, pero reflejado en revistas, en reportajes, en imágenes...

                              

José María Contursi con Gricel y su hija.

   En este tema que hoy transito, lo vemos al Catunga en un umbral imaginario del cambio y devenir incesante, mostrando su fidelidad a nuestra monografía urbana y su trasfondo. Los claroscuros de la existencia al desgaire, delimitan un espacio y un tiempo de lo cotidiano. Una especie de radiografía agridulce en el recuerdo. La voz narrativa, omnisciente, se desliza dentro de un mosaico de realidades e imágenes que enfocan tiempos  desteñidos en la memoria.

En esta noche de capricho y de fandango,
no sé con qué me van a hablar a mí de tango.
Si en los portones de Palermo fui como el patrón,
juego de taba y milonga.
Y en la mistonga domingada en los Corrales
fui respetado como en tantos carnavales.
¡Cuántos recuerdos queridos!
¡Cómo poder olvidar!

                                                   

   La pintura, más allá del cliché, con su evocación del paisaje, contiene inagotables significados y alegorías de una época en la que el downtowng porteño estaba iluminado por la fuerza invocatoria de su música. El Catunga se da un chapuzón en el calendario quimérico de la juventud, con su aliento poético, transitando en el recuerdo aquellos lugares que dejaron tanto pozo. Los perfiles de su evocación son como una foto desteñida pero llena de recuerdos.

¿Dónde quedó mi casa vieja,
con sus glicinas y el balcón?
Y aquel susurro juvenil
humedecido de emoción
tras de las rejas.
Patio de piedras desparejas
bajo la sombra del parral
con mi guitarra y mi canción.
¡Si me dan ganas de estrujar
al corazón!

No quiero hacer jamás alarde de mi rango
pero no sé con qué me van a hablar de tango
Con pantalón de fantasía y taco militar,
¡si habré copado paradas!
En madrugadas de caprichos y fandango,
lo que se baila es cualquier cosa menos tango.
Tango era el que antes bailaron
El Mocho y El Cachafaz.

¡A ver, que sirvan más copas,
para poder olvidar!   

   El maestro del piano y la composición, Juan José Paz, le adosó la música para que los versos de José María Contursi tuvieran el brillo deseado. Diversos intérpretes como Tita Merello, Rubén Juárez, Néstor Fabián, Guillermo Galvé o el Polaco Goyeneche con la orquesta de Pichuco, entre otros,  lo interpretaron y llevaron al disco.. Y hoy lo recordamos con la versión de Aníbal Troilo, cantando Goyeneche. Lo grabaron el 23 de abril de 1963. 

                                  

   

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