sábado, 18 de junio de 2022

Los recuerdos de Pichuco (2)

    La primera orquesta

      Le hablé a los músicos y algunos se engancharon.. Arranqué con  Juan Miguel Toto Rodríguez y Alfredo Gianitelli junto a mí, en bandoneones. Orlando Goñi en el piano. José Stilman, Reynaldo Nichele y Pedro Sapochnik en violines; Juan Tito Fasio en contrabajo. Francisco Fiorentino como cantor.  Trabajé intensamente  con la ayuda de Orlando Goñi en el armado del repertorio: le dimos fuerte a los ensayos y ¡de cabeza al Marabú! El debut fue el 1º de julio de 1937.

   Fiorentino

   El primer cantor de mi orquesta debió haber sido Rodríguez Lesende, el Gallego. Lo hablé con la certeza de que iba a agarrar, pero el pálpito me falló. Lesende, que andaba en su mejor momento, actuaba tupido y era cartel en la boite Lucerna, de la calle Suipacha, cantando con la típica de Miguel Nijensohn. Cuando me dijo que no, hablé con Fiorentino. Posiblemente no era la voz, o la gran voz, pero había una gran simpatía de mi parte. Era un cantor hecho, maduro, con personalidad. Esto era indiscutible y con que la suerte me ayudara a mí, a él y a la orquesta, el destino me daría la pizarra para escribir el número que me andaba zumbando en la cabeza.

                               


   Tibidabo

   La cosa se hizo de tercera. Juan Serrat, Juancito para todos, tenía un socio llamado Capone y con él puso un Dancing que haría historia: el Tibidabo. Estaba en la calle Corrientes entre Talca y Libertad, mano derecha yendo camino del río. Para su inauguración lo apalabraron al buen amigo Juan D'Arienzo, cartello rajador, y no aceptó. Pensaron en Ángel D'Agostino, que le pone al tango esa pereza de patio y cotorro que es todo su sentimiento y su palabra, y también dijo que no. Andaban en otras y entonces fue cuando Juancito pensó en este gordo. Y agarré. ¡Mirá que no! Se iba deshilachando el 40. Las noches del Tibidabo están embauladas en un rincón de mi corazón. Hubo éxitos de indiscutible gravitación, taladrados a fueye, murmurados en el piano de Goñi, en el susurro de la voz de Fiore... Cuento títulos: del Catunga Contursi: Evocándote, Y no puede ser, Toda mi vida, Vieja amiga,  Milonga de mis amores, Como dos extraños, Es mejor perdonar, Pena de amor (con Jorge Fernández). Con Mario Canaro Quiero verte una vez más, que en un principio se llamó Viejo gaucho: con Antonio Rodio, Mi canción...

   Palermo Palace

   En el inolvidable Palermo Palace, de Godoy Cruz y la avenida Santa Fe tuve la fortuna de estrenar éxitos de la marca de Malena, Sencillo y compadre, Percal, Gricel, La vi llegar...

    Poetas

   Homero Manzi fue un poeta de la gran siete. Admiré a Discépolo, porque captó la ironía y la maldad de la gente, pero lo hizo con cariño. A Cátulo Castillo porque sigue la línea de Manzi sin imitarlo para nada. Yo toco como aprendí de Maffia, pero nunca lo imité... Lo de Cátulo es lo mismo. Sigue una guía, un faro... Y también tengo que nombrar a Homero Expósito, un frustrado por la época, cansado de oír estupideces. Tiene un talento extraordinario. Otro que es único es Julián Centeya. Y estas palabras no acreditan su bohemia... Bohemia que no me desagrada pero que siempre luchó en contra de él  porque le quitó tiempo para hacer más cosas por el pueblo. 

                               

Perón, Troilo y Raúl Apold en 1954. Cuando se hizo "El Patio de la morocha".

