viernes, 9 de febrero de 2024

"Los arregladores...

 

 ...grandes olvidados del tango"
 
    Tal como sucede en la literatura, se ha señalado que la publicación de una obra representa un alivio para el autor, ya que cesará en la corrección constante con el fin de embellecerla. En la música, este proceso es similar, aunque con la particularidad de que la ejecución es un asunto individual, permitiendo que la obra sea interpretada de manera única en cada ocasión, según el intérprete. La insatisfacción y la búsqueda de la perfección llevan al artista a intentar mejorar tanto su propia obra como la de otros, guiados por su sensibilidad y criterio estético.
 
     El término "arreglo" se refiere a la intervención que se realiza en la composición escrita por el músico, mientras que la "orquestación" se vincula con la elección de los instrumentos o voces para llevar a cabo esta decisión.
En la música clásica, cada detalle está minuciosamente anotado por el compositor, y el intérprete respeta estas indicaciones de manera rigurosa. En cambio, en la música popular, a menudo solo se dispone de partes para piano que sirven como guía melódica, con algunos acordes básicos. Por tanto, es necesario darle forma y enriquecer musicalmente lo escrito mediante un arreglo.
Cuando el intérprete o el director de la orquesta no tienen la capacidad de realizar el arreglo, acuden a un músico arreglador. Este trabajo no solo embellece la obra según el gusto o la inspiración del arreglador, sino que a menudo es una necesidad cuando la partitura original es limitada.
 
   El arreglo permite introducir cambios en las melodías, en los acordes armónicos, establecer contramelodías, pasajes, solos de instrumentos, adornos, ligados y staccatos, inventar variaciones y crear acompañamientos para voces cantadas. En última instancia, es una recreación y embellecimiento del tema original, a veces necesario debido a las carencias de la partitura original o para imprimir un estilo particular.                            
Argentino Galván

                               
     Un buen arreglador logra todo esto sin perder la esencia de la melodía ni el espíritu de la obra original. No obstante, es común encontrarse con arreglos extravagantes en tangos clásicos que hacen que sea imposible reconocer la melodía original.
La orquestación implica decidir qué instrumentos o voces ejecutarán lo concebido en el arreglo. Esto incluye determinar si ciertas secciones serán interpretadas por bandoneones, violines u otros instrumentos, y si un pasaje será ejecutado al unísono o con voces separadas. La orquestación busca lograr equilibrio en el conjunto, así como un buen diseño y acabado de la pieza musical. 
                Es evidente que el arreglo y la orquestación son elementos clave que definen los estilos de los diferentes intérpretes, otorgándole a cada ejecución un matiz distintivo. Considero que sin un arreglo, la ejecución de una obra no sería posible.
Numerosos ejemplos demuestran la influencia de un arreglador en la interpretación de una obra. Un caso destacado fue el de Osmar Maderna en la orquesta de Miguel Caló; tras su fallecimiento, la orquesta continuó con el mismo estilo.
       
    Entre los arregladores, excluyendo a los grandes directores que realizaban sus propios arreglos, se pueden mencionar nombres como Julio Ahumada, Enrique Alessio, Celso Amato, Héctor Artola, Alfredo Attadía, Emilio Balcarce, José Bragato, Víctor Buchino, Gabriel Clausi, Edelmiro D'Amario, Martín Darré, Eduardo Del Piano, Mario Demarco, Jorge Dragone, Nito Farace, Argentino Galván, Carlos García, Juan Carlos Howard, Armando Lacava, Carlos Lazzari, Horacio Malvicino, Pascual Mamone, Mario Maurano, Osvaldo Montes, Máximo Mori, Miguel Nijensohn, Roberto Pansera, Juan Polito, Osvaldo Requena, Tito Ribero, Aquiles Roggero, Julio Rosenberg, Ernesto Rossi, Fulvio Salamanca, Federico Scorticati, Ismael Spitalnik, Luis Stazo, Orlando Trípodi, entre muchos otros.
 Marcelo Castelo Tango II   (Texto reformado del original de Daniel Lomuto)


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