viernes, 10 de enero de 2014

Cantora con polenta

Esta mina de Avellaneda se llama Patricia Malanca, canta tangos con una de esas voces que guardan antiguas resonancias. Transmite un sentido mensaje musical y en su trayectoria artística, merodeó el rock y el neo tango. Pero realmente es una voz tanguera brava y con futuro.

- Mi historia, mi vida, mi metejón con el tango,  está en ese código “malanca” que es una de las historias posibles de una mujer en este enjambre urbano porteño de almas que construyó mi identidad, y ojalá permita que se forjen otras identidades mientras escuchan el disco - afirma.

Tiene dominio escénico y sabe manejarse en las entrañas del verso. Es además psicóloga, desempeñando sus funciones en la Dirección de Cultura de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Me gusta cómo interpreta los distintos temas y sabe diferenciar lo romántico de lo dramático. Además vocaliza muy bien y tiene voz de tango.

                           


Marifé Marcó le pregunta:
-¿Qué cosas diferencia tu disco de tangos de otros discos de mujeres cantoras?
- El disco crea una atmósfera sonora íntima y de mucho terciopelo. Es un disco ideal para rincones del alma, para el auto de la dama o la cocina del caballero, para cuando uno necesita un momento a solas, para la hora de recordar lo inconfesable. Es un disco para escapar con la imaginación de lo urbano sin salir de la urbanidad.

Sobre el tango y la militancia
-No me crié acunada en el arrullo de un tango ingenuo. Me crié en un ambiente familiar obrero, con militancia gremial y en una época donde el tango como el rock, eran vehículos de protesta. Lo que más me fascinaba de escuchar tangos de adolescentes, era buscar la historia y el contenido socio político que daba origen a las metáforas de las letras de Manzi, Cadícamo, Discépolo, Expósito. Tal vez, acostumbrada a las carencias, necesité respaldarme en algo más que el tango y me gradué de psicóloga en la UBA. Incluso durante algún tiempo, sostuve mis estudios cantando. A poco de haber estrenado consultorio con diván, el país se hundía en la peor crisis económica. Sentí la obligación y el compromiso de salir a trabajar en lo comunitario y me especialicé en la temática de personas que duermen en la calle. Estuve 10 años trabajando en el Estado, conduciendo programas sociales de abordaje territorial, siendo parte del ejército silencioso de profesionales que en el ámbito social contuvimos a cientos de miles de excluidos del sistema, durante esos años aciagos. Nunca dejé de cantar tangos. Me he sentado muchas madrugadas a cantar tangos en las ranchadas que se armaban en las plazas de la Ciudad, entre esas almas de linyeras, locos, sabihondos y suicidas. El tango fue un elemento de conexión con quienes atendía en el trabajo social, era el arma de defensa o mi propia resiliencia en medio de lo atroz, y hoy en día, es mi copa de celebración porque el país ha podido superar todo aquello. La trayectoria de mi historia, está entramada con la historia de mi país. Recuerdo perfectamente lo vivido, y siento un compromiso espontáneo y permanente a vincular el arte con lo social, así como me es espontáneo integrar proyectos colectivos que destaquen a la política como la mayor arma de transformación social que poseen las minorías para conquistar derechos y para garantizar un país mas igualitario.

                                               
Gerladine, Gaby y Patricia - Muñecas bravas


 -"Yo hago tango canción", afirma, para despejar dudas. Supo trajinar y macerar su oficio por distintos bares, que en su momento fueron toda una olla donde se cocinaban los temas que se sustentaban  en la nostalgia, la inmigración y el ser del porteño, como lo definían Discépolo o Marechal.

En el año que acaba de finalizar editó un álbum con su nombre -La Malanca- y con el mismo patentó su entrada firme en el recambio generacional de las cantoras, que según ella ocupan el último escalón  en las jerarquías tangueras, detrás de la orquesta y el varón cantor. Fue una grata sorpresa con mucha repercusión por lo logrado del conjunto y su interpretación de distintas temáticas.

                                               


Artista que supo armar un puzzle y consolidarse como cantante que dará mucho que hablar, integra la formación de Muñecas bravas con Geraldine y Gaby. Canta en la Sinfónica nacional de ciegos y piensa grabar un disco con Muñecas bravas.

Este verano se le acumula el trabajo en la ciudad y los sitios de veraneo. Ya hizo una gira por Europa con tangos bailables que merecieron el beneplácito de los milongueros. Por ese motivo la esperamos pronto por el viejo continente.

Para aquellos que aún no la conocen, pueden apreciar su arte en este mini concierto.

                                   

Y dando muestras de su ductilidad artística la escuchamos en el tango de Cátulo Castillo y Héctor Stamponi: El último café. (Aplausos)

                                             


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