jueves, 25 de agosto de 2016

Ariel Ardit: Gardel sinfónico

El año pasado, al cumplirse el 80º aniversario del trágico fallecimiento de Carlos Gardel en Medellín junto a varios de sus acompañantes, Ariel Ardit resolvió homenajearlo, en el mismo lugar del accidente: el aeropuerto Olaya Herrera de dicha ciudad colombiana.  Fue el 24 de junio del año pasado y no lo hizo de la manera tradicional,  sino acompañado por la orquesta sinfónica de Medellín, dirigida por el maestro Gonzalo Ospina. Fue una representación maravillosa ante cinco mil personas.

Ese músico genial que es el pianista Andrés Linetzky, no sólo se sentó al piano de la orquesta sino que también fue el encargado de los arreglos. Y también participó del homenaje el bandoneonista Ramiro Boero, que supo adaptarse a las condiciones orquestales, aunque la propuesta le impidiera el lucimiento personal. En la orquesta también hubo supremacía de las cuerdas e instrumentos no corrientes del tango como los vientos, xilofones, o flautas traversas.

                                       



La mayoría de los temas escogidos llevan la firma de Gardel y Le Pera. También intervienen en la selección otros en los que aparecen los nombres de Manuel Romero, Mario Battistella (en yunta con Le Pera), Terig Tucci, y Marcel Lattés. Y así desfilan en la hermosa voz e interpretación de Ardit -que recuerda a los excelentes cantores del cuarenta- los siguientes temas:

 2) Mi Buenos Aires querido          
 3) Soledad
 4) Tomo y obligo
 5) Arrabal amargo
 6) Cuesta abajo
 7) Melodía de arrabal
 8) Golondrinas
 9) Lejana tierra mía
10) Cuando tú no estás
11) Sol tropical
12) Amores de estudiante
13) El día que me quieras
14) Rubias de New York
15) Volver

Como introducción especial, brillante, espectacular, está la obertura instrumental en arreglo de Andrés Linetzky, que realiza la orquesta y en la que se incrustan melodías gardelianas que conmueven. Para escucharlo varias veces como los temas que jerarquiza Ardit y hacen más emocionante el homenaje.

Cada día es más evidente que Ariel Ardit es un cantor muy bien dotado, que reverdece el lustre de los antiguos tangos que interpreta, con su estilo sobrio, madurado, midiendo el peso de cada palabra y cada frase. Comenzó con el canto lírico, pero cuando tenía 8 años escuchó en un casa, por la radio, a Gardel en un tema y quedó impactado. Desde entonces se dedicó al tango y quiso cantar como él. La oportunidad le llegó en este homenaje tan sentido, y le brotó todo lo que de gardeliano lleva en su bagaje. Y, a propósito, nos dejó esta frase a modo de metáfora: "Yo tengo un dios sin barba, con gomina y que canta tango"

                                        

Podemos apreciarlo en dos de esas brillantes interpretaciones con la Orquesta sinfónica. Soledad y Lejana tierra mía. Empresa nada fácil por supuesto, pero hermosamente resuelta por Ariel. Y también quiero agregar la impactante obertura instrumental que ideó Linetzky, y que interpreta la orquesta con él al piano.

03- Soledad - Ariel Ardit

09- Lejana tierra mía - Ariel Ardit

01- Obertura instrumental





2 comentarios:

  1. Hace poco, con mi esposa tuvimos la suerte de escuchar a Ariel Ardit en Be Bop, en San Telmo. Se trataba –se trata– de un show acompañado por un pianista (aquella fecha tocó Daniel Godfrid). Al final se sumaron un violín, un contrabajo y un bandoneón. Lidia Borda (realmente tuvimos suerte, como verá) estaba entre el público y cantó una canción. Y pudimos comprar este disco que usted reseñó, y con cuya reseña coincido plenamente.
    Cuando terminó el recital, ¿sabe qué hizo Ardit? Se fue a la entrada a saludar al público. Después de cantar y de haber dado un gran show, el tipo se fue a saludar, a charlar. Un capo. Realmente, un grande.
    Los que puedan, vayan a verlo. Y a Lidia Borda también, que hace un ciclo con Godfrid en Café Vinilo.
    Hay que aprovechar estas oportunidades.
    Saludos, Troesma.

    Lobo

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  2. Gracias por la información y coincido con tus palabras. Ariel y Lidia son dos grandes del tango. Es un placer verlos en vivo y en directo. Y dos estupendas personas, además.
    Saludos, Lobo

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