sábado, 31 de marzo de 2012

Hugo Gutiérrez

Quiero presentar a quienes no lo conocen a todo un personaje del tango: Hugo Gutiérrez, violinista, compositor, letrista y cantor. La completa.

Lo conocí en mi primera juventud a través de un ahijado suyo del barrio. Yo me había hecho figurita en el barrio porque concursaba en “Odol pregunta”  cuando había un solo Canal de televisión, sobre  la Historia del Tango,  y el programa iba en la hora principal. Audazmente, aunque yo no era muy caradura que digamos, después de probarme me aceptaron para el concurso, gracias a una de esas cartas que mandamos sin la menor convicción.

Este chico me hablaba de su padrino como de un ídolo. Me contaba todo lo que había hecho en Estados Unidos, me mostraba fotos, recortes de revistas, cartas que mandaba a la familia… Y me hablaba de reunirnos con él. En esos momentos me seguían los coleccionistas y fanas del tango porque yo era un imberbe.
Gutiérrez en 1933
Por fin nos juntamos en el Café del Águila. Tipo simpático, muy vivaracho, me cayó bárbaro, me contó algunas hazañas, y me regaló una foto autografiada.

Aunque Pinzón - a quien respeto mucho- cuenta que “se dice” que sus mejores obras las hizo Carlos V. Geroni Flores y se las vendía, “yo que anduve entreverao”, jamás escuché una palabra al respecto.
Y me extraña que Homero Expósito, Homero Manzi, Cátulo Castillo o Carlos Bahr ignoraran con quien componían semejantes bellezas. Sobre todo Homero Manzi con quien creó piezas impresionantes: Fruta amarga, Llorarás llorarás, Torrente, Después o Tapera, que en la orquesta de Troilo se convirtieron en joyas imperecederas.


                                  
                    


                                        

Para terminar el esbozo de este personaje: escuchamos su tango Monotonía, con letra de Carlos Bahr, por Francisco Lomuto con la voz de Jorge Omar.(Grabado el 3/12/1936). 
                         

 Y Todo, un tango suyo maravilloso, con letra de Homero Expósito, por la orquesta de Pedro Laurenz con la voz de Alberto Podestá. (grabado el 9/12/1943). 

                                          

 


El Príncipe cubano

Hoy traigo a la palestra a uno de los tantos personajes maravillosos que albergó el tango en sus diferentes etapas de gran popularidad: Ángel Sánchez Carreño, más conocido como “El Príncipe cubano”. (1890/1971)

Fue un perfecto cabaretier que manejó los escenarios del mítico Chantecler, las relaciones públicas del mismo y el personal. Por tarde revisaba la vestimenta de los mozos y el peinado, si un botón no brillaba o los zapatos no relucían, expresaba...présentese a la noche nuevamente en forma correcta, caso contrario no firma la planilla de noche”. Las coperas pasaban por el mismo control, las uñas, el pelo y la vestimenta, tenían que ser perfectas, so pena de no trabajar, se las controlaba y ninguna podía salir del local hasta que la función no llegara al final; cafishios o amantes, luego de esa hora. Cabe recordar que la célebre cantante Pepita Avellaneda (Josefa Calati), terminó sus días en la miseria, y era encargada del guardarropas del Chantecler.

Sánchez Carreño era un cantor melódico, letrista y compositor, que para algunos nació en Buenos Aires en 1890 y para otros en Cuba llegado a Buenos Aires en 1924, y nada menos que durante 32 años condujo el show del célebre cabaret por deseo expreso de Madame Ritana, la esposa del dueño, un corso apellidado Garesio.

Sánchez Carreño en sus buenas horas


Además de cumplir cabalmente su cometido, compuso varios tangos que tuvieron éxito como: Metido, (La dictadura del 43 lo convirtió en Enamorado). Cuando el bandoneonista cordobés Domingo Rullo actuaba en la típica de Miguel Zabala en el Chantecler, Sánchez Carreño le dio la letra de Seamos amigos, que éste musicalizó con fortuna en 1946 para mayor gloria de D’Arienzo o Biagi. Siluetas de la tarde (grabado por el dúo Magaldi-Noda). Tortura, con música de Humberto Canaro que grabó Rafael Canaro con la voz de Carlos Dante. Sublime adoración con música de Lucio V. Lanzone. También Horas tristes, Desdén (Distinto al homónimo de Gardel y Battistella),  Venga viejo…etc. Circularon rumores de que la música de Castriota del tango Lita (Luego Mi noche triste) era un plagio del bambuco del cubano titulado Rosa,  composición que obtuvo el primer premio en el concurso de bailes realizado en el Magic City de París, en enero de 1914. En principio Sánchez Carreño habría amenazado con un juicio por plagio, pero al residenciarse en Argentina, decidió no realizarlo, según decían.
El Príncipe cubano se hizo famoso, además,  por etiquetar a D’Arienzo como El Rey del compás y con este título compuso el tango del mismo nombre que le grabó D’Arienzo el 12 de setiembre de 1941. "Si yo soy un Príncipe, usted es el Rey...del compás"
Para ilustrar esta pequeña historia resumida, van tres temas: Metido por Fresedo-Ray del año 1931, Seamos amigos por Biagi-Alberto Amor de  1944 y Sublime adoración de 1953 por Domingo Federico con la voz del Muñeco Armando Moreno (Armando Bassi), que no fue comercializado.




