domingo, 10 de mayo de 2020

Las cuarenta

En esta época en que la pandemia y la política nos están dividiendo de manera cruel, artera y negativamente, gracias a los medios de comunicación que intentan hacer su agosto y sembrar en provecho propio, cargando las tintas sobre determinados partidos políticos o aupando a los que pueden beneficiarles, vale la pena volver una y otra vez sobre este tango. Un tema que no pierde vigencia y que hasta el mismo Discépolo elogió por la filosofía y el clima yacente en el mismo, lo cual lo hace imperecedero.

                                 
Francisco Gorrindo, el autor de los versos, nació y vivió en la localidad de Quilmes, toda su vida. Tempranamente despuntó su paleta poética y Mercedes Simone le grabó su primer tango: Perdón de muerta, con música de Pablo Rodríguez, esposo de Mercedes. A partir de allí, dedicó sus afanes al tango y en 1936, con 28 años,  daría a conocer el que nos ocupa hoy. La orquesta de D'Arienzo le dio un empujón notable al estrenar en la radio y luego grabar dos temas que compuso en 1938: Paciencia y La bruja. El primero con el propio D'Arienzo y La bruja con Juan Polito, pianista de la orquesta.

Otros dos temas de Gorrindo que lucieron por entonces en esa orquesta fueron: Ansiedad, con música de Domingo Moro, fueye del conjunto y Dos guitas, con D'Arienzo. Ambos cantados por  Alberto Echagüe que le pedía al autor: "Seguí trayendo temas, porque me encantan y funcionan un fenómeno...". La lista de éxitos de este poeta es muy larga, pero cito algunos como: Mala suerte, Magdala, Gólgota, Por tener un corazón, La vida es corta, Dejame ser así, Añoranza, Aguas turbias...

En el acertado título: Las cuarenta, ya expresa gran parte de su discurso poético. La intención de las palabras, los viejos códigos barriales, acuden en remembranzas para cotejarlas con las llagas de la vida.  Así avanza en el paisaje de la memoria, la emoción sustentadora y el hombre que medita sobre los vaivenes del tiempo que va pasando, dejando una huella profunda y dolorosa a la vez.

Con el pucho de la vida apretado entre los labios
la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar,
dobló la esquina del barrio y curda ya de recuerdos,
como volcando un veneno, ésto se le oyó acusar:

Vieja calle de mi barrio donde he dado el primer paso,
vuelvo a vos gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.

El pasado sirve para hablar del presente. En esa montaña rusa emocional aparecen la quimera fallida, el pensamiento y la poesía unidos que se revuelven en amargas reflexiones y entran en un purgatorio material. La pesadumbre existencial embarrándose en el recuerdo, la deconstrucción, convierten todo ello en un relato cruel, duro, pero realista. El duelo entre la vida empírica y la real.

Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, sé del beso que se da;
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata uno vale mucho más.

Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y si la murga se ríe, hay que saberse reír,
no pensar ni equivocado... ¡Para qué... si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil...!

Froilán Francisco Gorrindo

En el recreo mental de las situaciones vividas, Gorrindo, exhibe sus dilemas morales y emocionales. La sentimentalidad del tango, deja paso a las aguas turbulentas en que nos bañamos tantas veces en nuestras vidas. Los exhaustos propósitos, sin postizos ni artificios vacuos, en el apasionado aprendizaje, emergen con la ternura del descreído y el inventario de asombros.

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron,
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar,
la experiencia fue mi amante, el desengaño mi amigo...
¡Toda carta tiene contra y toda contra se da!

Hoy no creo ni en mí mismo... Todo es grupo, todo es falso,
y aquél, el que está más alto, es igual a los demás...
Por eso, no has de extrañarte si alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar.

Tremendo el mensaje final. Nos lleva a la reflexión de tantas cosas que vivimos a diario y que observamos en noticieros, periódicos y en redes sociales. Por eso, y en momentos como los que estamos atravesando, Las cuarenta - el rey y caballo de triunfo en el tute cabrero-, nos muestra el éxito y la derrota diarios en nuestras vidas.

Roberto Grela le calzó la música exacta a este tango, cuando acompañaba con su guitarra a Roberto Díaz, que lo estrenó en 1936. Azucena Maizani le dio carta de presentación en 1937, cantándolo en el Teatro Nacional. Podemos escucharlo por Charlo acompañado por su conjunto de guitarras: Besada, Iglesias, Arrieta y Edmundo Rivero.

                                         

                                               



12 comentarios:

  1. Tus reflexiones y tus apuntes biográficos realzan aún más la belleza intrínseca que tiene este temazo (y en general, cada artículo que escribís).

    No sabía tanto de Gorrindo y estoy dedicando la tarde a revisar su obra. Gran descubrimiento.

    Fijate, José María, en la parte de la letra donde dice "cuando callé una injusticia" debería decir "cuando grité una injusticia".

    Buenas tardes y ojalá que la milonga vuelva a girar nuevamente pronto.

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  2. alguna vez charlando con don Antonio Carrizo comentó que en el verso original decía "la vez que quise ser bueno, se me c...de risa", y el autor no se convenció de dejarlo así.

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  3. gracias por la respuesta. Lo leo en estos tiempos tan extraños, maestro, después de haberlo leído tanto tiempo hablando sobre otra pasión, la del fútbol...

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    1. Es cierto. Estuve muchos años en el periodismo deportivo, recorrí muchos países del mundo, en seis Mundiales... Grandes pasiones, el fútbol y el tango! Y viví en Villa Domínico de niño. De ahí a Parque Patricios.

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  4. le escribo desde Garay, del lado de San Cristóbal, en la frontera con el Parque de los Patricios...

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  5. Entre otras cosas, soy periodista...con más entusiasmo que talento.

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  6. Hice la primaria en Pichincha de Pedro Cchagüe y Pinchincha, y la colimba en Pichcincha y Garay. Y tuve programas de TV en canal 11 que estaba en la calle Pavón. Ya ves... Y periodista... Semo del ramo semo...

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  7. trabajé en Telefé en mis épocas de locutor. Me gustó el barrio, tiene cosas de Avellaneda, soy fana del Rojo y me queda cerca de la cancha. Con el tango tengo una deuda grande, nunca lo bailé. Estudié canto con el querido Oscar Ferrari para poder cantar a Manzi y a Discépolo.

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    1. Bueno, el rojo nos enganchó a unos cuantos. En mi barrio solo conocí a uno, mayor que yo que me llevaba a la cancha de la doble visera. Y si te perdiste la milonga, todavía estás a tiempo...

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  8. Mi viejo era fana de Grillo y ya era hincha de antes cuando vino de Paraná. A Ud recuerdo haberle leído el afecto por el Rojo en esa prosa poética suya. Cuánta gloria la de los 60/70. Coraje y belleza.

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