martes, 7 de octubre de 2014

Somos como somos

La genial Eladia Blázquez, esa cantante, ejecutante de piano y de guitarra, que irrumpió a puro talento en el tango que escribían los hombres de letras con letras para los hombres, dejó un tendal de poesías en nuestra música popular que son crudas radiografías de los porteños, de sus sentimientos, sus fracasos, sus mitos, metejones, broncas. Y también de sus tics, su carpeta, su modo de entender la vida, y el deschave de una personalidad que engrupe, que gana, que chorrea desencantos y mufas.

Eladia, esa muchacha de Avellaneda que después de lucir su garbo en coplas andaluzas de niña, por influencias de las canciones de León y Quiroga que escuchaba su madre granadina por la radio, supo pasar por el folklore y aterrizar en el tango como un vendaval. El padre era salmantino, pero ya se había transformado en un porteño más y en las tribunas del Club Atlético Huracán, sacó patente de hincha quemero, machacándose con todos los argots futboleros.

                                     


Con sus primeros tangos como poeta y compositora, Eladia echó raíces fuertes en la música popular y personajes  como Homero Expósito o Cátulo Castillo que la incorporó al directorio de SADAIC, la elogiaron sin reservas. Diría Cátulo sobre ella: "Calza polleras y está esperando al Angelus en un portón de tiempos, enigmática y triste desde que halló la hondura casi abismal del Tango".

Eladia construyó más de 500 temas, la mayoría de los cuales son como fotos de la realidad que le tocó vivir y mostró su amor por la ciudad porteña con el corazón a flor de piel. Bastaría escuchar ese párrafo de Mi ciudad y mi gente para entender su querencia por esas calles de Buenos Aires, que le dieron motivos para trasladar al papel y la partitura. "Aunque me dé la espalda de cemento, / me mire transcurrir indiferente, / es ésta mi ciudad...¡Ésta es mi gente! y es el lugar donde a  morir me siento".

Pero a la vez, entre toda su lieratura, tierna y descarnada a la vez, supo hacer esos retratos que "nos dan la cana", y son un muestrario de nuestras debilidades. Los habitantes de los distintos países del mundo tienen como un estereotipo que los caracteriza ante el forastero o el de quien los observa y califica a la ligera.  Cuando uno se aleja de los lugares queridos y cada tanto vuelve a recorrerlos con el alma en ascuas, ve algunas realidades que  en otro momento no aquilataba. O se sentía en su sitio.

Eladia Blázquez con Ástor Piazzolla en 1988
                                 

En Somos como  somos, Eladia pone su lente certera y nos descubre así, sin máscaras ni corazas.



Miremos este espejo bruñido y reluciente
sin el engrupe falso de una mentira más...
Y vamos a encontrarnos con toda nuestra gente
mirándonos de frente sin ropa y sin disfraz...
Con toda nuestra carga pesada de problemas
hagamos un teorema de nuestra realidad...
¡Perdamos todo el vento, la torre y el "alfil"!
¡En este "escrachamiento", de frente y de perfil!

¡Como somos!...
sensibleros, bonachones
compradores de buzones por creer en el amor.
¡Como somos!...
con tendencia al melodrama
y a enredarnos en la trama por vivir en la ficción.
¡Tal como somos!...
como un niño acobardado con el andador gastado
por temor a echarse a andar...
Chantas.. .y en el fondo solidarios,
más al fondo muy otarios y muy piolas más acá...
¡Vamos...! aprendamos pronto el tomo
de asumirnos como somos o no somos nunca más.

¡Nos gusta hacer las leyes, después crear la trampa
tirando por la "rampa" las tangas a rendir,
cargar a voz en cuello, y protestar bajito
prefabricando mitos para poder vivir!
Nos gusta sobre todo comer a dos carrillos
rociando con tintillo la gris preocupación,
y así mancomunados hacemos con unción
el culto más sagrado... a la manducación.

                            

El Negro Rubén Juárez que cantó y grabó muchos temas de Eladia, también registró este tango, en 1979,  y acá lo traigo como un recuerdo de tantos momentos lindos que vivimos juntos.

Somos como somos - Rubén Juárez



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