Ya no queda nada y aquello no existe...
ni tus bailarines...ni tu varieté...

Príncipe Cubano, te veo muy triste

pasar silencioso frente al Chantecler.

     Adiós Chantecler- Enrique Cadícamo

Canaro en París

El tango encierra historias maravillosas y anécdotas imprescindibles.

Hoy nos vamos a deleitar con las variaciones que constituyen el deleite de los buenos bailarines, aunque, parece que en las milongas porteñas se olvidaron de este postre tan deseado antaño.

Y seguramente  coincidiremos en que el tango que mejor representa a las variaciones, es sin duda: Canaro en París.
Lo compusieron el bandoneonista porteño Alejandro Scarpino (1904/1970) y el siciliano Juan Caldarella  (1891/1978). José Scarpino, hermano de Alejandro le adosaría una letra infumable que quedó olvidada.

Scarpino contaba que el tango lo compuso en el Café “Noce” de la Boca y Caldarella aseguraba que los hermanos Scarpino tomaron la melodía de una vieja mazurca italiana. El tango fue registrado por los Scarpino en La Biblioteca Nacional (previo a SADAIC) el 6 de mayo de 1927. Luego, -se dice comúnmente-, que  agregaron a Caldarella como una gentileza para con el guitarrista y ejecutante de serrucho, pero la realidad es distinta.

El Chula Clausi contó que estaba presente en los fondos de un café, un pequeño patio al aire libre y que “…de repente el loco de Caldarella agarró un peine, lo envolvió en papel de celofán (era muy común entonces) y se puso a tocar el tango, con una variación que se le ocurrió en ese momento…”.
Y que fue el gran golazo y la joyita para todos los bandoneonistas.
Ian Kaldar  (Juan Caldarella)

Incluso se le ocurrió el título del tango, según le contó a García Jiménez. “Estaba tirado en la cama y en el suelo un ejemplar del Diario  Critica, doblado, tenía como encabezamiento:  Canaro hace declaraciones en París sobre el tango.
Desde la cama, sólo veía la punta de la página: Canaro en París. "Dí un salto en la cama y ahí mismo lo  titulé sobre el pentagrama”.

La historia de Caldarella es insólita como la de tantos inmigrantes. Tenía 15 años cuando llegó a Buenos Aires, a trabajar en lo que fuera. “Vivía en una piecita en Lavalle y Junín (¡Fijate que barrio equivocado para un siciliano!) Enfrente había una casa de música y en su vidriera una mandolina que me tenía embelesado. Yo quería ser músico. Todos los días al salir, me quedaba contemplándola... Había ganado unos pesos a pulmón y los tenía para comprarme una frazada por el frío que hacía. De repente, cambió la temperatura. Se vino “el veranito de San Juan”. ¡Madonna santa!. Me metí en la casa de música y me compré la mandolina”.

Tiempo después tendría su propia orquesta característica con el nombre artístico de Ian Kaldar. También trabajó como actor radial en “Chispazos de tradición”.

Con Scarpino compondrían otro temazo instrumental: Seguime si podés, aunque muchos tangueros obvian la co-autoría de Caldarella.  Otro regalo inmortal para los milongueros.

Les dejo como broche final estos dos tangazos. Por Juan D’Arienzo, grabado el 21-11 1940 y por Osvaldo Pugliese el 6-10-1953 (ignoro porque los tags salen con esos textos)






viernes, 30 de marzo de 2012

Gardel en napolitano

La categoría que tuvo artísticamente Carlos Gardel, está determinada fundamentalmente por haber inventado el tango cantado y la forma de interpretarlo, en el propio ritmo de esta música. No hay más que escucharlo en las diferentes expresiones del texto literario: Melancólico, satírico, sentencioso, romántico, burlesco, trágico, compadre, reflexivo o coloquial, por citar algunas facetas en los casi mil temas que interpretó.

Además supo transitar con su hermosa y musical voz de nascita, por todo tipo de géneros. Zamba, tonada, chacarera, ranchera, estilo, pasodoble, media cifra, canción campera, cifra, vidalita, bambuco, cueca, gato, triunfo, fado,  foxtrot, shimmy, e incluso se  atrevió con jota aragonesa o pasillo colombiano.

Y hasta cantó y grabó en francés y una canzonetta napolitana en el dialecto de éstos.

Es que muy pronto se avecindó en la noche de su barrio del Abasto, donde convergían todo tipo de personajes. Incluso muchos italianos del sur, y algunos de ellos después de unas copas de bardolino y de la nostalyía que los invadía, daban rienda suelta a su melancolía cantando a toda voz O sole mío y todas esas canzonetas que ganaron las calles porteñas. Además, el paso de genios del bel canto como Titta Ruffo o Enrico Caruso, habían dejado una huella impresionante.

En aquellas tenidas noctámbulas del Café O Rondeman -Agüero y Humahuaca-de los cuatro hermanos Traverso y el Restaurante y cancha de bochas Chanta cuatro -donde hoy se levanta su esquina-, Gardel no sólo lucía su garguero, sino que se movía como pez en el agua entre aquellos trabajadores, buscavidas y rufianes que trajinaban la zona y hacían parada hasta el amanecer en dichos sitios. Corría el Barbera que daba gusto y siempre había golas itálicas recordando y luciendo la estirpe musical de los oriundos del bel paese.

Por eso pensó en recordar aquellas noches interminables que le llenaban el cuore y quería cantar un tema lleno de recuerdos y amor por la patria lejana. Al fin de cuentas él también era un producto de la inmigración y solía soltar parole en su chamuyo.

Su amigo Vicente San Lorenzo (Vicente Ronca) un napolitano cantor y músico a quien Gardel le grabó dos tangos de su autoría: Almagro y Knock out de amor; le enseñó a pronunciar el nnapulitano y la passione con que se entonan esos temas.

Y escogieron Cómo se canta en Nápoles (Comme si canta a Napule), de Giovani Ermete Gaeta, primera figura de la canción napolitana como autor y compositor, que firmó el tema como E. A. Mario.
Gardel lo canta a su modo, cambiando algunas palabras pero dándole el tono ambiental adecuado y la profundidad emotiva que el tema requería.

Gardel con sus guitarristas


Lo grabó con las guitarras de Vivas, Barbieri y Riverol, el 16 de junio de 1931.

Algo que merece escucharse por el sentimiento que le pone el Morocho. Y por su clase canora.

Como se canta en Nápoles. Gardel



Antonio Bonavena



 A veces, escuchando algunas grabaciones en el desorden de mi discoteca, aparecen cosas que han quedado sepultadas ante la avalancha de material discográfico que nos ha invadido.

Entre las orquestas despintadas por el tiempo y los brillos de De Caro y la “guardia nueva”, está sin la menor duda, la del tanito Antonio  Bonavena. (1896/1960)

Como estuve unas cuantas veces en la casa de su sobrino, Oscar Bonavena, y anduve con él y sus hermanos José y Vicente por Estados Unidos y Alemania en varias ocasiones, con motivo de sus combates, alguna vez surgió el tema del tío bandoneonista y director de orquesta.

Pero los muchachos que manejaban audiciones radiales de tango, lo ignoraron de común. Y lo siguen ignorando. Curiosamente hasta Horacio Ferrer lo ignora en su Enciclopedia.

Yo lo escucho y pienso que puede funcionar perfectamente en cualquier milonga, porque tiene ritmo, fuerza, es prolijo, y está dentro de las características que tenían las orquestas en los años 1930/31, pero con destellos propios.Quizás se asemeje más a Lomuto, porque ésas eran las demandas de los bailarines.

En definitiva, me gusta, aún dentro de su sencillo esquema interpretativo.

Antonio Bonavena era un tanito de un pueblito calabrés que llegó en aquellas oleadas inmigratorias al puerto porteño con su familia. Tenía 11 años entonces y llevaba en el alma la querencia por la música del sur de Italia.
Afincada la familia en Boedo, se impregnó tempranamente de nuestra música y a pesar de que ya manejaba con destreza il mandolino, se enamoró rápidamente del bandoneón, porque en los cafés del barrio siempre había
oficiantes anónimos que lo tañían en aquellas noches febriles.

Se dedicó en cuerpo y alma a estudiarlo e incluso terminaría enseñando como maestro. Su digitación es clara, fluida, y estéticamente definida. Comenzó en radio Prieto acompañando a diversos cantores, junto con una o dos guitarras, tocó en orquestas de distintos ritmos, como se llevaba entonces, y a los 30 años, en 1926 llegó a tener su propia orquesta, gracias al tesón y a la dedicación al instrumento de sus afanes. 

Antonio Bonavena -el primero por izq.- y su orquesta

Llegó a grabar cerca de 100 temas y compuso algunos tangos que tuvieron mucha repercusión, como el hermoso Pájaro ciego (con Lito Bayardo) que Aníbal Troilo -con Fiorentino y Amadeo Mandarino- registró el 28/5/1941. Otros temas como Arlette con Horacio Sanguinetti o Sigan tomando muchachos -del que Julio Martel hizo una creación con Alfredo De Angelis, grabándolo el 6/5/1947-, demuestran su veta de creador.

