miércoles, 31 de agosto de 2022

Caliente

    

Horacio Ferrer en su libro El Gran Troilo cuenta cómo –meses antes de anochecerse–Pichuco le obsequia un poema de su autoría, el que solía recitar por milonga en la intimidad de las sobremesas haciendo explícito no solo el manejo del lunfardo sino también el del ritmo y el metro (versos octosilábicos). Lo bautizó Caliente, y por amor a lxs que coleccionan figuritas troilianas aquí va el texto completo:

                                                  


Milonga linda o fulera

empilchada o bien rasposa,

caliente como baldosa

que le da el sol de verano.

Más caliente que aquel tano

que lo afanaron debute

como el loco Farabute

cuando oyó ¡macho! Y dio el grito,

más ardiente que Benito

pintando en Pedro ‘e Mendoza.

Caliente como el espiedo

que da vueltas despacito

mientras mira desde afuera

tiritando, un pobrecito.

Hirviente como la vieja

cuando le tocan la cría, 

ardiente, terca y pareja

como esta tristeza mía.

Milonga del loco Papa

de Sebastián, de Azucena,

la ñata más gaucha y buena

ardiente como una brasa,

quemante como el que pasa

sobre su cara una astilla

para entibiar la mejilla

cuando la bordona arrasa.

Celosa como leona

que le tocan al cachorro

cuando apuntado por chorro

se lo alza la policía.

Dijo alguien y ese sabía

sin ser muy inteligente, 

que la madre siempre es madre

cuando está el fierro caliente.

Milonga mía y chiquita,

que te juné desde pibe,

cuando apoyado al aljibe

que no tuve, te escuchaba.

Ya entonces adivinaba,

que hoy que te canto en el centro

todo es tuyo, más que tuyo

el fuego que llevo adentro.

 


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