   Perón

   Voy a hablar del Perón de  la primera presidencia. Tuve la suerte de conocerlo. Ése, del que la historia de Buenos Aires va a tener que hablar...  La historia de la Argentina... Era entrador, simpático. Y con un talento extraordinario. En una época lo veía día por medio... Yo trabajaba en el Tibidabo y él, sí, iba día por medio. Era coronel. Años más tarde me llamaron para hacer El patio dela morocha. Yo dije que tratándose de esa obra lo más lógico era que la hiciera Marianito (Mores), el autor de la música. Yo creía eso, ¿no? Pero viene Cátulo y me dice que en la Subsecretaría (de Prensa y Difusión) querían que fuera yo. Más todavía: si yo no aceptaba, la obra no se hacía. Al fin, acepté. Éramos 146 personas en la compañía. Yo no era peronista. Ni antiperonista, porque yo me sentí y me siento libre, ninguna idea política pudo, todavía, corromper mis sentimientos. Entonces, de los 146, 145 se pusieron el escudito peronista en la solapa del saco. Yo no. ¡Y nunca me dijeron una palabra! Para el día del debut yo tenía una pintusa bárbara. Esmoquin... y había hecho régimen, había adelgazado 14 kilos.  Cuando salí al escenario vi que el viejo estaba en el palco con Delia Parodi, con mi gran amiga Delia Parodi. Bueno, al verme en línea, Perón le dijo a Delia: "Oiga, dígale que me dé la receta... Que me la sarpe...", Bien lunfa. Dijo ""sarpe", que quiere decir "pase". ¡Se las sabía todas!

   La calle Corrientes

   En la calle Corrientes yo trabajé en dos lugares muy distintos: en el Germinal y  en el Tibidabo. En el viejo café Germinal debuté con Juan Maglio Pacho. Fue una rentrée que hizo él después de muchos años sin trabajar. Imagine... en la calle Corrientes angosta, los carteles anunciando a Pacho. Él no tocaba, la orquesta se la formé yo con elementos como Héctor Lagna Fietta, el cantor era Antonio Maida y otros muchachos como Roberto Guisado... Se volcó todo Mataderos, la provincia, había gente hasta en la vereda de enfrente, no podían pasar los tranvías...

   Preferencias

   Yo soy admirador de uno de los hombres más importantes que tuvo el tango, que fue Carlos Di Sarli. También me gustan Fresedo, Salgán, Pugliese... Me gustaba Alfredo Gobbi. 

                           

Rivero, Troilo, Di Sarli, Pepe Corriale, presentados por Julio Jorge Nelson

   Evolución

   Las orquestas de música popular no deben perder el clima, que es la esencia pura, pero no estoy de acuerdo con el estancamiento técnico. Las instrumentaciones deben ofrecer las características de la época en que vivimos. La evolución, y por lo tanto la renovación, debe ser la dominante de todas las artes, incluso las conocidas dentro del terreno del arte popular. Cuando me hablan de la renovación del tango, yo siempre pregunto qué se entiende por modernización.  Si me dicen que eso es la utilización de la escala de los medios tonos  del impresionismo, la dodecafonía de Schönberg y aun algunos elementos más avanzados, entonces digo que no, que no estoy de acuerdo. Y por eso me mantengo dentro de la línea tradicional, porque estoy firmemente convencido de que lo mejor que tiene nuestro tango es su aspecto climático y lo perdería con cualquier innovación rítmica.

   Pichuco III

   Me preguntan si vendrá otro Pichuco. Yo digo que vendrá. Pensar de otro modo sería condenarnos al estatismo. Todo se supera en la vida. Sobre la voz de las viejas esperanzas descansan las lecciones nuevas. ¿Por qué he de eternizarme y por qué ha de ser siempre lo mío? Sería egoísta si me aferrara a la propiedad que me confieren y que agradezco. No quiero hablar de mí. No he sido nunca un fabricador de autoelogios, que me resultan hasta anticordiales. Pero pongo el ejemplo: se dice que yo, como instrumentista, constituyo una nueva forma, un idioma diferente. ¿Y entonces? Lo que ha ocurrido conmigo ocurrirá con otros. Debemos esperar al otro Pichuco.

(Tomado de distintos reportajes que le hicieran Julián Centeya, Horacio de Dios, María Ester Gilio, Eduardo Rafael, Julio Lagos, Ricardo Yrurtia, Horacio Salas y La Maga)


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