Por su orquesta pasaron valores como: Federico Scorticati, el Chula Clausi, Octavio Scaglione, Antonio Buglione (Violín y cantor), José Tinelli, Francisco De Lorenzo, Antonio Rodríguez Lesende, Jorge Omar, Joaquín Mauricio Mora, Alberto Cima, Antonio Rodio, Cayetano Puglisi, Oreste Cúfaro o Eduardo Scalise (el que le transcribía la música a Discépolo).

Pero su gran logro fue incorporar al Pibe del Abasto, Roberto Rufino, con sólo 16 años. Un verdadero golazo.

Lo escuchamos en un tango y un valsecito grabados en 1930/31, con el sabor de aquellos tiempos en que se los bailaba en los patios emparrados, con bombillas de colores  y enguirnaldados…

Pobre mina.Antonio Bonavena-Nicolás Gianastasio

Adoración.Antonio Bonavena.Antonio Buglione




 



Octeto Buenos Aires


En una oportunidad llevé a Astor Piazzolla al programa que teníamos en Radio Argentina los domingos a la mañana con Osvaldo Papaleo. Como yo armaba la música, llevé varios CD del marplatense con el fin de ir matizando la entrevista.

 Mi sorpresa fue cuando se me ocurrió poner una grabación del recordado Octeto Buenos Aires que tanto dio que hablar en su día y Piazzolla se cabreó al escucharlo (Qué raro, ¿no?)

Intenté entrar en el diálogo con toda clase de razones, pero Astor sólo argumentaba que “eso” era el pasado y que no le interesaba a nadie. Piazzolla siempre fue así, un tipo de “prontos”. Al rato se le pasaba. Años más tarde le confesaba a mi amigo Natalio Gorín (que me regaló su libro en Londres ’95), que “el Octeto Buenos Aires (1955) fue un impacto artístico, pero el trabajo duró muy poco. Incluso cedimos las regalías para poder grabar. Hoy ese L.P. sigue dando la vuelta al mundo, tiene cientos de reediciones, llenando los bolsillos de los vagos que viven a expersas de los verdaderos dueños de la obra, en este caso los músicos del Octeto: Enrique Mario Francini, Hugo Baralis, José Bragato, Juan Vasallo, Atlio Stampone, Horacio Malvicino, Leopoldo Federico y yo”. 

Y subrayaba su decisión de irse a Estados Unidos después de esta experiencia.





Astor Piazzolla con el Octeto Buenos Aires en 1956 (Canal 7)
De izquierda a derecha: Stampone, Nicolini, Baralis, Federico, Piazzolla, Bragato, Francini y Malvicino


Vale la pena volver a escuchar a ese Octeto que marcó toda una época en el tango y que según el director, realizar el difícil equilibrio sonoro del Octeto llevó dos años y quedaba mucho por descubrir…

Y hoy traigo dos de aquellas versiones del LP. Incluso con las explicaciones del propio Piazzolla.

Marrón y azul (Astor Piazzolla). Inspirado en los Marrones y Azules de Georges Braque. Este tango fue arreglado en 1955 y los solos están ejecutados por Piazzolla y Leopoldo Federico en contrapunto con Hugo Baralis. Luego Francini ejecuta uno de sus solos más felices. En la variación rítmica del final improvisa Horacio Malvicino. Fue ésta la primera composición con improvisaciones de guitarra (A.P.)

Los mareados (Juan Carlos Cobián). Esta magnífica composición melódica está tratada con nuevas armonías sin desvirtuar la parte original. Los solos están ejecutados por Enrique M. Francini, Horacio Malvinino y A.P. Después de la incesante labor armónica moderna durante todo el tango se aprecia el magnífico descanso final en base al acorde perfecto de Si Mayor (B).

Y a continuación de este introito piazzolístico, vale la pena arrancar escuchando las dos versiones citadas que tanto ruido hicieron entonces. Y con razón.









jueves, 29 de marzo de 2012

La cumparsita

Esta es una de las muchas perlitas que adornan el catastro tanguero. Se trata de una de las tantísimas grabaciones del inmortal tango de Gerardo Matos Rodríguez. En este caso, con la letra que le adosaron Pascual Contursi y Enrique P. Maroni.

El canto corre a cuenta de Agustín Magaldi, un casildense que llegó a disputarle la popularidad a Carlos Gardel, de quien fue gran amigo. Y de quien aclaró, a raíz de la preferencia popular entre Gardel, Magaldi y Corsini: "El viejo es el mejor de todos y el papá de los demás cantores de tango".

La grabación que realizara en el año 1929 con la orquesta Donato-Zerrillo para el sello Brunswick es realmente original y difícil de desentrañar por su extraña realización.

Agustín Magaldi a la izquierda, junto a  Edgardo Donato.

Arranca la orquesta con los compases iniciales, incluso hay una bellísima variación de bandoneón a cargo de Héctor María Artola (en ese relleno que en el ambiente se denomina verduritas por el compás que le falta de inicio al tema ) y de repente se detiene la orquesta, y arrancan las guitarras de Magaldi, cuando está el tema llegando a los dos minutos de grabación. El cantor con su melodiosa voz hace la primera parte del tango, acompañado por sus guitarras y en el minuto 2.30, hace mutis por el foro con sus violas.

