martes, 8 de abril de 2014

Rosita Quiroga

Fue una cantora de radio, de discos, de intimismos, de barrio, que no actuaba públicamente, pero que tuvo una adhesión inquebrantable de sus hinchas a lo largo de los años. Porque expresaba el sentir del pueblo llano, su parla, su chimento confidente, la manera de erigir la conversa, la filosofía barrial de aquel Buenos Aires que todavía veía el sol y la luna, antes que la invadieran los rascacielos.

Nació en un barrio xeneize, donde había infinidad de genoveses inmigrantes, la Boca, y algo se le pegó de la ese africada (eshe) de aquellos ligures. Pero su padre era un carrero asturiano y su madre cordobesa. Vivía en un corralón al que acudía Eduardo Arolas a tocar el bandoneón con su hermano, que no progresaría en el estudio del mismo. En cambio Rosita (Rosa Rodríguez Quiroga) aprendería a rasgar la guitarra, a los siete años de edad,  gracias a su vecino Juan de Dios Filiberto que le enseñaría los secretos de la misma.

Rosita en sus comienzos
Como además le gustaba cantar, lo hacía en aquellas comparsas del barrio, tan animadas y en festivales benéficos. Pero a ella le tiraba el tango y entretenía a los mayores con esa voz chiquita y su inconfundible decir. Los chamuyaba con picardía, del modo que años más tarde lo harían Sofía Bozán, Tita Merello o Elba Berón. Esa cadencia de suburbio, el aire entre orillero y provinciano.  En eso fue toda una avanzada y afirmaba que la voz era secundaria y que lo que realmente importaba era el sentimiento.

-Las sopranos, los tenores, un día pierden la voz y no pueden cantar. Yo seguiré así siempre con mi voz porque nunca tuve demasiado alcance. Pero el tango no necesita potencia, sino corazón.

Pero aún llegando a tener una gran cantidad de seguidores y vender gran cantidad de discos, su refugio fue la radio. Nunca le gustó cantar en público. Y lo expresaba con claridad: "No quiero cantar en teatros. Paso calor ante el público, me pongo nerviosa, me dan miedo las miradas y no logro controlarme. Prefiero hacerlo en el silencio de la sala de grabación. Y aunque es verdad que no escucho aplausos, recibo en cambio muchas cartas de mis seguidores".

                              


Allá por 1973 la invitamos a un programa de radio que tenía yo en radio Argentina los domingo de 8 a 12.30 de la mañana.En 1937 había realizado su última audición en Radio Prieto, se casó con un alto directivo de la RCA Victor apellidado Capiello,  y pasó a vivir en un palacete, en pleno Barrio Norte, pero su esencia seguía intacta. Conseguimos una guitarra y la animanos para que nos cantase algo. Y lo hizo. Desgranó los versos de Tengo miedo y Muchacho y nos emocionó.

Ella que venía de una época de tiples y tonadilleras se distanció de todas y vendió discos que se exportaron a medio Mundo. En Japón una Peña lleva su nombre y la invitaron a viajar a Osaka.  En Argentina registró más de doscientos temas que remontaron vuelo a otras latitudes. En 1940 y en 1952, retornó a las salas de grabación y por último y a instancias del doctor Luis Alposta, lo haría en 1984, con el acompañamiento en guitarra de Aníbal Arias. Pero sólo fueron dos temas porque su muerte, a los 88 años, impidió que siguiera haciéndolo.

                                 

Mujer generosa, que no vaciló en acompañar a un desconocido Agustín Magaldi y abrirle las puertas de la Grabadora, o a su futura gran amiga Mercedes Simone, fue muy querida en el ambiente precisamente por esta cualidad. A Celedonio Flores lo contrató en exclusividad durante cinco años para que escribiera tangos para ella, porque anclaban en su personalidad. Fueron nada menos que 24 temas, entre los que destacan Muchacho, Audacia o La musa mistonga. También se hizo amiga de Eva Perón, a quien visitaba y ésta le pedía que le cantase el tango: De mi barrio.

Francisco García Jiménez, Luis Alposta y Rosita Quiroga
                           

Supo vivir como una reina hasta el final de sus días, acudía a buscar a la Simone a su casa cuando enviudó, para ir a escuchar a Edmundo Rivero, su favorito. Y dos días antes de su muerte, estuvo en el programa de Eduardo Bergara Leuman, que trasmitían desde La Botica del Ángel, esa hermosa casona creada por él mismo.

Y hoy traigo precisamente al Blog, esta última aparición pública de Rosita Quiroga, acompañada nada menos que por Roberto Grela y la presencia de Horacio Ferrer en la presentación. Fue el 18 de octubre de 1984 y 48 horas más tarde, fallecía Rosita en su departamento de la calle Posadas.
     
                                       
Pedro Maffia y Rosita Quiroga


En este documento histórico, que vemos más abajo, interpreta precisamente el tango de Celedonio Flores y Edgardo Donato: Muchacho, con ese deje suburbial inalterable. 


      














1 comentario:

  1. lei por ahi que un ponja mientras los bombardeaban los yankys estando refugiado el los tuneles del subte ponia en una fonola discos de rosita hasta alli llego su fama.... saludos

    ResponderEliminar