viernes, 12 de octubre de 2018

Los inicios del tango

Tradición racial

Un recorte del diario Crítica, sin fecha pero con presumible ubicación a comienzos de la década de 1930, recoge una síntesis de la exposición  realizada por Enrique Gozález Tuñón en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas. Uno de los párrafos de esa charla propone una definición que más de medio siglo después continúa siendo inquietante:

-Los escritores de la nueva generación -dijo González Tuñón- hemos adjudicado al tango su exacta jerarquía en nuestra sensibilidad.  Hemos proclamado orgullosamente cuando se nos negaba toda importancia y trascendencia, que el  tango es nuestra única tradición racial, y vengo a repetirlo ahora, cuando los jóvenes  gravitan sensiblemente en la vida artística, cultural y universitaria del país.

                             


Nada negro ni blanco

-Ya no es habanera ni nada negro ni blanco, ya es el tango argentino. Rechaza todo lo que no sea él; como el cante jondo, no admite muchas cosas que parecen estar en su camino y no lo están, desde la malagueña a la coplilla modosa sin el personal desgarro de lo hondo. Ese tango cantado que nace en alpargatas, es recusado en los salones que después han de recogerlo como el más sabroso engendro autóctono.

El tango comienza a cantarse en los boliches, esos almacenes de bebidas y de todo, que son verdaderos paradores o ventas de los caminos intrazados. No se le encuentra lo que tiene de italiano porque no lo tiene, porque es la superación del italiano, que al llegar a la Argentina abandona la melodía y entra en lo barroco de tipo español -de pelo negro- y por ende en lo criollo, y pega en él porque el italiano quizás desde hace siglos tenía el deseo de lo desparejo, de lo prosaico versificado, del romper la lindura" (Ramón Gómez de la Serna)

                               
   

Negritud del tango

La ingerencia del negro en el nacimiento del tango es más que evidente. En el carácter de la música creada por los negros luego del trasplante se advierte también un impulso de sobrecompensación. Pareciera que el individuo, para asegurar su supervivencia anímica, llegara a expresar alegría, que es precisamente el estado anímico complementario del que realmente experimenta. La música del ragtime es invariablemente alegre, y sólo por momentos, sin perder la precisión rítmica, adquiere una sensualidad, una insinuante coquetería que no es más que la instancia previa al salto del felino, al rodeo que antecede a la la explosión eufórica, bulliciosa.

No existe un solo rag, ni ninguna de las clásicas tres partes que integran los ragtimes, escritos en tono menor, que es de típica sugerencia melancólica. Todo el género fue compuesto en  modo mayor.Lo mismo sucede con los primitivos tangos de autor anónimo, como Andate a la Recoleta, recopilado por tradición oral por el musicólogo Carlos Vega, quien lo ubicó alrededor de1880 como el tango más antiguo, y Señora casera.

Mientras el tango fue "cosa de negros" no perdió la alegría ni la picardía. Cuando lo adoptó el blanco, el criollo y el hijo del inmigrante que vio frustradas sus ilusiones de "hacer la América", el tango empezó a introducir, primero el modo menor con un eventual trío en modo mayor, como sucede con El choclo, de Villoldo para luego sumergirse en letras que hablan de decepciones, traiciones, ultrajes, miserias, alcohol, cárcel, soledad y del dolor existencial  de la ciudad.

En el sainete rioplatense y en los espectáculos revisteriles de la década del '20, algunos tangos pretendieron acercarse, por conducto de la comicidad de sus letras, a esa primitiva letra jocosa. Únicamente lograron una mueca, una sonrisa amarga. El futuro del tango estaba en el dramatismo, en la tragedia de la urbe".
(Tango y Ragtime, por Pompeyo Camps Ed. Servicio Cultural de los EE.UU. Buenos Aires, 1978 - Primer Diccionario Gardeliano)

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