Y ahí vuelve la orquesta con un final -como al principio- con el dueto de los violines directores: Edgardo Donato y Roberto Zerrillo.

Una rareza discográfica que adorna este blog y que acá podemos escuchar.


La cumparsita-Agustín Magaldi








miércoles, 28 de marzo de 2012

La tupungatina

Voy a recrearme en una de las joyas del folklore y el tango. Se trata de La tupungatina.
             
            Tupungantina es el gentilicio de las nacidas en el pequeño poblado de Tupungato, ubicado, en la provincia de Mendoza. Una de las más importantes ciudades del valle de Uco.
            En esta provincia se encuentra el Volcán Tupungato (voz huarpe: "mirador de estrellas"), en la Cordillera de los Andes, en la frontera de la Argentina y Chile. Con su gran altura se gana el privilegio de ser uno de los más altos de Sudamérica.
             
            El tema fue compuesto en 1921 por el cordobés Cristino Tapia (4/7/1891 – 7/8/1972)
             
            La primera versión  la grabó en 1921 el dúo de Gardel y Razzano. Tapia tuvo una estrecha amistad con  Gardel y Razzano. Tapia fue un fecundo creador de canciones criollas y Gardel le grabó nada menos que 14, varias de ellas a dúo con Razzano. Incluso le enseñó a colocar la voz a Gardel -de quien fue gran amigo-, en el dúo. Lo grabaron en tiempo de zamba  con las guitarras de Ricardo y Barbieri.



Cristino Tapia con Gardel y Barbieri

  Cafrune fue otro de los tantos que regstraron esta tonada.
             
            Lo más curioso es que  con el nombre de “Cabeza de hacha”, a mediados de los 50 el torero cantor Noel Petro la popularizó como ballenato en Venezuela., conservando la letra de Tapia. Tuvo tanto éxito que numerosos conjuntos colombianos y venezolanos, incluído Ruben Blades en los 80, la incluyeron como salsa en su repertorio, movilizando increíblemente a los bailarines. Incluso con el nombre de Martirio se toca en ritmo de vals.
             
Por su parte, Osvaldo Pugliese escribe una carta a su novia (luego esposa y madre de Beba) el 6 de noviembre de 1934: “Mi vieja, ¿sabés que están tocando en la radio? Claro que si no te lo digo no lo vas a saber. ¿Te acordás de aquella zamba que me trajiste, llamada La  Tupungatina, que tocaste en casa? Bueno, la estoy escuchando por la radio y recuerdo que cuando interpretaste la música y expresaste la letra me hiciste llorar. Recordé lo que le había pasado a Tapia con su hijo. Ahora también me emociono”…
             
            En 1952 Pugliese seguía con esa tonada en la cabeza y le dijo a su bandoneonista y arreglador Roberto Héctor Peppe (que había reemplazado a Oscar Castagniaro) si se animaba a realizar el arreglo de La Tupungatina en tiempo de tango. Peppe fallecería trágicamente en Vicente López, ahogado en el río,  en noviembre del 55 y recuerdo perfectamente la noche que actuó Pugliese en Huracán y por el micrófono dieron la terrible noticia. Pero antes, el autor de El refrán,  trabajó arduamente en la adaptación y Pugliese culminó la obra, grabándola magistralmente para la posteridad el 27 de junio de 1952.

 Y acá van la versión de Gardel-Razzano y la de Pugliese.





 La tupungatina
Tonada
Música: Cristino Tapia
Ya me voy para los campos que añoro
a buscar yerba de olvido y dejarte,
a ver si con esta ausencia pudiera
en relación a otro tiempo olvidarte,
a ver si con esta ausencia pudiera
en relación a otro tiempo olvidarte.

He vivido tolerando martirios,
y jamás pienso mostrarme cobarde,
arrastrando una cadena tan fuerte
hasta que mi triste vida, se acabe,
arrastrando una cadena tan fuerte
hasta que mi triste vida, se acabe.

Cuando le he enseñado al tiempo mis penas
no hay mal que por bien no venga, aunque escarche
cuando no haya tierra, ni agua, ni cielo
se acabarán mis tormentos cobardes,
cuando no haya tierra, ni agua, ni cielo
se acabarán mis tormentos cobardes.











Con los amigos

Nos reencontramos en Buenos Aires con motivo del viaje que hice para presentar allí mi último libro: El ABC del Tango-Biografías de grandes figuras que editó Corregidor. Y son los amigos que el tango me produjo. A la derecha está el gran cantor Roberto Mancini. En el centro la dulce María José Mentana, cantante de enorme valía y larga trayectoria, en toda América y Europa. A Roberto lo conocí cuando tenía 14 años y ganó un concurso de cantores en Parque Patricios. Ya asomaba toda su polenta tanguera que iría confirmando en otro concurso en el Teatro Astral, de donde lo sacaron para llevarlo a una orquesta y de allí saltó a la de Miguel Caló nada menos. Debutaría en Radio El Mundo y al presentarlo Cacho Fontana sintió una emoción enorme.No era para menos. Era la radio de los amantes del tango en la belle époque.

