sábado, 25 de noviembre de 2017

El Polaco

Hoy el cuore me pide escuchar a este cantor del porteño barrio de Saavedra, que hizo historia en el tango, por su estilo, su voz, su manera de interpretar la letra de los versos de tango que cantó. Roberto Goyeneche mostró su calibre, desde su aparición en la orquesta de Raúl Kaplún. El gran violinista que  luciera en la orquesta de Miguel Caló, decidió probarlo cuando un músico de su orquesta lo trae a un ensayo.

En esa época Goyeneche se ganaba la vida conduciendo un taxi, también colectivos  y hasta un camión de la aeronáutica. Kaplún le da para empezar el tango Corrientes y Esmeralda, y apenas el rubio aspirante comenzó a cantar, el director para sus adentros, sentenció:
   -¡Éste es un fenómeno...!- como reconocería públicamente.

                                 


Y luego declararía:

-Así fue como Roberto Goyeneche debutó conmigo. Lo juro, cuando él se mandaba fraseando con la segunda de Mi tango triste,  a mí me corría un frío por la espalda, y poco menos que se me caía el violín de las manos. Él, entonces era menor de edad, tenía 18 años,  y para poder cantar en el cabaret con mi orquesta, su madre, María Elena le debió firmar un permiso especial. El padre había fallecido.

Sería Alberto  Podestá  quien lo recomienda a Horacio Salgán, que estaba buscando un cantor para hacer pareja con Ángel Paya Díaz, el crédito de Pompeya. Y en los cuatro años que está en la orquesta de Salgán, deja registros imborrables que van delineando al barítono de mediana tesitura, fabuloso oído musical, el timbre metálico de su voz y el fraseo inconfundible que de ahí en más lo consagrará definitivamente en su salto a la orquesta de Aníbal Troilo. Allí reemplaza a Jorge Casal y define claramente su magistral estilo de interpretación, diseñada por él mismo y que hará escuela.

                             

La historia del diseur que asombró en París, que, al perder caudal de voz, lo supera con esa gran personalidad, esos temblores emocionales, la marcación con el pie izquierdo golpeando en el piso, la manera de masticar las palabras  y sobre todo esa sensibilidad que alguna vez le hizo terminar los temas llorando.

Se despidió de este mundo a los 68 años, dejando un tendal de registros acompañado por varias orquestas. Y hoy escojo las palabras de Horacio Salgán en la despedida a uno de los más grandes cantores que ha dado el tango.

-"Conmovía a la gente"

   -Cuando Goyeneche comenzó a cantar en mi orquesta, todavía trabajaba como colectivero, en el año 1953. Entonces venía hasta la radio, en la calle Ayacucho, cantaba y después seguía haciendo el recorrido, después de haberlo descargado el vehículo de pasajeros, por una supuesto fallo mecánico..

   Tenía grandes condiciones como cantante, y como persona era excelente. Recuerdo, sobre todo, su corrección: tenía muy buena conducta, era muy tranquilo.Pero, además de tener una buena voz, Goyeneche era muy bueno diciendo las cosas.

   Cuando yo estaba buscando un cantor para mi orquesta, lo escuché al Polaco y me encantó. Era todo lo que yo necesitaba. Además se notaba al instante el amor por lo que estaba haciendo. Dentro de lo que es la expresión del canto, existen dos factores. Uno de ellos lo conforma las condiciones naturales; en este caso una gran voz. Eso puede ser muy importante en la ópera, donde la naturaleza de la voz humana es relevante y puede hacer  prescindir del segundo factor, que es el decir. Esto es fundamental en los géneros musicales populares, como el tango. Goyeneche tenía ambas condiciones. Por su manera de decir, podía llegar directamente a la gente y emocionarla. Esas cosas, si no se hacen con propiedad, no sirven, no funcionan.

                                     
Horacio Salgán con Ernesto Baffa y Roberto Goyeneche


    Los seres humanos tenemos ese mecanismo tan curioso que hace que nos guste vernos representados en el arte. Ver las cosas que nos suceden en la vida, representadas en una canción. Goyeneche era un gran intérprete, y sabía cómo trasladar esas cosas a la música. Más allá del dolor que me provoca su desaparición física, me da un gran gusto el poder hablar de las virtudes de este excepcional cantante argentino.

Y luego de la justas y exactas palabras de Salgán, vuelo con los recuerdos a las veces que lo escuché en vivo con Troilo, las inolvidables noches de Caño 14, o la velada del Teatro Colón en 1972, cuando cantó con la orquesta de Salgán.  Y creo que vale la pena evocarlo en su etapa con Horacio Salgán, precisamente.

Para ello escojo este tango campero de José González Castillo y José Bohr, que grabaran Salgán-Goyeneche en 1954: Por el camino.

Por el camino - Horacio Salgán-Roberto Goyeneche

También vale la pena recrear este tangazo de Juan carlos Cobián y Pascual Contursi: El motivo. El Polaco Goyeneche lo canta acompañado por Aníbal Troilo, a quien secundan José Colángelo al piano y Rafael del Bagno en contrabajo.

                      




3 comentarios:

  1. CANTO todo bien.....un fenomeno ! Me quedo con
    el tango de Roberto Rufino y Manuel Barros..."CALLA".....!!
    Una creacion insuperable....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lindo tango! Lo conocí a Manolo Barros, era como un extraño en el tango y pegó unos cuantos éxitos...

      Eliminar
  2. Causa pena, enorme pena, ver la CAIDA de nuestro tango....con sus autores e interpretes, inigualables, lo
    UNICO que nos queda, es haber tenido la enorme suerte de poder escucharlos.... inocultable nuestra
    suerte.....pero, se fueron.... (que DIOS los tenga en la gloria, lo que NUNCA se repitio..... tuvimos
    la enorme suerte de ESCUCARLOS,,,y aplaudirlos)... Tuve la suerte de ser amigo de muchos....

    ResponderEliminar