sábado, 25 de junio de 2022

La vanguardia de medio siglo

   La calle Corrientes -"río sin desvío donde sueña la ciudad"-, al decir del poeta Homero Expósito- ofrece el espectáculo de sus cafés Marzotto, El Ebro, Tango Bar, El Nacional, que comienzan los tangos a la una de la tarde, y de sus confiterías, boîtes y cabarets, Ruca, Picadilly y Sans Souci, Tabarís, Singapur, Ocean, con música hasta la alta noche.
   
   En Tibidabo, de Corrientes al 1200 son clásicas las temporadas invernales de Aníbal Troilo, cuyo debut todos los años congrega a lo más destacado del mundo artístico porteño.
  
   En su apostura, en su sonoridad, en su instrumentación, la orquesta de Aníbal Troilo ha dado un salto como no se recuerda otro en la historia.

   Con visión, creatividad y sensibilidad, el maestro ha cumplido sus treinta años de edad presentando el tango de Enrique Delfino Recuerdos de bohemia orquestado en plan sinfónico, no bailable, grabado en dos faces de un disco, la Milonga triste de Manzi y Piana en versión para orquesta, vocalista y pequeño coro y la Selección de tangos de Julio De Caro, concebida como suite con temas de enlace, preludio y posludio.  
                                    
   
   Troilo, que ha sido su propio instrumentador en la primera época de su carrera de director, recurre ahora con inteligencia al saber de varios orquestadores, Astor Piazzolla, Argentino Galván, Héctor Artola e Ismael Spitalnik.

   Ellos y otros como Stamponi, Brameri, Pugliese, formarán después la Sociedad Argentina de Orquestadores y Arregladores, SADOA, aclarando que arreglo es la adaptación de una obra a un estilo determinado y orquestación e instrumentación son la escritura del arreglo para una orquesta o conjunto cualquiera de instrumentos o para un instrumento solo. Hay también arreglos y escritura para coros.

   Otras orquestas siguen el ascenso troileano aventurándose también en el estreno de obras osadas y diferentes que suscitan iras y fanatismos por igual. 
   Ahí están Saludos, Percal y Futuro, de Domingo Federico; Tres y dos, de Troilo; Concierto en la luna. Lluvia de estrellas y Escalas en azul, de Osmar Maderna; Malandraca, Negracha, Una vez, de Pugliese; A José Manuel Moreno, Trenzas y A Zárate, de Pontier; Patético y Pastoral, de Caldara; Villeguita, Pigmalión y El desbande, de Piazzolla; Calles porteñas, de Salgán; Orlando Goñi, de Alfredo Gobbi.
                                      
   
   De todos modos este clima innovador es solo preámbulo para la espectacular y controvertida aparición en escena del Tango de vanguardia.

   Astor Piazzolla deja la adolescencia afianzado en su convicción de musicalizar el tango con ideas llamativas en armonía, contrapunto y polirritmias de notable belleza, como hay en sus versiones de Taconeando, La rayuela, Villeguita. Gradualmente ha ido abandonando su orquesta, y se dedica por entero a la composición, también con algunas propuestas sinfónicas, como Rapsodia porteña de 1948 y los Tres movimientos sinfónicos Buenos Aires de 1951, premio Fabián Sevitzki.

   Desde 1950, Troilo estrena la serie de novísimo estilo de Piazzolla. Comienza con Para lucirse, sigue con Prepárense, Contratiempo, Triunfal y Contrabajeando -este tango en colaboración con el propio Troilo- y Kicho Diaz como solista- virtuosa y sentida exposición para bajo y orquesta.

                                           
   Horacio Salgán, líder también de esta vanguardia, ha presentado su orquesta en 1944, el mismo año que Piazzolla, los dos bajo el imperio reformador de Aníbal Troilo. Horacio Salgán, pianista y arreglador de vasto panorama musical, nos sorprende a todos con sus versiones revolucionarias, brillantes y vibrantes, instrumentales lo mismo que cantadas de Ojos negros, La tablada, Siga el corso, Recuerdo, Mala junta, Doble castigo, Don Goyo, en concepciones de ofrebre tanguista. Será muy influyente Salgán en su indesglosable estilo de pianista, director, compositor y arreglador. 

   Entre 1950 y 1955 sigue la vanguardia con Responso, otra inventiva de Troilo, orquestada por Piazzolla, Lo que vendrá de Piazzolla y varias creaciones de Horacio Salgán con su orquesta, sobre sus obras La llamo silbando, A fuego lento y Grillito.

   Fresedo, Basso, Francini-Pontier tocan y graban las piezas avanzadas de Piazzolla, las primeras las edita Máximo Perrotti, y la editorial Julio Korn publica cuadernos con este repertorio con orquestaciones completas para los instrumentos de la orquesta típica, escritas por los mismos maestros Galván, Stamponi, Piazzolla, Spitalnik, Plaza.

   Armando Pontier se suma con  A los amigos, Roberto Pansera, orquestador de Osvaldo Fresedo, con Preludio Nº 3 y Héctor María Artola presenta Rapsodia en Tango del pianista Fernando Martín..

                                    
   Y asoman las figuras de la generación de 1955, Leopoldo Federico, Atilio Stampone, Roberto Pansera, Julián Plaza, Osvaldo Tarantino, Roberto Goyeneche, Osvaldo Montes, Osvaldo Berlingieri, Mario Abramovich, Juan Carlos Copes y María Nieves, Virulazo y Aída, Raúl Lavié, Nelly Vázquez, Eugenio Majul, Elba Berón, Raúl Garello, Blanca Mooney, Osvaldo Requena, Horacio Ferrer, Osvaldo Piro, José Libertella, Luis Stazo. 

   Directores, solistas, orquestadores, bailarines, poetas, cantores y cancionistas que tendrán que hacer su obra entre las dificultades de una de las épocas menos propicias. 

   Va concluyendo otra era del Tango.

Horacio Ferrer (De su libro El Siglo de Oro del TANGO)

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