De allí saltaron a una gira en Brasil con 32 músicos y su primera grabación con el Director de "La orquesta de las estrellas", fue nada menos que el hermoso tango de Chupita Stamponi y Homero Expósito: Quedémonos aquí. Pasó por varias orquestas -Sánchez Gorio, Pedevilla, Ángel Domínguez-, antes de recalar en la de Alfredo De Angelis y debutar nada menos que en el Glostora Tango Club. En una larga gira con el colorado de Banfield, decide desmarcarse y radicarse como solista en Colombia donde aún hoy es ídolo total.  A su vuelta al pago fue recibido como se merece por su calidad de torcan, y siguió cantando y grabando.

Mancini está a la derecha


A María José la conocí en Canal 9 TV donde yo era Jefe de Deportes y tenía otros programas. Ella debutó en "Grandes valores del tango" que conducía Silvio Soldán. Era una nenita, tenía 8 años y ya deslumbraba con su arte. Hoy es una gran figura , muy valorada en la gran cantidad de países que ha visitado. En Japón es toda una estrella y en Francia cantó en el idioma local. Con Néstor Marconi brindó 52 conciertos en Japón.


El tango nos une y nos deja miles de anécdotas imborrables

 El reencuentro ocurrió en "Los 36 billares". Allí fuí con Mancini y otro amigo, el pelado Luis Sierra, autor de estas fotos. Fuimos a escuchar a la gran orquesta de Fabián Bertero, un fenómeno del violín y director de un conjunto que realiza un tango de mucha enjundia y bella musicalidad. Una noche tanguera inolvidable y luego la cena, los recuerdos y todo eso que nos va uniendo en el camino.

Los invito a escuchar a estos dos grandes cantantes que embellecen nuestro gotán.
Mancini nos ofrece con Miguel Caló: Porqué seguir, de los hermanos Elías Randal y Oscar Rubens.

María José nos deja con guitarras, de Charlo y Cadícamo: Rondando tu esquina.










martes, 27 de marzo de 2012

Juanma y Natalia



Constituyen una pareja de tango de muchos quilates. Demuestran en la pista que no es tanto lo que se hace sino cómo se hace. Adentrados místicamente en la aventura del tango, descartada la mimesis  de cualquier dupla, dominan ambos la pulsión coreográfica y la interpretación intestinal.

Juan Manuel Nieto descubrió el tango por casualidad en Sevilla. Nacido en Alcalá de Guadaira, cercana a la capital, entró en una clase de Giselle Anne, la compañera de Gustavo Naveira, y quedó atrapado en las redes viscerales de la danza porteña. Al margen de los énfasis necesarios, del sentimiento personal, las visiones que le trasladaron el Finito Rivera. Miguel Ángel Zotto, Gustavo Naveira y Roberto Herrera, le despejaron el camino. Desde aquel día mágico de 1992, transita con baqueanía y elegancia los caminos del tango y es toda una figura en Europa, junto a Natalia. Palpitando la música por sobre todo.

Natalia Vicente proviene del mundo de la danza clásica y contemporánea, de allí su facilidad para adornar toda clase de figuras con un encanto muy particular, imprimiéndoles su sello personal. Porteña de La Paternal, el tango la enganchó cuando entró a conocer sus entresijos y a sentir las palpitaciones que provocan con su embrujo. Al cabo de diez años en España, su experiencia en escenarios y en la pista, más esa especie de arrebato iluminador que la impulsa, terminó encontrando en Juanma al compañero ideal para arrancarle ornatos con el majestuoso ondular de las porteñas. El resto lo hace la naturalidad de su belleza.



Pensando en ellos escribí y les dediqué estos versos.


VOLAVÉRUNT *                                                    

                                                                                                          “Me abrazaba con sus piernas de pluma,
                                                                                                        para llevarme, volando, a cualquier parte…”
                                                                                                                                                 Oliverio Girondo
Con visceralidad                                                               
Entre la incesante marea y sus grandes oleajes
La poligrafía de los pies
Descifra  el secreto del proverbial misterio.
El tumultuoso horizonte de la ciudad se despuebla de ruidos.
Goza la noche
Al levantar el vuelo tu alma de pájaro
Persiguiendo la sombra de mi estela.
Ruge la música avasallando rincones.
Confinados, pasmosamente,
Entresueñando tus ojos de cielo,
Galopa la emoción de los perfiles.
Un fulgor de seda diamantina,
La promesa carmínea y agonista,
Relucen en la lactescencia que derrama una palidez dióptrica.
Untados de melancolía
Vemos avanzar la oscuridad y sus ofertas.
Descuitados, aventando las sombras misteriales.
Escanciando las pausas
Hilando fantasías.
Tus piernas expuestas al fino faldinegro
Dibujan el improvisado sesgo
Y trasborda tu sérica envoltura
En el timón emocional conciso.
Con la música remándonos las alas, avasallando rincones
Tras de la forma circular y presentida.
El abrazo diabático
Exultando la elegancia
Restalla armónicamente en los atolladeros de la cartografia.
Y en este viaje a la libertad:
Bailamos tango.
                           El Tango


* En latín: Volaron.

