lunes, 13 de enero de 2014

El entrerriano

Siempre estará en las enciclopedias del género como el primer tango que fue trasladado a las partituras, antes que terminara el siglo XIX, en una época en que los músicos eran intuitivos y las melodías fluian por todos lados y se convertían en canciones anónimas o alguien se aprovechaba y les estampaba su firma.

Rosendo Mendizábal era un músico negro de buena familia - para la época posterior a sus antepasados esclavos- y se llamaba Anselmo de primer nombre, herencia de su abuelo. Y de la herencia de su abuela; Margarita Hornos, provino una suma considerable que le permitió tener un holgado pasar.

                                
Rosendo Mendizábal
Horacio, su progenitor, nacido en Montevideo, falleció como tantos morenos en la epidemia de fiebre amarilla, cuando Rosendo tenía apenas 3 años. Su madre porteña también caería tiempo después  en la volteada y con su hermano Ciriaco recibieron la citada herencia que les dio acceso a una vida de cierta tranquilidad económica. 

Su padre fue poeta, editó un par de libros y Rosendo (firmaba sus tangos como A. Rosendo), se inclinó a la música tempranamente. Tocaría el piano en mansiones de la aristocracia porteña, e incluso fue profesor en alguna de esas casas pero su fama devino sobre todo de su actuación permanente, tocando tango en las casitas de Laura y María la vasca.

                           
En esas casitas se bailaba todas las noches a tres pesos la hora, con las pupilas. La de María la vasca estaba ubicada en la calle Europa (la actual Carlos Calvo) 2721. Pero no funcionaba como  abierta al público en general, sino que se alquilaba para fiestas, grupos, o gente de cierto nivel social, por horas o por la noche entera. Allí brilló el pianista moreno que tocaba para la clientela selecta y recibía por ello abundantes propinas.

Quienes lo conocieron lo definieron a Rosendo como un muchachote alto, fuerte, elegante y de bigotes poblados, que nació en pleno centro porteño en 1867. Como sucede con todas las piezas históricas, también El entrerriano está envuelto el leyendas varias. Incluso hay quienes creían las afirmaciones de Ernesto Ponzio, de que el susodicho tema era suyo. Pero pienso que hay un grave error de apreciación porque el Pibe Ernesto nació en 1885, y tenía 12 años cuando apareció El entrerriano.

Un amigo de Mendizábal, apellidado Guidobono, "persona muy conocida y respetada en el ambiente", según los primos Héctor y Luis Bates, autores de  "La historia del tango", le escribió a éstos una carta en la cual narra la historia del nacimiento de El entrerriano. Está fechada el 13 de julio de 1934 y dice lo siguiente:

-Muy señor mío: (explica algunas cosas del ambiente y del programa radiofónico de éstos). Y sigue:

 
-Existía una casa de baile que era conocida por "María la Vasca". Allí se bailaba todas y toda la noche, a tres pesos hora por persona. Encontraba en esos bailes a estudiantes, cuidadores y jockeys y en general, gente bien. El pianista oficial era Rosendo y allí fue donde por primera vez se tocó  "El entrerriano". Era una noche en que varios socios del "Z Club" habían tomado la sala por varias horas de baile; recuerdo que siendo más o menos las dos a.m., golpearon la puerta. Atendió "María la Vasca" y regresó diciendo que eran los jockeys Pablo Aguilera, el famoso corredor de Pillito, Rafael Bastiani y otros más cuyos nombres no recuerdo, y nos  pedían que les permitiésemos participar del baile. Gustosos accedimos y así se bailó hasta las 6 a.m. Al retirarnos lo saludé a Rosendo, de quien era amigo, y lo felicité por su tango inédito y sin nombre, y me dijo: "se lo voy a dedicar a usted, póngale nombre". Le agradecí pero no acepté, y debo decir la verdad, no lo acepté porque eso me iba a costar por lo menos cien pesos, al tener que retribuir la atención. Pero le sugerí la idea que se lo dedicase a Segovia, un muchacho que paseaba con nosotros, amigo también de Rosendo y admirador; así fue; Segovia aceptó el ofrecimiento de Rosendo.  Y SE LE PUSO "EL ENTRERRIANO" PORQUE SEGOVIA ERA ORIUNDO DE ENTRE RÍOS.

                         
Así nació el tango definitivo escrito en tres partes y que se hizo historia en los atriles de las grandes orquestas posteriores, por su calidad rítmica y musical. Mendizábal que murió ciego y pobre en una mísera pieza de alquiler, dejó una obra importante que el tiempo ha ido destiñendo, pero que al escuchar esos tangos se comprueba su adelantado sentido de compositor:

Don José María, Zeta Club, Viento en popa, Don Enrique, Don Horacio, Reina de Saba, entre muchos otros, son una muestra clara de su talento creador. Y sobre todo del sendero que abrió para los compositores del futuro.

Los invito a escuchar El entrerriano en la versión de la orquesta de Francini-Pontier, registrado el 17 de septiembre de 1952. Y por Don Carlos Di Sarli, en la primera de las tres versiones que registró de este tango, con su orquesta: Don José María, el 14 de mayo de 1943. De paso cañazo, me homenajeo sólo con este tangazo bien milonga, de Mendizábal. 

El entrerriano - Francini-Pontier

Don José María - Carlos Di Sarli


2 comentarios:

  1. Estoy interesada en saber, quien convirtió El Choclo siendo una habanera, en tango

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  2. Sinceramente no creo que fuese nunca una habanera, en cuyo caso, la hubieran permitido tocar en ambientes de las clases altas. Lo que sí tenían aires de habanera eran algunas letras de tango, como El porteñito o La morocha, por ejemplo. El tango estaba buscando su estilo y fue creado por los negros porteños. La entrada de los compadritos le da el tono marginal. El choclo se estrenó solapadamente, disfrazado. Era tango, sin la menor duda. Y Gath & Chaves los mandó a Villoldo y a los Gobbi a grabar tangos a París. Tangos y no habaneras. Saludos. jm

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