jueves, 2 de junio de 2022

El choclo

    Junto a La cumparsita, es uno de los tangos más difundidos a través de la historia, e interpretado y grabado por orquestas, cantores, cancionistas, en películas, obras teatrales. Incluso orquestas de diferentes países lo han tenido en su repertorio y lo han trasladado a otros ritmos. Ha tenido varias letras a través de los años y todos estos registros siguen alimentando su historia.

   Ángel Villoldo, su autor, es uno de los pilares del tango-canción. Personaje pintoresco donde los haya, fue definido como "El Papá del tango criollo", en mérito a su maravilloso legado. Autor de los versos de La morocha, compuso tangos como El porteñito, en 1903. También otros temas como El esquinazo, Cuidado con los cincuenta, Bolada de aficionado, Yunta brava, Petit salón, El torito y otros.

                                              


   La grandeza de Villoldo, su biografía, ya la he publicado en estas páginas. Incluso la historia de este tango que hoy me ocupa y que nació en 1905, hace 117 años...  El mismo, que ya había escrito los versos de La morocha (tango de Enrique Saborido), también le añadió una letrilla a su nuevo tango, que en un párrafo decía: "Hay choclos que tienen las guedejas de oro / que son las que adoro con tierna pasión."...

   Once años después del fallecimiento de este prócer del tango, su hermana Irene, le propuso al cantor-poeta-compositor Juan Carlos Marambio Catán, que le pusiera nuevos versos a El choclo, con el fin de darle una renovada vida poética-musical. Y esa letra que le adosó Marambio en 1930, tuvieron bastante repercusión. Arrancaba con  "Vieja milonga, que en mis horas de tristeza / traes a mi mente tu recuerdo cariñoso..." Lo grabó, sintetizado,  Ängel Vargas con la orquesta de Ängel D'Agostino.

   En 1947, Libertad Lamarque que ya triunfaba en México, iba a protagonizar la película Gran Casino, dirigida por Luis Buñuel y compartiendo cartel con Jorge Negrete. Entonces Libertad le pidió a Enrique Santos Discépolo si le podía poner nuevos versos al famoso tango de Villoldo, para cantarlo en el filme. Éste en principio se negó, porque el tango ya tenía letra, pero ella insistió y la solución de Discépolo fue combinar con Marambio Catán, demostrando su respeto, y entre los dos ponerse a escribir esos nuevos versos.

                                         


   A mi entender se nota absolutamente la pluma discepoleana en el tema y  aunque comprendo su solidaridad con Marambio, hoy me detengo en esa nueva letra que va detallando, pormenorizando el desarrollo del tango en la sociedad porteña de una manera magistral, al estilo Discépolo.

Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio,
con este nacio nació el tango y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo.

   Está detallando el ascenso del tango, dado que  El choclo se estrenó casi a escondidas, nada menos que en el prestigioso restaurante El Americano, de la calle Cangallo, por la orquesta de José Luis Roncallo, en aquel 1903. Y fue presentado como danza criolla, para evitar problemas, por la mala fama del tango en los estratos de la alta sociedad porteña..

Conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón. 

    Basta escuchar-leer esta cuarteta para situarse  en aquella época y comprender todo lo que encerraba el nuevo género en su realidad palpitante. Estaba conjurando sus demonios artísticos, en combinación perfecta con los hallazgos musicales. 

                                  
Libertad lamarque con Discépolo y Pedro Vargas


   Y entonces  comprobamos que el relato epopéyico se sumerge en las entrañas del tango. La estampa aquella, en el devenir del tiempo. Ese contrate emocional, atizador, en fragmentos breves, ágiles, metafóricos. Y despojado de adornos y lirismo, pone el énfasis en la pasión, esbozando el embrión original, y la posterior llegada del bandoneón.

Por tu milagro de notas agoreras
nacieron sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...
 
Al evocarte, tango querido
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy que no tengo, más a mi madre
siento que llega en punta´e pies para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

   El final es apoteósico. La llegada del tango a Francia, todo lo que arrastra el tango en sus orígenes oscuros y la redención en París. Los conventillos, la promiscuidad, las primeras milongas y los barrios porteños ardiendo de emoción con este género musical que haría roncha. Todo narrado poéticamente de un modo discepoleano al mango.

Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
Y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina,
Fuiste compadre del gavión y de la mina
Y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos, shusheta, cana, reo y mishiadura
Se hicieron voces al nacer con tu destino,
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo
Que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón!.


Discépolo: No me atrevía a tocarlo… Por demasiado bueno. Era algo sagrado. Era como ponerle letra al himno nacional del tango. Pero en fin, como no sé decirle que no a una súplica de mujer, accedí a lo que me pedía Libertad, asegurándome que sólo era para un pasaje de la película. Y ahora, ya ve usted, me he tenido que resignar a que lo cante todo el mundo.

(Carancancufa: En el lenguaje de los compadritos se designaba así, a quien bailaba diestramente el tango, con cortes y quebradas.)

Podemos escuchar la versión de Edmundo Rivero, acompañado por la orquesta de Roberto Pansera en 1966.


    

                              Y la versión de Libertad Lamarque en el filme citado más arriba.


                                          





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