                                          

Luis Petrucelli

En una oportunidad invité al programa que teníamos los domingos a la mañana, a Julio De Caro.

Hacía rato que estaba retirado y tenía problemas para hablar, porque el violín, al apoyarlo, le había arruinado las cuerdas vocales. Fue un lindo diálogo, lo exprimí lo que pude porque él hacía un esfuerzo para chamuyar.

Antes de irse me regaló el libro, donde cuenta su vida. Y me lo dedicó. Es otra de las joyitas que alberga mi biblioteca tanguera.

Le pregunté por un bandoneonista que militó en su primera formación,  que no ocupó los primeros planos, pero que al escucharlo produce una impresión admirable: Luis Petrucelli.

Me habló maravillas de él: “Es de los mejores bandoneonistas que ha tenido el tango. Su dominio del instrumento era algo maravilloso. Cuando ensayaba con Maffia, a veces Pedro dejaba de tocar para escucharlo y movía la cabeza admirado…. Era su hincha número 1.  Cuando se fue de la orquesta me dijo que se iba a Mar del Plata combinando trabajo y el veraneo de su novia. Prometió volver cuando regresase y no fue así, pero sentí mucho su ida, aunque en su lugar llegó nada menos que Pedrito Laurenz….” .

Este grande del fueye tuvo el privilegio de estudiar el instrumento nada menos que con Arturo Bernstein, el primer escolástico del bandoneón, en su casa del Barracas, el barrio de ambos. Comenzó su carrera reemplazando a “La nena” Ricardo Brignolo en una orquestita de Samuel Castriota  y luego pasó por la de Geroni Flores, Ferrazzano y a los 17 años, en un conjunto del pianista José Martínez tiene de ladero a Pedrito Maffia. A los 19 dirige su primera orquesta (¡Paralo Legui…!). Debutaron en el “Casino Pigall” con José María Rizzuti al iano, Petrucelli y Maffia en fueyes, Bernardo Germino, José Rosito en violines  Y Humberto Constanzo en contrabajo.  En esa época las oquestas se formaban y disolvían, pero Petrucelli y Maffia seguían juntos por lo general. Luis alternó con Cobián y otros músicos. Incluso viajó y tocó con Canaro en Nueva York.

Con la base de la orquesta del emigrado Cobián se forma la orquesta que llevaría el nombre de Julio De Caro, aunque empezó siendo un cuarteto de Julio y Francisco De Caro, Petrucelli y Maffia.

En  noviembre de 1925 se forma la Orquesta Típica Víctor que dirige Carabelli, solamente para grabar.  El primer conjunto se integró con: Luis Petrucelli, Nicolás Primiani y Ciriaco Ortiz en fueye; violines: Manlio Francia, Agesilao Ferrazzano y Eugenio Romano; piano: Vicente Gorrese Kalisay; y contrabajo: Humberto Constanzo. Petrucelli era el primer bandoneón y encargado de seleccionar los temas..
La primera Típica Víctor. Petrucelli al medio, Ciriaco a su der.

En 1928 Petrucelli vuelve a tener orquesta propia con la cual graba 54 temas. Elvino Vardaro está en la primera etapa. Ejerció de profesor de bandoneón y de 1936 estuvo en la orquesta de Fresedo como primer bandoneón, hasta el ataque de peritonitis que lo llevaría a la tumba. Para reemplazarlo, Fresedo contrató a Ángel Ramos.Cuando éste recibió la carpeta de Petrucelli se quedó admirado por la capacidad interpretativa de su antecesor. Y le costó bastante alcanzarlo. Incluso diría: "Durante seis años, tocaba con su escritura, por lo cual se podría decir que seguía tocando Petrucelli".

Lamentablemente, este fueye enorme murió joven, como Arolas, Greco o Goñi. Había nacido el 18 de enero de 1903 y falleció a los 38, el 27 de febrero de 1941.

Pero para escarbar en su talento, le dejo estas dos grabaciones de la Típica Víctor -1926- donde se puede apreciar el sonido de su bandoneón (y el de Ciriaco). Y una de su propia orquesta de 1930.

¡Maravilla!

A parar la oreja y escuchar ese fraseo. ¡Un lujo!




Versos de tango

La estación. Dos vías. Al lado, el camino:
agitado oleaje del mar del trigal,
y la margarita de un viejo molino
fingiendo a lo lejos un punto final.
El calor sofoca pero se avecina
la tormenta amiga conjurando el mal
y la flecha viva de una golondrina
es como un diamante rayando un cristal.

