miércoles, 22 de septiembre de 2021

Cualquier cosa

    Hace unos días publiqué unas palabras de Homero Manzi, en las cuales significaba que  todos sus temas provenían de experiencias, vivencias personales, porque no tenía la capacidad de inventar... Y eso, más que seguro, le sucedió en muchos casos a  algunos poetas que también hilvanaron en sus versos historias reales, perfiles humanos, desencuentros, caminos de regreso, madrugadas filosas, desventuras, traiciones.

   El tango al que acudo hoy, y que fue muy difundido por cantores y orquestas, también trae ese estado insomne del hombre que ve amputado su enamorado corazón por una traición. Está sumido en la angustia por ese rostro que se va apagando de su lado y vuelca su desazón, su frustración en imprecaciones al ver desmoronarse su universo amoroso. La mujer innominada, pasa a ser de repente "cualquier cosa"...

                                   


   El autor de los versos, Juan Miguel Velich, nacido en Santa Fe y avecindado tempranamente en Buenos Aires, fue actor, formó compañías de teatro, hombre de radio, periodista, trabajó en cine, en compañías discográficas, hizo giras, fue bailarín de tango, poeta en distintas especialidades musicales, pero afincado también en el tango fue donde enhebró obras de mucha pegada. En la imagen se lo ve con la guitarra en sus manos.

   Su amigo Carlos Gardel le grabó cuatro temas suyos: Amigazo, Por qué soy reo, Queja indiana y el que hoy destaco y que llevara al disco el gran cantor, con sus guitarristas Aguilar, Ricardo y Barbieri, durante su estancia en París, el 20 de octubre de 1928. Cabe consignar que Ignacio Corsini, acompañado por sus guitarristas, grabó Cualquier cosa un año más tarde y logró un éxito muy destacado con el mismo. 

   Podrían citarse algunas letras de tango suyo que le dieron renombre, como Mandria, Qué viejo estoy, Mala junta, Rodríguez peña, el vals Uruguaya, Sangre maleva y otras. Cualquier cosa fue retornando al candelero con los años en las versiones de Morán con Pugliese, Jorge Vidal con guitarras, Ángel Vargas con la orquesta dirigida por Armando Lacava, Domingo Federico con Enzo Valentino (en un estilo Corsini), y otros.

                               


    Lo que llama la atención es la dedicatoria que realiza Velich en la partitura original de Cualquier cosa y que destapa toda la angustia que encierra el tema que musicalizaría su hija, la cancionista, compositora, actriz, locutora: Herminia Velich. En la misma dice:

-A mi buen amigo Alberto Rada. Sé cuánto me apreciás y sabés de qué manera te estimo. Y porque conocés muy bien la causa que atormenta mi corazón, me es grato dedicarte esta obra mía, escrita en ese momento en que los hombres de mayor templanza se sienten dominados por una fuerza secreta... (vos me entendés, hermano. J.M.V.)".

                                  


   Estas palabras salidas del corazón explican totalmente la tremenda aflicción que envuelve a su autor, cuando escribió estos versos que se harían tango en voces populares, famosas, dándole el pase a la posteridad. Acá desgrano su canto lastimero, duro, acusador...

Cualquier cosa resultaste
para que un hombre derecho,
tu maldad tomara a pecho
entregándose al “splin”
Con tu acción me comprobaste
lo que de ti suponía,
que tu amor me sonreía
para lograr otro fin.
 
¡Loca mía!
Alma cruel y atravesada,
Por tu artera puñalada
Toda mi dicha perdí...
¡Quién diría!
Que tu pensamiento terco,
Te volviera flor de cerco
Y no encanto para mí.

Tus divinos ojos verdes
Mezcla de mar y de cielo,
Han dejado un desconsuelo
Que amargó mi corazón...
Quiera Dios que no te acuerdes
De volver ya que te fuiste,
Porque el daño que me hiciste
No merece mi perdón...

  Se lo vi cantar en vivo al Flaco Morán con la orquesta de Pugliese y también acompañado por Armando Cupo. El 28 de enero de 1952 lo grabó Pugliese con Morán. ¿Lo escuchamos?

                              

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