miércoles, 24 de agosto de 2022

Nada más que un corazón

    He hablado de Carlos Bahr y publicado varias veces temas suyos que pegaron fuerte en pentagramas de orquestas y cantores. Ese poeta que arrancó con sus tangos a mediados de los años treinta y que se consolidaría definitivamente en los cuarenta con numerosos éxitos que lo consagrarían en el ambiente. Con Manolo Sucher (que fue quien me lo presentó en el Café que estaba frente a Radio El Mundo) crearon una ristra de tangos ganadores desde el arranque.

   El primero de ellos fue precisamente éste que hoy traigo a la palestra y que consagraría la interpretación de la orquesta de Pugliese con Roberto Chanel cantando los versos. Ocurrió en 1944 y fue el empujón final que necesitaba el vate para ingresar en la lista de los que veían recreadas sus canciones en la voz de tantos porteños que las entonaban por la calle, mientras se duchaban, o conduciendo el coche.

                             


   La poesía de Bahr,- relatado por él mismo-, es muy realista y se basa en hechos ocurridos, en general. Cosas que le sucedieron personalmente, o a amigos que se lo  contaron. Todo eso lo trasladaba al fugaz instante del verso, subordinándolo a una dimensión poética con rigor y hondura, siguiendo la estela de los viejos maestros que lo ilustraron a través de su pasión por los libros. 

   En este caso concreto está relatando un pasaje decisivo, fundamental de su vida. Había conocido a la cantante Lina Ferro en radio Porteña y luego entablaron relación en la Academia PAADI, de los hermanos Rubistein, donde ella estudiaba. Bahr pasaba seguido por allí, se enamoraron y terminarían casándose. Bahr tenía 40 años de edad y le llevaba casi 20 a su flamante esposa. A la que le dice:

Nada más...
que tu cariño es lo que quiero
es el milagro que a la vida
le reclamo como premio
por tanta herida.
Nada más...
que tu cariño es lo que quiero
pues nunca ansié mejor fortuna
que lograr esa ventura
de vivir para tu amor.

  El poeta se agita entre las premuras de la vida, las necesidades económicas y en sus tribulaciones, sin veladuras de fantasía o de engaño, se desliza en la telaraña emocional del vivir diario, barnizándolo con la influencia esencial de su musa y el amor que siente por ella. Las lindes de lo cotidiano no pueden desdibujar  el clima emocional, el  paraíso en que está instalado. Y como un mantra lo va describiendo.   
                                    

 
No puedo darte en cambio, más que un corazón
sentimental y humilde, como una canción,
podrá mi fantasía brindarte el halago
de sueños que prometen fortuna mejor.
Pero yo no tengo nada, nada más
que anhelos que hacia ti me llevan,
y aunque quiera darte un mundo
solamente puedo darte un corazón
que late por un solo amor.
 
Nada más...
que tu cariño es lo que quiero
y si lograrlo está en mi suerte
no tendré mejor empeño
que el de quererte.
Nada más...
que tu cariño es lo que quiero
es mi ambición y mi esperanza,
realizar el grato sueño
de vivir para tu amor.

   Osvaldo Pugliese con Chanel lo grabaron el 24 de Noviembre de 1944. Pedro Laurenz, su orquesta y Carlos Bermúdez lo llevaron al disco antes, el 4 de octubre de ese año. Y Roberto Goyeneche con la Típica Porteña dirigida por Raúl Garello, lo trajo de nuevo a la palestra, grabándolo el 12 de julio de 1978. Escuchamos la versión de Pugliese-Chanel.
   
                                

   Y también la versión del Polaco Goyeneche.

                                          


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