  (Juan Bautista Abad Reyes. Tango: Paisaje.1950)

lunes, 26 de marzo de 2012

Cátulo Castillo boxeador


Este documento fotográfico encierra varias historias en sí mismo. Basta citar a los tres personajes que aparecen en el mismo en ocasión de un combate de boxeo. Los contrincantes son nada menos que Cátulo Castillo y Luis Rayo. El árbitro de la contienda, es el doctor Leopoldo Bard. Cátulo, con 16 años llevaba ganados 15 sobre 18 combates realizados. Era peso gallo (53 kilos) y terminaría siendo campeón liviano amateur.

Uno piensa en ese violinista que debuta de la mano de su padre poeta, componiendo temas como Organito de la tarde o Silbando (lo acompañó Sebastián Piana) y que a la muerte de su progenitor escribiría temas de tango como María, La última curda, Caserón de tejas o Tinta roja, La calesita, Patio mío y no se puede creer que haya sido boxeador. Pero además fue charlista, Director del Conservatorio Municipal Manuel de Falla y catedrático, gremialista, director de orquesta, autor de temas para películas y revistas musicales. Y hasta veterinario, cuando prohibido por la dictadura de 1955 se dedicó a estudiar la materia y atender a todos los animales que le traían los vecinos de Ezeiza. Fue preseleccionado para los Juegos Olímpicos de 1924 y este combate resume una hermosa historia. Luis Rayo nació en Badajoz –España- y llegó con su familia a Buenos Aires cuando contaba apenas 6 años. Boxísticamente hablando fue un boxeador argentino que aprendió todo sobre este deporte en el Canadian Club, vecino a su casa de Moreno y Chacabuco. Quería tanto a España como a Argentina y en la prensa de la época se lo trataba como el hispano argentino.  Fue un gran boxeador con mucho arrastre.

En esta ocasión Rayo le quitó el invicto a Cátulo.Y ambos combatirían con el boxeador-poeta Alcides Gandolfi Herrero. Rayo lo hizo ya como profesional. En su regreso por sus obligaciones militares a España, mostraría su arte y lograría con el tiempo ser campeón de España y europeo de los livianos. Al regreso,
y ya en el campo profesional, Rayo se enfrentó a Pedrito Quartucci y le ganó por puntos.Fue muy popular y con muchos seguidores. Incluso Gardel era amigo y fan suyo.

Su combate con Justo Suárez en el estadio de River Plate fue todo un acontecimiento. El Torito de Mataderos venía invicto y llenaron el Coliseo. Al acabar el durísimo combate, mientras el árbitro recogía las tarjetas de los jurados, Luis Rayo en un gesto de deportividad, levantó el brazo de Suárez reconociéndolo
vencedor. El “Torito” respondió levantando en sus hombros a su digno rival. Luis Rayo percibió cerca de 26.000 pesos y Justo Suárez 19.500. En sus grandes combates europeos no llegaría Rayo a cobrar siquiera la mitad.

La anécdota ocurrió en el viaje de Cátulo Castillo con su orquesta que viajó a España para realizar una gira en 1928 y en la cual militaban bajo su mando, los tres hermanos Malerba, Miguel Caló, Antonio Cima y Roberto Maida. Allí se reencontraría con su gran rival de la época amateur, que lo fue a visitar sabiendo de su llegada gracias a los medios, y resolvieron hacer un combate de exhibición para promocionar a la orquesta.

Cátulo volvió a ponerse los guantes, y aunque estaba fuera de forma, la cosa no pasó de un encuentro
amistoso, pero con mucho “ruido” que era de lo que se trataba. En sus idas y vueltas entre España y Argentina, Rayo, que hablaba con acento muy porteño, hizo un par de combates preparando la revancha con Suárez y una pelea con Julio Mocoroa. En su combate con el norteamericano Babe Herman, éste le propinó un duro golpe cuando terminaba el asalto produciéndole una lesión pulmonar, y fue el principio
del fin para Rayo. Regresó a España, empeoró y falleció cuando apenas contaba con 24 años de edad.

Y a modo de cierre del telón de la historia que encierra la foto, volvemos al árbitro de aquel combate.
Leopoldo Bard fue un médico, político, escritor y futbolista ligado a los primeros tiempos del club River Plate, incluso fue, junto a Pedro Martínez, quien propuso el nombre del club. Además de ser uno de los fundadores, fue jugador y capitán del primer equipo, así como su primer presidente.

Coloreando esta acuarela, los invito a escuchar dos temas de esa orquesta, grabados en España en 1929.

Bandoneones: Miguel Caló, Pablo Flores y Ricardo Malerba
Violines:Carlos Malerba y Estanislao Lavarese
Pianistas: Alfredo Malerba y Cátulo Castillo

Cantor: Roberto Maida
Director: Cátulo Castillo


Pá que volvés.Cátulo Castillo

Invocación al tango. Cátulo Castillo