lunes, 14 de marzo de 2016

Félix Verdi, el fueye disarliano

Es curioso que se hable de un bandoneonista de la orquesta de Carlos Di Sarli, cuando en la formación de El Señor del tango, los fueyes ocupaban un discreto segundo plano, detrás del piano y las cuerdas. Pero, quizás por eso mismo, y por la curiosidad que despertaba el hecho de que en una orquesta típica, los bandoneones  no fueran los que llevaban el ritmo, es que la palabra de este hombre veterano, e integrado por propia decisión en la formación que le atraía íntimamente, adquiere más relevancia y curiosidad.

Si el mismo Aníbal Troilo era admirador de Di Sarli, cómo no entender las razones de Verdi. En una oportunidad que estaban juntos el pianista de Bahía Blanca y Pichuco, que todavía no había alcanzado el éxito, Di Sarli, en conversación amistosa, le dijo:

-Me gustaría llevarte a mi orquesta, pero vos hacés muchos firuletes.

                                     
Verdi -centro- y la Típica Novel


Y en tan sencillas palabras quedaban implícitamente reflejadas las ideas musicales del hombre que lideró una orquesta maravillosa, que sigue haciéndonos pasar momentos deliciosos en la pista y su sonido es como una caricia permanente al cuore. Precisamente, Verdi, cuando la escuchó por primera vez, en el Café Guarany, de la calle Lavalle al 900,  acompañando a Roberto Dimas -en cuya orquesta actuaba-, quedó enganchado por ese sonido suave, el estilo distinto, la fuerza que transmitía y su expresión tanguera tan bien armonizada.

No tenía nada que ver con las orquestas consagradas  como la de Francisco Canaro y otras de aquella época, porque estábamos en el año 1927, cuandoVerdi lo escuchó por pimera vez. Todavía Di Sarli  no había formado su gran conjunto que arrasaría en los posteriores fines del treinta, hasta los años cincuenta. Tanto lo impactó, que Verdi se dedicó a sacar en su bandoneón ese estilo difrente, ensayándolo con asiduidad. Y se le iba metiendo en el alma.

                                   
Félix Verdi y Carlos Di Sarli
    

Por el apellido parecía estar signado su destino de músico. El padre lo mandó a estudiar desde pequeño, y el instrumento elegido fue el violín. Tenía apenas seis años cuando lo pusieron en manos del maestro Darío Grassi.  Y el tango se le iba metiendo por las orejas. El padre le rió rienda suelta para que se dedicara a este género y lo invitó a ver a Ernesto De la Cruz, cuya orquesta tocaba en el Café El Nacional. Y como las cartas del destino venían marcadas, justo se iba Juan Cruz Mateo de la formación, y así ingresó, con 21 años en el conjunto del Negro De la Cruz como segundo violín.

Las casualidades forman parte de la vida y su colega José Lorito (que tocaba con  Fresedo), lo invitó a escuchar a la orquesta de Julio De Caro, y poder ver al director con su violín corneta. Pero a Verdi lo impactó el bandoneón de Maffia. Fué tan fuerte la atracción por ese instrumento que, a la salida, dejó de interesarle el violín y se puso a ensayar el bandoneón con uno que había dejado en su casa el novio de su hermana. Y aunque le costó entenderlo, pudo más su pasión y fue a verlo a Pedro Maffia para que le diera lecciones. Éste accedió encantado pero apenas estaría un mes con su nuevo maestro.

                                         
La gran orquesta típica de Carlos Di Sarli con Verdi en el centro de la fila de fueyes


Y así, en su nuevo rol, alternó en la típica de Roberto Dimas, con el pianista José Rizzutti y la Típica Novel. Y por fin, llegó el día soñado. Nicolás Pepe le avisó que esa noche iría Carlos Di Sarli a escucharlos porque estaba necesitando un bandoneonista. Tocó muy nervioso esa noche, por eso su asombro cuando al final Di Sarli le habla y le dice que lo llamará. Cosa que hace de inmediato para proponerle ingresar en su orquesta. Debutó a la semana y el propio director se sorprendió de lo rápido que se adaptó a la orquesta. Claro, no sabía que llevaba tiempo practicando ese estilo maravilloso.

Y contaría años más tarde:
- A mí me gustaba todo de esa orquesta. Tenía cosas que lo difrenciaban del resto. Un fuego sagrado difícil de encontrar,  la fuerza que le imprimía en los crescendos, el stacatto fuerte con su derecha...Esa forma de comenzar livianito, llegar al fuerte y quedarse en un acorde mientras llegan los violines... Me identifiqué para siempre con ese estilo. Debuté en la orquesta en 1931, dos veces me fuí de la orquesta por diferentes motivos y las dos veces me volvió a llamar y regresé. Por fin formamos con los otros músicos, Los señores del tango y continuamos con el estilo Di Sarli. Con Carlos seguimos siendo amigos, pero cuando él abandonó definitivamente yo también me retiré y me dediqué a la seneñanza. Esos años con su orquesta fueron lo mejor que me pasó en la vida.

                                       


En las 336 grabaciones que dejó la orquesta de Carlos Di Sarli, sólo hay una en la cual los bandoneones ocupan un rol principal en las variaciones. Nada menos que con el tango de Ángel Villoldo: El choclo. Lo grabaron el dos oportunidades. El 21 de abril de 1954 y el 30 de junio del mismo año. Voy con el segundo registro.

127- El choclo- Carlos Di Sarli

2 comentarios:








  1. Excelente semblanza de Verdi el fueye emblemático de El Maestro. Scorticati se atribuía el arreglo de El Choclo. Invito a integrarse al grupo <>

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  2. Grupo Amigos a los que les gusta Carlos Di Sarli.

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