miércoles, 18 de enero de 2023

Griseta

   Cuando ponemos la marcha atrás en la discografía tanguera podemos encontrarnos con páginas como ésta, que le dan lustre al género. El tango fue compuesto en 1924 por José González Castillo -maestro de la pluma- y Enrique Delfino, genio del piano y  de la composición. Lo estrenó el 27 de octubre de dicho año el tenor Raúl Laborde en el sainete "Hoy transmite Ratti Cultura", que llevaba las firmas de Enrique Delfino y Mario Rada. Gardel lo grabó enseguida con sus guitarristas Ricardo y Barbieri.
                                           



   Griseta proviene del francés grisette que significa  obrerita, o sea una muchacha parisina de familia pobretona que en los versos del padre de Cátulo, intentando cumplir con sus sueños y, seguramente, instada y trasladada por los macrós de Marsella, se instaló en Buenos Aires sin imaginar su destino de cabaret. Soñaba con Des Grieux, quería ser Manón, como los personajes de la novela Manon Lescaut, de Antoine François Prevost D'Exiles. 

Mezcla rara de Museta y de Mimí
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París
que un sueño de novela trajo al arrabal...
Y en el loco divagar del cabaret,
al arrullo de algún tango compadrón,
alentaba una ilusión:
soñaba con Des Grieux,
quería ser Manón.
 
   Museta, Mimí, Rodolfo y Schaunard, están sacados de la novela Scènes de la vie de bohème (1851) de Henry Murger. Y González Castillo nos muestra a la soñadora muchachita como una coqueta y sentimental viajera que trae todo el relumbre del barrio, la estanqueidad social, y lo que en principio prometía ser un paraíso, el fulgor de la existencia, se desbarranca. La realidad mutante muestra los acontecimientos que han roto con las perspectivas y desgranan en el aire los restos de sueños marchitos.

Francesita,
que trajiste, pizpireta,
sentimental y coqueta
la poesía del quartier,
¿quién diría
que tu poema de griseta
sólo una estrofa tendría:
la silenciosa agonía
de Margarita Gauthier?

   El quartier, es el barrio. Margarita Gauthier, como Armando Duval, son personajes de la novela La dame aux camélias, de Alejandro Dumas (h). Y en la primera bis, la sentencia para la cabaretera que había soñado con un mundo de maravilla, es muy dura. No logró encontrar a su Duval y entre el champán y la cocaína (cocó) se duerme para siempre mientras suena un bandoneón en el local nocturno donde transcurre la parte oscura de su vida porteña. Su corazón está seco como una planta liliácea...

Más la fría sordidez del arrabal
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval,
secó su corazón lo mismo que un muguet.
Y una noche de champán y de cocó,
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió,
lo mismo que Mimí,
lo mismo que Manón.

    Existen infinidad de grabaciones de este tango. Tanto cantados como en forma instrumental. Podemos escuchar la versión instrumental de Osvaldo Fresedo, llevada al disco el 31 de septiembre de 1944.

                           

   Y la hermosa interpretación de Carlos Di Sarli con su orquesta cantando Roberto Rufino. Grabado el 21 de junio de 1941.

                                          

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