viernes, 23 de septiembre de 2022

Cafetín

     Los tiempos cambian, pasan rápido. Como las modas, el cine, ciertos ritmos musicales, el azar de las vidas en tantos países de este planeta, las guerras constantes, familias desintegradas en la emigración, tiempos difíciles. Los que somos hijos de inmigrantes sabemos del tono melancólico de nuestros padres cuando recuerdan todo lo que dejaron atrás, tan lejos, tan distante.

   Además, eran conscientes de que nunca volverían a pisar aquellos lugares de su infancia, adolescencia y juventud. En las reuniones con sus paisanos y familiares cercanos retornaban los recuerdos, paisajes y términos comunes que iban dejando de lado en su adaptación a la realidad de su nueva  residencia, tan lejana y estructurada en la nueva familia que habían formado.

   El Café de la esquina era punto de reunión para muchos de aquellos inmigrantes masculinos, donde se comentaban las guerras en Europa, la política nacional y se formaban mesas de naipes con todos los juegos que habían traído de allá.: La escoba, el tresiete, el mus, la brisca, y todos los ingredientes en los comentarios, la parla, los festejos de cada jugada acertada...

                                 

Homero Expósito

   El Café fue la guarida que les permitió recrear cosas de su tierra y la transmitieron a sus descendientes. En algunos lugares del Bajo, o cercanos al puerto, en barrios de baja condición social, según el Diccionario del lunfardo, estaba lo que se denominaba como el Cafetín, o sea un lugar pobretón, alejado del centro, según el diccionario del lunfardo. 

   Discépolo consagró su Cafetín de Buenos Aires en 1948, pero un año antes Homero Expósito escribió esta notable pintura tanguera llamada Cafetín, a la que Argentino Galván le puso música. Y quedaría estampada para siempre en las notables interpretaciones de Osvaldo Pugliese, su orquesta y la voz de Alberto Morán y la de Francini-Pontier con Raúl Berón.

   Homero Expósito, gran observador, enorme poeta que le dió un cambio notable a las letras de tango, nos muestra en estos versos aquella cruda realidad de esos boliches cercanos al Riachuelo, donde los inmigrantes hablan de sus tierras, sueñan con el retorno que jamás se producirá, y el andamiaje de los grandes barcos sobre el agua ahonda las cicatrices palpitantes que deja la erosión de los sueños.

Cafetín...
donde lloran los hombres,
que saben el gusto
que dejan los mares...
Cafetín...
y esa pena que amarga,
mirando los barcos
volver a sus lares...
Yo esperaba...
porque siempre soñaba,
la paz de una aldea
sin hambre y sin balas...
Cafetín...
ya no tengo esperanzas,
ni sueño, ni aldea
para regresar...

    Muchos de estos hombres curtidos en la lucha por la supervivencia, dejaron atrás un romance, la promesa de llamada a aquella novia del pueblo, y en esa encrucijada de remembranzas, el Cafetín trasluce el sentido de la aventura humana. La neblina del recuerdo se agita en la mesa donde el desarraigo se cicatriza con copas de vino barato y los cigarrillos que ahuman el ambiente nublando el sentimiento de nostalgia..

Por los viejos cafetines
siempre rondan los recuerdos,
y un compás de tango de antes
va a poner color
al dolor del emigrante.
Allí florece el vino
la aldea del recuerdo
y el humo del tabaco...
Por los viejos cafetines
siempre rondan los recuerdos
de un país y de un amor...!
 
Bajo el gris...
de la luna madura,
se pierde la oscura
figura de un barco.
Y al matiz...
de un farol escarlata,
las aguas del Plata
parecen un charco...
Qué amargura...
la de estar de este lado
sabiendo que enfrente
nos llama el pasado...!
Cafetín...
en tu vaso de vino,
disuelvo el destino
que olvido por ti...

   La versión de Osvaldo Pugliese con su orquesta y el Flaco Morán (otro inmigrante italiano), nos dejaron esta hermosa versión. Lo grabaron el 27 de marzo de 1947. Y acá podemos volver a escucharlo.

                                 

     Y la interpretación de Raúl Berón, con la orquesta de Francini-Pontier, también es impagable. Vale la pena verlos en esta filmación de 1948.

                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario