jueves, 18 de marzo de 2021

Julián Plaza habla de Troilo

     Yo admiraba desde chico a Pichuco. Y un día -todos nos conocíamos entonces- me escuchó tocar en Radio El Mundo. Recuerdo que con él estaban Piazzolla (que después recordaría este contacto), el cantor Fiorentino, el pianista Goñi. Bueno ahí recibí el primer aliento del Gordo. Pero me faltaba recorrer camino.Yo tenía apenas 17 años y me enrolé en la orquesta de Miguel Caló.

    Troilo me llamó para hacer algunos arreglos en su orquesta en 1958. Recuerdo que fue  para Aguantate Casimiro, cantado por Goyeneche. Después me pidió que escribiera Danzarín. Yo era hincha de Troilo y estaba muy nervioso porque no sabía cómo íbamos a encarar el arreglo. A Pichuco le gustaba trabajar en su casa. Él iba enhebrando los arreglos con su bandoneón. 

                                    


   Bueno, la cuestión es que cuando nos juntamos, todo salió distinto a cómo lo había planeado. En lugar de comenzar por el principio, que es el tango, Troilo empezó por lo más importante, que es la parte melódica.
No me costó mucho acomodarme. Yo desde chico lo imitaba porque llevaba el estilo Troilo en mi corazón. Troilo era un hombre que daba pocas indicaciones.

   Siempre tuvo gente al lado que era troileana. Antes de trabajar conmigo le habían hecho arreglos Astor Piazzolla, Argentino Galván, Héctor Artola: gente de la misma línea. Pichuco tenía mucha influencia sobre los músicos. En mis primeras épocas observé la claridad de los arreglos que presentaban Héctor Stamponi y Astor Piazzolla. En fin... después de ciertas indicaciones, hice el arreglo, le gustó y lo estrenó en radio El Mundo.  

   Y toqué el cielo con las manos cuando en el 58 le entregué a Pichuco mi tango Danzarín. Recuerdo que él empezó por la segunda parte; esto me cambiaba el esquema y me desconcertaba. Troilo estaba acostumbrado a tomar con total libertad los arreglos, incluso les que le escribió Piazzolla. Pero siempre tenía razón; sabía lo que quería cuando adaptaba partituras a su estilo. 

                              

Julián Plaza, Manuel Sucher, Alberto Gómez, Cátulo y Troilo

    Troilo me grabó nueve obras. Coincidentemente, a Astor Piazzolla también. Trabajar con Troilo me abrió la puerta a otros músicos. Tuve la suerte de que incorporara prácticamente en todas sus presentaciones: Danzarín y Nocturna. Esto me dio a mí, como compositor, la posibilidad de que esas piezas pasaran a ser obligadas en muchas orquestas. 

   Al trabajar como arreeglador yo pensaba una cosa: este compás va así, la nota esta va asá... pero Troilo si veía algo que no le parecía bien, lo cambiaba. Y nunca se equivocaba, tenía una gran visión del balance total, del equilibrio de la orquesta. Y él era así con todos, así fuera Plaza, Piazzolla, Galván o quien fuese. Todos pasamos por la borratina y siempre lo hacía con una razón justificada. El resultado final demostró siempre que tenía razón. Y nos benefició a los compositores.

-Las palabras de Julián Plaza no pueden ser más explícitas. Poddmos escuchar la versión que realizó Troilo con su orquesta de Nocturna. La grabó el 18 de agosto de 1961.

                              




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