lunes, 29 de agosto de 2016

Cuando tallan los recuerdos

Y recurro al título de ese grato y evocador tango que hicieron Enrique Cadícamo y Rafael Rossi, para reflejar mi estado de ánimo, cuando repaso antiguas páginas y observo imágenes con hermosas historias detrás. La música completa el cuadro, con el fueye de Pichuco destapando sus esencias. Y es un poco la historia de tres músicos amigos, bandoneonistas ellos, que supieron brillar en aquella Buenos Aires poblada de tangos, de noches interminables y de silbidos que orlaban las calles porteñas.

Jorge Argentino Fernández, Aníbal Troilo y Eduardo Marino, fueron los que me embarcaron en el recuerdo. Los tres coincidieron en el famoso Sexteto de Elvino Vardaro. En 1933, los dos primeros tallaban fuerte en el Café Germinal y en Radio Fénix. El propio Pichuco lo relataba así:

                               
                                               
El Septeto de Vardaro en Montevideo con Eduardo Marino


-Elvino Vardaro formó un sexteto para actuar en Belgrano. Estaban él y Hugo Baralis en violines. José Pascual en el piano, Pedro Caracciolo en contrabajo y Jorge Fernández y yo en bandoneones. En esos años tallaban los dúos de fueyes: Maffia y Laurenz, Franco y Clausi. Ellos hacían temblar a las barras milongueras. Con Jorge hicimos un dúo de bandoneones que la ciudad entró a considerar con el mejor de los apoyos. Con ese sexteto viajamos a Montevideo y actuamos en el Tupí Nambá nuevo, que estaba en la 18, cerca de Plaza Independencia. Allí venían  a ponerle la oreja  el escritor Sabat Ercasy, aquel centro-half glorioso que fue Zibecchi, el Ñato Pedreira, Pintín Castellanos, el Loro Collazo, Di Feo, El Flaco Pérez. Venía todas las noches un pibe que se llamaba De los Hoyos...

                                            
 Fernández, Aníbal Troilo y Eduardo Marino en el septeto de Vardaro

Y Pichuco no exagera un ápice sobre los méritos de su dúo con Jorge Fernández. Todos los críticos coinciden en señalar que constituyeron uno de los mejores de todos los tiempos, por su gran compenetración que les llevó a tener un arrastre impresionante. Los arreglos de José Pascual le permitían el lucimiento a todos los integrantes del sexteto y ellos se entendieron desde el primer día. Jorge Fernández y Eduardo Marino habían coincidido antes en la orquesta de Manuel Buzón, integrando la fila de fueyes con Antonio Ríos y Héctor Cachito Presas. Y Marino se incorporía al sexteto, que sería septeto con su ingreso en 1935. Justo el año en que las oportunidades se le acabaron al conjunto, las discográficas no encontraron que el sexteto fuese comercial y Vardaro decidió disolver el mismo.

El historiador-musicólogo Luis Adolfo Sierra se expresaba de esta manera:
 -La estructura del conjunto permitió el constante lucimiento personal de aquellos eximios artistas, que conformaban una modalidad singularmente original de ejecución. Marcación rítmica lenta de libre cadencia, sumamente expresiva, con atractivos efectos de síncopa y elegantes rubatos, dentro de un juego armónico de elevada concepción musical. Y, por sobre todo, la gracia, el sabor, las intenciones casi imperceptibles de depurada delicadeza, el buen gusto y todo aquello que esos notables ejecutantes ponían al servicio de sus instrumentos templados al fragor del más puro estilo tanguístico. Es que el sexteto del Germinal -como se le llamaba en el ambiente musical porteño- significó una verdadera expresión de refinamiento estilístico, y una manifestación de evidente superación dentro de su propia época y de su modalidad ensencialmente decareana.

    
Elvino Vardaro al frente de aquel sexteto de vida breve



Y la historia dirá que para los Carnavales de 1937, Juan Carlos Cobián forma una gran orquesta para actuar en el Teatro Politeama. Y en la fila de fueyes juntó a a estos nenes: Ciriaco Ortiz, Aníbal Troilo, Jorge Fernández, Eduardo Marino, Toto Rodríguez,  y Nicolás Pepe. En la orquesta había 5 contrabajos, instrumentos de percusión, violinistas de la talla de Cayetano Puglisi, Hugo Baralis, Eugenio Nóbile y otros destacados. Troilo seguiría con Cobián en Radio El Mundo y el cabaret Charleston, de la Boca.

El paso fugaz de Troilo y Fernández por la orquesta de D'Agostino
                                   

Cuando Cobián terminó esos contratos y disolvió la orquesta, fue cuando Pichuco pensó en que había llegado la hora para tener la suya, aunque contara apenas con 23 años, pero bastante experiencia. Trabajaron intensamente con Orlando Goñi para armar el conjunto y los fueyes de la misma serían Toto Rodriguez, Alfredo Yanitelli y el propio Troilo. La orquesta debuta en el cabaret Marabú, el 1 de julio de 1937. Al año siguiente Eduardo Marino se incorpora a la orquesta en lugar de Yanitelli y permanecerá en la misma hasta el final, cuando muere Troilo en 1975. O sea, que estuvo en la misma nada menos que 37 años, caso increíble en el ambiente de los músicos.

                             

La orquesta de Troilo con Eduardo Marino y Piazzolla en 1940

Por eso decía que las imágenes me llevan hacia atrás y comprobás la cantidad de vivencias que se van disparando al mirarlas, como si destaparas una botella de buen champán con su largo fermento. Y para completar me voy a 1933, cuando el sexteto de Vardaro graba este acetato no comercial, que anduvo tantos años perdido: Tigre viejo, de Salvador Grupillo. Una joya para apreciar a esos músicos. Y por la orquesta de Aníbal Troilo, el tango de Ricardo Gaudenzio: El chupete, grabado el 22 de octubre de 1942. Bien milonguero.

Sexteto Vardaro - Tigre viejo

Aníbal Troilo - El chupete

2 comentarios:

  1. Vos sabés como resulta que hay dos letras distintas del tema EL FLETE de 1916 de Vicente Greco, una por P. Contursi y otra por Gerónimo Gradito, el posterior grabado por Ernesto Famá con la Orquesta Tipica Argentina in 1933? Cual era la primera?

    ResponderEliminar
  2. La primera letra, según mis datos es la de Contursi, de 1916. Realizada, claro, sobre la música ya escrita de Vicente Greco, como hizo con sus primeros temas.

    ResponderEliminar