domingo, 21 de julio de 2013

En un viejo almacén

Hay letras de tango que evocan hechos de la vida diaria y Sentimiento gaucho, de Francisco y Rafael Canaro y Juan Andrés Caruso recuerda un lugar real que estaba ubicado en la calle Paseo Colón 525. Era un almacén y despacho de bebidas, que cita precisamente la letra del platense Caruso. Lo regentaba un español de Galicia, o sea, un gallego de verdad.

El hombre se mataba atendiendo el almacén al que acudían los vecinos de los conventillos contiguos, fronteros y de la vuelta. De Paseo Colón, Balcarce, México, Venezuela o Balcarce a comprar fideos, yerba, porotos, azúcar, harina y todo aquello que se expendía en un negocio que en España llaman "de ultramarinos".
                                         

Al llegar la noche, el bar era sumamente visitado por la flor y nata de los payadores de aquel entonces, con su pinta bohemia y sus guitarras llenas de cintas de colores. José María Bianco, Gabino Ezeiza, Ambrosio Ríos, José Betinotti, Tomás Davantés, el Morocho Galíndez, se trenzaban en lungos y afilados desafíos en los que se extremaba el ingenio y relucían las increíbles tiradas de décimas ripiosas y consonantes retorcidas.

También concurría El Yepi, uno de los primeros bandoneonistas que hubo en Buenos Aires y que se agregaba a la rueda con valsecitos criollos, tangos y alguna milonga pampa, para regocijo de los parroquianos: carreros, estibadores y gente del barrio que aplaudía a rabiar todas esas intervenciones. Y corrían el mosto espeso que valía veinte centavos el litro, el suissé, la caña paraguaya, la grappa, el anís, la ginebra y otros licores de salón. Así lo recordaba mi querido compañero Pepe Barcia.

En ese boliche nació José Francisco López, el hijo del almacenero gallego, en 1904, y en su bautismo tocó El Yepi,  lo que sería el santo y seña del futuro autor teatral y hombre de tango conocido popularmente como Lopecito. Que sería espectador asombrado de aquellos duelos ingeniosos entre payadores, actuaciones de cantores de boliche, fueyes, violas y alguna que otra gresca.

Lopecito en la Radio presentado un disco antiguo de su gran colección
De gurrumín ya componía temas para las comparsas y murgas del barrio y a los 13 años ganó un concurso de bailes criollos. A la vez recitaba acompañado por recios guitarreros aquellas endechas de poetas anarquistas y terminaría entreverándose en el Teatro, primero como actor aficionado, y luego como escritor. Llegó a firmar 88 obras, algunas de las cuales como "Triunvirato está de fiesta", con Olinda Bozán en el Teatro Apolo, llegó a las dos mil representaciones.

Pero otra de las facetas que le granjeó un lustroso prestigio, fue su rol de glosista. Se lo disputaban las radios, los cantantes y las orquestas, porque su verbo florido y muy imaginativo servía de eficaz aperitivo a las interpretaciones de los artistas. Él mismo escribía esas glosas tan porteñas.

Además recorría pueblos con orquestas y pequeños grupos que hacían números musicales. En 1936 hizo una pequeña parte en la película Canillita, fue Productor de la película La cabalgata del tango y organizador del Museo de Carlos Gardel en Buenos Aires y Montevideo.

                                             


Lo conocí fugazmente en un programa de radio al que acudí invitado porque yo estaba participando en un popular concurso de televisión : "Odol pregunta", contestando sobre la historia del tango, con mucha audacia de parte, por contar apenas 22 años. Y luego en los sesenta, charlamos con él en el club Huracán al que acudió como presentador y glosista del Trío Los muchachos de antes integrado por su director Panchito Cao (clarinete), Horacio Malvicino (guitarra) y Aldo Nicolini (bajo). Tomamos algo en el buffet del club con otros muchachos -entre ellos, el luego coleccionista de tango Héctor Ernié, que era del barrio- y recordamos anécdotas y cosas del ambiente que vivió como pionero de los programas de tango en la radio y en la cual estuvo con numerosos programas.

                                   


Y este recuerdo del entrañable Lopecito, nos lleva a ese tango del título, que fimaron Francisco y Rafael Canaro en un principio. Y decidieron presentarlo al Primer concurso de tangos, realizado en 1924, por la casa Max Glücksmann en el Grand Splendid Theatre. Y resultó que ganaron el primer premio. Vale la pena acotar que quedó tercero Organito de la tarde, de José González Castillo y su hijo Cátulo, y quinto: Amigazo, de Filiberto.
                                      

Lo estrenó y grabó en forma instrumental Francisco Canaro ese  mismo año, en sistema acústico. Al ponerle letra Caruso, Gardel lo grabó al año siguiente con las guitarras de Barbieri y Ricardo. Curiosamente Canaro volvió a registrarlo el 12 de diciembre de 1930 y nuevamente en forma instrumental. El 15 de octubre de 1930, lo graba con las voces de Ada Falcón y Ángel Ramos, pero con una letra en estribillo que escribe el propio Pirincho y se nota al final del tango un solo de serrucho que realiza Rafael.  .

Recién en 1947 Nelly Omar canta los versos de Caruso con la orquesta de Francisco Canaro y en 1951 lo hace Alberto Arenas, siendo ambos grabados. Caruso realizó numerosos temas con Canaro y algunos muy exitosos como: Carasucia, Destellos, La última copa, Desengaño, La brisa, Se acabaron los otarios.
                                               
                                                
Numerosas orquestas y cantores registraron este tema exitoso. Yo les traigo la versión de Canaro con Ada Falcón y Ángel Ramos, y la que realizara el tucumano Miguel Montero acompañado por la orquesta de José Libertella, el 13 de octubre de 1961.

242- Sentimiento gaucho- Canaro- Ada Falcón- Ramos

008- Sentimiento gaucho - Miguel Montero-J. Libertella










1 comentario:

  1. Que tal , tenia entendido según me dijo una vez Raul Lafuente que el primero que lo grabo fue Roberto Firpo , tendriase que chequear los números de matriz no? saludos , muy buenos trabajos

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