lunes, 11 de diciembre de 2017

Tinta verde

Hoy, 11 de diciembre es el Día Nacional del Tango en Argentina, y por extensión se lo celebra en infinidad de países del mundo, donde ha ido haciendo pata ancha. He pensado en algún prócer del tango para unirlos a De Caro y Gardel, por cuyas fechas de nacimiento se ha escogido este día de festejo y creo que Agustín Chino Bardi, es  ideal para traerlo a la palestra en la jornada de hoy.

Lo han dicho grandes figuras del género, y lo sostengo yo, que Eduardo Arolas y Agustín Bardi, fueron los pilares básicos en que se asentó la estructura del tango futuro. Sus páginas son tan o más modernas que las de las últimas décadas y le permiten a arregladores, orquestadores y directores no sólo incorporarlas a los repertorios de hoy día, sino que lucen frescas, diáfanas, maravillosamente asentadas en los conjuntos que las ejecutan.

                                         
Eduardo Arolas


    
Curiosamente Arolas, impresionante compositor, era un músico empírico en sus comienzos. Y  Bardi maravilloso creador, apenas tocó el violín y luego el piano en los palcos boquenses, algunos reductos pequeños y poco más. Siempre tuvo que madrugar para trabajar en cosas ajenas al tango y así ganarse el puchero. Resulta tremendo constatar como estos genios, con esa vibración hecha polen de elementos porteños y camperos, nos legaron una obra invalorable, no enturbiada por el olvido.

Cualquier prenda le viene de perillas a los temas de Arolas o Bardi. Todos los arreglos le quedan a medida. Y refiriéndome a éste último, vale la pena remarcar que su obra es parejamente antológica. Son tantos los temas suyos que siguen bailándose en las milongas o incrustadas en los atriles de nuevos músicos, que cuesta creer que haya tenido que vivir de otros trabajos menores, cuando hoy día cualquier compositor, con un par de impactos ya genera beneficios abundantes.

                                 
Agustín Bardi


El historiador y tangólogo, Luis Adolfo Sierra escribía sobre Bardi:

   -Se ha dicho con acierto que los viejos tangos de Bardi se adelantaron a su tiempo. Y nada más cierto. Pareciera que hubiesen decidido esperar largos años la llegada de sus intérpretes definitivos, surgidos recién a partir de mediados de la década del veinte. Es que estaban concebidos y estructurados musicalmente con el dominio de una capacitación técnica muy superior a  la que predominaba entre los instrumentistas de su tiempo.

El propio doctor Sierra agrega palabras del propio Agustín Bardi, quien decía:

   -Es necesario conseguir la mayor claridad melódica para embellecerla luego con los recursos adecuados de la técnica musical.

Y Bardi, cuando pasó los cuarenta años de edad, se dispuso a estudiar música seriamente, para poder estar a la altura de los tiempos, ya instalada la escuela decareana.

Si nombramos un puñado de sus tangos, sobrarían la palabras de elogio. Basta con calibrar la calidad de la obra que pergeñó a lo largo de sus 46 años de edad, sacudidos definitivamente por un infarto en plena calle: Qué noche, No me escribas,  Nunca tuvo novio, La última cita, Tierrita, El Paladín, Chuzas, C.T.V., El rodeo, La racha, El baquiano, Pico blanco, Lorenzo, La guiñada, Se han sentado las carretas, Madre hay una sola, Independiente Club, Gallo ciego (hermoso arreglo de Víctor Lavallén en la interpretación de Pugliese), El cuatrero... y la lista sigue.

                                    


Una verdadera maravilla. Y hoy he escogido precisamente su tango Tinta verde, porque se lo dedicó a su gran amigo y vecino del barrio de Barracas, Eduardo Arolas. Lo compuso en 1914, trabajaba entonces en una empresa de transporte llamada La cargadora y escribía los rótulos de los paquetes, precisamente con marcador verde. Y lo más bonito de la anécdota es, que fue el propio Eduardo Arolas, quien comenzó su vida laboral como ilustrador -hizo varias obras-, quien dibujó la portada de la partitura del tema, precisamente con tinta verde.

Aníbal Troilo en su primer registro en Odeón -7 de marzo de 1938- escogió un tema de Arolas -Comme il faut- y otro de Bardi -Tinta verde- para estrenarse con su orquesta en el disco, lo que habla de su admiración por ambos próceres del tango.  La primera interpretación en público fue precisamente Tinta verde, tocado a la parrilla, sin arreglo ni orquestación.

El tango del título lo han grabado numerosas orquestas y en este Día del tango podemos escucharlo aquí por Lucio Demare y su orquesta, llevado al disco el 9 de diciembre de 1942. Aníbal Troilo, 32 años después de aquel inicial registro, volvió a grabarlo el 23 de noviembre de 1970, así como otros temas de Bardi.

Orejas atentas.

Tinta verde - Lucio Demare

Tinta verde - Aníbal Troilo












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