sábado, 12 de mayo de 2018

Tu nombre

La obra de Homero Manzi en el Tango, excede esos límites de los versos que se cantan en tantas canciones de la música popular del mundo en general. Hay muchas letras que tienen gran éxito momentáneo y se apagan a la misma velocidad con que llegan a las masas. Manzi es detallista, un pintor de situaciones, describiendo con palabras musicadas la hermosura de la poética que nos instala en una época determinada, o en un momento de su vida, imaginada o real.

                             


Escuchando este valsecito, es fácil situarse en la intimidad de la persona que acaba de traspasar el umbral que separa lo pasado de lo futuro. Como las imágenes efímeras que titilan en la pantalla del ordenador, es fácil imaginar la llegada del desamor, los rumbos distintos que toman los integrantes de la pareja, ese nicho de recuerdos, de momentos vividos en común, los jirones del adiós, aquellos paisajes del alma... Sin infatuar el tono, el poeta nos lleva a ese desasosiego que late en su corazón.

Tu nombre ya no es una palabra,
tus manos parecen un recuerdo,
tu risa, tu amor y tu esperanza
son ecos de un ensueño,
son sombras de un adiós...
¿Recuerdas?... mis pasos te buscaban
¿Recuerdas?... un día te encontré
y al vernos quedamos sin palabras
y entonces, sin hablar, te abandoné.

Tu silencio encerraba otro mundo
en tu aliento quemaba otro fuego,
en tus ojos brillaba otro rumbo
en tus labios temblaba otro beso...
Y de pronto tu nombre fue un eco
y un recuerdo perdido tu voz,
y mi voz un adiós de silencio
y un amor sin sentido, mi amor.

Qué fácil es ver retratado ese momento tremendo del adiós en los anclajes estéticos del desvío que toman los que hasta ahí formaban una pareja enamorada. La desnuda y caatárquica expresión del desamor, como una realidad inerte. Las efímeras felicidades metabolizadas en las lindes de lo cotidiano, de las relaciones envueltas de pronto en abruptas atmósferas, en ausencias que provocan dolor punzante y cauterizarán cuando aparezca el nuevo amor. Pero la despedida está cargada de metáforas. Porque Homero simboliza maravillosamente en el nombre que deja de pronunciarse, en ese sonido que dejan ciertas palabras, el punto final del amor. Todo acaba cayendo en los tópicos de la vida.

¿Recuerdas?... sin llanto y sin reproche
trazamos la cruz de dos caminos,
mis pasos tomaron en la noche
la línea de un destino
que nunca retornó.
Tu nombre ya no es una palabra,
tus manos dibujan un adiós,
tu ausencia señala la distancia
del tiempo que borró tu corazón.

La música de este valsecito tan llegador, es del bandoneonista y compositor Félix Lipesker, con quien Homero Manzi compuso otras páginas que permanecen en el sitial de las elegidas por su resonancia y belleza. El caso de los valses Romántica, Gota de lluvia, Muchacha, imperdibles. O los tangos: Celoso por tí, Alba, Muchacha, No me podrás olvidar, Arrabal, El conservatorio. En este caso que citamos hoy,  también le adosa la perfecta musicalización sincopal, a los versos de Manzi.

                             
Héctor Farrel y Julio De Caro


Podemos escuchar dos versiones de este valsecito tan emotivo. La de Julio De Caro, cantando Héctor Farrel, grabado el 5 de abril de 1940. Y la deliciosa interpretación de Mercedes Simone, acompañada por el quinteto del bandoneonista Roberto Garza, también llevado al disco ese mismo año.

Tu nombre - Julio De Caro-Héctor Farrel

Tu nombre - Mercedes Simone



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