martes, 14 de octubre de 2025

LA MUSA POPULAR

  
  La Musa Popular tenía sus poetas
que con arte afinaban sus versos con la lima,
joyeros forjadores de impecables cuartetas
que se perdían la noche por pulir una rima.

Así fue Celedonio -Rubén Darío del tango-
cuando escribió "Margot" enre un rumor de fueyes,
así fue de la Púa cuando buscó en el fango
aquel genial poema que tituló "Los bueyes".

Era el clima propicio que la noche tendía
sobre aquel Buenos Aires de hace cincuenta años
cuando en cada boliche del Centro se bebía
de pie y recostado en ilustres estaños.

Daban vida a los versos, el botón, el Mateo,
la mina que salía del cabaret borracha,
la reventa de diarios, el Lacroze, el fondeo
en aquella "Pasteur" de la calle Suipacha.

El ambiente finspiraba al vate callejero
haciéndole escuchar su diapasón mistongo,
el centro, con su dandy, fajando a un patotero,
la Orilla, con su taura, rompiendo algún bailongo.

La piba fabriquera a quien dejó amurada
un pardo verseador famoso en Puente Alsina,
que al no tener consuelo, de amor desesperada,
si tiró bajo el tren como Ana Karenina.

Todos estos motivos tomaban los poetas
para sus versos rantes plagiados de la vida.
La lira milonguera les ofreció sus tetas
para nutrir la Musa popular y sentida.

Y Buenos Aires tuvo su canción ciudadana,
el gran álbum porteño de melodiosas crónicas
 al que no podrán nunca enmendarle la plana
com arreglos pedantes ni con dodecafónicas.

Querer hacer vanguardia con el tango es artero,
es cambiarle el ropaje y profanar su esencia.
Se llaman de vanguardia porque son los primeros
en caer bajo de gesto de nuestra indiferencia.

ENRIQUE CADÍCAMO







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